EL PANDA DESAHUCIADO
Una tranquila tarde, y tras mucha insistencia, Po había conseguido convencer a sus amigos de acompañarlo a comer al restaurante de su padre. Ellos se encontraban sentados a la mesa, aunque se les veía algo impacientes. La comida estaba tardando en llegar.
Entonces, la puerta de la cocina se abrió repentinamente de un golpe, y Po salió del interior, esforzándose por equilibrar más de una docena de platos de fideos en ambos brazos, y sobre su cabeza. Sus amigos lo veían con impaciencia.
Po: -¡En un momento estoy con ustedes chicos! -Dijo él, mientras caminaba con dificultad, repartiendo uno tras otro los platos a los demás comensales. -Mi padre quiso que le ayudara en la cocina… ¡wow! -Exclamó entonces, logrando esquivar a un niño que pasaba corriendo junto a él. Sin embargo, la impaciencia se hacía más evidente en los rostros de los Cinco. Y Po se dio cuenta de esto.
Po: -Mm… no debo hacer esperar a mis amigos. Es hora de que el Guerrero Dragón use sus habilidades para servir comida. -Pensó él. -Muy bien… Es hora. -Y con una dramática mirada en sus ojos, él entonces aceleró el paso por en medio de cada una de las mesas, entregando exitosamente las órdenes a cada una. Los platos volaban por el aire, aterrizando finamente frente a cada cliente. Y algunos de ellos aplaudían al ver su comida caer frente a ellos. Po se veía confiado. Y entonces, dio un giro al estilo de un maestro del Kung Fu, mandando a volar el resto de los platos, los cuales cayeron en su lugar respectivo, con los clientes. Todos en el restaurant le aplaudían. Y Po sonreía, y luego hacía una reverencia para agradecerles. Ahora tenía en sus brazos únicamente seis platos. El suyo, y los de sus amigos. Los Cinco lo miraron entonces, esbozando sonrisas en sus rostros. A excepción de Tigresa. Po entonces se dirigió caminando muy confiado hacia la mesa con ellos, sin notar una cáscara de banana tirada en el suelo en su camino. Él resbaló, y de pronto, seis platos volaron por los aires, directo hacia los Cinco Furiosos. Pero ellos se percataron de esto en menos de un instante, y ágilmente, cada uno de ellos logró atrapar su respectivo plato antes de que siquiera tocara la mesa, y sin derramar una sola gota. Po entonces quedó asombrado con la habilidad de sus amigos, para luego dirigir su mirada hacia arriba. El último plato caía directamente hacia él. Pero él entonces levantó sus brazos, atrapando el plato con una gran certeza; sin embargo, el contenido de éste, simplemente cayó sobre su cabeza. Él había atrapado el plato al revés. Entonces sus amigos, todos con sus platos en mano, miraron a Po, cubierto de fideos, y en un instante comenzaron a reírse de él. A excepción de Tigresa. Ante esto, Po no se veía muy contento. Entonces bajó los brazos con el plato en sus manos, y colocándolo al lado de su cabeza, puso en él los fideos que tenía encima suyo.
PO: -No es gracioso. -Dijo él, para entonces empinarse el plato de fideos a la boca.
El señor Ping salió entonces de la cocina, algo alterado.
PING: -¿Po…? ¡Po! -Él miró a su hijo, sentado comiendo, y en ese momento se dirigió hacia él, bastante molesto. -¡Po! –Gritó al panda, dándole una palmada en la espalda, interrumpiéndolo mientras comía. Y esto hizo a Po atragantarse un poco.
PO: -¿Qué sucede papá? -Dijo con descontento.
PING: -¡Po! ¡Prometiste que me ayudarías en el restaurante si te dejaba invitar a tus amigos a comer gratis! -Exclamó el ganso.
PO: -Ah… sí… en un minuto, ¿sí papá? Ahora quiero comer con mis amigos.-
PING: -¡Po! ¡Hiciste una promesa!-
VIBORA: -Tiene razón Po. Tienes que ayudar a tu padre. –Comentó la maestra. Lo cual puso algo molesto a Po.
PING: -Si quieres comida, tienes que trabajar primero. El dinero no crece en los árboles. –Declaró entonces.
Y en ese momento, Po se volvió hacia su padre, con una expresión de molestia en su rostro.
PO: –"Tienes que trabajar…" –Dijo entonces imitándolo: -"El dinero no crece en los ár…" –Pero súbitamente, un fuerte eructo interrumpió aquella falta de respeto de Po hacia su padre, soplando directamente sobre la cara del señor Ping.
En ese momento, tanto Po como su padre, y los Cinco Furiosos, quedaron en completo silencio; uno verdaderamente incómodo. Po entonces se encontraba realmente asustado de lo que haría su padre a continuación. Y él, simplemente miraba a su hijo fijamente… con una mirada asesina en los ojos. Pero apenas unos segundos más tarde, el señor Ping de pronto comenzó a reírse. Po se veía confundido ante esto. Pero entonces los Cinco también comenzaron a reírse. El ambiente de pronto tuvo un cambio muy radical. Hasta que de pronto, comenzó a escucharse un sonido muy peculiar. Era el sonido de una risa contenida. Entonces todos dejaron de reír, y con una evidente sorpresa, voltearon a ver a Tigresa, quien cubría su boca con su mano, intentando notoriamente no reírse. Era algo asombroso. Nadie podía creer que ella estuviera riendo, y de un chiste tan infantil.
