MONSTER NATION 2
(Parte Tres)
Escrito por Federico H. Bravo
REPARTO
Jackie Earle Haley…..Freddy Krueger
Derek Mears…Jason Voorhees
Tyler Mane….Michael Myers
Doug Bradley….Pinhead
Scout Taylor-Compton…..Jessica Kimble
Tom Savini….Sheriff Ed Landis
Jamie Lee Curtis….Laurie Strode
Lisa Zane…Maggie Burroughs / Kathryn Krueger
Bruce Ramsay…..Dr. Paul Merchant
TERCERA PARTE
"Pesadilla en la Calle Elm"
1
Bruce despertó de una horrible pesadilla que estaba teniendo. Lo hizo sobre el autobús que lo llevaba a Springwood. Se había quedado dormido en mitad del tramo final del viaje.
Más temprano, el General contactó con él. Le había informado del éxito de dos de sus camaradas. No le extrañó; tanto Arnold como John eran tipos de recursos. Sus misiones no podían terminar de otra forma que no fuera en éxito. Sin embargo, había una cuota amarga. Arnold no se había reportado después del parte exitoso de su encargo. El General estaba preocupado. No era para menos… el objetivo que su viejo y musculoso amigo tenia que combatir y eliminar hacía rato que venia demostrando una tozudez para simplemente morir y dejar al mundo en paz.
Casi como el tipo con el que él iba a tratar.
La fama de Freddy Krueger era bien conocida por todos allí donde iba. Tanto como un asesino de niños ajusticiado hace años, como el espectro que acechaba todas las noches en sueños a los adolescentes.
Muchos habían intentado pararlo, sin éxito. Krueger siempre volvía del infierno, dispuesto a cebarse con más victimas.
En toda su historia, existía solo una persona que lo conocía muy bien. Una persona que por un periodo extenso de tiempo, logró derrotarlo y ponerlo inactivo: Kathryn Krueger, su hija.
Bruce sabia que Kathryn había quedado al cuidado de otra familia después de la aparente muerte física de su padre, y que luego, fue adoptada oficialmente, cambiándosele el nombre por el de Maggie Burroughs. Era psicóloga terapista y actualmente, trabajaba en el centro medico Westin Hills.
Intentó llamarla por teléfono, para concertar una cita con ella, pero ni bien mencionó el motivo de la misma (hablar sobre su verdadero padre) la mujer le dijo que estaba muy ocupada, que tenia mucho trabajo y que, lo lamentaba, pero no podría atenderlo. Había colgado justo después de eso, dejándolo con las palabras en la boca… hecho que motivo a acelerar su viaje a Springwood.
De todas maneras, tenia que ir a ese lugar. ¿Qué mejor excusa que esa para la misión que le fuera encomendada?
Sacudió la cabeza, para despabilarse. ¡Que bien le hubiera sentado una taza de café en ese momento! El autobús tomó una ruta en pésimas condiciones. Pronto, arribó a una ciudad no muy grande, apenas casi un pueblo. El cartel de la entrada decía:
"¡BIENVENIDOS A SPRINGWOOD! LA CIUDAD EN QUE LOS SUEÑOS SE HACEN REALIDAD"
Algún gamberro había tachado con pintura en aerosol la palabra "sueños" y escribió a su lado "pesadillas". Teniendo en cuenta la naturaleza del monstruo local, era del todo inquietante.
Bruce descendió solo en la terminal de autobuses. Era el único pasajero que iba a Springwood. Luego de eso, el vehículo de pasajeros se marchó como alma que lleva el diablo, dejándolo a su suerte.
Suspiró e inició el trayecto. Era por la tarde, pero el pueblo parecía sumido en un silencio y una calma que se le antojó antinatural.
La gente con la que se cruzó lo miró, hosca. No les gustaban los extraños, parecía. A lo mejor veían en su expresión un mal augurio…
Encontró el centro medico Westin Hills rápido. Era un edificio imponente de varias plantas, enclavado en la calle Elm, la funesta calle donde Krueger solía cometer sus crímenes. Ya en su interior, preguntó por la Dra. Maggie Burroughs.
