Bueno este es mi primer fanfic yaoi, no todo me pertenece, también es escrito por mi mejor amiga, la cual escribe en wattpad (spam time)

Los seiyuus son los siguientes (los principales son los de free y UtaPri):

UtaPri

Masato-Suzumura Kenichi

Ren-Suwabe Junichi

Tokiya - Miyano Mamoru

Ranmaru - suzuki Tatsuhisa

Reiji - Morikubo shoutaro

Ai - Shouta Aoi

Natsuki - taniyama Kishow

Camus - Maeno Tomoaki

Cecil - Toriumi Kousuke

Ittoki - Terashima Takuma

Syo - Shimono Hiro

Kira- Ono Daisuke

Eiichi - Midorikawa Hikaru

Nagi - Yonaga Tsubasa

Free!

Haruka - Shimazaki Nobunaga

Rei - Hirakawa Daisuke

Rin - Miyano Mamoru

Makoto - Suzuki Tatsuhisa

Nagisa - Yonaga Tsubasa

Nitori - Miyata Kouki

Sousuke - Yoshimasa Hosoya

Ao No Exorcist

Rin O. - Nobuhiko Okamoto

Yukio - Fukayama Jun

Mephisto - Kamiya Hiroshi

Otros

Kagami - Ono Yuuki

Midorima- Daisuke Ono

Akashi - Kamiya Hiroshi

Eren- Kaji Yuuki


Capítulo 1

—Oye, Mamo —alcanzó a escuchar la tierna voz de su esposa a lo lejos, sin embargo, sus parpados seguían abajo, sin mostrar algún indicio de querer despertarse; su respiración comenzaba a acelerarse, dándole a entender a la mujer que dentro de poco se despertaría, pero pareció solo ser un espejismo, pues Mamoru no movió ni un musculo. Que el cantante siguiera dormido no tenía sentido alguno, pues él era de las personas que siempre se levantaban al primer sonido de la alarma—. Amor, se te hace tarde —insistió la mujer, dándole ligeros golpecitos al brazo derecho de su esposo, tratando de no despertarlo abruptamente, pero tampoco funcionó. Ya harta de la poca cooperación de su "amor", la mujer se levantó de la cama enfadada, se dirigió al baño, donde llenó un vaso con agua climatizada y volvió a la habitación que compartían con el objeto en mano; se paró enfrente de la cama y observó a Mamoru dormir plácidamente, sonrió enternecida y prosiguió a tirar el agua en la cara del hombre. Tal vez no haya sido el método más civilizado que se le pudo ocurrir, pero era el que seguro no fallaba. El agua cayó en el pacifico rostro del hombre, haciendo que sus rostro se arrugara al sentir el frío líquido en su piel.

—¿Qué pasó? —Preguntó aturdido.

—Se te hace tarde —contestó la mujer con los brazos cruzados y con un rostro serio.

El seiyuu tomó su celular de la mesita de noche y checó la hora en él—. Son las once y media —dijo sin preocupación alguna; dejó el celular en la mesita y volvió a acomodarse en la cama. Tres, dos, uno, contó la mujer antes de que Mamoru saltase de la cama—. ¡Las once y media! —Exclamó preocupado. Como pudo, se paró de la cama y corrió al baño a toda velocidad.

En una de las tantas salas de una casa de animación, cierto seiyuu, encargado de hacer la voz de Makoto en Free!, se volvía loco a causa de que uno de sus "amigos" no llegó a tiempo para la grabación. Él y el cast completo ya habían esperado más de una hora, algo que no consideraba profesional, además de que comenzaba a molestarle, pues aquella grabación no era la única cosa que Tatsuhisa debía hacer en el día. El sonido de la puerta siendo abierta alivió a todos los hombres dentro de la sala; la puerta dejó ver a un Miyano Mamoru mal arreglado y sudado. El rockero lo observó de pies a cabeza con una ceja alzada, como si pidiera una explicación a su retraso y presentación.

—¡Miyano Mamoru! —Gritó al darse cuenta de que Mamoru no iba a darle una explicación.

—Mamo-chan, pensamos que no llegarías —comentó el seiyuu de Rei, Daisuke Hirakawa, con una sonrisa en el rostro.

—Hijo de… ¡fruta! ¡Al menos avisa! —Gritó frustrado Tatsuhisa dándole un golpe en la cabeza a Mamoru.

—¡Perdón! —Exclamó el más alto haciendo una reverencia como muestra de su arrepentimiento—. Me quedé dormido —el tono de voz de Mamoru mostraba total arrepentimiento y vergüenza a causa de su retraso.

—Creo que lo bueno fue que llegaste —aportó Kouki Miyata, la voz de Nitori, dándole una palmada en la espalda al otro hombre.

