PREFACIO
La luz estaba apagada y a pesar de la oscuridad sabía que él podía verme perfectamente, aunque mi pobre visión humana me impedía verlo con claridad… pero esta noche era diferente a las demás… era la última noche que pasaría con él.
Edward Cullen.
Sus frías manos acariciaban mi rostro. Gracias a Dios no podía verlo, si no hubiese llorado como lo he venido haciendo todos estos años… él con sus casi 200 años luciendo como un eterno joven de 17; yo, luciendo como una horrible anciana de 80 años. ¡Cuánta injusticia!
- Bella? – preguntó con su voz perfecta – Estás bien, cariño?
- Sí – mentí. Las lágrimas comenzaron a correr silenciosamente por mi rostro. Él podía verlas, pero no dijo nada…
- Segura? – volvió a preguntar mientras acariciaba mi rostro… BASTARDO!! ME COMPLICA DEMASIADO LAS COSAS!!
- TE DIGO QUE SÍ! – grité y me quedé sin voz… argh! Estoy tan achacosa que ni siquiera puedo hablar… en qué momento dejé que las cosas tomaran este rumbo?? Bella estúpida! Eso es lo que eres… una estúpida!
- Quieres que me vaya? – preguntó débilmente sabiendo cuál sería mi respuesta
- Quieres irte? – No le iba a poner las cosas fáciles a Edward Cullen… iba a complicárselas tanto como él lo hizo conmigo
- Tal vez sería lo mejor – dijo haciéndose al interesante, mientras se acercaba peligrosamente a mi… argh! Que no entiende que mi corazón ya no está para estas cosas?
Se alejó. Se dio cuenta de que su cercanía me provocaría un ataque en cualquier momento.
- Ya tienes tu pasaje a Italia? – pregunté con rencor – Aro estará feliz de verte de nuevo, verdad?
- No vas a morir, Bella – dijo con seriedad. Su voz era grave, más que lo usual…
- Estas esperando eso, o no? – respondí con molestia – será mejor que te vayas… y te lleves tus cosas
- … - no entendió. Ni siquiera se movió. Permaneció a mi lado, sujetando mi mano con fuerza.
- Hay una caja debajo de la escalera, son tus cosas, no las necesitaré ya, llévatelas! – grité, al tiempo que una fuerte punzada en el pecho hacía que me retorciera de dolor.
- Bella? – preguntó él, inclinándose hacia mi. Lo aparté.
- Ni te atrevas, Cullen. – dije con las pocas fuerzas que me quedaban – no te atrevas a dejarme así para siempre.
- Pensé que…
- Pensaste mal… crees que estaría por siempre junto a alguien que parece mi nieto? TE ODIO, EDWARD… TE ODIO.
Isabella Swan
Siempre en nuestras memorias
