Advertencias: Este fic es un R27 y contiene menciones y roces de AG, 8059, D00, y otras.
Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! No me pertenece, así como tampoco sus geniales personajes. Son propiedad de Akira Amano.
Aclaraciones:
–Hablan los personajes. –
–Hablan los personajes en italiano. –
"Recuerdos"
'Pensamientos'
Mensajes de texto. (También dependerán del idioma)
Prólogo
.
.
.
En su vida existían muchas cosas que no deberían de ser, que cualquier otra persona clasificaría como malas e irresponsables. Y hasta él mismo las clasificaba de esa misma forma. No necesitaba que alguien más le señalara lo que para él era evidente, lo que veía siempre y lo que era su rutina. Después de todo vivía en esa zona que la gente decía era irresponsabilidad de los padres, en esa zona que nadie se cansaba de repetir estaba mal.
Y realmente estaba mal.
Con dieciséis años Sawada Tsunayoshi se encargaba de criar a su hermano menor, porque a sus padres parecía no importarles el destino de Fuuta; aunque definitivamente no le sorprendía en lo más mínimo, después de todo habían hecho lo mismo con él. Pero simplemente Tsuna no podía concebir el dejar a su hermano a su suerte, vagando por ahí haciendo sabrá Dios que. No. El no lo iba a permitir.
El iba ser el hermano mayor que le falto. Aunque sí que tenía uno, Sawada Giotto, el consentido de sus padres. Pero decir Giotto y nada, era exactamente lo mismo. El se había largado a Italia hacía siete años y ni siquiera conocía a Fuuta. Gran hermano ¿eh?
–Nuevamente reprobaste todos los exámenes, Tsunayoshi. –Hibari Kyoya lo detuvo antes de salir del recinto escolar. –Sabes que eso amerita que te muerda hasta la muerte ¿no? –
Tsuna sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal y se giro para observar detenidamente al pelinegro.
–K-Kyoya, no hagas eso. –reclamo. –De seguro un día me matas de un infarto. –
Hibari le sonrío de forma torcida. –Dale, seguro. –
Tsuna hizo un mohín y negó con la cabeza. –Sabes que no tiene caso que lo haga, de todas formas a mis padres no les importa si soy el mejor o el peor. –se encogió de hombros. –Así que da igual. –
Kyoya entrecerró los ojos notoriamente furioso. No había necesidad de que le dijera eso, él sabía perfectamente bien que esos herbívoros ni siquiera se preocupaban por el bienestar de Tsunayoshi, a pesar de que frecuentemente fingían hacerlo. Eran bastante hipócritas, irritantes, molestos. Si pudiera los mordería hasta la muerte, pero sabía que eso entristecería a su amigo. Sabía que de cierta forma Tsuna les apreciaba.
– ¿Y Fuuta? –pregunto tras suspirar, recargándose en la reja de la escuela. Tsuna le dedico una amplia sonrisa.
–Está muy bien. Ayer saco un cien en el examen que le pusieron. –lo miro.
–Parece que alguien si se esfuerza en esa casa. –Hibari lo miro. –Y creo saber porque lo hace. –
Tsuna ladeo la cabeza, un poco perdido en las palabras del otro. Aunque tampoco les tomaba tanta importancia, a veces a Hibari le daba por hablar en una especie de código que solo Takeshi y él entendían. Así que prefería no molestarse en tratar de interpretarlo.
–Ni siquiera voy a preguntar a que te refieres. –el castaño se reacomodo el peso de la mochila en el hombro, dejando sus manos caer a sus lados tras la acción. –Pero presiento, de alguna forma, que tiene que ver conmigo. –
Hibari le palmeo la cabeza. –No pienses demasiado, quizás te haga daño. –
Tsuna frunció el ceño. -¡Oye! De vez en cuando lo hago. –mascullo, cruzándose de brazos. Hibari alzo una ceja.
– ¿Ah sí? –sonrío. -¿Cuándo? ¿Cuándo ayudas a Fuuta a hacer la tarea? –
Tsuna se sonrojo al verse descubierto. ¡Se suponía que nadie debía saberlo! ¿Cómo es que Hibari lo había descubierto? Lo miro entrecerrando los ojos.