Tatsuhisa miró la escena sintiéndose ajeno a todo lo que pasaba, en pocos minutos, Miyano Mamoru se había convertido en el centro de atención, como siempre lo hacía. Sonrió inconscientemente, dio media vuelta, dejando atrás todo ese embrollo y se sentó en uno de los sillones de descanso que se encontraban detrás de los micrófonos.

Las horas pasaron dejando atrás las estruendosas risas entre grabación y grabación, la OVA ya estaba lista y era hora de seguir con lo que seguía de la rutina. Poco a poco los seiyuus salieron de la sala de grabación y del edificio, yendo cada uno por su propio camino. Tatsuhisa metió sus manos a los bolsillos y observó cómo Suzumura se acercaba al auto de Miyano con una sonrisa.

—Miyano-kun, ¿nos llevarás a las grabaciones de UtaPri? —preguntó Suzumura Kenichi, el cual no solo era Momo-chan en Free!, sino que también daba voz a Masato en UtaPri. Tatsuhisa se acercó a la escena, observando como el rostro de Mamoru pasaba de ser pacifico a uno confundido, dándole a entender al rockero que el más alto había olvidado aquello.

—¿UtaPri? —Preguntó Mamoru sin entender lo que su mayor había dicho. Tatsuhisa, frustrado, se dio un golpe suave en la frente.

—Mamoru, tenemos que grabar la tercera temporada en treinta minutos —dijo el menor con la poca paciencia que tenía en ese momento.

La mirada de Miyano pasó de Tatsuhisa a Kenichi antes de que sus cejas se alzaran en señal de una nueva idea—. ¡Es cierto! —Exclamó entusiasmado, como si hubiera descubierto la cura de alguna enfermedad. Agarró con un poco de fuerza los brazos de los dos hombres y los arrastró hasta donde se encontraba su auto.

Al llegar y abrir la puerta de la nueva sala de grabaciones, pudieron ver a todo el elenco de UtaPri ya listos para grabar.

—Llegan tarde —dijo serio Terashima cruzándose de brazos.

—No me lo repitan —se defendió Tatsuhisa—. Porque la culpa la tuvo Mamoru —lo apuntó mientras se hacía espacio entre los otros seiyuus para irse al lugar más alejado y relajado de la sala.

—Miyano-san, ¿se siente bien? —La voz de Aoi Shouta, se hizo espacio entre todo el alboroto, interrumpiendo las pláticas ajenas. Todos los presentes voltearon a ver al mencionado preocupados, tratando de notar lo que Aoi había dicho. Tatsuhisa se detuvo, dio media vuelta y empezó a analizarlo, comenzó observando el rostro del más alto, notando las grandes bolsas negras que se extendían debajo de sus ojos, las ligeras arrugas que se mostraban alrededor de su boca y sus parpados a punto de cerrarse. Shouta había acertado, Miyano Mamoru no se veía como todos los días, sus ojos reflejaban cansancio y un poco de molestia, tal vez muscular.

—Es que… —comenzó a hablar Mamoru—. Ayer —hizo una pausa tratando de encontrar una excusa a su mala presentación—. Fui a la casa de un amigo y llegué en la madrugada a mi casa, por lo que mi esposa me regañó y terminé por dormirme mucho más tarde. Solo tengo sueño —concluyó rascándose la nuca y esbozando una sonrisa nerviosa.

—Qué alivio, por un momento pensé que te ocurría algo grave —dijo Morikubo suspirando a causa de su compañero. Mamoru rio nervioso.

—Mamoru-kun, creo que eres la única persona que conozco que lo controla su esposa —bromeó Maeno con una risilla.

—Sí… —contestó el mencionado viendo el suelo.

Las horas volvieron a pasar igual de rápido, y cuando menos se dieron cuenta ya habían terminado los primeros capítulos. Los hombres comenzaron a felicitarse entre sí por su arduo trabajo, salieron del lugar uno a uno o en pares, volviéndose a dispersar.

Miyano salió del edificio sin ninguna prisa, pues su día laboral ya había terminado, sacó sus llaves del bolsillo y apuntó el pequeño control negro en dirección a su auto para que se desbloqueara, cuando lo hizo, abrió la puerta del conductor; estaba a punto de subirse al automóvil cuando escuchó una voz que lo llamaba, alzó la vista y pudo ver como Tatsuhisa se acercaba a él a paso lento.

—¿Si? —contestó al llamado del otro.

—¿Puedo irme contigo? —Preguntó Suzuki parándose a un lado del coche de Mamoru; el mayor asintió. Tatsuhisa abrió la puerta y se sentó en el asiento del copiloto. Esperó a que el dueño del transporte se subiera para iniciar una conversación.