MONO: -¿Tigresa? ¿Estás… riendo? –Le preguntó el mono. Pero ella no podía hablar. Sólo negaba con la cabeza mientras se cubría con la mano. Po se inclinó entonces hacia adelante sobre la mesa, y la observó más detenidamente. Ella entonces miró al panda, aun conteniéndose para no reír. Y en ese momento, Po esbozó una gigantesca sonrisa.
PO: -¡Sí! ¡Te reíste! –Exclamó con emoción el panda. Y entonces, Tigresa finalmente frunció el ceño, logrando contenerse, y descubrir su boca.
TIGRESA: -Yo no estaba… -Pero en ese instante, Po la interrumpió, eructando una vez más. Y ella se descontroló una vez más, dejando salir un poco de su risa al aire, para rápidamente llevarse ambas manos a la boca. En ese momento, Mantis y Mono comenzaron a reírse.
MANTIS: -No lo puedo creer. ¡Tigresa, te reíste!-
VIBORA: -¡Sí, es la primera vez que lo vemos!-
Entonces Tigresa intentó mostrarse enojada, pero la risa la estaba venciendo. Hasta que de pronto, afuera del restaurante, unos aldeanos corrían despavoridos. Algo estaba ocurriendo. Algo que habría de interrumpir éste momento de alegría. Así que Po y los Cinco se levantaron de la mesa, y se apresuraron hacia afuera, para ver lo que sucedía.
A lo lejos, al final del camino, un extraño Topo corría por las calles, persiguiendo a varios ciudadanos. Y aquél sospechoso sujeto, cargaba consigo un gran cántaro en su espalda, el cual blandía a manera de un arma. En ese momento, él se encontraba persiguiendo a un ganso por la calle, hasta que los Cinco aterrizaron súbitamente frente a él, frenando su avance, dejando finalmente huir a aquél ganso. El Topo se detuvo abruptamente en ese momento, para luego contemplar a los guerreros de manera desafiante.
TOPO: -Ustedes deben ser Los Cinco Furiosos. –Declaro el topo, con una voz algo apagada, y llena de cinismo. Los Cinco entonces lo miraron cautelosamente, sin decir nada; hasta que él habló de nuevo: –Y tú debes ser el Guerrero Dragón. –Ante esto, Po entonces sonrió.
PO: -¡Así es… y tú debes tener muy mala suerte. Porque nadie interrumpe una comida con mis amigos!-
TOPO: -Oh, lo lamento tanto. Espero que mi presencia no arruine ¡su apetito! -Y al decir esto, el Topo entonces arremetió contra los Cinco Furiosos. Y en su carrera, levantó aquél cántaro en el aire, destapándolo con un sutil giro en el aire. Un movimiento que pudo ser observado por el maestro Grulla, quien en ese momento alertó a los demás:
GRULLA: -¡Cuidado con el cántaro! –Y en ese momento, todos los demás se percataron también de aquello. El topo se acercaba siniestramente hacia ellos, para luego saltar ágilmente por encima de todos. Y mientras volaba por el aire, del cántaro comenzaron a brotar pequeñas gotas, las cuales caían como rocío hacia ellos.
TIGRESA: -¡Muévanse! –Exclamó ella. Y con una ágil maniobra, todos esquivaron aquél líquido que el enemigo había vertido sobre ellos. Después de esto, el topo cayó de pie al otro extremo de la calle. Y Mantis entonces corrió hacia él, con su diminuto tamaño, casi invisible para el Topo, para finalmente lanzarse en una patada voladora; sin embargo, el Topo logró esquivarla justo en el último instante. Luego de esto, Grulla y Víbora lo flanquearon por ambos extremos, y el Topo apenas pudo observarlos acercarse, y con una brecha de apenas una fracción de segundo, él logró abrir nuevamente su misterioso cántaro, dando un giro sobre su propio eje, y creando así una estela de rocío del extraño líquido alrededor suyo. Grulla se dio cuenta de esto, y rápidamente cambió de dirección, apenas evitando el contacto con aquella defensa del Topo. Pero Víbora, por otro lado, no tuvo la misma reacción. Ella entonces dio un fuerte salto, con el que atravesó la estela del enigmático líquido, logrando conectar un golpe sobre el Topo, quien recibió el impacto, para entonces salir volando varios metros hacia atrás. Y en ese momento, Tigresa vio una oportunidad.
TIGRESA: -¡Ahora! –Entonces ella, Mono, y Po, corrieron directo hacia el adversario, mientras éste estaba distraído. El Topo reaccionó lentamente después de aquél ataque de Víbora, y para cuando se percató del ataque, lo único que pudo ver fue a Mono, saltando hacia directo hacia él con una patada voladora, que lo impactó en el pecho. Luego de esto, Tigresa continuó el ataque, y rodando por el suelo se posicionó justo debajo del Topo, mientras éste volaba por los aires, y entonces lo impactó fuertemente con un golpe de tigre en su espalda. El Topo entonces salió volando hacia arriba, hasta lo más alto.