– ¿Cómo…? –
–Nadie más ayudaría a Fuuta con la tarea. Porque ¿de verdad? ¿Tus padres? Ellos jamás lo harían si no es su "adorable Giotto" el que los necesita. –sus palabras tenían inyectado un cierto grado de veneno. –Y ese estúpido herbívoro rubio esta en Italia. Y aunque estuviera aquí, seguramente haría con él lo que hizo contigo. –
Tsuna bajo la cabeza. –Sí, supongo que tienes razón. –sonrío amargamente. –Me asusta pensar que Fuuta llegue a estar tan solo como yo lo estuve. –
–Ni siquiera digas eso, Tsuna. –Yamamoto Takeshi se les había acercado en algún momento, parándose a un lado de ambos. –Tu hermano jamás estará solo, el tiene algo que tu no tuviste. –le sonrío tranquilizadoramente. El castaño parpadeo confundido.
– ¿Qué? –
–Te tiene a ti. –lo señalo.
– ¿E-eh? –debía admitir que a veces no era muy inteligente con las respuestas, mucho menos cuando de alguna forma le hacían un piropo. Porque eso era ¿verdad?
–De todas formas deja de fingir que eres un Dame. –Hibari lo miro amenazadoramente. –Y comienza a poner atención en clase, Sawada Tsunayoshi. –
– ¡Hiii! –su típico chillido, con su típico brinquito. Takeshi se río. -¡Y-yo no estoy fingiendo nada! –
–Aja, y yo no me he dado cuenta que a veces Yamamoto Takeshi te pide ayuda. –
–E-eso no es… –
–Ya basta, de todas formas te lo digo; esfuérzate por tu hermano, no por tus padres. –le lanzo una mirada seria. –Ya es tiempo de que dejes de torturarte por eso ¿me oyes? Ya déjalo. Sé que te matas estudiando solo para ti, no soy idiota, te conozco. Te he visto y el herbívoro de cabellos plateados también te ha visto. No intentes negarlo. –
Tsuna miro para otro lado. Siempre pensó que estaba solo cuando iba a la biblioteca para estudiar sobre la literatura, la historia y la bilogía. Aunque debía admitir que las matemáticas, la física y la química no se le daban para nada bien. Y por ello evitaba esforzarse en nada. A pesar de que en otras cosas pudiera ser relativamente bueno.
Pero sabía de antemano que a sus padres no les importaría si no se trataba de Giotto. Frunció el ceño al darse cuenta de que Hibari tenía razón, él nunca había dejado de pensar en eso, en ningún momento. Todas sus acciones estaban regidas por eso. Era lamentable por donde lo viera.
Seguía siendo el mismo que moría por un halago de Nana y de Iemitsu. El mismo que evitaba a toda costa hacer algo bien porque sabía que no se lo reconocerían. Y en cierto modo así estaba bien. No se sentía tan lastimado. Ya no le dolía tanto.
–…así está bien, créeme. –dio un suspiro. –A veces es mejor hacerte el desentendido. –
Tsuna se encogió de hombros y observo la hora en el reloj de su celular, notando que ya se le estaba haciendo completamente tarde para recoger a Fuuta. Tras guardar el aparato en su bolsillo, Tsuna miro a sus dos amigos.
–Me voy, debo ir a recoger a Fuuta a la escuela. –sonrío. -¿Vienes Takeshi? –
El beisbolista asintió en silencio. Debía haber alguna forma de convencer a Tsuna de dejar esos pensamientos atrás, debía existir una buena manera de lograrlo. El sabía que su amigo era inteligente, bueno y quizás demasiado noble para su propia seguridad; por lo que le daba rabia no poder hacer algo. Y sabía que a su hermano Asari le sucedía lo mismo. Igual que a su padre. Era frustrante.
