Esta noche estaba triste… y quise hacer este Two Shot… xD por más que intento hacerlo trágico no puedo jajaja adoro los finales felices u.u Sin embargo, disfrute mucho haciéndolo. Ya lo tengo terminado y la pareja principal NO ES MidoTaka… muajajajajajaja sufran porque hasta el segundo capítulo se sabrá quién es él que llegue a curar el corazón de mi chico halcón.
Los personajes de Kuroko no me pertenecen.
Perdonen mi mala ortografía soy pésima con ello, pero el intento se hace.
Capitulo 1:
Límite
Ya había intentado de todo para llamar su atención, se desvivía por él; estaba siempre que le necesitaba, inclusive a veces, se olvidaba de sus propias necesidades para dedicarse únicamente a complacerle y ¿Qué es lo que ocurría al final? Nada, absolutamente nada. Midorima era tan frío e indiferente como desde un principio, le permitía estar a su lado porque… ¿Por qué? Siempre se cuestionaba eso el chico de ojos plateados. Quizás porque le servía como sirviente sin cobrar un sueldo ni prestación alguna, pero ¿Qué ocurriría si algún día Takao decidiera no ir más ante el llamado de Midorima únicamente para que fuese por él? ¿El peliverde se extrañaría por su comportamiento y le buscaría? Nah, Kazunari sabía que eso JAMAS pasaría y aunque aquel pensamiento le dolía más que cualquier golpe, el seguía ahí… tras de Shintaro y cumpliendo sus caprichos.
Pero todos tenemos un límite… ¿Cierto?
Ese día el chico de cabello lacio y negro, estaba radiante de felicidad, no solo porque era un día feriado y las actividades se cancelaban en escuelas públicas y privadas, sino que además, había quedado con el AS de Shutoku para pasar la tarde juntos. ¡Oh sí, en la mente de Kazunari, eso era una cita, una oportunidad que Oha Asa, le estaba brindando para pasar tiempo de calidad con su Shin-chan!. Bueno, era SU, aunque el peliverde desconocía que ya tenía dueño.
Le esperaba impaciente, portando unos jeans azules deslavados, una playera blanca y encima una camisa amarilla abierta, mientras se había peinado todo el cabello hacia atrás gracias a una cinta del mismo color amarillo que la camisa. Masticaba goma de mascar, mientras hacía grandes bombas. Miro su reloj, Midorima llevaba 3 minutos retrasado… y eso no le agrado en absoluto. El chico de anteojos era por demás puntual, incluso exageraba… por eso en esa ocasión Takao había salido antes de casa, estaba tan feliz que no quería darle motivos a Shintaro para discutir, quería que esta tarde fuese perfecta para ellos.
Quince minutos…
Media hora…
Una hora…
Miro su celular, ya le había mandado bastantes mensajes por el Whatsapp, pero ni siquiera estaban en visto, y comenzó a preocuparse en serio ¿Qué tal, que le hubiese pasado algo malo? ¡Eso estaba mal, muy mal! Comenzó a marcar rápidamente, pero el número de Shintaro mandaba a buzón. Su corazón comenzó a palpitar con fuerza y desesperación. Sin dudarlo, se marchó de aquel sitió, dispuesto a ir hasta la mismísima casa de Midorima. Tomo un taxi y llego frente a la enorme casa del peliverde, el automóvil aparco, pero antes de que pudiese bajar del mismo, pudo percatarse de la presencia de un intachable y lujoso auto negro, y al lado de tan carísimo transporte, habían dos figuras que resaltaban demasiado por la tonalidad de su cabello. Uno era el dueño de sus angustias, y el otro… era aquel chico pelirrojo, el emperador de Rakuzan.
Por supuesto que no escuchaba nada desde donde estaba, pero las palabras no eran necesarias para entender la situación. Midorima estiro un brazo y con la yema de los dedos deposito suavemente una caricia sobre uno de los pómulos del más bajo. Akashi, levanto la mano y dio un manotazo para sacarse de encima la mano del mayor, intercambiaron un par de palabras. El emperador se notaba molesto, Midorima fruncía bastante el ceño y trataba de aparentar estabilidad, acomodando sus anteojos una y otra vez.
-¿Joven, ocurre algo?- El chofer del taxi, interrumpió la atención que Takao ponía a la situación. Giró el rostro y sonrío.
-¡Ah, perdone! Espere un segundo, ¿sí?- Kazunari giro el rostro nuevamente hacia la escena, pero lo siguiente que vio le atravesó el corazón como una llaga. Midorima, estiro nuevamente el brazo, rodeo la cintura del más bajo y lo pego a su cuerpo, se inclinó para poder alcanzar sus labios y le beso de una manera ansiosa, desesperada. Takao, abrió la boca por la sorpresa, y pronto sintió algo cálido resbalar sobre sus mejillas, cuando fue consciente de ello, cerró los ojos y subió el antebrazo, frotándose con insistencia el rostro. -¡A… arranque, arranque, arranque!- Pidió con insistencia, mientras trataba de controlarse así mismo.
El taxi abandono aquel sitio. Takao se mordía el labio inferior, intentando, tratando de no sucumbir, pero el dolor en su pecho era inmenso, la garganta le dolía al tener que soportar los sollozos y la vista se le nublaba por las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.
-¿A dónde lo llevo joven?- Hasta al propio chofer le daba vergüenza tener que hablar, el menor parecía a nada de derrumbarse.
