Resumen: Viviendo en Nueva York, Rachel descubre un concurso de canto y baile por lo que decide llamar a sus viejos compañeros del Glee Club, pero lo que nadie esperaba era que Santana López terminara enamorada de quién sería su profesora para esta competencia de baile.

Disclaimer: Glee es una serie de televisión que pertenece a Ryan Murphy, Brad Falchuk e Ian Brennan, siendo transmitida por la cadena de Fox.


~ Baila conmigo ~

1

Me crucé de brazos observando a la belleza rubia frente a mí. La chica era una bailarina nata, completamente profesional y no parecía perder el hilo de lo que hacía. Bailaba con una gracia que le hacía resaltar con un brillo alrededor. Cada giro, cada movimiento, cada paso que daba era único. Ella era hermosa ante mis ojos.

Tenía el cabello rubio largo, pero en este momento lo traía atado en una cola de caballo que colgaba en su espalda. Su flequillo era recto y cubría toda la frente dejando caer dos mechones desde las sienes. Ella vestía con una polera ajustada sin mangas color celeste que tenía dos franjas a los lados en la cintura en forma vertical de color naranjas y usaba unos pantalones deportivos ajustados color negro con franjas blancas. No eran largos sino cortos. Traía unas deportivas air max que la hacían parecer un poco más alta, eran de color blanca con un rosado pálido y un naranja fluorescente.

Ella guiaba a al menos siete bailarines que estaban detrás mientras mis amigos y yo estábamos parados allí observando con asombro.

Cada bailarín seguía los pasos sin perderse y en momentos hacían otro tipo de pasos diferente a los de ella, todos coordinados entre sí.

Trague saliva cuando la vi mover la cadera. Dios, esa ropa hacía que su busto se viera bien definido y las caderas resaltaran. No podía con esto.

Sentí un golpe a mi costado y me fije en que Quinn Fabray, una de mis mejores amigas, me sonreía con malicia señalando disimuladamente a la rubia allí. Yo intente restarle importancia a lo que decía. Quinn también era rubia, pero ella no tenía el cabello largo sino corto y de un color platinado (teñido) y sus ojos eran de color verdes en cambio los de aquella rubia eran sin duda azules, tal vez algo grisáceos, pero en fin de cuentas azules.

Era la segunda vez que veníamos a este lugar a ver a la bailarina. No sabíamos mucho de ella porque realmente no hablábamos con ella, solo veíamos. Yo podía escuchar un acento holandés en su voz, pero era demasiado débil. Ella era joven, seguramente tenía veinte años y por lo que tenía entendido, según uno de los guardias del estudio de baile, me dijo que ella no asistía a la escuela desde que tenía dieciséis años porque parece ser un prodigio de las matemáticas y se graduó un año antes.

Eso era fantástico.

– Ella podría ser lo que estamos buscando – Dijo Mercedes, una chica de piel negra (uhg espero que eso no suene racista, bah que importa) de cabello negro ondulado. Era algo robusta, pero tenía una voz increíble y llegaba a grandes y altos tonos.

– Ella es lo que estamos buscando – Asintió Kurt, el chico gay del grupo. Era un poco alto y tenía el cabello peinado de una forma extraña, parado más bien en la zona delantera. Siempre vestía con el último grito de la moda, al menos eso creía él. Una vez lo vi usando falda.

Yo asentí mordiendo mi labio instintivamente. Claro que esa chica era lo que había estado buscando toda mi vida. Yo misma la envolvería en un regalo y me lo daría a mí misma, sin embargo ellos hablaban de otra cosa.

Nosotros éramos egresados del McKinley High desde hace dos años, pero nos habíamos vuelto a reunir después de que el pitufo (uno de mis compañeros) nos hubiera pedido que lo hiciéramos porque había descubierto un concurso de baile y canto grupal para las edades de dieciocho a treinta. A todos nos pareció una buena idea, pero con el tiempo que habíamos pasado sin ensayar os habíamos quedado algo… oxidados. Las reglas del concurso decían que debíamos tener uno o dos entrenadores por lo que pensamos en pedirle a nuestro viejo profesor del Glee Club, grupo en que estuvimos en la escuela, que nos ayudará y él encantado viajo junto con su esposa y su hijo a Nueva York. Además de él, Mike Chang, uno de los mejores bailarines de nuestro grupo, nos dijo que necesitamos a alguien que pudiera enseñarnos los mejores pasos de baile y ya que él apenas era estudiante pensó en un profesional y aquí llegamos.