–Adiós, Kyoya. –ambos se despidieron con un movimiento de mano y se alejaron por la calle. Afortunadamente la escuela de Fuuta no estaba muy lejos, estaba a tan solo diez minutos de la preparatoria y podía irse caminando tranquilamente.
Yamamoto miro de reojo al castaño y negó con la cabeza. Odiaba ver ese brillo de derrota en sus ojos, esa decepción y ese dolor por no ser capaz de ser tan bueno como Giotto. A pesar de que Asari solía decir que Tsuna era mejor que el rubio en muchos aspectos.
Takeshi solo esperaba que Tsuna recapacitara y se diera cuenta. Debía haber alguien capaz de hacerlo cambiar. Solo era cuestión de esperar ¿verdad?
.
.
.
– ¿Iras a Japón? –Reborn Arcobaleno bajo el libro que estaba leyendo y fijo su oscura mirada en su amigo, entrecerrando los ojos con desconfianza. -¿Porqué, exactamente? –
Sawada Giotto sonrío ampliamente, antes de dejarse caer frente al pelinegro de graciosas patillas rizadas. Sus azulados ojos brillando con emoción infantil y su alborotado cabello rubio moviéndose graciosamente. Reborn lo taladro con la mirada. Giotto se sintió aun más emocionado.
– ¡Quiero conocer a Fuuta! –dijo sonriendo. –Y…y también existe alguien a quien quiero ver. –Giotto desvió la mirada y la poso en G, quien simplemente lo miro y negó con la cabeza.
–Te gusta hacer las cosas con bastante tiempo de retraso ¿eh? –se burlo Daemon, quien hasta el momento no había dicho nada. Giotto lo fulmino con la mirada.
– ¡El estaba bien cuando me fui! –se defendió con el ceño fruncido. Daemon lo miro con desdén.
– ¿Bien? ¿Cómo? –Se unió G. –Tú sabes que él jamás estuvo bien, Giotto. Lo abandonaste, te dio miedo saber lo que él estaría pensando de ti. Te dio pavor saber lo que estaba sintiendo…acéptalo de una vez. –
El rubio se mordió el labio inferior, ante la mirada confundida de Reborn. Sea lo que sea de lo que estuvieran hablando, a Reborn le daba la impresión de que era un tema sumamente delicado para Giotto. No era difícil notarlo, su mirada triste se lo decía claramente.
–Nufufufu~ peor para ti Giotto, Tsu-chan siempre ha sido más fuerte que tú. No te imagino a ti soportando lo que él soporto. Sin duda tú hubieras cedido a la insoportable presión del abandono. –
Giotto entrecerró los ojos y lo miro mortalmente. Seguramente Daemon había amanecido con muchísimas ganas de fastidiar a alguien y precisamente ese alguien debía ser él. No estaba para ser hostigado, mucho menos con un tema tan delicado como lo era el de Tsunayoshi. Frunció el ceño.
–De formas ¿en serio lo quieres? –Interrogo un molesto G. –Jamás preguntas por él cuando llamas a tu madre. –
¿Cómo responder a eso? Era cierto que nunca preguntaba por su hermano, pero es que le daba miedo averiguar algo que no quería saber. O quizás le daba miedo sentirse culpable ¿Quién sabe?
–Ya basta. –gruño Reborn irritado. -¿Cuándo demonios te irás? –
Giotto parpadeo y se giro para encararlo. –Si bueno, esa era la sorpresa. Iremos todos. –
Reborn lo miro seriamente ¿Cuándo había dicho él que quisiera visitar Japón? Que supiera…no, nunca se lo había dicho. Pero luego recordó que estaba refiriéndose al idiota de Sawada Giotto y que seguramente tomo la decisión por sí mismo. Como siempre. Y para variar. Definitivamente ya no se sorprendía tanto como al principio. Debía admitir que se había acostumbrado a su innata estupidez e inutilidad. Sobre todo torpeza. Sí, Giotto podía ser bastante torpe cuando se lo proponía.
Quizás demasiado.
– ¿Y quién te dijo a ti que yo quiero acompañarte? –pregunto alzando una ceja. Giotto sonrío maliciosamente.