—Mamo, ¿es esa la razón por lo que estás así? —Preguntó Tatsu volviendo al tema de su mala apariencia.

—No —contestó casi inaudible mientras veía por la ventana.

—Entonces… ¿cuál es la razón? —La voz de Tatsuhisa era suave, como si temiera a lastimar a la otra persona con su pregunta.

—Ninguna —guardó silencio unos segundos—. Solo olvídalo, dormí mal, eso es todo —dijo negando lo que había dicho antes.

—Pero acabas de decir que… —insistió Suzuki.

—Lo siento —lo interrumpió—. Creo que solo me metí mucho en el papel —sonrió.

—¿De Tokiya? —preguntó confundido el rockero.

—No, Rin. Pon música —Mamoru comenzó a avanzar.

Tatsuhisa asintió dejando atrás el tema, puso play al estéreo del automóvil y se sorprendió al escuchar la primera melodía que comenzó a fluir por el lugar.

—¿Tú… me escuchas? —Dijo atónito y con un ligero rubor en sus mejillas. Ni en sus sueños más locos había visto tal escena.

—Sí, me gusta como cantas —Mamoru sonrió y Suzuki no pudo evitar sonrojarse más, dándose cuenta de que cualquier halago de parte de él, lo alteraba.

—Tengo que ir a ver a Shimazaki-kun, así que te dejo cerca de tu casa —explicó Mamoru con la mirada fija en el camino, se acercó más al volante y dio vuelta a la derecha.

La mención de Nobunaga lo confundió un poco, no sabía que Zakki y Mamoru tenían una amistad, aun así no dijo nada más que un: —Claro.

Después de dejar a Tatsu en su edificio, Miyano se dirigió a la casa de Nobunaga, estacionó su auto enfrente del edificio y apagó el motor, se quedó un par de minutos adentro pensando en miles de cosas antes de dirigirse al hogar de su menor. Ya enfrente del hogar ajeno, tocó el timbre, la puerta se fue abriendo poco a poco hasta dejar ver a Nobunaga con una sonrisa.

—Miyano-san, ¿lo trajiste?

—Sí —le dio un libreto—. Siento la tardanza, Suzuki-san me pidió que lo llevara a su casa.

—Ah, ya, entiendo. Pasa —dijo abriéndole el paso al mayor.

El cantante pasó, observó a su alrededor y se sentó en un sofá color negro que tenía el propietario del lugar cuando este le hizo un ademán.

—¿Y… para qué soy bueno? —preguntó el menor tomando asiento enfrente del mayor.

Mamoru no sabía que decirle, haberle pedido que hablaran no había sido más que un impulso que se le presentó, por lo que solo dijo lo primero que se le vino a la mente.

—¿Notaste algo raro en Suzuki-san? Siento que desde ya hace tiempo actúa un poco diferente. ¿Crees que esté enfermo? —ni siquiera él sabía por qué había dicho aquello, pero era un buen tema de conversación, o al menos eso era lo que pensaba.

—¿Tatsun? Hm… No le he prestado mucha atención, pero ahora que lo menciona… —dijo deteniéndose a pensar—. Pero yo no diría que está enfermo. Tal vez, ¿estrés con OLDCODEX? La dejó abandonada desde hace tiempo. No creo que Yorke esté muy feliz con eso —terminó de decir, poniendo su mano en su barbilla. Miyano le miró sorprendido, esa posibilidad no se le había venido a la mente.

—Sí, puede ser —asintió pensando un poco en ello—. Pero eso no es de lo te que quería hablar.

—¿Qué más? Sabes que puedes confiar en mí —Zakki ladeó su cabeza.

Miyano asintió, teniendo un poco de desconfianza al querer expresarse, pues esta era la primera vez que hablaba de esa manera con Nobunaga; cuando estaba a punto de empezar a hablar, el sonar de su celular lo detuvo. Sacó su móvil del bolsillo y al ver el nombre de su esposa, suspiró aceptando la llamada.

—¡Miyano Mamoru! ¿¡Dónde estás?! ¡Te dije que tenías que venir a casa temprano hoy! Me prometiste que me acompañarías a hacer las compras y en la noche dijiste que saldríamos —un escalofrío recorrió su espalda al escuchar la voz furiosa de su "querida" esposa.

—Pero cariño —trató de excusarse.

—Nada, ¡vas a mover tu flojo trasero de inmediato a casa y vamos a ir de compras! —sentenció la mujer.

—Amor —intentó otra vez, tratando de calmar a su pareja.

—¡Dije que no! Muévete, y si no llegas en quince minutos te vas haciendo a la idea de que harás tu comida por ti mismo —expresó enojada.

