Los personajes de este fic no me pertenecen. Pero me sirven para desatar mis locas ideas. Historia ambientada en la guerra contra la intervención francesa en México, disfrútenlo!
El galopar desesperado de un caballo perturbaba la noche que brillaba a la luz del claro de una luna menguante, un joven vistiendo un frac algo maltratado, pantaloncillos ajustados y botas para montar surcaba a toda prisa los bosques que colindaban con el lago que rodeaba la ciudad de México, el camino era peligroso, se encontraba lleno de bandoleros y uno podía toparse con tropas francesas que esperaban se levantara el sitio a la ciudad de México para poder recibir ordenes, corría el año de 1867 y el verano comenzaba a sentirse, el aire olía a pólvora y sangre, haciendo que el joven se pusiera más nervioso y alentara a su corcel a seguir adelante, salió al claro de la laguna y se detuvo, intentando observar con detenimiento los alrededores, en búsqueda de la señal que le indicaría su destino. Sus ojos verdes parecían un par de luciérnagas más a la luz de la luna
-Vamos, Michiru, ¿dónde estas?- murmuró para si, tomando con fuerzas las riendas de su veloz corcel y mirando a todos lados con la sagacidad de un zorro, la niebla se levantaba a las orillas del lago, se vieron tres señales de luz hechas con lo que seguro era un candil de mano, una sonrisa se dibujo en el rostro del jinete, lanzo un ligero grito y golpeo con las espuelas que vestía los costados de su caballo, que rápido se dirigió hacia donde la luz se vio.
Una señorita de cabello aguamarina, rizado y con vestidos largos ceñida en un ajustado corsé y sombrero de plumas, se cubría del frio que se levantaba con un chal de suave algodón, acababa de apagar un candil de mano quedándose en rodeada de la neblina y la luz de la luna mientras esperaba paciente a las afueras de lo que parecía una casa de campo de algún adinerado de la ciudad. Escuchó con atención el galopar de un caballo que se acercaba a una velocidad considerable entre el terreno fangoso del lago. Sonrío al ver que ya estaba frente a ella aquel arrogante jinete, el cual se bajo y amarro al caballo en el aro que se encontraba en una de las paredes de la casa para ese fin, miró a la dama que le esperaba y le sonrió, ella se encamino a entrar a la casa dirigiéndole una mirada seductora. El joven le siguió después de bajar su espada y un par de pistolas que enfundó en su cinturón de tela; al entrar a la habitación, el olor a cera y sebo que se quemaba en las velas le dio la bienvenida. Su cabello rubio estaba desalineado y sus ojos verdes denotaban una gran experiencia en el campo de batalla, pero si se miraba con más detenimiento se podía ver bajo ese frac que no era un varón quien lo vestía, sino una fuerte dama.
-Vaya noche- dijo retirándose el frac y sacudiéndolo, para volverlo a vestir después- ¿esta segura que no sale luz de la habitación?- le preguntó la joven a la dama que salía de la otra recamará con un vaso de agua con chia para la rubia.
-¿Pudo ver la casa en la lejanía?- le respondió con un tono burlesco acercándole el vaso, la cual la rubia tomo y lo bebió rápidamente.
-Tiene razón- le respondió lanzándole una mirada divertida, dejo el vaso sobre la mesa, se limpio con discreción las semillas que le quedaron el la comisura de los labios – Perdone la desconfianza, señorita, pero la situación lo amerita.
-No se preocupe- le respondió la joven de menor estatura, acercándose con un suave pañuelo de seda en su mano y limpiando las semillas restantes que habían quedado en los labios de su compañera, un suave sonrojo tiño las mejillas de ambas – entiendo la situación en la cuál se presenta en esta pieza, pero he tomado las medidas necesarias para no correr peligros, no deseo poner en riesgo la integridad de la dama que amo.
-¡Oh, Michiru!- exclamo la joven de vestimenta varonil, tomando con suavidad la mano de su amada y plasmando un suave beso en ella – Le extrañé tanto- volvió a posar sus labios en la mano de su amada, la cual se sonrosaba a cada contacto y su respiración se agitaba. El placer del contacto secreto entre dos amantes era algo que ellas conocían y les provocaba sensaciones que aún no tenían palabra en el castellano.
-¡Haruka!- exclamo en un suspiro la dama, sin alejar su mano de los besos de su amante – Me preocupé tanto al escuchar las noticias que iban y venían entre los ejércitos, no sabía si regresaría con vida, todo ha sido un caos aquí- decía sintiendo los besos de su amante subir por su brazo y como tomaba con fuerzas su cintura.