TIGRESA: -¡Tu turno Po! –Y en ese momento, Po saltó varios metros en el aire, hasta llegar al topo. Y durante un breve instante, ambos se encontraron frente a frente en el aire. Luego de esto, Po se preparó para rematar al adversario, con un golpe de su barriga. Pero antes de que pudiera conseguirlo, el Topo logró tomar su cántaro, y en un súbito movimiento, estrelló aquél recipiente en su cara, al mismo tiempo en que Po lo golpeaba con su estómago. El cántaro se rompió en cientos de pedazos, empapando por completo el rostro del panda.
Entonces el Topo cayó en picada, e impactó fuertemente contra el suelo, para luego caer el panda de pie frente a él. En ese momento, Tigresa y Mono se acercaron al adversario caído. El cual los miraba desde el suelo, mostrándose muy adolorido.
TIGRESA: -¡Dinos qué viniste a buscar! -El topo entonces volteó a ver a Po, para luego comenzar a reírse agónicamente. Y sin que nadie lo notara, él sacó entonces de entre sus ropas, un pequeño envase de porcelana, el cual de pronto se llevó a la boca, para beber súbitamente su escaso contenido.
TIGRESA: -¡No! –Exclamó ella, que al igual que Po y Mono, intentaron detenerlo; pero cuando le quitaron el envase de la mano, ya era demasiado tarde. El Topo ya lo había bebido por completo. Mono entonces observó con detenimiento el envase en su mano, al tiempo que el Topo comenzaba a reírse. Y unos segundos más tarde, él simplemente dejó de escucharse. Todos entonces lo miraron con una enorme sorpresa… El topo había muerto.
Po estaba confundido, mientras que con una mano comenzaba a limpiarse el líquido que aún tenía en su rostro. Cuando entonces se escuchó a Grulla gritar angustiado:
GRULLA: -¡No! ¡Víbora! -Todos voltearon a ver entonces. Víbora yacía inconsciente entre las alas del maestro Grulla. Rápidamente todos se dirigieron corriendo hacia ella, a excepción de Po, quien solamente permaneció inmóvil al ver aquella escena. Esto para Po no parecía tener ningún sentido. Ella no había recibido ataque alguno.
Pero mientras observaba a la maestra inconsciente detenidamente, Tigresa finalmente logró deducir lo que había ocurrido, y fue entonces cuando volvió su mirada hacia Po, reflejándose en ella una gran preocupación. Al otro extremo de la calle, Po comenzaba a sentirse mareado. Su visión comenzaba a ponerse borrosa; y fue entonces que el panda miró la palma de su mano de cerca; mano misma con que se había limpiado aquél líquido del rostro.
PO: -¿Qué es esto…? –Y justo tras decir esto, el panda colapsó. Y en ese momento, él pudo escuchar a sus amigos gritando su nombre:
MONO/GRULLA: -¡Po!-
TIGRESA: -¡Es por el líquido! ¡Es el líquido!-
Y después de eso, todo se puso muy oscuro para Po.
La oscuridad era total, hasta que Po finalmente abrió los ojos. Él estaba en su habitación en el Palacio de Jade. Todo parecía confuso para él, hasta que entonces volteó a ver a su izquierda, y en el suelo junto a su cama, se encontraba el maestro Shifu, meditando.
PO: -¿Maestro Shifu? –Dijo él, y Shifu entonces abrió los ojos, y rápidamente se puso de pie, para acercarse a su cama.
SHIFU: -¡Po! –Exclamó el maestro, con un tono de preocupación.
Po entonces comenzó a levantarse, algo aletargado, logrando sentarse en su cama.
PO: -¿Qué pasó Maestro? –Preguntó el panda. Y Shifu suspiró profundamente.
SHIFU: -Estuviste inconsciente durante seis días Po. –Estas palabras dejaron sorprendido al panda, quien entonces comenzó a frotarse la cabeza con ambas manos.
PO: -¿En serio?-
SHIFU: -Sí. El líquido con el que te atacó aquel topo, era una clase de veneno muy poderoso. Y tú y Víbora sufrieron sus efectos por el simple contacto con él. –Explicó el maestro, mientras que Po bostezaba y estiraba los brazos. Hasta que en ese preciso instante él reaccionó, demostrando una enorme preocupación:
PO: -¡Víbora! ¡¿Ella está bien?! –El panda se mostró muy alterado. Pero entonces Shifu se acercó hacia él, intentando tranquilizarlo.
SHIFU: -Ella se encuentra bien. Al ser una serpiente, tuvo una cierta inmunidad natural al veneno.-
PO: -¡Eso es genial! -Expresó entonces Po.
