Prefacio
La puerta-trampa del techo de la celda se removió y comenzó a bajar. Sobre ella había una figura pequeña, de capa dorada y con el rostro cubierto por la capucha. Inmediatamente sentí a mi familia tensarse. La figura hizo caso omiso del ambiente hostil que hasta yo sentía en la celda y caminó hasta nosotros.
- Es hora – susurró con voz suave.
- Entiendo – murmuré en respuesta.
- ¿Edward, a qué se refiere? – me preguntó Carlisle en su mente.
- La guardia completa saldrán en una semana – continuó la figura ignorando a mi familia -. No volverán por dos días, es el momento perfecto para que huyan.
La confusión que sentí en ese momento me abrumó. Deseaba salir de esta prisión con mi familia, volver a ser libres, pero no quería alejarme de ella. Había puesto mi mundo de cabeza. Ella no podía irse de aquí, y yo debía irme… no lo soportaría.
Sería una de las decisiones más difíciles que tomaría en mi existencia... ¿Familia o amor?
