Descargo: Hermione Granger, Bellatrix Lestrange, Harry Potter, etc, son propiedad de J.K. Rowling. La trama sí es de mi intrincada imaginación y también algunos personajes, por lo tanto, esta historia no se puede vender, copiar, reproducir ni usar para obtener beneficio económico o cualquier otro fin.
Advertencia: Femeslash, violación, incesto, violencia, tríos, lenguaje inapropiado, bueno…completito, completito, je. Si no es de tu agrado o eres menor de edad, elige algo más acorde a tus gustos.
Dicho esto, a leer.
Esclava:
Corazón en cautiverio
Capítulo 1
Una nueva adquisición
—No sé. No estoy segura, Bella.
—¡Oh, vamos, Cissy! Hace diez minutos dijiste que sí, ahora me dices que no, no puedes dar marcha atrás a cada rato… ¡Ten piedad!—se quejó Bella con un puchero, tratando de convencerla de una vez por todas.
—Sé lo que dije, pero…¿y cómo se supone que se lo vamos a pedir?—inquirió—. Él no es de dar esa clase de privilegios, tendremos que llenar el formulario como todos los demás, y no nos darán juntamente lo que pedimos.
—Por eso no te preocupes, querida hermana.
Bellatrix se cruzó de piernas, saboreando su copa de vino tinto y pensativa sopesó las palabras adecuadas que tendría que utilizar ante el Lord. Sinceramente, no creía que hubiera demasiada negativa, al fin de cuenta era una de las tantas esclavas de guerra que habían capturado. Su vida no importaba demasiado, para no decir prácticamente nada. Pero sobre todo, creía que no sería inconveniente porque se lo habían ganado con sus servicios.
Un esclavo para Voldemort, era una insignificancia, pero para ellas, esa esclava en concreto, significaba un sin fin de perversiones y venganza…Tenían que conseguirla.
Esa asquerosa sangre inmunda se les había escapado una vez en esa misma Mansión, y ahora tendrían la posibilidad de regresarla a donde jamás tendría que haber salido.
Para Narcissa vengar la muerte de su esposo, perpetrada por las manos de Potter era devolverle un poco de su dolor a su querida e inseparable amiga, Hermione Granger. Aunque no estaba del todo segura, ¿y si era un fastidio?, ¿y si se escapaba? Tendrían que poner protecciones especiales para que la maldita no quisiera huir a la primera. ¿Cuánto les llevaría domarla?. Eran demasiadas interrogantes y problemas en lo cual pensar.
Las hermanas Black, tenían bajo su techo tres chicas más, las cuales les habían sido ofrecidas en la primer captura después de la guerra. Bellatrix había escogido a las dos primeras y Narcissa a la última en la inolvidable ceremonia que Voldemort había realizado para su nombramiento. Las tres esclavas, junto a dos elfos domésticos, se encargaban de la gigantesca mansión, la comida, la ropa, los preparativos para las reuniones y la limpieza, pero ninguna había sido escogida para satisfacer deseos carnales. Bellatrix y Narcissa, habían concordado en mantenerlas con vida y relativamente bien cuidadas sólo por el simple hecho que cumplían con sus deberes, eficientemente. Y conseguir a estas alturas un esclavo eficiente era mucho pedir.
Una de las esclavas se llamaba Silvia, ella era la encargada de que las otras dos cumplieran con todo a la perfección. Era la más grande de las tres y las hermanas sólo se dirigían a ella. Silvia tenía ciertos privilegios, por así llamarlos. era la única que dormía en una habitación, pegada a la cocina y la única que tenía uniforme de trabajo. Por consiguiente, siempre estaba limpia y bien peinada. Las otras dos chicas, de dieciséis y dieciocho años, Suna y Milena, dormían en los calabozos de la mansión. Les había permitido conservar dos mantas para cada una y una tosca y desgastada mesa de noche para guardar en su pequeño cajón un diminuto peine viejo, una barra de jabón y con suerte alguna vela usada que Silvia les daba cuando sobraban de las reuniones. No era siempre y tampoco mucho, pero la esclava mayor trataba de suministrarles lo que podía, sin ser descubierta.
Bellatrix, mientras que jugaba con su copa haciéndola girar en su mano, decidió que hoy mismo pediría una reunión con su señor. Según su respuesta, llamaría a Scabior y le pediría que le concretara una cita en Azkabán para esta misma tarde. Estaba segura que Voldemort aceptaría. No había motivos para que se negara. Ahora, el problema era convencer a su hermana. Sabía que en el fondo lo deseaba tanto como ella, pero Cissy siempre había sido más recta y escondedora. Estaba segura que cuando trajera a la mocosa, se le iba a despertar esa energía negra de inmediato.
La enorme Mansión se escuchaba silenciosa. Draco y Pansy, se habían marchado para vivir juntos días atrás, luego de anunciar su compromiso. Los jóvenes habían decidido comprar una casa en los límites de Escocia, Más precisamente en Montes Cheviot, dejando a las hermanas sumidas en el más profundo aburrimiento. Ahora sólo ocuparían su tiempo en el trabajo y en aguantarse una a la otra.
Bella, se estiró cuan larga era en el sofá doble y pensó: "Cómo han cambiado las cosas" "Lujos, esclavos, torturas legales….simplemente, no puede ser más perfecto".
Desde el ministerio, Voldemort dirigía al mundo mágico. Después de la caída del gran Harry Potter, la masiva reclusión de esclavos había llegado hasta las afueras del país. Los mortifagos activos que trabajaban en distintas áreas del ministerio, no daban a basto con la erradicación de los magos y brujas mestizos, traidores a la sangre y todo aquel que demostrara abiertamente su desacuerdo con las leyes impuestas.
