Hola! Aquí vengo con un nuevo fic...porque me iba rondando la idea desde hacía mucho tiempo y tenia ganas de escribir sobre esta pareja..

Ranting.: todo tipo de advertencias.

Disclamer: Todos los personajes perteneces a JK y no a mi...

Capítulo I. La prisionera. (corregido)

Bajó los escalones de la angosta escalera tranquilamente, no tenía mucha prisa (ni ganas) de ver a las víctimas, tampoco quería caerse y partirse un tobillo, como la última vez. Conforme iba bajando los gritos de los prisioneros se iban haciendo más fuertes y la atmósfera se iba cargando de un insoportable olor a sangre podrida.

Llegó hasta el final de las escaleras y suspiró, ¿por qué diablos le tocaba a ella siempre el trabajo más difícil?, estaba claro que Rodolphus la había engañado de nuevo y ahora tenía que apechugar con su trabajo. Avanzó con cuidado cubriéndose la nariz y levantando un poco su túnica, definitivamente alguien tenía que limpiar ese sitio, el olor a heces y a sangre era horroroso.

Pasó unas cuantas celdas, algunas contenían dos o tres prisioneros, vivos todavía,dedujo que aquellos míseros seres aún podrían serles de ayuda; unas cuantas torturas más y quizás tuvieran la localización de uno de los cuarteles de la Resistencia. Se fijó en aquellos seres desgraciados, la mayoría estaba vestida con harapos, con el cuerpo flagelado, lleno de costras y sangre, algunos incluso manchados de excrementos. Fue hacia el final sin detenerse a escuchar a aquellos que le pedían una muerte rápida y se adentró en la sala 111, sin duda alguna, la peor de todas.

La luz que salía del foco era de color verde, era pequeña y sus paredes estaban hechizadas para que siempre estuvieran congeladas, así su habitante no podía recostarse en ellas a descansar, puesto que el hielo le quemaba la piel, la mayoría de los individuos no aguantaba allí más de dos días, la estrechez de la sala junto con las torturas y los insoportables calambres por la incómoda postura que tenías que adoptar hacían que sus "habitantes" se suicidasen contra aquellas pareces congeladas. Vio un bulto tirado en el suelo. La persona estaba hecha un ovillo, con notables quemaduras en los brazos y la espalda.

.- Levántate.- dijo con voz dura y, a pesar de ello, no obtuvo respuesta alguna.- He dicho que te levantes escoria.

.- Si no me he levantado antes, ¿Qué te hace pensar que ahora lo haré?- La voz de la mujer era tan débil que costaba entenderla.

.-¡Cruccio!.- Insolente. Si había algo que no soportaba eran las insolencias y por ello vio como la prisionera se retorcía de dolor y hacía vagos intentos de no gritar.- Ahora, te vas a levantar.

La chica se levantó echando su mugroso pelo hacia atrás y miró a los ojos de su torturadora, y entre las lágrimas de dolor pudo reconocerla, una vaga sonrisa apareció en su rostro. Su pelo era marrón oscuro y su piel blanca, con cierto tono enfermizo, sus labios carnosos decorados con un carmín rojo, los ojos grises delineados con una raya negra. Corrupta, hermosa y malvada, así era Bellatrix Lestrange, la que en otros tiempos había sido la dueña de sus pesadillas más retorcidas.

.- ¿Qué es lo que estás mirando? – dijo con desprecio.

.- A ti.- respondió con sencillez. Sintió como un escalofrío le recorría la espalda, había pasado tanto tiempo…La última vez que se vieron ella bailaba alrededor de un grupo de muggles muertos, jactándose de la ineficacia de La Resistencia.

.- ¡Crucio!.- Volvió a gritar, esa niña le estaba sacando de quicio, nadie era tan impertinente con ella.- deja de contestarme de ese modo. ¿Por qué has venido aquí? .-No dejó de apuntarle con la varita ni un solo instante, incluso cuando la chica se dobló en sí misma y empezó a vomitar debido a la fuerza de la maldición asesina.

.- Porque quiero unirme a vosotros.- la chica empezó a limpiarse la boca con el dorso de la mano, casi no tenía aliento.

Bellatrix soltó una sonora carcajada.

.- No me hagas reír, no te creo.

.- Creerme porque sino fuera por mí, nunca habríais acabado con Ojoloco Moody y con Dereck Turner.- Aspiró profundamente, el último crucio le había quitado las pocas fuerzas que le quedaban, le costaba demasiado respirar.

.-¿De qué hablas? Ojoloco cayó porque Amycus le alcanzó con un Avada Kedavra, y el auror era un incompetente. No me digas que contándonos ese cuento ibas a adentrarte entre nosotros, que ibas a pertenecer a nuestro grupo enseguida e íbamos a abrazarnos y ha ser todos amigos...Nos has causado muchos problemas sabandija. Y por lo que sé tu eres el punto débil de Harry Potter...¿Por qué no debo matarte en este mismo instante?.- Mientras iba hablando se iba acercando más a ella hasta tal punto de tenerla a dos centímetros de su cara, apuntando con la varita a su cuello.

.- Por la sencilla razón de que conmigo podríais obtener más información de la Orden que con nadie, porque se los puntos débiles de cada uno y sobretodo porque quiero acabar con el hijo de perra de Potter y exterminar a todos los sangre-sucia del mundo, ante cualquier cosa, quiero hacer sufrir a mi familia y a Hermione Granger.- Sus palabras estaban cargadas de odio. Alzó la vista y se sumergió en los orbes de Bella, que la miraba atónita.

Lentamente se retiró de la muchacha con una macabra sonrisa, le retiró un mechón pelirrojo de la cara, tenía valor, eso no había que dudarlo, la decisión que había en su rostro le hacía dudar si esa pequeña comadreja decía la verdad.

Pero por el momento la dejaría allí encerrada, a ver cuánto aguantaba, no hacía falta avisar a Voldemort por una nimiedad como esta, y si la pobretona se volvía molesta, podría solucionarlo todo con un Avada Kedavra.

Definitivamente, haría pagar a Rodolphus por aquella pérdida de tiempo.