—Sí… —terminó de darse por vencido. Pasó una mano por su cabello mientras veía el suelo, escuchó que colgaban el celular y prosiguió a guardar el objeto en el bolsillo.

Zakki lo veía curioso, le parecía increíble como aquella mujer controlaba al seiyuu.

—Lo siento, Shimazaki-kun, pero tengo que irme —lo escuchó decir con voz baja.

—Sí, está bien, lo entiendo —se paró de su asiento y sonrió—. Nos vemos.

Mamoru miró sus pies unos segundos antes de imitar a su menor—. Claro —le devolvió la sonrisa—. Y gracias por escucharme.

—No hay problema —contestó Nobunaga mientras caminaba hacia la salida con Miyano atrás de él.

Cuando el mayor salió, Zakki cerró la puerta, le puso seguro y dejó las llaves en su lugar, le dio la espalda a la entrada, donde permaneció unos segundos hasta que un ligero escalofrío recorrió su columna—. Nunca me había dado tanto miedo una mujer. Bueno con excepción de mi mamá —se dijo pensando en la esposa de Mamoru. Alzó los hombros dejando el tema atrás y caminó a su cuarto.

Mientras tanto Miyano Mamoru rompía todas leyes de la física para llegar a tiempo a su casa.

A pesar de que el auto ya se había ido, él todavía se hallaba parado en el mismo lugar donde lo habían dejado. Suspiró y se dispuso a caminar en dirección a su casa sin otra cosa que hacer. Al entrar a su apartamento, su gato, Suzuha, le estaba esperando, se agachó lentamente y acarició sus orejas; no tomó mucho tiempo para que el minino comenzara a ronronear en señal de satisfacción, para después irse corriendo hacia la cocina. Tatsuhisa le siguió divertido, pues sabía perfectamente lo que seguía después. Tomó de la alacena una lata de atún, la abrió y se agachó para verter el contenido en su plato; el gato lo veía curioso y cuando Tatsu se alejó, comenzó a comer.

Después de eso, el rockero fue a su cuarto a cambiarse, se quitó la incómoda camisa que traía y se puso una playera negra mucho más cómoda. Ya aburrido, volvió a la cocina, pero esta vez para hacerse algo de comer; si se pudiera llamar así, ya que solo puso agua a calentar en la estufa para poder hacerse un ramen instantáneo, pues si era sincero, él era del tipo de persona que no tenía ni un sartén en su casa.

Mientras esperaba decidió poner un poco de música para animar el lugar, salió de la cocina y se dirigió a la sala donde tenía su reproductor, prendió el aparato, buscó su playlist favorita y le puso play. La lista comenzaba con cierta canción, la cual pertenecía a Miyano Mamoru. Muchos dirían que, él, al ser un rockero de primera jamás podía tener ese tipo de canciones, pero se equivocaban, él solía escucharlas a solas y más si eran de ese seiyuu. You're in my Heart sonaba por todo el lugar, inundando el aire con una melodía suave. Sin darse cuenta, el rockero comenzó a cantar aquella canción, al principio en voz baja, para después casi gritarla, total, estaba solo en casa. Al llegar a la parte del coro, sonrió y sus mejillas se tiñeron de un color rojo provocado por la letra de la canción, todo en un momento tan íntimo, interrumpido por el odioso celular.

—¡Llegué! —se escuchó gritar al cantante desde la entrada de su casa.

—Te dije quince minutos y te tardaste quince ¡con un segundo! —exclamó su esposa seria.

—Amor —decía suavemente el hombre con una sonrisa—. Me tardé porque te compré esto —le entregó un gran ramo de rosas, tan preciosas, que lograron conmover a la mujer.

—Ma-Mamoru, no tenías porqué —los ojos de ella se cristalizaron mientras tomaba las rosas. Veía el ramo perpleja y hecha un manojo de sentimientos.

—Claro que sí, eres mi esposa y es mi deber consentirte —Mamoru tomó el rostro de su esposa y lo acunó lentamente, la mujer le sonrió.

—Gracias —susurró.

Miyano sonrió, besó la frente se su esposa y retrocedió unos pasos, alejándose de ella—. ¿Puedo preguntarte algo?

—Claro que sí —respondió sin dejar de ver su regalo.

—¿Por qué… me celas tanto? —preguntó con miedo. La mujer se sobre saltó, dejando de ver su ramo y prestándole atención a su esposo.

—Es que… si te digo crearás que es tonto —dijo sonrojada mientras iba por un jarrón para poner las rosas.

—Vamos, no me reiré. Te lo prometo —Mamoru levantó una mano divertido en señal de promesa.

—Está bien… —expresó en voz baja—. Es que… en el fondo creo que me vas a dejar —la mujer volvió con el jarrón, dejó el objeto en la mesa de centro sin mirar a su esposo.