SHIFU: -Pero… -Dijo Shifu de pronto, denotando una evidente preocupación en su expresión. -Tú no corriste con la misma suerte, Po-
PO: -¿A qué se refiere Maestro?-
SHIFU: -A pesar de la poca cantidad de veneno con que Víbora entró en contacto, y de su inmunidad natural, ella… ella estuvo al borde de la muerte, Po. –Este comentario dejó aún más confundido a Po. Entonces, el maestro Shifu continuó: -Durante los últimos seis días, tuve que solicitar apoyo a todos los herbólogos, médicos y expertos que encontré en la aldea, así como en otros poblados cercanos… hicimos todo lo que pudimos Po. Los Cinco fueron personalmente a consultar a los principales expertos en las regiones más alejadas. Pero… -La inquietud de Po se convertía lentamente en miedo, a medida que el silencio del maestro Shifu se prolongaba: –No parece haber ninguna cura conocida al veneno que entró en tu sistema. –Y tras explicarlo, la pena de Shifu era más que evidente. Sin embargo, Po no comprendía lo que le estaba diciendo.
PO: -Pero… pero ya estoy curado. Maestro, míreme. –Dijo él, al tiempo que se erguía y levantaba ambos puños, cosa que no cambió el humor de su maestro.
SHIFU: -Po, el veneno… -Pero finalmente, Shifu se rindió con todas las explicaciones: –Ya no hay más esperanza… vas a morir Po.-
Po quedó estático en ese instante… Entonces, ya no había expresión, salvo una leve sorpresa en su rostro. Ahora todo había quedado claro para el Guerrero Dragón… Y a medida que transcurrían los segundos, no había pensamiento que se cruzara por su cabeza. Solamente incertidumbre. ¿Qué sucedería ahora? ¿De cuánto tiempo disponía en éste mundo? Pero de pronto Shifu interrumpió su profunda introspectiva, con esa voz rasposa, la que se escucha cuando uno no puede afianzar bien las palabras:
SHIFU: -No le he dicho a los Cinco… me pareció justo que fuera tu decisión y no la mía, si ellos debían enterarse.-
Un aire lúgubre resopló entonces por la habitación… Tenía un aroma a presagio.
Esa misma tarde, Po y Shifu charlaban sentados al pie del Durazno.
SHIFU: -Hay mucho que no llegarás a aprender Po, y es por eso que quiero que me preguntes cualquier cosa. Cual sea el secreto del Kung Fu que esté en mi conocimiento, yo te lo revelaré sin ninguna demora. –El maestro Shifu le explicaba, pero Po, simplemente no podía pensar ya más en el Kung Fu. Toda su vida como Guerrero Dragón había sido demasiado corta. ¿Qué podría hacer con ello ahora?
Po entonces se disponía a decirle a su maestro, que no había nada que preguntar; que prefería terminar su vida con los conocimientos que él había adquirido por su cuenta hasta ahora. Pero en ese momento, al ver el rostro de su maestro, notó una melancolía, y una pena que no le había visto antes a Shifu. Y esto lo hizo recapacitar.
PO: -Muchas gracias Shifu. Hay algunos secretos que de hecho me gustaría saber. -Shifu entonces se mostró un poco más aliviado, al escuchar aceptada su propuesta.
Mientras tanto, subiendo las escaleras del Templo. Los Cinco Furiosos se encontraban hablando acerca de Po.
MONO: -No dejo de pensar en Po. Me tiene muy preocupado.-
VÍBORA: -A mí también. Pero si yo pude resistir a ese veneno, él también podrá, Po es de los que resisten. –Expresó la maestra. Pero a Tigresa, por su parte, se le veía muy absorta en sus pensamientos. Y Grulla la observaba extrañado, para entonces decir:
GRULLA: -Sí. Después de todo, él es el Guerrero Dragón. –Y al escuchar esto, Tigresa reaccionó finalmente.
MANTIS: -¡Sí! ¡Un guerrero no se da por vencido en ninguna batalla, y él seguro que está luchando ahora mismo!-
De esta manera, los Cinco llegaron a la explanada del palacio, y a la distancia, en ese momento lograron ver a Po y a Shifu, sentados al pie del durazno, charlando.
TIGRESA: -¿Po? –Dijo ella en voz muy baja. Y al escucharla, todos voltearon a ver con emoción. Efectivamente, se trataba de él.
MANTIS: -¡Po! -A lo lejos, Po logró escuchar su nombre, y volteó a ver entonces a sus amigos desde el durazno, interrumpiendo su plática con Shifu. Entonces él los saludó levantando la mano.
VÍBORA: -¡Él está bien! –Y sin esperar un segundo más, los cuatro corrieron emocionados hacia el durazno, mientras que Tigresa, solamente caminó hacia el lugar. Po entonces se levantó del suelo para recibir a sus amigos, quienes le dieron al panda un emotivo abrazo.
MANTIS: -¡Sabía que lo lograrías amigo!-
GRULLA: -Siempre encuentras la forma de asustarnos.-
En ese momento Tigresa llegó tranquilamente caminando hasta el durazno, y se detuvo frente a él, mirándolo con una sonrisa.
TIGRESA: -Me da gusto que estés bien, Guerrero Dragón. -Po intentó sonreír en ese momento, pero algo en su interior de pronto se lo hizo muy difícil. ¿Cómo le diría a sus amigos, que no es lo que ellos creen? Tigresa entonces notó que Shifu continuaba sentado, con la mirada fija sobre el suelo, y con una muy seria y profunda expresión. Esto le decía a ella, que algo no andaba bien.