Azkabán, se había convertido en una cárcel para gente inocente. Las celdas estaban colmadas, y todos los días no paraba de ingresar personas nuevas. Las condiciones eran asquerosamente inhumanas. La desnutrición, maltrato y abuso se podían observar a cada rincón de esos mugrientos muros.
Los esclavos mayores de cincuenta años simplemente los mataban, pero Voldemort había sacado provecho de los esclavos adolescentes y niños. Algunos los vendía, otros los obligaba a trabajar por turnos en el departamento de magia y a algunos pocos, los regalaba como objetos sexuales en sus tan conocidas celebraciones después de haberlos usado a su antojo. Así era que prácticamente, cada familia de nivel alto tenía dos o más esclavos. Aunque estos siempre eran obsequiados o vendidos, no elegidos. Los interesados en comprar un esclavo tenían que llenar un formulario con las descripciones que preferían: mujer, hombre, flaco, alto, rubio, ojos marrones, rasgos aristócratas o latinos, y según lo que pagaran, era lo que obtenían.
La Mansión Malfoy, casi siempre era la elegida para las galas de comercio y restructuración de nuevas leyes. El señor oscuro comunicaba con una semana de anticipación y a partir de ahí, todo era minuciosamente preparado. Comida, bebidas, decoración, habitaciones, esclavos, pero sobre todo la lista interminable de las personas más adineradas e influyentes del país.
Las hermanas Black, se habían ganado un importante lugar en la sociedad a partir de la caída del antiguo mundo mágico. Voldemort confiaba en muy pocas personas. Bellatrix y Narcissa, habían logrado lo que muchos habían deseado por años, y fue por ese mismo motivo que delegó en ellas parte de sus responsabilidades. Su oficina estaba directamente conectada con la Mansión, por lo tanto, las visitas repentinas con encargos eran comunes a cualquier hora del día. Así y todo, las hermanas necesitaban un incentivo para sus días, ¿y qué mejor que una esclava personal a la cual castigar y utilizar como mejor les pareciera?
—¿Y si nos cansamos de ella?—dijo Narcissa, revisando una carpeta con los nuevos ingresos escolares de Hogwarts.
—¡Simple! ¡La matamos y listo!—contestó Bella, encogiéndose de hombros, dándolo por hecho.
—Puede que sea divertido—habló por fin la rubia, analizando la posibilidad de traer a esa sangre sucia a sus vidas.
Narcissa se quitó sus anteojos de lectura y se masajeó los parpados, descansando un poco su vista. En dos horas tendría una reunión con Umbridge, y quería terminar de revisar los documentos.
Ese año los ingresos a Hogwarts se habían reducido beneficiosamente. Y considerando que ahora no había cuatro casas para que el sombrero seleccionador decidiese, sino que eran tres: Revenclaw, Hufflepuff, y por supuesto, Slytherin, las planillas con horarios, exámenes, faltas disciplinarias, y demás, eran menos extensas que antes. Todo el papeleo era rigurosamente preparado por Narcissa y Dolores. A diferencia de Bella, Cissy, había sido solicitada en Hogwarts por su prolijidad y constancia. Algo que a su hermana le faltaba a las claras. Aunque a veces la rubia sentía el irrefrenable deseo de arrojar todo al demonio, como ahora. Hacía más de dos horas que esas malditas carpetas no le daban descanso.
Tengo que terminar, tengo que hacerlo, se repitió, agilizándose mentalmente.
—Será divertido, Cissy—corrigió, levantándose de su asiento para rellenar su copa.
—¡Eso, sí! ¡Yo no iré a buscarla! ¡Ni lo sueñes!—dijo Narcissa, tajante y con cara de asco—. Ese lugar está repleto de escoria. No quiero que se me pegue la mugre.
—No te preocupes, lo haré yo—informó despreocupada, agitando su mano y restando importancia a ese detalle.
A Bella no le importaba en lo más mínimo ir a ese condenado lugar, al fin y al cabo, había pasado catorce años en ese maldito agujero. Recorrer Azkabán como una mujer libre le daba cierta satisfacción y morbosidad. Suspiró sonoramente y mirando a su hermana para que diera el último asentimiento, se aproximó a la estufa para hacer el anuncio. Le estaba entrando un ataque de ansiedad y quería terminar con la duda.
Si Voldemort la autorizaba, traerían a la sangre impura de esclava y ella en persona se encargaría de ir a buscarla a rastros, si era necesario. Ya podía imaginarse exhibiéndola como trofeo en las galas o castigándola hasta la inconsciencia. Lo único que esperaba era que durara por lo menos unas semanas. Si se moría antes iba a resultar completamente decepcionarte.
—Buenas tardes, mi señor. Si no está ocupado me gustaría hablar con usted.
—¡Pasa, querida!—invitó con su voz cargada de crueldad.
Bueno…¿Qué puedo decir?, soy masoquista, je. No me alcanza con el trabajo, responsabilidades , "Una Luciérnaga en la bruma", qué aquí estoy con un nuevo capítulo de otra locura. No dejaba de dar vueltas en mi mente, rompiéndome las guindas, hasta que la volqué en la compu.
Promesa: Por supuesto que no la dejaré, ahora ya estoy en el baile
Pedido: Téngame paciencia con las actualizaciones, se los pidooo..
A los que siguen "Una luciérnaga en la bruma", saben que la actualizo cada 15 o 20 días. Esta tal vez me lleve un poquito más, pero trataré de hacer lo posible.
Basta de cháchara, como siempre, agradeceré los comentarios en el capítulo que suba, sea uno, cinco, o cinco mil…(bien exagerada, jaja)
Desde ya, gracias por leer y comentar, abrazos.
