Me debes un favor.

Gokudera se sentó en la fuente, con las manos temblándole de nervios. Aspiraba aire por la nariz y terminaba expulsándolo por la boca en un vano intento de tranquilizarse. ¿Por qué demonios se le había ocurrido semejante tontería? ¡Ni siquiera estaba seguro acerca de lo que iba a hacer o a decir el otro! Además, nada aseguraba que eso no terminara en una pelea, después de todo, cada que se veían acababa en eso.

Hayato volvió a tomar aire, mucho más intenso que antes, agitando su respiración.

¿Hace cuanto que se había dado cuenta de esos sentimientos? Fue en el transcurso que estuvieron en el futuro, dónde Uri corría a donde Hibari porque amaba estar más con el guardián de la nube que con su dueño. Entonces, ahí comenzó, primero fue porque no quería ser mordido hasta la muerte por estar ahí, tenía suficiente con las heridas de los entrenamientos y el cansancio mental que le producía investigar el sistema C.A.I; luego fue porque se dio cuenta que observar a la nube le relajaba demasiado, él que estaba tranquilo con Uri, Enzo e Hibird, comiendo, descansando de los entrenamientos con su décimo o simplemente viendo al bonito jardín que tenía afuera.

Luego no fue sólo por la tarde-noche donde lo observaba, también fingía perderse de vez en cuando para observarlo de frente o, cuando terminaba el entrenamiento de Hibari y Tsuna, Gokudera pasaba por su décimo para ir juntos a la cena. Ahí aprovechaba para observarlo de reojo, rogando que el décimo Vongola le preguntará algo para que estuvieran parados unos cuantos minutos todavía ahí, con él.

Primero no quiso aceptarlo, sintió que sería como manchar el nombre de los Vongola. Renegó todo lo que pudo sus sentimientos, hasta que paso lo que paso, Hibari del futuro intercambió lugares con su yo del pasado; al verlo ahí, completamente indefenso de los misiles con lo que rodeó Genkinshi, Gokudera sintió que se le detenía el corazón y aunque no puso saltar a defenderlo por su concluida pelea con Gamma que lo dejó inservible, pudo formar una nueva llama de la tormenta con la suficiente determinación para que los escudos del sistema C.A.I sirvieran de protección.

Fue entonces que pensó que ya estaba bien jodido, se había enamorado de Hibari Kyoya.

De la maldita nube que nunca se ataba a nada ni a nadie. ¿Qué tan fregado estaba? Hoy lo averiguaría.

Y, aunque sus pensamientos seguían pensando que era lo que le diría al Vongola Décimo cuando todo saliera a la luz, en el fondo Gokudera sabía que se estaba preocupando de más. Porque así de magnifico era su jefe, a Tsunayoshi Sawada le importaba más la felicidad de sus amigos que las preferencias que ellos tuvieran. Por eso le seguiría hasta la muerte.

Pasó el día anterior, con muchísimo esfuerzo, de verdad, muchísimo. Junto todas las fuerzas que pudo; había sobrevivido a la pelea con Gamma, la corona fúnebre y Byakuran, ¿por qué de repente esto parecía mucho más difícil que aquello? ¿quizás porque se trataba de sus sentimientos y temía acabar herido? Después de todo, es algo que ya había ocurrido en el pasado. No obstante, lo que le dijo Bianchi antes de regresar del futuro le terminó de dar todas las fuerzas.

— ¡H-Hibari! —llamó de pronto, viendo que el prefecto estaba patrullando la escuela, como siempre.

— ¿Por qué no estás en clase, herbívoro rebelde? —preguntó arisco. — ¿Te estás saltando clases?

—Tengo un permiso para el baño. —murmuró mostrándole el pase. El moreno alzó una ceja, pero le restó importancia y volvió por donde iba. — ¡E-Espera, tengo algo que decirte!

— ¿Qué es lo que quieres?

Era ahora o nunca, estaban solos y si le rompía el corazón, nadie lo vería.

—Verás….—tomó aire por la boca, sintiendo el aire mucho más pesado. —yo…

— ¡Ah, Gokudera-kun! —chilló una chica, sosteniendo un montón de libretas, seguro el encargo de un profesor. —H-Hibari-san…—murmuró asustada.

El italiano chasqueó la lengua, queriendo mandarla a volar, ahora tendría que juntar todas sus fuerzas de nuevo.