-Lo se, hermosa, lo se- decía pausadamente mientras subían sus besos con delicadeza- es una locura allá afuera- su mirada se encontró con la de su amante, ciertamente, el mirar de un soldado podía decir más que todas las cicatrices conseguidas en el campo de batalla. Un suave impulso, y sin esfuerzo sus labios se juntaron en un apasionado beso, Michiru coloco sus manos en las mejillas de la rubia, la joven jugó con los rizos del cabello de su amante, para después separarse.
-No quiero que vuelva a salir a combatir- le dijo la dama recargándose en el varonil pecho de la rubia y aferrándose a ella en un abrazo que detonaba mil sensaciones en ambas. Haruka la separo con un dejo de tristeza en sus facciones.
-Tengo que, debo llegar a las filas del General Díaz-
-¿Porqué?- exclamo a punto de partir en llanto Michiru -¿Porqué lucha por un país al cual no pertenecemos? Quédese, vivamos aquí en está casa, al lado del lago, sin que nos importe la situación política de este pedazo de tierra- Haruka le dio la espalda, apoyando sus manos en la mesa.
-No puedo- murmuró- debo luchar para que no tengas que entrar al convento que tu hermano te pidió, para estar aquí sin la necesidad de huir del ejército francés, sin tener miedo de los bandoleros y demás- volteó a mirar a su pareja, la cual le veía con los ojos vidriosos y con un leve color carmesí en sus mejillas –quiero que usted se encuentre siempre a salvo.
-Juárez no logrará nada de lo que dice- respondió con enojo la chica de rizos definidos- pero si usted se quedase a vivir conmigo, sé que podría estar siempre a salvo en sus brazos- le dijo acercándose hasta hacer contacto de nuevo con su mejilla.
-Esta será la última batalla- dijo la joven soldado con una sonrisa que intentaba inspirar tranquilidad en la mujer que tenía frente a ella –se que la causa liberal vencerá y entonces podremos vivir con tranquilidad, se que Juárez no arreglará ningún problema, pero por lo menos siento que le debo a la causa liberal el poder estar a su lado- le dijo acercándose y tomándola de nuevo de la ceñida cintura, un nuevo acercamiento, un beso tímidamente posado en los labios de su amante.
-No me dejes- murmuró Michiru entre el beso, olvidándose de todas las reglas de urbanidad que una dama de su clase tendría –no quiero vivir en la incertidumbre de tu regreso.
-Volveré- respondió la rubia- ¡Os juro que volveré!- exclamó cerrando el trato con un beso lleno de profundidad. La mujer que tenía entre sus brazos se sentía desfallecer, de no ser por el ceñido corsé, su corazón se saldría de su pecho. Haruka la sintió débil, separó sus labios de ella mirándola con una sonrisa que expresaba picardía y gozo. Adoraba crearle esas sensaciones.
-Su beso no me da la certeza de su regreso- menciono la mujer de profundos ojos aguamarina, jadeante ante lo que acababa de pasar y sorprendiéndose de lo que la rubia le hacía decir, la cual le respondió arqueando su ceja y sonriendo con picardía. No era la primera vez que la hermosa dama que sostenía en sus brazos le dictaba con una frase disfrazada el deseo que sentía por ella.
-Puedo darle la certeza de que regresaré- decía surcando con sus manos la espalda de su amante- No pienso morir dejando a dama tan bella sumida en la soledad- sus manos se detuvieron justo antes de llegar al lugar donde la espalda perdía su nombre, Michiru deslizo sus manos bajo el frac de la joven que la sostenía firmemente, Haruka comprendía lo que esa caricia significaba, hizo a un lado sus brazos, siendo despojada de su prenda, coloco sus manos sobre las sonrosadas mejillas de la dama que deseosa esperaba su siguiente caricia, se acercaron y sus labios se juntaron de nuevo en un beso que ya detonaba otras sensaciones.
-Hazme tuya- musito Michiru deslizando sus dedos en los cabellos de la rubia
-Su lenguaje me parece irrespetuoso, señorita- bromeo Haruka, sintiendo cada caricia de su amante –pero negarle su petición me haría a mi la peor persona en la nación- un movimiento rápido de la rubia y tenía a su amante entre sus brazos y rozando con delicadeza los botones del corsé, comenzó a desabotonarlos uno por uno, Michiru suspiro, quitándose el sombrero que vestía y arrojándolo al suelo, haciendo caer sus rizos sobre sus hombros para que fueran removidos de su cuello por la mujer que se la comía a besos…
Hoe! No me odien por haber cortado aquí el primer cap! (ni tampoco me odien por las referencias históricas) Este fic surgió de una imagen que puso mi amiga chiyo y dije "y porque no un lemon de ellas dos con ropa de época?" y aparte cómo soy adicta al siglo XIX decidí poner las referencias y así… dejen reviews y me animo a subir lo demás ;)
