¿Desde cuándo los gastos de la casa sobrepasaban su sueldo? Soltó un soplido al recordar que la vida en Osaka no era –tan– cara, aunque cabe mencionar que eso fue hace años, pero ahora, en un mundo tan globalizado como en el que se vive era normal que los países crecieran y desarrollaran al máximo sus recursos, y Japón fue uno de ellos, al menos tecnológicamente hablando.
-No puedo perder más tiempo en esto –
Dispuesto a salir de su hogar, pasó velozmente por la cocina y se llevó a la boca un pan tostado.
-Terminará atorándose si no toma algo – recomendó sabia una señora
Frunció el ceño ante la razón de ese comentario y comió ferozmente para después ahogarse con una fuerte taza de café.
Acto seguido, desvió su mirada a la sala donde había una mochila azul. La cogió y se encaminó al borde de la puerta.
-¡Si no te apresuras llegarás tarde! – gritó una ronca, varonil e imponente voz
-Ya voy –
Un tierno jovencito corría bajando las escaleras. Y pensar que apenas era lunes.
-¿Cuántos años tienes?, ¿cinco? – preguntó regañando al pequeño, perforándolo con la mirada
-Todavía soy un niño -
No pudo objetar contra eso, ¡rayos!, tenía que aprender a controlar su impulsiva estupidez de la mañana y no desquitarse con la primera persona que se apareciera. Pudo percatarse de la cabeza gacha de su hijo y el carraspeo de garganta en esa anciana. Como solía suceder casi todos los días, otra vez había metido la pata.
-Cuando tenía tu edad no me gustaba tener faltas en la escuela – señaló, tomando al infante de la mano, quien a su vez rápido tomó su bolsa de almuerzo
La inocente criatura no dijo nada, tan sólo se limitó a seguir el paso raudo de su padre, sin antes girar su perfil y despedirse de su adorada guardiana.
-Nos vemos señora Kaede – dijo con simpleza
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En el camino nadie decía nada, era de esos silencios que te colmaban la punta del pie. Si había algo en lo que se parecían en exceso, era en el carácter orgulloso. Se bufó ante ello, soltando una modesta carcajada, llamando la atención de su hijo.
-¿De qué te ríes papá? –
Regresó a su postura seria sin perder un tono suave en su hablar.
-En que tú y yo somos parecidos –
El pequeño abrió los ojos ante esa respuesta y sonrió ante ello.
-Yo también pienso eso – comentó divertido – soy muy responsable como tú –
-No dudo que lo seas –
Tan rápido había pasado el tiempo que cuando vino a pestañear, ya estaban enfrente de la primaria "Natsuki".
El niño se desabrochó el cinturón de seguridad y se acomodó su mochila al tiempo que cargaba su lonchera. Abrió la puerta y salió del coche, pero antes de irse, se dio la media vuelta.
-Papá, ¿ya no estas enojado, verdad? –
El señor sintió su corazón latir desmesurado y su mirada se ablandó, sonriéndole abiertamente.
-Por supuesto que no hijo – señaló – perdón por haberme desquitado contigo – admitió arrepentido, notando la preocupación en el rostro del pequeño
-¿Una mañana difícil? – preguntó curioso, frunciendo levemente el ceño
Rió ante lo fácil que era de leer delante de su hijo y estiró su brazo hacia la cabeza pequeña, sacudiendo con su mano el cabello del infante.
-Algo así – mencionó divertido, provocando una risa cómplice en el niño, endulzando su humor
-Papá, detente – dijo risueño, tratando de quitarse de encima los dedos de su padre – me vas a despeinar –
Siguieron riendo y bromeando un buen rato hasta que sonó el timbre de entrada, indicando que la diversión debía terminar.
-Vendré por ti a la salida, ¿de acuerdo? –
-Sí –
El niño cerró la puerta y salió corriendo a la entrada, desapareciendo de la vista de aquel hombre de ojos serenos.
-Has crecido mucho Tsuhiko – murmuró solemne para después quitar el freno de mano y acelerar con rumbo a unos edificios
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-Hey, ¿cómo le va a tu retoño en la escuela? – preguntó sonriente un hombre de cabello corto
-Mejor que a ti en el trabajo –
-Vamos Inuyasha, no seas tan rudo con Miroku – sugirió una fémina – apenas es lunes –
-Es una manera de decirle perezoso - objetó sarcástico al tiempo que revisaba unos papeles
-Mi bella Sango – alardeó tomando las manos de la mujer entre las suyas – siempre defendiéndome, ¿qué sería de mí sin ti? –
-Un alma en pena –
-¡Oh Sango!, no hay nada peor que eso – sollozó con un falso timbre de dolor
-Claro que sí – contestó rauda – un alma en pena desempleada –
El ojidorado y la chica de cabellos color bronce se botaron a las carcajadas, dejando al muchacho de mirada lapislázuli con la cara casi enfurecida.