—¿Y por quién? —Mamoru no entendía la desconfianza de su esposa, mientras que ella solo veía el suelo y jugaba con sus dedos—. Si solo me junto son hombres.

—Por eso —susurró.

—Espera, ¿dices que temes que me enamore de un hombre? —preguntó incrédulo y con una pizca de burla en su tono de voz.

—Sí —murmuró.

Mamoru permaneció viéndola por unos instantes antes de soltar una carcajada, ante, lo que para él, era una estupidez.

—¿Cómo crees que te voy a dejar? Si yo te quiero —le depositó un beso en la frente mientras su risa trataba de apagarse—. Ven, vamos a hacer las compras.

Tatsuhisa llegó a la casa de Suzumura Kenichi sin ninguna prisa. Ya enfrente de la casa tocó el timbre, esperó un par de segundos antes de que la puerta se fuera abriendo poco a poco hasta dejar ver a una chica de cabello negro y unos ojos grandes color café.

—¿Está Kenichi? —Preguntó dudoso ante la muchacha que estaba frente suyo.

—Tú eres Suzuki Tatsuhisa, ¿no? —cuestionó la chica moviendo la cabeza a un lado. El mencionado asintió—. Pasa, ya están todos aquí —la muchacha se hizo a un lado para que el hombre pasara—. Y otra cosa, me encanta tu voz —le sonrió.

Tatsuhisa sonrió forzado sin saber exactamente qué hacer. Al entrar pudo ver a todo el elenco de UtaPri, con excepción de Miyuki, sentados en los sillones que Suzumura tenía ahí.

—Hola Tatsun, que bueno que ya viniste —dijo Junichi, la voz de Ren.

—¿Quién era la chica? —preguntó Suzuki ignorando lo que había dicho Suwabe.

—Ella vino de intercambio, se queda aquí por el momento —contestó con paciencia el dueño de la casa, Suzumura Kenichi.

—Ya veo, ¿y el niño? —siguió preguntando Tatsu.

—¿Aoi? Todavía no llega —decía Maeno entrometiéndose en la plática.

El timbre sonó—. Cuando se habla del chamuco —dijo Kishow parándose de su asiento y yendo a abrir la puerta, para después regresar con el joven.

—¿Ahora nos van a decir por qué nos llamaron? —preguntó Toriumi.

—Ah sí —Kenichi tomó un vaso—. Hoy cumplimos cuatro años de trabajar juntos y por eso queremos festejar, aunque nos falta Mamo-chan, pero ¡a festejar! —exclamó alzando el vaso.

Todos pusieron cara de sorpresa, a excepción de Junichi, el cual simplemente empezó a reír, siguiéndole todos los demás.

—¡Pues a festejar! —Expresó Hiro con una gran sonrisa en su rostro—. Pero ¿quién es ella? —apuntó a la misteriosa chica.

—Eh, sí. Soy Natalie —contestó con un perfecto japonés, aunque todavía se lograba escuchar su acento.

—¿Vienes de América? —preguntó Ono Daisuke, la voz de Kira

—Sí, para ser más exactos de Chile —sonrió.

—¡Que interesante! Algún día hay que hablar —le ofreció Kisho.

—Sí, sí. ¡Pero ahora a festejar! —gritó emocionado Yonaga, el seiyuu de Nagi.

Unas horas después.

Todos se encontraban sentados en un círculo en medio de la sala de estar, mientras que una botella giraba en medio de ellos. Tomaban un poco, pero todavía tenían la mente clara, por lo que todos los retos y anécdotas que contaban, lo hacían conscientes. Esta vez era el turno de Natalie de girar la botella, tomó el objeto, dio un vistazo rápido a los presentes y después lo giró, giró unos instantes antes de quedar apuntando a Suzumura.

—¡Yes! —Gritó la chica alzando sus brazos—. ¿Verdad o reto? —le preguntó.

Suzumura se quedó pensando unos momentos—. Reto —contestó.

—¡Ooohhh! —gritó el resto, dándole un ambiente más efusivo al lugar.

Natalie esbozó una sonrisa medio malvada que provocó en el retado, escalofríos—. Te reto a… —hizo una pausa— ¡darle un beso a Suwabe-san! —esta vez puso cara de inocente, pero en su mente gritaba "¡Kya! ¡Kya! ¡Kya!", como la fangirl que era.

Un momento de silencio apareció, el cual fue interrumpido por la risa de Midorikawa Hikaru, el seiyuu de Otori Eiichi.

—¡Me gusta esta niña! —expresó antes de empezar a reír otra vez y de ahí, seguirles todos los demás, excepto Junichi y Suzumura, claro.

