Nuestras pisadas resuenan por la calle, a estas horas de la noche, abandonada.

Hace más de un año que "morí"

Hace casi un año que encontraron "mi" cadáver y lo enterraron. Aunque claro, después de todos los cadáveres que sacaron del 12, nadie se preocupó por comprobar si realmente estaban enterrando a quienes pensaban.

Pero yo estoy viva. Magullada, enferma, herida, a punto de morir y con el corazón roto, pero estoy viva

Tampoco es como es como si hubiese alguien para llorar sobre por mi muerte. Ya no tengo a nadie, excepto al resto de refugiados, gente que no tiene a donde ir, y presentarse delante de los ayuntamientos significaría contestar preguntas demasiado dolorosas.

Me paro a coger aire mientras la tos se apodera de mí y un hilo de sangre sale de la comisura de mis labios, manchando de sangre la nieve. Necesito medicinas urgentemente, medicinas básicas. Pero sería lo mismo. Presentarme ante un hospital y responder a preguntas que no quiero responder.

-¡May! ¡Por aquí! –Me susurra Poppy. Mis amigos se han metido por un oscuro callejón mientras yo me había quedado en medio de la calle con las manos apoyadas en las rodillas. Cinna me coge de los hombros, intentando ayudarme, pero yo me deshago de sus manos son un rápido movimiento.

Ya sea porque es demasiado conocido o por que no le importa que la gente sepa quién es, Cinna es, seguramente, el único del grupo que mantiene su nombre real.

Y por eso le odio.

Y porque conoce mi verdadera identidad. Quien era.

Otro ataque de tos hace que me doble sobre mí misma, cayendo de rodillas sobre el suelo. Oigo a Poppy y Cinna que me llaman, pero mis ojos se cierran. Lo último que oigo es una última llamada desesperada de Cinna. Consiguiendo que mi nombre reboté por toda mi cabeza.

¡Madge!