-Es broma cariño – aseveró sonriente, plantando un fugaz beso en los labios de su esposo
-Pagarás caro en la noche –
Y en esa amenaza con un fuerte mensaje subliminal juntaron sus bocas, acordando esperar a la ansiada salida del trabajo.
El hombre de cabello negro fingió toser para irrumpir el acaramelado momento entre sus dos mejores amigos, quienes al parecer se habían olvidado de su presencia.
-Discúlpanos Inuyasha – mencionó apenada
-Lo siento amigo, sabes que no puedo controlarme cuando estoy con ella –
-Sólo… váyanse a un motel – incitó sin voltear a verlos
Siguieron dialogando de cosas triviales como la exagerada cuenta de luz que había que pagar, el velador en quien confiaban ciegamente, el aborrecido verano con sus lluvias y la monotonía en el trabajo.
Ser psicólogo era todo un problema, y mucho más cuando se trataba de pasar el tiempo aquel matrimonio, específicamente con una pediatra y un ginecólogo.
Y peor tener que pasar el tiempo con ellos. Que lástimas y dicha, pues ellos son sus dos mejores amigos.
Afortunadamente, ninguno de los doctores recibía a sus pacientes en el primer día de la semana debido a que revisaban los pagos pendientes o si era necesario algún mantenimiento a la pequeña clínica.
-Por cierto, Sango invitará a una amiga suya a la casa para cenar el viernes por la noche – comentó Miroku con una pícara sonrisa
-No necesito que me busquen una pareja –
-Nadie ha dicho nada de conseguirte una compañera romántica con fines sexuales –
-Eres pésimo mintiendo – resaltó pasando su mano alrededor de su nuca, en reflejo de que todo era una vil trampa, la cual era bastante obvia
-Y tú eres un –
-Sí, sí, ya entendimos – interrumpió la mujer – lo que intentamos decir es, ¿por cuánto tiempo más te vas a galardonar como padre y madre a la vez? –
Ante esa inesperada pregunta, se levantó de golpe de su asiento, calcinándolos con sus orbes dorados.
-Sango… - musitó el hombre de larga cabellera negra en un tono de advertencia
-¿Qué?, ¿me vas decir que te ha funcionado? –
Se podía sentir el aire tenso, incluso respirarse. Miroku se limitó a tragar saliva y encogerse en su asiento, sabía que si se metía en la plática, acabaría golpeado verbal y mentalmente.
Inuyasha acomodaba sus ideas, esa ingrata de Numajiri jamás se guardaba las cosas.
-Ese niño necesita una familia – recalcó queriendo sonar convincente
-Y la tiene – refutó cabreado - yo soy lo único que tiene en su vida –
-También esta Kaede – agregó Hisho intentando en vano apaciguar el ambiente
Su amigo y su esposa voltearon a verle con balas en los ojos, y por unos segundos creyó haber muerto. Hacerse el dramático no era una opción y volvió a guardar silencio.
-Tú mismo dijiste que ya habías superado el pasado – le recordó certera, procurando calmar su verborrea - ¿no piensas volver a ser feliz? –
-Créeme que lo soy –
-Tu cara dice lo contrario –
No quiso decir más, no quiso explicarles lo que ya sabían. Ellos estaban conscientes por todo lo que él había vivido en carne propia, algo que jamás se hubiera imaginado que pudiera sucederle; y el golpe que tuvo en su vida personal lo destrozó por completo.
Pero al final, logró salir adelante, pudo sobrellevar las consecuencias de lo sucedido por él, por ese niño que le llenaba de luz todos los días de su vida.
Encolerizado por la impertinencia de Sango y la insensatez de Miroku, les dio la espalda. Podía percibir las miradas penetrantes de ellos, pero les ignoró.
-Salgan – ordenó con un toque de voz enfurecido, como si irradiara represión y dolor
-Inuyasha, por favor, sólo queremos –
-No me hagan repetirles lo mismo otra vez – dijo con irrefutable enojo
-Vámonos Sango –
-Pero… Miroku –
-No te va a escuchar – expresó en un tono serio
Resignada, suspiró y se dirigió a la puerta junto con su esposo, sin embargo, antes de salir, el hombre de cabello corto le susurró en el oído, y tragándose sus gritos con sabor a queja, les dejó solos en la oficina.