—¡E-Espera! ¿¡Cómo crees que voy a besar a Suwabe!? ¡Somos hombres! ¡Y amigos! Eso sería —la frase murió al sentir como Junichi lo tomaba de la barbilla y hacía que se miraran a los ojos mutuamente.

—¿Suwabe? ¿Qué…? —un par de labios no lo dejaron terminar la frase, desatando millones de sentimientos en el cuerpo de Kenichi.

El beso solo duró unos segundos, pero a pesar de eso, este logró que Suzumura se sonrojara hasta las orejas y cuando Suwabe se separó de él, cayó de espaldas al piso.

—Qué bueno que mi esposa está de viaje, si no me mataría —murmuró.

—¿Yyyyyy, te gustó? —dijo la chica con una sonrisa pícara.

—¿¡Qué?! Yo… este… —su voz temblaba.

—No debería importarte esto, de todas formas solo fue un reto —Junichi le extendió un brazo para que pudiera levantarse.

—S-Sí —respondió tomándolo de la mano y parándose del piso.

—Muy bien —interrumpió Maeno algo incómodo—. Ahora, ¿a quién le toca girar?

—A-A mí —contestó Suzumura, el cual seguía atarantado por aquel beso.

El juego siguió y siguió hasta que a Natalie se le ocurrió clasificarlos como uke y seme cuando ya no tenían nada que hacer. Ella tenía que admitir que el dueño de la casa donde estaba viviendo era demasiado uke como para no shippearlo con alguno de sus compañeros, por lo que ahora, su pareja preferida era la que hacía con Suwabe Junichi.

Al pasar las horas, todos los presentes llegaron a la conclusión de que ya no tenían nada que hacer, por lo que cada uno se puso a platicar con alguien o a jugar con el celular.

—Y… ¿ahora qué hacemos? —preguntó Morikubo dejando su celular a un lado y viendo a los demás.

—Hm… ¿y si vamos a un bar? También podríamos invitar a Hirakawa, Nobunaga, Miyata y Hosoya —propuso Toriumi.

—¡Mejor que quedarnos aquí! —aceptó Kisho.

El resto también aceptó, y así fueron juntos a un bar.

Una Hora después.

Las risas de todos los presentes se escuchaban afuera del establecimiento acompañada de la música que sonaba de forma fuerte, dándole vida al lugar. Habían muchas personas y con cada segundo que pasaba llegaban más, volviendo el lugar una maraña de gritos efusivos, música y alcohol.

La mayor parte de los hombres estaban sentados en una mesa, incluyendo los seiyuus de Sousuke, Nitori, Rei y Haruka de Free, con excepción deTatsuhisa, Miyata y Takuma, los cuales, tal vez, y solo tal vez, tomaron un poco más que el resto, pues se podía ver a Tatsun parado encima de la mesa cantando a todo volumen Rage on, el opening de Free, mientras que Takuma fingía tocar una guitarra y Miyata se metía en el papel de Nitori.

La puerta se volvió a abrir, pero a diferencia de otras veces ningún seiyuu se percató de esto; creyendo que era otro cliente más, lo ignoraron y solo se concentraron en las tonterías que Takuma y Tatsuhisa hacían, con risas retumbando en las paredes.

Miyano Mamoru había hecho aparición junto a su esposa y ninguno de sus compañeros se dio cuenta hasta que Miyata empezó a gritar: "Rin-senpai" por todas partes.

—¡Rin-senpai! ¡Ven! —Gritaba de forma efusiva mientras daba saltos cerca del hombre—. ¡Toma un poco con nosotros! —Agitó su mano enfrente de su rostro.

—¡Ah! ¡Mamo-chan! —Llamó Maeno agitando su brazo en señal de que fuera con ellos.

Miyano abrió los ojos como platos cuando vio a sus compañeros de trabajo sentados en una mesa, no le desagradaba verlos, pero prefería no juntar su vida laboral con la privada. Los veía incrédulo, con sus ojos a punto de salir de su órbita al ver las tonterías que hacían—. ¿Eh? ¿Qué están haciendo aquí? —fue lo único que pudo decir cuando llegó hasta ellos.

—¡Hacemos fiesta! —respondió Morikubo alzando su tarro de cerveza.

—¿Por qué? —Cuestionó el más alto arrugando su entre cejo.

—Bueno, los de UtaPri porque ya son cuatro años de trabajar juntos y después invitamos los de Free, así la fiesta se hace más grande —explicó Hiro con entusiasmo.

—¡Oye! ¡Miyano! ¿Por qué no viniste desde el principio? —Tatsuhisa bajaba de la mesa como podía, sostenía una botella y se tambaleaba con cada paso que daba—. ¡Te perdiste lo mejor! —Decía poniendo un brazo alrededor de los hombros del más alto— ¡Suzu-chan y JunJun se besaron! —concluyó.

