Disclaimer: Digimon es propiedad de Bandai y Toei Animation, no hago esto con fines lucrativos.
Para Genee
~ La búsqueda del tesoro ~
Capítulo 1
La facultad de informática de la Universidad de Tokyo era una de las más grandes e imponentes, no sólo de aquella casa de estudios, sino también del país [1]. Para entrar debías sortear una serie de pruebas de seguridad muy bien elaboradas por los mismos estudiantes inclusive, tal vez por eso no recibían muchas visitas y mucho menos una como aquella muchacha de cabello castaño hasta mitad de la espalda, que vestía una blusa sencilla y una minifalda que se agitaba graciosamente con sus pasos a medida que se adentraba en el campus.
Varios chicos la siguieron con la mirada, entre sorprendidos e interesados por su presencia allí, pero ninguno le habló y ella tampoco les prestó atención. Caminaba por los pasillos con una confianza digna de admirar, la que se debía en parte a su personalidad y en parte a que sabía muy bien hacia donde se dirigía.
Siguió de largo hasta el final del pasillo y finalmente se detuvo frente a una puerta, arreglándose el cabello antes de golpear.
Enseguida sintió movimiento al otro lado. Alguien se había levantado de su silla y se dirigía a abrirle. La cara que apareció tras la madera fue la de un chico larguirucho de cabello negro y prominentes anteojos.
«Se parece al superior Jou», pensó ella inconscientemente.
El chico en cuestión, abrió mucho los ojos y se bajó las gafas por el puente de la nariz como si pensara que estaba viendo mal. Una vez que las regresó a su sitio, la expresión de sorpresa en su rostro se multiplicó.
—Hola —saludó la muchacha con amabilidad.
—¿Hola? —respondió él, dubitativo, recorriéndola con la mirada como si estuviera haciéndole un escáner.
La chica tosió un poco para atraer su atención.
—¿En qué puedo ayudarte?
—Vine a ver a Izzy —contestó ella de inmediato.
—¿Izzy? No conozco a ningún…
—Oh, siempre lo olvido. Me refiero a Koushiro, ¿Izumi Koushiro? —preguntó ladeando ligeramente la cabeza con gesto interrogante.
—¡Ah! Con que hablas de él. Espera aquí un momento.
La chica asintió vehementemente con la cabeza y el chico se volvió para ir en busca del aludido.
La sala tenía filas y filas de computadores frente a los cuales había por lo menos unos cien estudiantes trabajando afanosamente en ellos. Sólo algunos levantaron la cabeza cuando sintieron que abrían la puerta, pero enseguida regresaron a lo suyo. Mimi decidió en ese mismo instante que aquella sala le gustaba, pues nadie la miró por mucho tiempo como a un bicho raro que acaba de inmiscuirse en su colmena sin permiso. Algunos nerds podían ser bastante maleducados.
El chico que le había abierto la puerta caminó hasta el fondo de la sala y giró hacia la izquierda donde comenzaba un estrecho y aparentemente largo pasillo. Apenas se inclinó hacia el interior para gritar un nombre.
—¡Izumi, te buscan!
Enseguida la muchacha sintió unas ruedas deslizándose velozmente por las baldosas y una cabellera roja apareció por el recoveco, deteniéndose a sólo pasos del muchacho que lo había llamado. El chico tenía una expresión un poco perdida y llevaba unos anteojos de montura redonda que se deslizaban graciosamente por su nariz. Ella sonrió. Sí, ese era su Koushiro.
—Por aquí, honey —le dijo agitando una mano en el aire para llamar su atención.
Izumi levantó la mirada hacia ella y sonrió, o más bien formó con sus labios lo que a su entender era una sonrisa, lo que quería decir que frunció levemente las comisuras hacia arriba en un gesto un poco tenso que otro podría haber malinterpretado como una mueca forzada.
—Hola, Mimi —saludó—. Dame un minuto y estaré contigo, ¿de acuerdo?
