Se llevó Marinette una mano en el corazón, al ver que al entrar al salón, Chat Noir estaba sentado en su asiento.
—¿Que estás haciendo aqui? —replicó histérica, hace días no entendía que pasaba con el felino ¡Y con Adrien! Al ser la misma persona.
Desde hace dos días, el gatito recorría lugares y los exploraba como si hubiera perdido algo y siempre cuando le preguntaba. Le decía que cuando termine se lo iba a decir.
—Estoy inspeccionando la silla—dijo en excusa—Ningún chicle—espetó antes de marcharse con un guiño en un ojo, a la pasmada y petrificada adolescente.
Todos los alumnos que habían ingresado al salón, se quedaron de la misma manera que Marinette. Saliendo del asombro, cuando al rato escucharon el gritó de algunas chicas.
Chat Noir había entrado en el baño de mujeres.
-.-
—¡Ya acabe!—anunció Chat Noir de estar revisando París como un lunático.
Lo avisó en la noche y en la habitación de su princesa, la misma que pensó que iba a estar más tiempo, explorando.
—¡Qué bien! —Exclamó Marinette—¿Ahora me dirás que es lo que has estado haciendo todo este tiempo?
Incluso había entrado a la panadería y comenzó a revisarla como un detective y para colmo, sus padres le habían dado postres. ¡Así nunca se iba a ir!
Y no es que quería que se vaya, lo amaba. Era su novio, pero si iba a optar esa actitud, era mejor que este afuera y recapacite.
—He estado dejando mis huellas en todos los lugares que pisaste—le contestó.
—¿Uh? —Marinette se sorprendió—¿Por qué?
—Porque así dejo una marca en todo lo que me pertenece.
La chica se sonrojó, pero luego rió levemente al imaginarse que el gatito regresaría para orinar cada uno de los lugares que ella había estado.
El héroe gatuno caminó hacia ella con elegancia, sonriendo por su dulce risa que le provocó que no se percatara que su novio se estaba acercando hasta ella, hasta que sintió su aliento en su oído.
—Igual la marca quiero dejarla únicamente en ti—susurró en su oreja, un ligero temblor surgió del cuerpo de la chica, cuando le mordió el lóbulo—Eres mía, My Princess.
Esa noche marcaría su territorio en ella, dejaría sus huellas en cada rincón de su piel, dejaría su esencia en su cuerpo. En fin, Tom le había dado permiso y Marinette le permitió que la marque como suya.