–Vamos, seguro que encuentras algo que te guste por allá. –lo miro suplicante. Reborn frunció el ceño. Ambos se miraron y finalmente el pelinegro accedió con un 'ya que', aunque tenía sus condiciones.
Giotto pareció realmente feliz con eso.
.
.
.
Yamamoto Asari observo con una sonrisa al pequeño castaño, quien miraba atento lo que Tsuyoshi hacía para preparar el sushi.
– ¡Tsuna-nii! –Fuuta bajo del banquillo y se acerco a la mesa que ocupaban Tsuna y Takeshi. El aludido lo miro curioso. –Mañana tengo que llegar temprano a clases. –
– ¿Y eso? –pregunto el mayor de los hermanos, haciéndole un espacio al pequeño para que se sentara.
– ¡Tsuna-nii, ayer te lo dije! –hizo un puchero. Takeshi se río, recordando que el día anterior el menor le había comentado a Tsuna que tendría un examen.
– ¿Ah sí? –miro nervioso a Takeshi.
–Un examen. –le recordó con suavidad. –Ayer cuando veníamos te lo dijo. –
–Oh. –mascullo. –Creo que estaba demasiado ensimismado pensando en lo que me dijo Kyoya. Lo siento, Fuuta. –le sonrío culpable. –Entonces mañana te dejo más temprano. –
Fuuta asintió, emocionado.
.
.
.
–Espero que sepas como llegar hasta tu casa, Giotto. –Daemon lo miraba desde la puerta del aeropuerto de la ciudad, con su maleta en mano y una mirada asesina. –Porque si llegaste sin saberlo…te matare. –afortunadamente no había olvidado cómo hablar japonés. Giotto se estremeció.
– ¡Desde luego que lo sé! –refunfuño. –Me asegure de saberlo. –susurro.
G suspiro algo fastidiado y tomo su propia maleta, dirigiéndose a la calle sin decirles nada. Giotto lo miro confundido.
– ¿A dónde vas, G? –pregunto el rubio. El pelirrojo se detuvo y los miro.
–A la preparatoria de Namimori, seguro ahí encuentro a mi hermano. –respondió irritado. –Porque no se ustedes, pero a mí no me apetece andar perdido por ahí. –
El rubio hizo un mohín. – ¡Yo si se cómo llegar hasta mi casa! –
–Pues vete, yo me voy a quedar con mi hermano. –se encogió de hombros. – ¿Vienes Daemon? Escuche de Hayato que Mukuro y Nagi estudian con él y Tsunayoshi. –
Giotto lo miro de inmediato. – ¿Tsuna? –
El mayor de los Gokudera asintió con la cabeza. –Sí, pero es mejor que no te vea a ti. –lo miro seriamente. –Y sabes muy bien porque lo digo. –
El rubio bajo la cabeza, triste, deprimido. Sí, conocía bien las razones de G para decirle eso. Y no las podía discutir.
– ¿Daemon? –lo miro nuevamente.
–Sí, dalo por hecho. –sonrío. –Me voy a buscar a mis hermanos, ciao. –
Reborn se quedo parado sin decir nada, solo observando a su amigo y a los otros dos que se alejaban caminando por la acera sin mirar atrás. El pelinegro encaro a Giotto.
–Llevo varios días preguntándomelo pero… ¿Quién es Tsunayoshi? –
El otro sonrío tristemente y lo miro. –Espera un poco más ¿sí? –
Reborn lo miro un momento y asintió tras un par de segundos. Presentía que Giotto realmente no quería hablar del tema y él estaba completamente de acuerdo en dejarlo ser. En algún momento se enteraría, aunque algo le decía que todo radicaba en su familia.
.
.
.
Continuara~….
.
.
.
Bueno, espero les haya gustado.
Había estado pensando en este fic desde hacía mucho tiempo y finalmente me he dado el tiempo de escribirlo.
Tsuna será algo similar al original, solo que con algunos cambios.
En fin, espero hayan disfrutado de la lectura.
Nos leemos en la próxima, espero estén muy bien (:
Ciao, ciao :D