—¿¡EH?! —Fue lo único que pudo expresar Mamoru.

—¡Fue un reto! —Gritó Suzumura tratando de remediar la torpeza que dijo Tatsuhisa.

—¡Pero te gustó! —Se burló Aoi, que si bien, no había tomado ni una gota de alcohol, con solo olerla ya se le había subido.

—¡No es cierto!

—Claro que sí.

—¡Que no!

—¡Ya cállense! —se metió la esposa de Mamoru.

Al escuchar la voz de aquella mujer, todos se callaron al instante y la miraron con temor. Tatsuhisa dio un salto del susto, escondiéndose detrás de Mamoru.

—¡Mamo-chan! ¡La mujer da miedo! —Expresó temeroso mientras escondía su cara en la espalda de Mamoru.

—¿Eh? —Expresó sin entender—. ¡Ehhh! Suzuki-san, ¿q-qué haces? —Miyano intentó voltearse y separase de él, pues el rockero tenía su nariz puesta en la nuca del mayor, tratando de oler su aroma.

—Mhm… Mamo-chan huele bien —siguió oliendo.

—Oye, ¿qué? —la mujer tenía cara de "¿qué rayos?" mientras que Natalie sacaba su celular y hacía un millón de fotos de la escena.

—Ignórenlo, está totalmente borracho —explicó Kenichi con un tono de voz neutral.

—¡Solo! ¡Quíntenmelo! —Gritó Miyano cuando la situación comenzó a incomodarle. Dio pequeños brincos y movimientos bruscos tratando de despegarse de él, pero era inútil, ya que aquel hombre parecía piojo a una cabeza.

Ya harta de la situación, su esposa tomó al rockero de la cintura y lo jaló de su "amor" tratando de despegar a los dos hombres, pero Tatsuhisa solo se sujetaba más de Miyano. Finalmente se necesitaron dos personas más para sepáralo del cantante.

—¡No! ¡No quiero! ¡Mamo-chan no me dejes! —realmente quería seguir abrazándolo.

—¡Aléjate de mí, Natsuki dos! ¡Que te exorcice Piyo-chan! —Gritó el otro. Tatsuhisa se sentó en una esquina y se deprimió como si de Tamaki Suoh se tratase.

—No pensé que se pondría así—aportó Junichi.

—No creo que sea solo eso —le susurró Toriumi al oído.

Él y Junichi lo conocían mejor que la mayoría, pues cuando el rockero apenas empezaba en el mundo del seiyuu, no tenía mucho dinero y ellos dos solían invitarlo a comer muchas veces; así que solían pasar mucho tiempo juntos, logrando así, conocerse un poco más. Junichi y Kousuke lo miraron con preocupación, temían que algo malo le pasase.

—¡Oye, Tatsun! ¡Ya ven! Mejor te llevo a casa —Maeno lo tomó por los hombros, sacudiéndolo un poco, pero Tatsuhisa no se movía, lo hizo un par de veces más hasta darse cuenta de que estaba dormido—. Chicos está dormido. ¿Qué hago?

—¡Déjame tomar un foto! –Natalie sacó su celular otra vez y tomó una foto. El flash, el cual no estaba apagado, logró despertar a Tatsuhisa. Este se levantó de un brinco, sorprendiendo al resto, y se sentó en la mesa.

—Estoy bien. Todavía no tengo ganas de irme —expresó agitando una mano. Todos lo miraron sorprendido pero aceptaron su decisión, total, él era un adulto y tenía que hacerse cargo de él mismo. Tomó una botella de cerveza que había por ahí y comenzó a beberla sin importarle si era de él o no.

—Suzuki ya deja de tomar —le regañó Maeno.

—¡Cállate! ¡Estoy toooootalmente bien! —Arrastraba las palabras—. ¡Ustedes solo son unos aburridos! —Yonaga trató de quitarle la botella, pero en un movimiento rápido, Tatsuhisa bebió el resto, pasó su brazo derecho por su boca, limpiando las sobras del líquido que habían quedado en la comisura de sus labios, para después poner la botella en la mesa.

—Suzuki-san, ya deja de tomar —habló serio Miyano.

—¡Cállate, trastornado mental que se deja controlar por su esposa! —Se burló.

—¡Oye!

—Ugh… espera —Tatsun llevó sus manos a la cabeza, sosteniéndola un poco al sentirse mareado. La sala comenzaba a darle vueltas y sentía como si taladraran su cabeza a cada segundo, como pudo, se acercó a un asiento cerca de Yonaga y recargó su cabeza en las piernas de él.