—Sólo no me hagas esperar demasiado, este lugar me da escalofríos —respondió ella con total sinceridad, como si no hubiera un centenar de chicos en la sala que pudieran mirarla mal por ello.
Sólo el chico que le había abierto la puerta pareció molestarse. Frunció mucho el ceño y estuvo apunto de decirle algo a Koushiro cuando el pelirrojo lo interrumpió.
—Gracias por llamarme, Okami, esto no tomará mucho tiempo —le aseguró con cortesía, por lo que su compañero se tuvo que tragar las palabras y asintió levemente con la cabeza antes de regresar a su computador.
Koushiro volvió a deslizarse en su silla hacia el interior del pasillo y reapareció tan sólo uno o dos minutos después, esta vez a pie, y sin sus gafas.
—Listo, ¿salimos un momento?
—Por favor —suplicó Mimi, jalándolo disimuladamente del brazo hacia el exterior.
El pasillo, por suerte, estaba desierto.
—¿Qué te trae por aquí? No, primero… ¿cómo me encontraste?
Mimi sonrió con astucia y se miró distraídamente las uñas.
—Oh, ya sabes. Sólo tuve que preguntar por ahí.
—Miyako-san te lo dijo, ¿no? —replicó Koushiro alzando una ceja.
Mimi rodó los ojos con hastío.
—¡Aish! Siempre tienes que saberlo todo, le quitas la diversión al asunto.
Koushiro soltó una leve carcajada que extrañó a la chica.
—Lo lamento, Mimi, pero no es fácil ubicarse aquí, los pasillos son un laberinto.
—Sí, lo sé. Miyako me dibujó un mapa, por lo visto ella ha pasado mucho tiempo aquí —replicó impregnando sus palabras de resentimiento.
—¿Estás celosa? —preguntó Koushiro alzando las cejas.
—¡Claro que estoy celosa! —Mimi nunca tenía dificultades para ser sincera ni hacer un berrinche si creía que la situación lo ameritaba—. Soy tu mejor amiga y volví hace tres meses, pero te la pasaste todo el verano estudiando el programa de la universidad, estás peor que el superior Jou. Y por si fuera poco, pasas más tiempo con Miyako que conmigo, ¿son motivos suficientes para ti, Koushiro?
El pelirrojo pestañeó varias veces, entre aturdido y sorprendido por sus palabras. Al cabo de unos segundos suspiró.
—Supongo que tienes razón —y si no, no era lo suficientemente tonto o distraído para decirle lo contrario, sabía que eso era una batalla perdida, Mimi siempre tenía que tener la razón—. He estado muy concentrado últimamente en los estudios y Miyako viene seguido porque le interesa entrar a estudiar la misma carrera, y la chica es un genio, quiero decir, la conoces, sabes lo lista que es.
—Claro que lo sé, y también sé que yo jamás seré tan lista como ustedes dos y por eso me dejan fuera de todo, ¿verdad?
—¿Qué? No, yo nunca dije que…
—Está bien. Lo entiendo, Kou, y no creas que me avergüenza no ser un genio de las computadoras, yo no me vería bien con esos anteojos y esas faldas que llegan hasta los tobillos con blusas subidas hasta el cuello.
—¿Qué estás tratando de decir? No todas las chicas que son muy listas se visten así.
—Eso crees tú porque tienes la vista atrofiada, honey, pero créeme, es la verdad y es deprimente.
Koushiro seguía sin comprender el rumbo de los pensamientos de la castaña, pero prefirió limitarse a asentir, quizá así podían cambiar de tema de una vez.
—Whatever, no vine aquí por eso.
—¿Y entonces a qué has venido?
—A decirte que hoy almorzarás con nosotros.
—¿A qué te refieres con nosotros?
—Con los elegidos, por supuesto. ¿Me estás prestando atención?
—Sí, claro que lo hago, pero… ¿cuándo lo organizaron?