La recepcionista dudó. Telefoneó a la psicóloga (que estaba en su consultorio) y le preguntó si esperaba a alguien. Del otro lado le dijeron que no y ante la negativa de recibirlo, Bruce insistió en que era importante, de vida o muerte, en que ella hablara con él.
-Muchas vidas están en juego – dijo, serio.
La táctica pareció funcionar. Desde el otro lado del teléfono hubo vacilación y finalmente, aceptaron verle.
Pasado un rato, ya se encontraba en el consultorio de Maggie, sentado ante una bella mujer de cabellos negros y mirada inquisitiva.
La charla se inició de la siguiente manera:
-Freddy Krueger, su verdadero padre. Sigue vivo y matando. Fui enviado a detenerlo para siempre.
La frontalidad de Bruce sorprendió a la psicóloga. Guardó silencio un largo rato, antes de responderle.
-Freddy Krueger está muerto – dijo, tajante – Lo sé porque yo lo detuve hace años.
-Krueger está vivo – insistió él – Al menos en el mundo de los sueños. Hay un reporte de reanudación de sus actividades que creo que usted no desconoce.
Maggie le sostuvo la mirada. Resopló.
-Creí que se había terminado – admitió – Creí que él estaba terminado, pero entonces en 2003, volvimos a saber de sus andanzas. *
* (Ese año salió la película "Freddy Vs. Jason". Nota del autor)
Bruce asintió. Conocía la historia.
-Desde ese momento, otra ola de suicidios y asesinatos masivos golpeó a Springwood, arrasando con todos los jóvenes de nuevo. La pesadilla se iniciaba otra vez… y yo estaba aquí, ya instalada en el pueblo, para verla desfilar con mis propios ojos.
La psicóloga hizo una pausa. Bajó la vista.
-Muchos han muerto. La gran mayoría, han sido pacientes míos. El caso era siempre igual: trastornos a la hora del sueño, delirios de persecución, paranoia, stress profundo y, finalmente, la muerte. Ya sea por asesinato o por suicidio. En los casos de homicidios, nunca encontraban al autor material de los hechos. Culparon a un imitador de mi padre, pero yo sabia que no era así… sabia que él en persona había vuelto y entonces comprendí que mis esfuerzos para detenerlo hace dos décadas fueron totalmente en vano.
-No es cierto. Yo estoy aquí para detenerlo ahora y me voy a ocupar de que se quede muerto.
Maggie sonrió.
-Es usted muy directo, señor Williams. Pero me temo que, como tantos otros intentos, este acabará en fracaso.
-No lo hará. No le temo a su padre.
Ok. Aquello era una bravuconada de su parte para impresionar a la dama, lo admitía. El caso es que sí funcionó. Maggie se reclinó en su silla y lo estudió detenidamente.
-Entonces, dese por perdido – le dijo – Mi padre buscara el miedo mas profundo que tenga, aun a nivel subconsciente, y lo sacara. Lo explotará para matarlo.
-¿Cómo hizo para detenerlo la vez anterior?
-Me metí en los sueños con la ayuda de un amigo colega. Lo enfrenté allí, en su territorio, y lo arrastré al mundo real. Aquí lo maté – hizo una pausa – o eso creía – se corrigió.
-¿Cree que podríamos repetir ese experimento? ¿Conmigo?
-Solo si está decidido a perder la vida o la cordura, o ambas a la vez…
-Estoy aquí para acabar con ese monstruo – le recordó él – Hagámoslo, Doc. Métame en los sueños y yo lo sacaré otra vez… y en esta ocasión, lo exterminaré. Para siempre.
Maggie asintió. Dispondría de todo, por supuesto, aunque seguía pensando que aquella nueva aventura onírica solo terminaría en lo que siempre terminaba: desastre.