—E-Es un encargo del profesor, Hibari-san. —dijo ella, intentando mostrarle el pase de salida. Justo iba a sacarlo de su bolsillo cuando los cuadernos perdieron el equilibrio y se fueron para adelante, aunque antes de que pudieran esparcirse por el suelo, el prefecto de Namimori, los equilibro a tiempo, apoyándose en las manos de la chica también. — ¡Lo siento mucho!

Sintió una punzada en el corazón, reprimiendo a su mente al mismo tiempo. ¿Por qué se estaba poniendo así por un simple roce de manos? ¡Era estúpido! Además, ¿hasta cuándo se quedaría ella ahí? ¡Que se fuera a la mierda o a donde fuera! ¡Él tenía que hablar con Hibari!

—Sigo esperando, herbívoro. —dijo al fin Hibari, tomando la mitad de la carga que tenía la muchacha. Gokudera se mordió los labios, enfurruñado.

—Mañana te lo diré. —explicó serio. —Después de que suene la campana, te estaré esperando en la azotea.

— ¿Por qué piensas que iría? —cuestionó irritado. ¿Querían que volviera a jugar a los amiguitos Vongola?

— ¡Sólo hazlo! —contestó este, arrebatándole los cuadernos de las manos; sintiendo electricidad recorrerlo cuando sus dedos se rozaron. — ¡Muévete, mujer!

— ¡Muchas gracias, Gokudera-kun! —chilló ella, emocionada.

Gokudera miró de reojo a Hibari, este ya andaba para otra dirección, ignorando todo lo anterior. Suspiró aliviado, al menos no sospechó nada, de hecho dudaba que si quiera le pasara por la cabeza que le iba a declarar sus sentimientos. Y ahora que lo pensaba, dado a que la chica de al lado iba hablando de los mismos, las chicas entregaban cartas o chocolates a las personas que les gustaban. ¿Debería darle un regalo? No, quedaría como un idiota afeminado.

Estuvo toda la tarde-noche pensando en ello, acerca de qué decirle, como decirle y cómo salir corriendo en caso de un rechazo muy esperado.

Al final, recordó aquella vez con Genkinshi, y una idea se le formó en la cabeza.

—Hibari. —llamó al verlo llegar, había pasado unos diez minutos ahí esperándolo, incluso tuvo que disculparse con Tsuna y decirle que por hoy tendría que confiárselo a Yamamoto.

— ¿Qué es lo que quieres, herbívoro rebelde? —preguntó el Guardián de la Nube, sacando las tonfas. — ¿No sabes que no puedes estar aquí después de clases?

Gokudera puso los ojos en blanco, ¡al maldito se le había olvidado lo del día anterior! ¡Agh, sí que era frustrante! Pero como fuera, ¡ahora o nunca!

—Me debes un favor.

— ¿Eh? —una ceja crispó en el rostro del japonés, molesto, lo recordaba pero ¿a qué venía eso? ¿iba a cobrárselo? — ¿Y? ¿Vas a cobrármelo?

—Sí.

Bien, el momento había llegado, no podía acobardarse. ¡Por toda la lealtad que le juraba a su querido Décimo haría esto o renunciaría a ser el guardián de la tormenta! Una persona que huía de sus sentimientos no se podía considerar una digna mano derecha. ¡Así que también estaba haciendo esto por Vongola, no sólo por Hibari, definitivamente también era por la familia!

—Voy a morderte…

—Antes de eso. —cortó Gokudera. Extrañamente para Hibari un sonroso se había apoderado de sus mejillas, quizás era por el calor, dado a que en su piel pálida los colores lucían mucho más. Sin embargo, este sonrojo iba creciendo cada vez más, al punto de abarcar todo su rostro y contenía ligeros temblores en su cuerpo, ¿qué demonios le estaba pasando a ese herbívoro? ¿No lo había citado ahí para pelear con él?

—Dilo de una buena vez.

—Sal conmigo. —soltó de pronto, apretando los puños contra su costado al igual que los ojos. Súper nervioso.

En cambio, por primera vez en su vida, Hibari Kyoya se quedó en blanco.

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Estoy leyendo el manga por Panini manga y se me había olvidado que Gokudera y Hibari siempre se están debiendo favores. Se me hizo muy hermoso, por eso me animé a escribir esto. Siempre pongo como que Hibari se enamora primero y termina haciendo que Gokudera se enamore de él, esta vez lo quise invertir.

MimiChibi-Diethel.