—¡Suzuki-san! ¿Está bien? —preguntó preocupado Mamoru.

—Cálmate. Solo está durmiendo —respondió Morikubo de forma pacífica.

—Otra vez —suspiró Tsubasa.

—Cállate, que las últimas dos veces fui yo —Morikubo cruzó sus brazos.

—¿De qué hablan? —Preguntó Shimazaki, sintiéndose ajeno a la situación.

—Eh… Bueno, a veces, cuando nos vamos a tomar algunas copas y Tatsun toma demasiado, suele quedarse dormido en las piernas de alguien. La mayor parte son en las de Tsubasa o mías —explicó Morikubo.

—¡Ahhh! —Expresaron entendiendo aquella situación.

—Kawaii… Mamo-chan —murmuró entre sueños el rockero

—¡Ya! ¡Suzuki Tatsuhisa! ¡Te vas de inmediato a casa! —Gritó Miyano con los nervios de punta. Caminó hacía el menor frustrado y se inclinó un poco para poder despertarlo.

Tatsuhisa tenía los ojos medios abiertos y con el sonrojo que le causó el alcohol, el hombre no parecía estar en sus cinco sentidos. Pudo ver la cara de su "amigo" algo borrosa, levantó una mano y acarició la mejilla de Mamoru ante las miradas sorprendidas de los presentes. Mamoru no sabía cómo reaccionar, sentía sus mejillas comenzar a arder y sus piernas temblarle, trató de separarse del menor, pero Tatsuhisa lo impidió.

—Tatsuhisa, ¿qué ha…? —Las palabras murieron en sus labios al sentir como eran apresados por otros.

Todo estaba en silencio, la música parecía haber desaparecido, al igual que los demás clientes. Todos miraban a los dos hombres que tenían los labios conectados, sorprendidos ante ello, sin saber cómo reaccionar. El momento terminó tan rápido como empezó, Suzuki, de nuevo, cayó dormido, en las piernas de Tsubasa, dejando a Mamoru con la cara totalmente roja y la boca semi-abierta, sin poder comprender lo que había pasado.

El silencio incomodo fue interrumpido por Midorikawa Hikaru, el cual se paró de su asiento y carraspeó un poco—. Bueno… mejor lo llevo a su casa. De todas maneras ya me tengo que ir.

—¿Está bien si me voy contigo? Los trenes ya no conducen a esta hora —preguntó Hirakawa tratando de dispersar el ambiente tan tenso que se sentía.

—Claro —respondió agarrando el brazo de Tatsun, lo puso sobre sus hombros y después tomó su otro brazo, haciendo que lo rodeara por la cintura, para poder hacer que se parare—. Vamos borracho, a casa —dijo pero Tatsu no respondía, solo estaba en sus brazos como una bolsa de patatas.

Al ver lo difícil que era cargarlo, Daisuke decidió ayudarlo, sosteniendo uno de los brazos—. Pesas, pues ¿cuánto comes hombre? —expresó con esfuerzos.

Los dos hombres y la bolsa de patatas se hicieron camino hacia afuera con esfuerzo. Mientras que Daisuke abría la puerta del auto, Midori sentó al inconsciente en la silla de atrás, cerró la puerta de un golpe y se subió al asiento del piloto, acción que imitó Hirakawa, pero él se sentó en el del copiloto. Midorikawa encendió el auto y comenzó a conducir, alejándose poco a poco del bar al que habían ido.

Cuando llegaron al lugar, Midorikawa apagó el motor, salió del auto y con ayuda de Daisuke sacó a Tatsun del objeto y caminó hasta la puerta de su casa. Buscó en el bolsillo de Suzuki las llaves y cuando las encontró, abrió la puerta, al entrar prendió la luz, dejando ver todas las pertenencias del rockero. Alcanzaron a escuchar un maullido en el piso, bajó la vista, curioso, y observó a un gato tricolor mirándolo con sus ojos amarillos.

—No sabía que tenía un gato —cerró la puerta tras de él y buscó la recamara del rockero. Después de abrir tres puertas en busca de su cuarto, por fin lo pudo encontrar, dejaron caer a Tatsun en la cama. Hirakawa le quitó los zapatos y Hikaru puso unas sábanas sobre él.

—Bueno ya nos vamos, ebrio —vio el reloj a lado de la cama y programó el despertador—. Para que no te quedes dormido —salieron de la casa.

Suzuha estaba sentada en la ventana, observando con sus ojos amarillos brillantes como los hombres se sentaban en su auto y se marchaban.

Midorikawa sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y la sensación de que algo o alguien lo estaba observando.

—Ya estoy imaginando cosas —suspiró y se sacudió.

—Creo que deberías dejar de ver películas de terror —rio Daisuke.