Pues bien, yo sé que no he actualizado ni acabado ninguna de mis historias, pero… ¿te acuerdas de la sorpresa que te hable Kaya-chan? Pues es esta y bueno espero que te guste porque este fic es como regalo de cumpleaños para ti, por eso no te dije nada O.O y es que fue él día que estaba escribiendo el capítulo de Volverás a mí y pues también surgió esta idea mientras escuchaba a Breaking Benjamin y su canción me inspiro, por eso te dije que estaba loca y pues decidí publicarlo el día de tu cumple pero cambié ciertas cosas y pues apenas lo publique hoy. Bueno pues espero que te guste amiga y si no pues ya ni modo jejeje y otra vez ¡FELIZ CUMPLE KAYA-CHAN!
DISCLAIMER: Bleach y sus personajes pertenecen a Tite Kubo-sensei, así como el titulo de la historia pertenece al tema de la canción de Breaking Benjamin, la trama si es mía.
Capítulo 1: Camino hacia un destino
El cielo estaba nublado; era evidente que llovería y que sería una tormenta pues los relámpagos y el viento eran bastante intensos. Con gracia y elegancia, aquella joven de ojos grises tocaba el piano, mientras miraba por el ventanal el cielo gris. -No importa, de todos modos lo hare -se dijo mentalmente, para luego terminar la pieza que tocaba. Los ahí presentes aplaudieron maravillados por aquella melodía que había sido tocada de forma única.
-Esplendido, ha sido una hermosa melodía -un hombre de cabello plateado y sonrisa zorruna se acerco a la chica y deposito un beso en la cabeza de esta.
-Gracias tío… yo de pronto me he sentido mal, puedo ir a dormir un poco -la joven se toco la cabeza en señal de dolerle; una mujer de cabello rubio y ojos color azules se acerco y toco la frente de su sobrina.
-No tienes fiebre, pero si quieres puedo llamar al doctor para que venga a verte -dijo con cierta preocupación la mujer, mientras acariciaba el cabello de la chica.
-No lo creo necesario tía Rangiku, solo es un dolor de cabeza, ya se me pasara con que duerma un poco.
-Está bien pequeña, ve a dormir -ambos tíos miraban a la joven irse, mientras la chica subía las escaleras y se perdía de su vista. Cuando la chica se encontró en sus aposentos se aproximo a su armario, lo abrió, se arrodillo y busco entre sus cosas un pañuelo que envolvía algo que cuando lo tuvo en sus manos, estas temblaron.
-Debo hacerlo, no puedo dudar ni por un momento -la joven se levanto y comenzó a desvestirse, entonces se coloco el vestuario que usaban las jóvenes de la servidumbre, amarro su largo cabello en una cola baja y se envolvió en una chalina para cubrir su cabello y cara. -Ya no hay vuelta atrás -murmuro la chica, entonces se dirigió a su balcón y trepo en la barandilla, para luego bajar por la enredadera. Afortunadamente esta era bastante resistente, porque de lo contrario, seguramente ya estaría en el suelo con varias fracturas en el cuerpo.
Pequeñas gotas comenzaron a caer, maldijo por lo bajo y comenzó a correr, hasta que llego a una pequeña bodega donde se escondió en una carreta y se tapo con unas mantas que habían en esta, de pronto escucho voces, eso quería decir que Sado había concluido su trabajo y se marcharía. -Ve con cuidado Sado, tal parece que habrá una fuerte tormenta -dijo uno de los empleados de la mansión al hombre.
-Si gracias, nos veremos luego -Sado se subió a la carreta y tiro de sus caballos para que estos comenzaran andar, mientras que el otro hombre abría el portón de madera para que pudiera salir.
La joven se mantenía en total silencio, mientras escuchaba el ruido de las pisadas de los caballos y las ruedas de la carreta girar, el cuerpo empezaba a sentirlo entumido, pues la postura en la que estaba era bastante incómoda, resignada decidió aguantar, pues realmente ¿Qué podía hacer? Sado no podía saber que ella estaba ahí y ella tenía que aprovechar en algún momento para poderse bajar de ahí y cumplir su cometido. Al cabo de un rato la carreta se detuvo y el hombre bajo de esta, encargo la carreta a un hombre que se encontraba afuera de un establecimiento donde Sado se metió.