-Lejos, muy lejos de aquí…- Pego la frente al frío vidrio y cerró los ojos, mientras las lágrimas no dejaban de brotar y ya no se preocupó en ocultarlas, dejando escapar suaves sollozos. Pasaron bastantes minutos, incluso para él habían sido horas, cada segundo era tan doloroso. El taxista le había llevado a un parque, no tenía la menor idea de qué hacer con un adolescente adolorido, porque sí… había visto todo, él no tenía hijos… no sabía cómo tratar con un joven con el corazón roto. Le dejo estar un poco más de tiempo dentro del auto para que se tranquilizara y cuando el azabache le aseguro que se encontraba bien, y que le gustaría pasar más tiempo en aquel tranquilo lugar, SOLO. El taxista se marchó.
Takao se sentó bajo un árbol y pego su espalda al tronco, aún era temprano… encogió las piernas y recargo los brazos sobre sus rodillas, a lo lejos podía escuchar las risas de los niños y unos que otros cuchicheos de las parejas cercanas que habían aprovechado el día libre, tal como él lo había planeado con su Shin-chan… ante ese pensamiento nuevamente el dolor se instaló en su pecho, pero justo en ese momento su celular comenzó a vibrar. Metió la mano en el bolsillo y sacó el móvil para observar el nombre que aparecía en la pantalla "Shin-chan 3". Cerró los ojos frustrado y enfurecido.
-¡¿Por qué?! ¿¡Por qué, si ya tienes a alguien, sigues buscándome!? ¡DEJAME EN PAZ!- Sujeto el aparato con fuerza y lo arrojo, lejos… muy lejos, cayendo este al lago que había frente de si y sumergiéndose en seguida. Volvió a abrazarse así mismo, tratando de protegerse de sus propios impulsos de levantarse y arrojarse al lago para traer de vuelta su móvil que le había costado lágrimas y sudor en un trabajo de medio tiempo, tan solo para tener la aplicación de Whatsapp y poder charlar con el peliverde, aunque el otro nada más le hablase para pedirle algo. Pero no lo hizo… ahí se quedó, meciéndose, y mirando hacia la nada hasta que la noche le sorprendió.
Al día siguiente no asistió a clases ni al entrenamiento, ni al siguiente, ni al siguiente. Se había dado él solito unos días para descansar, porque hacía tiempo que se había olvidado de que se sentía despertar tarde, de no tener que estar pendiente del celular y de cuidar de sí mismo antes que cualquiera. Es más, no quería tener que darle explicaciones a nadie, así que se fue de "vacaciones" a casa de una tía, sus padres no se negaron… le vieron tan ausente y cabizbajo en esos días, estaban preocupados… incluyendo a su hermana, ya que siendo Takao tan alegre y bromista… ahora su sonrisa no era genuina, así que le permitieron tomarse un par de días.
En una ocasión, su madre le dijo que sus compañeros de equipo habían ido a buscarle, Takao tenía que morderse la lengua para preguntar directamente si EL, había ido junto con ellos.
Que masoquista era, porque a pesar de todo… seguía pensándole día a día. Teniendo la esperanza de que el peliverde en esos días de su ausencia, pudiese estarle extrañando y que en cuanto tuvieran que volverse a ver de frente, Midorima se abalanzara a él y le abrazara con fuerza y lo besara como… le había besado a él.
¡Que idiota que era!
Así pues habían pasado ya dos semanas, y regreso a casa. Sus padres le notaron más relajado, pero Kazunari seguía sin mencionar nada sobre su pena. De hecho había conseguido volver a mostrar aquella segura sonrisa y hacer creer a sus padres que ya todo iba bien, aunque por dentro siguiera tan roto.
Cuando tuvo que regresar de nuevo al instituto, tuvo que reunir toda su fuerza de voluntad y seguridad en sí mismo para poder actuar con normalidad, era obvio que por ser muy jovial su ausencia fue muy marcada y sus compañeros de inmediato le abordaron con bastantes preguntas, pero el azabache supo ingeniárselas para crear una justificación: Un familiar enfermo y me ofrecí a cuidarle.
Y sin poder postergarlo más tiempo, el reencuentro se suscitó. En el entrenamiento Midorima y Takao se miraron de lejos, estudiándose, tratando de ver uno dentro del otro.
-¡Shin-chan!- Takao fue el primero en romper el silencio. –¡Moo~ cuanto tiempo! ¿neh?- Midorima le arrojo el balón, y Takao pudo agarrarle sin problema.
-¿Que ocurrió con tu teléfono, nanodayo?-
-¡Ah eso…!-se rasco la mejilla y sonrío. –Se me ha caído al wc y murió, snif, snif…-
El peliverde afilo la mirada. No le creía.
-¡Bueno, bueno, a jugar que ya me siento oxidado!-
A pesar de que Kazunari trataba de mostrarse tan igual que siempre, era notorio que buscaba mantener distancias con Midorima, incluso el buen entendimiento en el juego entre ambos se vio un poco alterado.
-¡Lo sientoooo, creo que aun… estoy impactado por lo de mi familiar… es que le quiero mucho!- Trataba de disculparse por su mal rendimiento. Sus compañeros de equipo dejaron pasar aquello e intentaron darle ánimos. Cuando fue el turno de las duchas, Kazunari prefirió quedarse al final, tomándose su tiempo, en realidad, no quería encontrarse con Midorima.
Al salir de la ducha, se vistió con calma y sujeto su mochila para irse de ahí, estaba parado frente a su casillero, terminando de colocarse un poco de loción, cuando un brazo apareció al lado de su cabeza cerrando de golpe la puerta de su casillero. Takao sintió que el corazón comenzó a palpitarle con fuerza.
-¿Es que acaso me estas evitando, nanodayo?-