Por la tarde, los Cinco ya habían retomado el ritmo habitual. Se encontraban entrenando frente al Templo. Y Po caminaba por la entrada del salón de entrenamiento, mientras observaba a sus amigos en acción. Una leve sonrisa se dibujó entonces en su rostro. Entonces Mono, quien se encontraba practicando con su bastón, notó cómo Po los observaba, y se detuvo.
MONO: -¡Oye Po! ¿No quieres practicar un poco? Debes querer hacer un poco de ejercicio después de todo ese tiempo en cama. -Ante esto, Po sonrió un poco.
PO: -Gracias Mono. Pero debo ir a ver a mi padre primero.-
MONO: -Oh, te entiendo. –Dijo el mono, con una sonrisa en su rostro, y después de esto, continuó con su entrenamiento. Entonces Po salió del Palacio de Jade, caminando por las largas escaleras. En ese momento, Tigresa practicaba combate con Grulla, a unos metros de la entrada. Y ella entonces miró a Po alejarse del Palacio. Y en ese momento, comenzó a sentirse muy extrañada.
GRULLA: -¿Sucede algo? –Le preguntó a la maestra, para entonces él voltear a ver a Po también. -¿Crees que pasa algo con Po? –Él preguntó entonces abiertamente. Pero ella continuó pensativa por algunos momentos más; para luego de esto, guardarse nuevamente todos sus pensamientos, y finalmente decir:
TIGRESA: -No… Continuemos. –Y así, ella y Grulla continuaron con su práctica de combate.
Abajo, en el Valle. Po se acercaba hacia el restaurante de su padre; y el solo verlo, le comenzó a provocar una enorme melancolía. Entonces se dirigió al interior, pasando su mano sobre una de las paredes.
En la cocina, Ping agitaba una olla de sopa con un cucharón. Se le veía triste y poco concentrado. Entonces él suspiró profundamente, cuando de pronto, en el reflejo del caldo apareció la cara de Po.
PING: -¡Po! –Exclamó el señor Ping, dándose la vuelta, y abrazando fuertemente a su hijo. Po hizo lo mismo. -Qué gusto que estés bien.-
PO: -Sí, a mí también me da gusto papá. –Dijo él, sin mucha alegría en su voz. Pero el señor Ping rápidamente notó que había algo extraño en Po.
PING: -¿Qué sucede hijo? –Le preguntó, algo preocupado.
PO: -No… nada papá. Es sólo que, estuve demasiado tiempo en cama. Eso es todo. –Explicó Po, disimuladamente.
PING: -Oh, claro. Y por eso, te voy a preparar algo especial. Quiero consentir a mi hijo ahora que se recuperó por completo. –Y diciendo esto, el Sr. Ping se dio la vuelta, y comenzó a desplazarse por la cocina, reuniendo ingredientes, para luego dirigirse hacia la barra. Y Po, simplemente miraba con una melancólica sonrisa a su padre, quien comenzaba a cortar los vegetales para él.
PO: -Gracias papá.-
Estaba atardeciendo. Y Shifu se encontraba dentro del Salón de los Héroes, contemplando el espejo de agua, y sumergido en sus más profundos pensamientos, cuando de pronto, Tigresa entró a la habitación, notando de inmediato lo inquieto que se veía Shifu en esos instantes.
TIGRESA: -¿Maestro Shifu? –Dijo entonces ella.
SHIFU: -¿Qué sucede Tigresa? -Contestó él, sin volverse a mirarla, o siquiera moverse un poco. Tigresa entonces se acercó hacia su Maestro, mostrándose sumamente extrañada.
TIGRESA: -Quisiera saber si algo anda mal con Po. –Al escuchar esto, Shifu reaccionó de inmediato, y se volvió hacia ella.
SHIFU: -¿Por qué lo preguntas? ¿Acaso él te ha dicho algo? -Las extrañas preguntas del Maestro sólo hicieron surgir aún más a Tigresa.
TIGRESA: -No, Maestro. Pero ha estado actuando raro todo el día.-
SHIFU: -Oh… Eso es normal en él. Sólo espera hasta mañana, y verás que será el mismo Po de siempre. -Declaró entonces el maestro, dándose la vuelta, y dirigiendo su mirada a lo alto, hacia la estatua de jade del dragón que colgaba magistralmente sobre el espejo de agua. Tigresa por su parte, aún continuaba extrañada; sin embargo, le hizo una reverencia a su maestro.
TIGRESA: -Así lo haré Maestro. Gracias. –Y después de esto, ella se dio la vuelta, y se marchó del Salón, dejando Shifu en una gran seriedad.
Al día siguiente, Po se levantó algo más temprano de lo usual. Caminó por el pasillo junto a las habitaciones de sus amigos, observando cada una de las puertas, como si éstas le trajeran recuerdos al pasar frente a cada una. Luego de esto, miró el agujero reparado en las duelas del piso de madera, por el que atravesó aquella vez, el primer día que estuvo en el Palacio, y entonces esbozó una sonrisa.