Mimi rodó los ojos, se veía obligada a hacerlo continuamente cuando estaba con él.
—La semana pasada, honey. Te envié una invitación por mixi [2], ¿es que no lo revisas? Creí que lo único que hacías todo el día era estar en el computador.
—Trabajando, no viendo redes sociales —la corrigió él.
—Ah, pues… ¿entonces para qué te creaste un perfil en esa página?
Koushiro no quiso responder. La chica se lo había hecho nada más llegar a Japón, alegando que como nunca lo veía en vivo al menos podrían charlar por ahí.
—No tiene importancia
—Vale, el punto está en que todos estamos de acuerdo así que vendrás con nosotros.
—Pe-pero no puedo…
—Sin peros, Koushiro. Hace un mes que no te veía, ¿puedes creerlo?
Koushiro abrió la boca para replicar, pero Mimi se lo impidió.
—Vendrás, honey —le ordenó.
El pelirrojo acabó asintiendo, ¿qué otra cosa podía hacer?
~.~
Koushiro no se sorprendió de que el lugar elegido para la junta fuera un restaurante occidental. Apenas atravesó la puerta de entrada vio a sus amigos en una mesa del fondo, comiendo, riendo, y sobre todo, haciendo más ruido del prudente como era de esperar. Mientras caminaba hacia ellos descubrió que compartían una pizza. Los más despreocupados, como Taichi, se la llevaban a la boca con las manos sin aprehensión alguna; otros, como Jou, seguían empeñados en usar los servicios.
—¡Oh, miren eso! —el primero en verlo fue precisamente el castaño, que con el grito que dio hizo que todos los que se encontraban de espalda se voltearan a verlo y los demás alzaran las miradas de la mesa—. Pero si es nuestro amigo Koushiro. No creí que vinieras.
—¡Te lo dije! —saltó Mimi, con actitud orgullosa—. Dije que haría que viniera, ¿no?
—Por supuesto, princesa. Nunca dudé de vuestra palabra.
—Deja ya de tontear —lo regañó Sora entornando los ojos.
Y es que al castaño le gustaba bromear con el asunto de la realeza y usar palabras extravagantes.
—Hola, Kou —sonrió a continuación.
Koushiro a veces se sorprendía de la facilidad con que cambiaba de humor teniendo a Taichi cerca, pues el chico la sacaba de sus casillas algunas veces, pero nunca trataba mal a los demás a causa de eso.
El pelirrojo saludó a todo el mundo y ocupó el lugar que quedaba libre al lado de Mimi.
—Lo guardé para ti —le susurró ella, al tiempo que le guiñaba un ojo.
Koushiro tartamudeó un tímido «gracias» y empezó a comer en silencio mientras los demás retomaban las conversaciones que se habían detenido con su llegada.
Al chico le era fácil estar así, tranquilo y en silencio, mientras todos hablaban. Después de todo los conocía hace tanto tiempo que se había acostumbrado a ser engullido por conversaciones ajenas. Mimi siempre intentaba incluirlo y le hablaba de los más variados temas, con Jou e Iori tenía algunos gustos en común y se ponían al día cuando se veían, pero de todos, con quien más hablaba era Miyako. Mucho influía en ello el hecho de que la muchacha sintiera una pasión casi tan grande como la suya por las computadoras.
Hablando de ella, la chica no tardó en comenzar a comentarle de un proyecto que había emprendido en el club de computación de la secundaria. El pelirrojo se dedicó a escucharla, asintiendo de vez en cuando, sin notar la curiosa mirada que Mimi les dirigía cada tanto.
—¿Qué tal van los preparativos para la competencia del fin de semana, Koushiro-san? –preguntó Miyako repentinamente.
Koushiro alzó bruscamente la cabeza de su plato e intentó advertirle con la mirada que no deseaba hablar de ese tema frente a los demás, pero la chica se limitó a mirarlo con extrañeza, sin comprender en lo absoluto lo que trataba de decirle.