-¿Realmente tienes que ser así? –
Dejó escapar una simple risa y se giró sobre sus talones, topándose con su amigo quien lo veía sin pestañear, atento a cualquier cosa que dijera.
-No tengo otra opción – contestó con un timbre frío el hombre de pupilas color oro
-Eres irremediablemente terco –
-Y tú estúpidamente tenaz –
-¿Diez años no han sido suficientes para ti? – preguntó el hombre de ojos azules
Podía percibir la preocupación en la voz de Miroku y las expresiones turbadas de su rostro, y eso le reconfortaba, pero a su vez lo detestaba. Si había algo que odiaba era que las personas a su alrededor sintieran tristeza por él, como si desearan cargar con su dolor.
-No necesito compasión de nadie –
-Claro que no – señaló falsamente persuadido – lo que necesitas es alguien a tu lado –
Giró los ojos y tronó la boca, rechazando por completo esa idea.
-¿Cuántas veces tengo que decirles a ti y a Sango que yo –
-Sabes muy bien que respeto tus decisiones, pero – le interrumpió cortante
Mantuvo su mirada fija en él, observando como Hisho abría lentamente la puerta para salir de su cubículo, sin antes, voltear su perfil hacia atrás y encontrarse con el semblante de confusión en Inuyasha.
-¿Hasta cuándo vivirás así? – preguntó en un tono serio - ¿te has preguntado si Tsuhiko es feliz? – cuestionó severo e intrigado - ¿no crees que al menos él merece una segunda oportunidad? –
Y con esa última incógnita, se retiró del cuarto, dejando solo a un pensativo Inuyasha.
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-Papá, ¿hoy vienen a comer mis tíos Miroku y Sango, verdad? – interrogó entusiasmado un pequeño fajándose su camisa de la escuela
Se detuvo en seco al escuchar la boca llena de razón de su hijo. Carajo, se le había olvidado, y lo peor, es que después de aquella polémica discusión, sus amigos con trabajo y le dirigían la palabra. Aun siendo adultos todavía conservaban su lado infantil.
Suspiró y le mostró la sonrisa más agradable que tenía en su repertorio. No podía decirle lo que realmente había ocurrido, ni mucho menos explicarle el por qué.
-Probablemente no puedan venir a la casa Tsuhiko –
-¿Por qué no? – preguntó curioso y con un evidente acento de decepción
Definitivamente no era nada fácil ser padre. No quiso enfrentar los ahora afligidos ojos del pequeño, pero tenía que hacerlo. Contuvo la respiración y se puso en cuclillas para estar a la altura del niño.
-Porque ayer en la noche me marcó Sango por teléfono, diciéndome que tu tío cogió un resfriado – mintió
-Entonces… –
-Así es, tu tía cuidará de él estos días y por eso no podrán acompañarnos esta tarde – dijo aparentado estar desilusionado, y al darse cuenta de la cabeza cabizbaja de su hijo, le pasó sus manos por los hombros – descuida, te prometo que mañana iremos a visitarle y decirle que se recupere pronto, ¿de acuerdo? –
No pudo evitar fingir comodidad al ver la dulce expresión de Tsuhiko deslumbrando alivio y una tierna sonrisa trazada en su pequeña boca. El verlo así le había oprimido cada extensión de su alma.
Él jamás puede saber la verdad, jamás debe de enterarse. Por él tendría que ser fuerte, por él podría soportar cualquier cosa y por él siempre sería capaz de sonreír.
Luego de peinar el cabello rebelde del pequeño Taisho, bajaron a paso veloz las escaleras y cada quien tomó su respectivo almuerzo preparado por la señora Kaede para así salir del hogar.
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Incluso siendo jueves había un tráfico del demonio y un calor como el mismo infierno. Bueno, quizá era un castigo por parte de alguna divinidad al ser un mentiroso con su propio hijo. Y vaya que se lo había ganado.
La luz roja del semáforo lo estaba desesperando al grado de presionar fuertemente sus yemas contra el volante y las venas de su cuello comenzaban a marcarse debido al repentino estrés que experimentaba.
-Mierda – murmuró el ojidorado al borde del colapso
-¿Dijiste algo papá? –
Volteó con la cara pálida hacia su hijo, ¿desde cuándo tenía tan buen oído? Se regañó a sí mismo y compuso su perfil asombrado a uno casi relajado.