Po salió entonces al jardín del Palacio. Y ahí se encontraba Tigresa, entrenando al alba, como era costumbre. En ese momento él se detuvo, solamente para observarla. Pero apenas un segundo después, ella cortó el silencio con que la miraba:
TIGRESA: -¿Qué sucede Po? Tú no te despiertas tan temprano. -Le dijo ella entonces, sin voltear a mirarlo, al tiempo que se equilibraba sobre un pie en una posición de Yoga. Po entonces sonrió, y se acercó hacia ella tranquilamente caminando.
PO: -Me sigues impresionando Tigresa. Desde que te conocí, nunca había visto tanta habilidad de Kung Fu en una sola guerrera. –Dijo él, con una enorme sinceridad y apreciación; Tigresa, sin embargo, se extrañó un poco por éste último comentario, aún mientras continuaba en su pose de Yoga. Entonces Po se dio la vuelta, y comenzó a alejarse del lugar. Pero mientras lo hacía, él no pudo evitar soltar un suspiro al aire, para finalmente decir: -Sí… yo esperaba algún día poder llegar a ser así de bárbaro. –Y al escuchar esto, la concentración de Tigresa se rompió por completo, al igual que su postura, haciendo caer ambos pies al suelo, para luego permanecer estática, en medio de aquél jardín del palacio.
Horas después, Po recorría el Valle, mirando a su alrededor. Todo le provocaba tranquilidad, y todo le inspiraba una enorme paz. Cuando de pronto, un ruido lo interrumpió por completo. Él volvió entonces su mirada al frente, y vio por el camino principal del pueblo, a un Jaguar, que corría frenéticamente en dirección hacia él. Y al fondo en el Valle, venían a toda velocidad los Cinco Furiosos.
VÍBORA: -¡Po Atrápalo!-
TIGRESA: -¡No lo dejes escapar! ¡Es un bandido!-
En ese momento, Po se puso en posición, e interceptó al Jaguar, el cual se estrelló contra el panda como contra un muro de piedra, para luego sujetarlo con firmeza. Y entonces, el Jaguar comenzó a luchar desesperadamente, en un débil e inútil esfuerzo por librarse del panda, mientras jadeaba agitadamente. Po entonces lo miró por solo un instante, y después a sus amigos, que se aproximan a la distancia. Entonces, el Jaguar dirigió su mirada hacia Po; una mirada que lo desgarró por dentro, para entonces suplicarle con voz débil:
JAGUAR: -Por favor. Déjame ir. -Po entonces miró al bandido nuevamente, y enseguida, miró a su botín; el cual consistía únicamente de unas cuantas piezas de pan, y algunos vegetales. -Por favor. –El Jaguar suplicaba.
Po entonces recapacitó en ese instante. Después de todo, sólo se trataba de un poco de comida. Y a solo unos cuantos metros de que los Cinco llegaran hasta él. Po decidió soltar al bandido; el cual, antes de echarse a correr, miró a Po con una ligera sonrisa, y le dijo:
JAGUAR: -Gracias. -Y entonces se alejó corriendo, a una gran velocidad.
Un momento después, los Cinco llegaron hasta Po, jadeantes y exaltados.
GRULLA: -¿Por qué lo dejaste ir? -Po se puso entonces un poco nervioso ante las miradas acusantes de sus amigos.
TIGRESA: -¡¿Qué pasa contigo Po?! ¡¿Por qué hiciste eso?!-
PO: -Está bien chicos, sólo fue un poco de comida.-
MANTIS: -¿Pero tienes idea de dónde la robó? -Pero Po, lleno de ingenuidad, negó con la cabeza en ese momento.
VÍBORA: -Del restaurante de tu padre. -Esto de inmediato asustó al panda, quien rápidamente comenzó a correr, directo hacia el restaurante del Sr. Ping.
Po entonces llegó al restaurante, seguido por los Cinco. Y dentro del lugar, todo estaba hecho un caos. Mesas y sillas estaban dispersas y rotas por todas partes. En ese momento, de la cocina salió caminando el señor Ping, con un serio moretón en el ojo, y Po quedó impactado al verlo. Ping entonces se acercó caminando lentamente hasta su hijo, y se detuvo ante él, con una mirada desgarradora.
PING: -Po ¿qué pasó? ¿Lo atrapaste? –Él le preguntó, pero Po se quedó sin palabras. En ese momento, los Cinco lo observaban con desapruebo.
PO: -No papá… yo… lo dejé ir. –Contestó Po, con un tono seco y apagado.
PING: -¿Por qué, Po? ¿Por qué hiciste tal cosa?-
PO: -Yo… yo… -Po miraba con nerviosismo a sus amigos, y a su padre. Aquél podía fácilmente ser uno de los peores momentos de su vida. Así que Po, finalmente ya no pudo más. Y decidió, que era momento de contarles a todos, lo que lo tenía tan distraído: –Yo… tengo algo que decirles a todos. -Este comentario extrañó a todos en ese momento, mientras que Po retrocedía un par de pasos, quedando de pie frente a todos ellos.