Frustrado, el pelirrojo se preguntó por qué había tenido que elegir justamente el momento en que todos se callaron misteriosamente para referirse a aquel asunto.
—¿Competencia? —la voz de Mimi se hizo eco a su lado con un tono de interés.
—Oh, ¿no lo sabían? —y la buena e inocente, pero también despistada, de Miyako, recién caía en cuenta de que al parecer había metido la pata, ¿por qué siempre le pasaba esto a ella? Se hundió un poco en su silla deseando que la tragara la tierra—Yo creí que…
Claro que nadie sabía. Koushiro no había querido mencionarlo.
—¿Qué clase de competencia? ¿Te uniste al club de fútbol? —ese era Taichi, para quien la palabra competencia llevaba implícitos los verbos correr y sudar.
—Es una especie de búsqueda del tesoro —dijo Koushiro al cabo de unos segundos, cuando se hizo evidente que todo el mundo deseaba saber de qué iba aquello, las miradas punzantes sobre él parecían quemarlo—. Todos los años los de segundo lo organizan para participar con los nuevos estudiantes y ayudarles a integrarse a esta nueva etapa.
—¿Una búsqueda del tesoro? Suena un poco infantil —comentó Taichi con una pizca de burla en su tono de voz.
Ahí estaba precisamente la principal razón de que no hubiera querido decírselos. Pensó que se trataba de una cosa de cerebritos que no les interesaría o que les parecería extraña.
—Y habló el más maduro de todos —replicó Sora, dándole un ligero codazo al castaño.
—Exacto —contestó Taichi apuntándola con el tenedor—. Sora tiene un punto. Creo que una búsqueda del tesoro es infantil incluso para mí y eso ya es mucho decir —definitivamente tenía un talento especial para volver las palabras más perjudiciales a su favor, había que reconocérselo.
—¿Una búsqueda del tesoro? —preguntó Mimi frunciendo el ceño—. No creo que alguna vez haya jugado a eso.
—Tienes que estar de broma, princesa. Todo el mundo ha jugado a eso alguna vez, ¿verdad que sí?
Mimi se sorprendió cuando hasta el serio y tímido Iori se unió a los asentimientos.
Apoyó los codos en la mesa y el mentón sobre sus puños.
—¡No es justo! ¿Cómo es que todos han jugado y yo no?
Koushiro era un chico listo, muy listo de hecho, pero algunas veces hablaba sin pensar y esa fue una de esas ocasiones.
—Bueno, en realidad es un juego bastante intelectual, así que es normal que nadie te haya invitado nunca.
El chico sólo pareció darse cuenta de su mala elección de palabras cuando por segunda vez en esa tarde se encontró con todas las miradas puestas sobre él. Se quedó con un trozo de pizza a mitad de camino de su boca y desistió de comérselo ante la cautela con que todos lo veían. Nadie podía comer así.
—¿Qué quieres decir con eso?
Se limpió algunas migajas invisibles de los labios con una servilleta para ganar tiempo.
—Que no es un juego de tu interés.
—¿Porque es intelectual y yo no? —cuestionó ella enarcando una ceja muy al estilo de Yamato.
Koushiro entreabrió los labios sin saber qué decir a continuación. Eso no era lo que él había querido decir, o sea sí, pero con seguridad no de la forma ofensiva en la que probablemente Mimi lo había entendido.
—Yo no dije eso —al final se decantó por la opción más fácil, ser sincero.
—Claro que sí. ¿Crees que yo no sería capaz de jugar? Porque puedo demostrarte lo equivocado que estás.
—No tienes que…
—¿Qué tengo que hacer para inscribirme?
—¿Qué? —Koushiro había estado tan ocupado buscando una forma de aclarar el malentendido que las palabras de la chica se colaron en su cabeza casi sin que lo notara.
—Ya me oíste. ¿Dónde y cuándo puedo inscribirme para participar en ese estúpido juego?
—No puedes. Es sólo para los estudiantes de mi facultad.