La chica se destapo y con cuidado se asomo para saber donde estaba, al ver que se encontraba frente a una taberna, agradeció infinitamente que Sado haya hecho una parada en aquel lugar y entonces con mucho sigilo se bajo de la carreta y echo a correr una vez que se encontró lejos de ahí. La lluvia se estaba haciendo cada vez más fuerte eso sin contar que cada vez se volvía más oscuro, pues la noche ya estaba haciendo acto de presencia; la joven caminaba por las calles dispuesta a llegar a su destino, nada la detendría y ya estaba decidida hacerlo. Se detuvo frente a un bosque que se encontraba bastante apartado de la ciudad; con cierta inseguridad comenzó adentrarse en él. Sabía que los riesgos que corría ahí eran demasiados, pero como ya lo había pensado antes, ya no había vuelta atrás. Escuchar sus propios pasos, mientras pisaba las hojas secas la asustaba, realmente era increíble que no saliera huyendo de ahí por los extraños ruidos que la acompañaban en su caminata nocturna y aunque la lluvia ahogaba un poco esos ruidos, no dejaban de ser escalofriantes. Su mente empezó a divagar con el recuerdo de su padre y ella cuando era niña, caminando en aquel bosque. –Recuerda muy bien este camino o de lo contrario jamás lo encontraras y te perderás -decía su padre en aquel recuerdo.
-Jamás lo olvidare padre -susurro la chica recordando sus palabras en ese momento de su niñez. De pronto se detuvo frente a una cueva lúgubre y oscura; sus piernas temblaron cuando se dispuso a entrar, sabía que eso pasaría, que el valor que había reunido para cumplir su objetivo se esfumaría cuando estuviera en aquella cueva. -No, ya no mas debilidad -de un pequeño bolso que traía, saco una vela y con un cerillo la encendió, con su mano la cubrió un poco para que esta no se fuera apagar y por fin se adentro. Sentía un inmenso frio por todo el cuerpo, pues como era lógico su ropa y ella estaban empapadas por la lluvia; solo esperaba no enfermar por esto, aunque él no enfermarse era poco probable y ya se imaginaba el fuerte regaño que recibiría de su tía Rangiku, si es que volvía a verla. Mientras más se adentraba, mas sentía un extraño escalofrío que le erizaba la piel; cuando su padre le había enseñado aquella cueva, no habían entrado y el tan solo le dijo que cuando ella entrara ahí tenía que dejarse llevar por su instinto para no perderse y llegar hasta donde estaba él.
Dos caminos dividían el lugar, tal y como le había dicho su padre, aquí tenía que usar su instinto para tomar el camino correcto; apretó aquel objeto que tenía envuelto en el pañuelo, cerro sus ojos concentrándose en él objeto y sintió que una voz la llamaba del lado derecho. –Este es el camino -dio un hondo suspiro y con el corazón palpitándole con rapidez, camino hacia aquel lado, de pronto unas antorchas se encendieron iluminando su camino, extrañada comenzó a caminar por todo el camino que la iluminaba y entonces pronto se hayo en un lugar que estaba lleno de cristales de cuarzo y frente a ella un especie de trono donde se hallaba sentado alguien que no se veía con claridad y atrás de él una cascada de agua que caía. No sabía qué hacer o que decir ¿Él seria a quién estaba buscando?
-Y… yo
-¿Eres miembro de la familia Inoue cierto? -aquella voz sonaba tranquila y bastante varonil, a la chica le temblaron las manos al escucharla y quiso acercarse pero al dar el primer paso unos cristales salieron del suelo para impedirle dar un paso más. –Contesta a mi pregunta.
-S… sí -dijo temblorosa la chica al notar aquel acto hostil. Él hombre se levanto de aquel trono y camino hacía ella, pero se detuvo a la mitad del camino.
-Así que tu padre te hablo de mi y supongo que vienes a reclamar tu derecho sobre mi -la joven bajo la mirada y apretó con fuerza el objeto del pañuelo, entonces se armo de valor y lo miro, por la poca luz del lugar no podía verle el rostro, pero sintió que sus miradas se habían conectado.
-Así es -la risa de aquél extraño inundo el lugar al escuchar las palabras de la joven, entonces por fin se acerco mas a ella y ella pudo ver su rostro; la chica quedo embelesada ante aquel rostro tan atractivo y sus ojos color chocolate se quedaron clavados en los grises de ella, de pronto estos cambiaron a un tono dorado que la cautivaron aún mas y la hicieron temblar.
-¿Y si me niego? -la chica no supo que responder, aquellos ojos le nublaron la mente y cayó de rodillas, mientras se llevaba una mano al pecho y respiraba con dificultad. –No has cambiado nada Orihime…
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Bueno pues aquí tienen otra idea que surgió de mi loca cabeza y el regalo de mi amiga Kaya, espero que les guste y si no es mucho pedir un review por favor.
Nos leemos a la próxima :)
