Buena Mañana
Se podía reflejar la luz del sol en los altos cuarteles militares del imperio de Basburg. Los despertadores resonaban en los oídos de todos los tenientes anunciando que debían levantarse. Se podía ver la actividad de los bajos mandos por todo el cuartel.
Una alarma sonaba sin descanso en la habitación del general Ayanami, no es que no se hubiera levantado, simplemente le parecía estúpido el tener que apagar semejante objeto. Mientras se colocaba su uniforme podía escuchar el aturdidor chillido del despertador que aún seguía sonando y, como era su costumbre, disparó un Zaiphon para que el reloj fuera destruido.
Se podía ver el enojo que llevaba el General ya que las palabras que habían quedado marcadas tanto en el reloj como en las paredes y objetos cercanos decían 'Me molestas'. Gracias a que aquel chillido ya no sonaba pudo terminar de vestirse tranquilamente.
El día estaría muy ocupado, de eso estaba seguro, no debía perder su tiempo en estupideces ya que lo necesitaba por sobre todas las cosas. Salió de su habitación para encontrarse con todos sus tenientes, tenían que comenzar con las misiones lo antes posible.
—¡Aya-Tan! ¿Cómo estás ho—? —no pudo terminar su pregunta el teniente Hyuuga puesto que al ver a su querido General no pudo evitar empezar a reír por lo que había visualizado. Era demasiado para él, de eso estaba seguro, nunca se imaginó algo así.
Ayanami se encontraba un poco confundido mas no lo demostraba, el no daría a conocer que sentimientos tan inútiles vivían en él. La carcajada de su teniente le estaba comenzando a fastidiar, sobre todo porque no sabía el qué le hacía reír.
—¿De qué te ríes, Hyuuga? —preguntó con un tono frío en su voz; era de esperarse, detestaba este tipo de cosas viniendo de sus tenientes. Le era totalmente indiferente lo que ellos hicieran pero, como su capitán, debía de mantenerlos rectos.
—¡Teniente Hyuuga! ¡Necesitamos que termine el pape—! —el teniente Konatsu tampoco pudo terminar de hablar ya que al ver a su General sólo pudo romper a reír. No era una risa sutil, era una carcajada que acompañaba a la de Hyuuga.
Al General no le parecía nada divertido el ver a sus tenientes de esa manera, tampoco le gustaba mucho el no saber la razón, se estaba exasperando, si escuchaba más tiempo esas carcajadas se volvería loco.
—¡Ayanami-Sama! ¡El director Miroku dijo que—! —otro teniente que veía a su General y empezaba a reír; el pequeño pero fuerte Kuroyuri no podía aguantar la risa, después de todo, aún era un niño.
El general no pudo aguantar más el escuchar siquiera una palabra de sus subordinados, tendría que ver el por qué reían así que entró al baño de su habitación para así mirarse al espejo.
—Lo había olvidado… —susurró pensativo mientras aún se miraba al espejo—. Noche mexicana —concluyó mientras se limpiaba los bigotes que tenía pintados en la cara con ayuda de un poco de agua.