-No, nada… nada – titubeó seriamente, acomodándose sus lentes de sol – es tu imaginación –
Agradeció que Tsuhiko no fuera tan inquisitivo y se concentró nuevamente en el pedazo de metal con luces de colores, hasta que finalmente se encendió la luz verde.
Histérico por la idea de que su infante llegara tarde a la escuela, se tuvo que mentalizar para pisar con ferviente energía el acelerador aunque rompiera temporalmente con las reglas de tránsito. Justo cuando iba a hacerlo, un Toyota blanco pasó raudamente a lado suyo, el cual ahora se colocaba delante de él, obligándolo a frenar y estirar por inercia su brazo, asegurándose de que no le pasara nada a su niño.
Posó su vista hacia la calle y notó como ese carro aceleraba a una velocidad no establecida en el periférico.
-¡Vete a la -
Giró por segunda vez su perfil hacia su hijo quien lo veía con ojos indiscretos, y al percatarse de lo que iba a decir, se tragó sus palabras obscenas.
Aunado a esto, antes de que se le siguieran metiendo más coches, avivó sus sentidos y aplastó el pedal, rebasando a todos con el objetivo de alcanzar a ese enfermo mental sin importarle las multas que recibiera en el camino.
Con una fácil agilidad, dejó a los pequeños automóviles y las estorbosas camionetas atrás hasta quedar del lado de la puerta del copiloto de su contrincante, tratando de ver mejor con quién estaba tratando.
Rotó sutilmente sus ojos y logró ver meciéndose en el espejo retrovisor de ese auto un collar con un dije en forma de candado, ¿por qué alguien colgaría eso? En definitiva trataba con un individuo poco convencional.
Dispuesto a gritarle de qué se iba morir esa persona, sus ojos divisaron a una joven con el cabello recogido en una coleta, vistiendo lo que era al parecer una blusa de manga corta, amarilla o quizá naranja, no estaba atento al color, sino a la inmaculada belleza de ella. Incluso a través de sus gafas podía apreciar sus rasgos delicados, pero toda esa magia que sintió por unos segundos se esfumó cuando oyó un claxon lo suficiente cerca como para alterarlo y volantear, provocando que la mujer frenará, evitando los dos un accidente.
Respiró hondamente y posó sus ojos al frente, seguidamente a Tsuhiko y precipitadamente a la muchacha, quien antes de rebasarlo le alzó "el" dedo, dejándolo con la boca abierta.
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-¿Te sientes bien papá? –
Lo logró, había conseguido llegar a tiempo, ahora sólo faltaba llegar a la modesta clínica.
-¿Eh? – vaciló – sí hijo, no te preocupes – afirmó – ve a clases rápido antes de que te dejen fuera del salón, ¿vale? –
-Esta bien –
Una vez que el niño se bajó del vehículo, Inuyasha vio que se le acercó una señora quien al parecer le estaba comunicando un mensaje. Notó que su hijo asintió la cabeza varias veces y se acercó al auto, tocando la ventana, haciendo que su padre bajará el vidrio.
-¿Qué pasa Tsuhiko? – interpeló de forma seria sin quitarle la mirada de encima a la profesora
-Hay una reunión en mi salón de clases – expresó apacible – y la profesora Yamoto dice que es importante que los padres de familia estén presentes –
Enfocó su vista en el pequeño, miró de reojo la cara inexpresiva de la docente y regresó sus ojos a su hijo quien le sonreía nervioso. Ante ese gesto suyo, supo que no tenía salida.
-Muy bien – dijo solemne – pregúntale por favor a la maestra dónde puedo estacionar el coche –
-¡Sí! –
Amablemente, la profesora se aproximó a donde estaba él y le explicó que justo en la esquina sobre la misma calle a la derecha había un estacionamiento; y para llegar al aula sólo tenía que regresar a la entrada principal y después de pasar tres pasillos, doblar a la izquierda y buscar una puerta azul que tuviera arriba el letrero "4-A".
Dejó a Tsuhiko en manos de esa docente y siguiendo al pie de la letra las instrucciones, se metió al aparcamiento y situó el automóvil lo más cerca posible a la salida. Apagó el motor, salió del vehículo y le puso seguro. Sacó su celular y le envió un mensaje a Miroku diciéndole que llegaría tarde al consultorio por una repentina junta de la escuela.