PO: -Amigos… papá… yo… no les he contado sobre lo que me sucedió con el veneno de aquél otro día… -Todos se veían expectantes en ese momento. Esperando mientras que Po hacía una breve pausa. Él claramente tenía problemas para continuar: –Al despertar, el Maestro Shifu me dijo de qué se trataba. Y yo… bueno… -Él suspiró entonces: -…yo moriré en poco tiempo. Y no hay nada que pueda hacer al respecto.-
El asombro fue inmediato. Aquella noticia había sido demasiado repentina, para todos, y cada uno de ellos. Hubo entonces un profundo silencio. Y nadie se atrevía a decir nada en ese momento, hasta que repentinamente, la mirada en los ojos de Tigresa cambió por completo, a un profundo enojo.
TIGRESA: -¿En serio, tienes tan poca vergüenza?-
PO: -¿Qué?-
TIGRESA: -Dejaste escapar a ese bandido, que hirió y robó a tu padre. ¿Y ahora esperas librarte de la culpa, con una excusa como esa? –Aquellas palabras sorprendieron mucho a Po.
PO: -¿Qué? No, Tigresa. Es en serio, pregúntale al Maestro Shifu.-
VÍBORA: -Por favor Po, no sigas.-
PO: -¡Pero es en serio!-
En ese momento, todos miraban a Po. Y ahora, lo hacían con desagrado. Grulla entonces se acercó al señor Ping, y colocó un ala sobre su espalda.
GRULLA: -Vamos señor Ping, tienen que revisarle ese golpe. -Dijo el maestro, y así, Ping acompañó a Grulla hacia la salida, y detrás ellos siguieron los demás. Pero justo antes de salir del restaurante, Ping volteó a ver a Po, dando una última mirada de tristeza hacia su hijo, antes de marcharse. En ese momento, Po había quedado sólo en aquél lugar. Nadie le había creído, la noticia más triste que había tenido que contar en su vida… su muerte.
Ya era de noche, y en el comedor, los Cinco Furiosos se encontraban cenando, a pesar de no tener apetito. También era evidente, que Po no se encontraba ahí.
VÍBORA: -¿Creen que fuimos muy duros con Po? Quiero decir, ese bandido robó a su padre, y lo golpeó… y él lo dejó ir. Pero, pudo haber sido mucho peor, ¿no lo creen?-
GRULLA: -Tal vez sería así, si no hubiera salido con esa mentira acerca de que iba a morir.-
MANTIS: -Sí, ni siquiera Po debería bromear con esas cosas. –Comentó el maestro. Y nadie dijo nada después, durante algunos segundos, hasta que Mono finalmente habló:
MONO: -Oigan chicos… ¿Y qué tal si hablaba en serio? -Todos entonces guardaron silencio por un largo momento. -¿No deberíamos considerar, qué pasaría, si Po no mentía?-
Todos se mostraron sumamente preocupados a partir de entonces, hasta que entonces Tigresa, en una notoria molestia, empujó su plato hacia adelante.
TIGRESA: -¡Eso es imposible. Po no está muriendo, solamente es un panda infantil con demasiada imaginación!-
VIBORA: -Cálmate Tigresa. –Dijo Víbora; sin embargo, aún molesta, Tigresa volvió a acercar su plato, y comenzó a descargar su ira sobre su comida, con fuertes mordiscos. Pero en ese momento, Mono continuaba pensativo:
MONO: -Tal vez deberíamos preguntarle al Maestro Shifu. –Y éste comentario, finalmente hizo que incluso Tigresa olvidara su enojo, y dejara de comer. Entonces, los Cinco Furiosos permanecieron en silencio.
Ya era media noche, y a las afueras del pueblo, Po se encontraba meditando mientras hacía Yoga. Él intentaba despejar su mente, pero no podía dejar de pensar en lo que había sucedido esa tarde; en la reacción de sus amigos al contarles esa terrible noticia. Y en su padre, quien había resultado lastimado por culpa suya, y no sólo físicamente. Pero además, Po no podía evitar pensar en todo aquello que nunca tuvo el tiempo de hacer ni de decir en su vida. Con todo esto en mente, Po estiraba una pierna, y levantándola hacia arriba se reclinaba hacia adelante, estirando ambos brazos, y adoptando una posición de equilibrio perfecto. Todo brillaba a la luz de la luna. Hasta que de pronto, la visión de Po comenzó a tornarse borrosa. El suelo de pronto se puso oscuro, hasta volverse completamente negro a su mirada. Po entonces dejó su postura de Yoga. Puso ambos pies en el suelo, y miró al cielo. Los destellos de las cientos de estrellas comenzaron a distorsionarse, y a mezclarse… ¿Será, que éste sea el momento? La luna era ahora lo único que alcanzaban a ver sus ojos; y poco a poco, ésta comenzó a difuminarse, como si estuviera fundiéndose sobre sus ojos. Y finalmente… la noche se apoderó de todo.
Al amanecer, Shifu se encontraba nuevamente ante el espejo de agua. Por alguna razón, sus meditaciones no parecían funcionarle ésta mañana. En ese momento, Tigresa volvió a interrumpir su silencio, al ingresar al Salón.