—Por supuesto. No admiten gente que no sea tan lista como ustedes, ¿verdad?
—Mimi —intervino Sora finalmente, luego de lo que había sido un largo y tenso momento en la mesa—. Estoy segura de que Koushiro no quiso decir nada de lo que tú entendiste. Además, es lógico que sea una actividad de ellos y que no se permita gente de afuera. No te lo tomes personal.
Mimi se dispuso a replicar, lo que hizo que Taichi interviniera de manera brusca y sin pensar mucho sólo por evitar lo que a todas luces terminaría en un berrinche.
—Siempre podríamos organizar uno para nosotros, ¿no? —dijo alzando los hombros para luego tomar un nuevo trozo de pizza y darle un generoso mordisco.
Los ojos de Mimi, que hace instantes brillaban con un fulgor peligroso, se volvieron hacia el castaño y se quedaron unos segundos sobre él como si estuviera sopeando sus palabras. Taichi siguió masticando en silencio, aparentemente inmune a las miradas fijas. Para cuando tragó, la chica ya tenía una sonrisa en su rostro.
—Suena genial, deberíamos hacerlo. Una búsqueda del tesoro sólo de niños elegidos.
Algunos pocos, como Miyako, Daisuke, Takeru y Hikari, se mostraron inmediatamente entusiasmados con la idea, mientras que los demás se mantuvieron imperturbables.
Sora no estaba muy segura de que fuera una buena idea y algo en el gesto de Yamato hacía pensar que el chico opinaba igual.
Ken, Iori y Jou, por su parte, no parecían estar ni muy interesados ni en contra, aunque seguro que sólo era cuestión de tiempo para que Jou empezara a alegar que tenía examen o algo por el estilo.
—Vamos, ¿qué dicen? —insistió Mimi mirándolos a todos.
Si una cosa era cierta es que no existía nadie en esa mesa capaz de decirle que no.
Koushiro se rascó la frente preguntándose qué saldría de todo eso, mientras Miyako intentaba hacer contacto visual desde el otro lado de la mesa con un gesto de disculpa. Pero al final de cuentas, aquello no había salido tan mal, ¿verdad? Seguro que hacer algo juntos para variar sería divertido, o eso o algunos miembros del grupo, particularmente los más competitivos, terminaban peleados a muerte.
Sólo era un inocente juego, ¿qué tan mal podía acabar?
Referencias
1.- La Universidad de Tokio (東京大学 Tōkyō Daigaku?, abreviado como 東大 Tōdai), que entre 1886 y 1947 fue denominada oficialmente como Universidad Imperial de Tokio (東京帝國大學 Tōkyō teikoku daigaku?), es clasificada generalmente como la universidad más prestigiosa de Japón y una de las más prestigiosas del mundo.
2.- Mixi es una red social para smartphones de gran popularidad en Japón, y que utiliza la tecnología NFC (Near Field Communication) para ahondar en el terreno de la geolocalización, tan de moda en estos tiempos; aquí los usuarios postean fotografías, comparten comentarios y links e interactúan con la comunidad en páginas que se han convertido en grandes foros de debate.
Información extraída de Wikipedia y edured. cu
Notas finales:
¡Hola y gracias a todo aquel que llegue hasta aquí!
Estoy muy feliz de presentar este primer capítulo de la historia que me retó a escribir Genee por allá por los inicios del foro jaja
Bromeo, aunque es cierto que se lo debía hace mucho y por eso está dedicado a ella con mucho cariño. El fic constará de cinco capítulos y tengo los otros bastante avanzados, por lo que confío en que podré actualizar muy pronto.
Sé que el título es muy obvio, pero lo mantendré mientras no se me ocurra algo mejor.
Una última cosa, para escribirlo tuve que investigar algunas cosas así que al final de cada capítulo habrá una sección de referencias seguida de mis notas finales. La idea es que sea lo más realista posible, o al menos eso intentaré.
Gracias por leer :)