No esperaba que le respondiera, pero al menos sabría por qué no iba a aparecerse temprano. Al encaminarse a la banqueta y guardar su teléfono, no pudo pasar por desapercibido un simpático Toyota de un común color, frunció el ceño ante las conjeturas que desarrollaba su cabeza y al colocarse enfrente del coche no pudo contener una pícara sonrisa cuando descubrió que había un colgante muy familiar en el retrovisor.
¡Qué pequeño es el mundo! Sería demasiada coincidencia que dos o más personas tuvieran exactamente el mismo dije.
-Otra vez tú – susurró al viento que soplaba dócilmente haciendo bailar su cabellera negra
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Una vez cruzada la puerta, Inuyasha observó los pupitres acomodados en media luna y atrás de éstos había sillas para que los padres pudieran sentarse cerca de sus hijos.
-¡Por aquí papá! – exclamó Tsuhiko muy animado
Oyó la voz de su hijo llamándolo y deslizó sus labios formando una curveada sonrisa. Caminó tranquilamente por el frente, y con ello, se ganó las miradas ruidosas de algunas madres solteras y la admiración de mujeres casadas, ¿quién diría que tener cuarenta años resultara sexy en estos tiempos?
No les prestó atención y tomó asiento detrás de su pequeño.
-Tardaste mucho en llegar papá –
-Lo siento hijo – se disculpó – no volverá a suceder -
-¿Te habías perdido? –
Soltó una pequeña carcajada al recordar el por qué se había retrasado un poco, pero volvió a retomar su carácter sereno.
-Por supuesto que no – mencionó dichoso
Luego de unos minutos, aprovechó para buscar entre las señoras y una que otra joven madura si estaba esa chica rebelde, sin embargo, no la encontró. Suspiró y tal parecía que sí era factible el hecho de que alguien más tuviera exactamente el mismo coche con un idéntico colgante. Empero, sus pensamientos se vieron anulados por la presencia de un nuevo personaje.
-Buenos días padres de familia – agradeció al dirigirse al centro de la media luna – gracias por estar aquí – dijo para después hacer una reverencia en señal de respeto y presentarse - soy la coordinadora Eri Murasaki y los he reunido el día de hoy para decirles que la profesora Fong por cuestiones personales tuvo que regresar a China con su familia –
Algunos murmullos fueron inevitablemente audibles y otros no tanto. Ante esto, Eri carraspeó su garganta, llamando la curiosidad de todos.
-No obstante, una nueva maestra comenzará a trabajar con nosotros y con sus hijos – resaltó – les pido que recibamos cordialmente a la docente – solicitó al tiempo que hacia una seña hacia la puerta – por favor, pasa –
Tanto adultos como niños desbordaban suspenso por saber quién era la nueva profesora, en cambio, Inuyasha no se mostraba tan interesado, pero tampoco escéptico. A decir verdad, una insidiosa ansiedad lo estaba atosigando, y su raciocinio cayó por los suelos cuando vio a la mujer con una fascinante sonrisa en su cara.
Humilde y a la vez emocionada, se puso a lado de la coordinadora Murasaki y dispersó su vista en todo el salón.
-Buenos días señores padres de familia, es un placer conocerlos – afirmó alegre - la escuela "Natsuki" me ha dado la oportunidad de formar a sus hijos quienes cursan el cuarto grado de primaria – mencionó e inclinó su cuerpo hacia delante, presentándose – mi nombre es Kagome Higurashi, a sus órdenes –
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¡WOW! Hola chicas, espero no me hayan maldecido por aparecerme tan tarde, pero hey, miren con qué regreso, algo nuevo, quizá no tan diferente, pero como les prometí, mucha creatividad e imaginación ;).
La verdad, batallé bastante para decidirme por el nombre del niño, pero considero que al final, el que escogí, no suena tan mal, es una combinación extraña de sílabas otras palabras en japonés y, según yo de acuerdo a mi creación si es que no existe el nombre "Tsuhiko", significa "niño de gran luz.", ¿esta bonito no? Tsuhiko Taisho =3, ¿qué les parece?
Bueno, al final como que me decidí por el título "El Dolor De Mi Corazón", y creo que pueden darse una idea del por qué.
Espero les haya agradado el primer capítulo de este fanfic y no las haya decepcionado D=
P.D Y pues, me aseguraré de actualizar pronto los otros fics (Sangre de Amor y Regresando a ti), por favor no desesperen jajaja
Ojalá pueda leer reviews llenos de crítica constructiva. Saben que ustedes, las lectoras, son las mejores.
XOXO.
Luna-es2012