TIGRESA: -Maestro.-
SHIFU: -¿Qué sucede Tigresa?-
TIGRESA: -Tengo otra pregunta que hacerle… es sobre algo que nos dijo Po. -Shifu entonces advirtió lo que estaba por preguntarle, y se volvió hacia ella. Y Tigresa entonces continuó: –Él nos contó… bueno… Que está por morir. -Shifu entonces coloco sus brazos en su espalda, y miró fijamente a su alumna por unos instantes.
SHIFU: -Por la forma en que lo preguntas, puedo ver que, o no lo has comprendido, o no logras aceptarlo.-
TIGRESA: -¿Entonces es cierto? –Exclamó ella. Y Shifu entonces suspiró profundamente.
SHIFU: -Me temo que sí. -La expresión de sorpresa y desconcierto en el rostro de Tigresa lo decía todo, y Shifu se percató de esto. -Al parecer, te cuesta trabajo creerlo… y eso es negación; y este no es el tiempo para eso. Ahora es cuando ustedes deben estar con él, y brindarle su apoyo. Su tiempo en esta vida es incierto, pero no por eso debe tener menos significado.-
Sin embargo, en ese momento, Tigresa se dio media vuelta, dándole la espalda por completo a su maestro; una falta de respeto, que ella jamás había hecho antes. Entonces ella comenzó a alejarse caminando hacia las puertas del Salón, completamente absorta ante todo a su alrededor. Shifu entonces pudo darse cuenta del dolor que ella estaba experimentando; pues sin ninguna expresión, y con la mirada perdida, Tigresa caminó hasta llegar afuera.
En las escaleras que llevaban al Salón de los Héroes, los cuatro guerreros se encontraban esperando por ella. Y al verla, Mono levantó la mano para saludarla. Pero Tigresa se detuvo, quedando de pie ante las escaleras, y mirando hacia ninguna parte.
VÍBORA: -¿Y bien? ¿Qué te dijo el Maestro? –Le preguntó entonces.
Y entonces Tigresa finalmente notó a sus amigos parados ahí, en espera de una respuesta. En ese momento ella se estremeció, y todas sus emociones se derramaron en ese instante, sin poder contenerse, algo que ella había hecho siempre… entonces, lágrimas comenzaron a brotarle de los ojos. Y al darse cuenta de esto, ella rápidamente se llevó el antebrazo a la cara, ocultándose de los demás. Y justo después de esto, y sin previo aviso, ella se alejó corriendo súbitamente, y saltó por encima de uno de los muros del Palacio, evitando así el contacto con sus amigos, Mono, Víbora, Grulla y Mantis, quienes la observaban escapar, completamente extrañados.
Tigresa corrió por el Valle de la Paz, ocultando su rostro de todo el mundo. Pasó corriendo frente al restaurante de Ping, quien se encontraba barriendo el lugar, y con extrañeza, él la miró pasar a toda velocidad. Y de esta manera, ella continuó su carrera, escapando de todos, y de todo; hasta de sus propios pensamientos. Hasta que en ese momento, a la distancia, pudo ver una silueta familiar, a las afueras del Valle. Un gran escalofrío recorrió entonces su cuerpo. Se trataba de Po, quien se encontraba recostado sobre una roca; descansando, o aparentemente durmiendo. Ella entonces corrió hacia él. Hacia ese encuentro que había estado evitando por tanto tiempo, y que seguro habría seguido evitando, si no fuera por esta situación… por esta, la que podría ser su única oportunidad. Así que aún en contra de todos sus miedos, y de su propio nerviosismo, Tigresa llegó hasta el encuentro con el panda.
Y cuando llegó hasta él, ella se detuvo de pie frente a él; y entonces lo observó, recostado a la sombra de un árbol que se mecía con el viento; y con sus ojos cerrados, que pareciera esbozar una sonrisa frente a ella. Él se veía sereno… se veía en paz.
Tigresa entonces se puso de rodillas, y lo miró fijamente, mientras se reclinaba sobre él; sin embargo, el nerviosismo la detuvo en ese instante, a solo pocos centímetros de su rostro. Y ella entonces desvió la mirada, sintiendo un leve rubor en su rostro. Pero… algo no estaba bien… ¿y la respiración?
Rápidamente Tigresa colocó su oído sobre el pecho del panda. Pero no escuchó nada. De pronto ella entró en pánico, y con ambas manos sujetó el rostro de Po desesperadamente.
TIGRESA: -¿Po? ¡Po…! ¡POOO! –Pero finalmente, todos sus temores se hicieron realidad, cuando ella soltó el rostro de Po, y su cabeza simplemente se dejó caer ligeramente hacia un costado.
Entonces… Tigresa rompió en llanto. Y sin decir nada más, lentamente se recostó sobre Po, y lo abrazó, para entonces hundirse inconsolable en los lamentos, y en un mar de sollozos.
TIGRESA: -Po…-
Esa misma tarde, un funeral se celebró en la cima de una colina. Un gran ataúd fue colocado en un agujero de igual tamaño. Todo el pueblo estaba presente. Los Cinco furiosos y el Maestro Shifu se encontraban de pie frente al agujero. Y serios, pero inconsolables, honraban a su compañero y amigo caído. Docenas de guerreros de todas las tierras de China también se hicieron presentes, para presentarle sus respetos al Guerrero Dragón… al guerrero caído.