El lugar no era caro según las investigaciones de Rachel Berry, la chica irritante que daban ganas de golpear a diario. El cobro sería por grupal y a demás esa chica podía hacernos una coreografía propia si le entregábamos una canción.

Yo había escuchado, de la voz de unos de sus alumnos, que ella había enseñado a bailar a muchos que ahora estaban en la cima, y también, lo más impresionante de todo, ella había ido de gira con Beyonce, eso me convenció incluso antes de verla por primera vez.

– Aún así – Rachel, era morena (también teñida) y una enana. Mi pasatiempo era molestarla a ella siempre – creo que deberíamos hablar con ella para saber si puede ayudarnos. Dios, quisiera que el Sr. Shue hubiera venido con nosotros ahora para que nos dijera que hacer

– Yo digo que hay que contratarle – Dije asintiendo. Algunos me miraron de mala manera conociendo intenciones ocultas, pero yo fingí inocencia.

Para nadie del grupo era un secreto mi sexualidad. Cuando era más joven había estado en relaciones con muchos chicos en mi vida, todos cosas de una noche o no muy largas, pero no fue sino hasta que tuve un enrollo con una chica una noche en un club pub cuando fuimos todo que comencé a notar cosas extrañas. Termine aceptando que era una lesbiana de closet, pero no pensaba decírselo a nadie hasta que por culpa de un idiota todos se enteraron.

– ¿Qué? Ella es buena, deberíamos contratarla y ya – Dije como si fuera obvio – Aceptémoslo, todos aquí somos un desastre. Van dos años que no hacemos esto y no puedo decir que somos realmente buenos después de todo

– Ella puede enseñarnos a bailar como profesionales. Los que entraran en esa competencia serán profesionales a la segura – Quinn asintió – Necesitamos una buena ayuda y no es por ofender pero el Sr. Shue no es muy bueno tampoco y Mike apenas es un estudiante. No es como si pudiera ayudar mucho

Me crucé de brazos asintiendo lentamente. Cuando la música dejo de sonar pude ver que los bailarines habían chocado los cinco entre sí y luego caminado hasta donde se encontraban una bancas para recoger sus cosas.

La chica apenas se despidió de sus alumnos, los cuales tenían edades variadas, habían jóvenes como quince años, adultos como veinte y otros que no tenía ni idea de que hacían ahí pero a la segura tenían treinta años.

Nos miramos entre nosotros y luego asentimos. Rachel fue la primera en tomar la palabra a la rubia que estaba arrodillada junto a mochila que estaba en una banca. En el suelo a su lado había una botella rosada de metal y ella parecía buscar algo en la mochila.

– Uh, disculpa – Llamó la enana – ¿Tú eres Brittany Pierce, cierto?

– Sí – Sonrió la muchacha, y por dios que era una hermosa sonrisa. Se puso en pie con la botella en la mano y colgando la mochila al hombro – Brittany S. Pierce – Alzó mano y Rachel se la estrechó. Hice una mueca porque hubiera deseado haberse tomado yo – ¿En qué puedo ayudarles?

– Uh, verás, espero que hayas oído hablar del Gran Prix Singing and Dancing – Rachel comenzó a explicar y ella asintió – Necesitamos un entrenador. Somos un grupo de once y queremos que tú puedas ayudarnos a entrenar. Cuando éramos más jóvenes estábamos en el Glee Club, pero ahora que nos graduamos hemos perdido algo de técnica

– Uhm, ya veo – Asintió la rubia pensativa – Pero, uh, creo que buscan a la persona equivocada. Soy profesora de baile, no entrenadora de grupos y además si mal no recuerdo son doce las personas que se necesitan para participar. Les falta uno

– Eso es lo otro, pensaba que tal vez podrías unírtenos – Rachel dijo tímida – Escucha, realmente queremos hacer esto y necesitamos tu ayuda

Ella torció los labios indicándonos seguirla. La habitación enla que estábamos era un estudio de baile completo donde la única salida era una escalera que daba hacia la planta baja. El suelo constaba de madera barnizada, pera bastante liso por lo que cualquiera podía deslizarse incluso sin lubricar o algo así. En la pared vertical de la izquierda había un espejo que ocupaba todo el tamaño de la pared y a su derecha, en la pared horizontal de frente habían algunas ventanas anchas separadas por medio metro de concreto, eran cinco en total y eran grandes también, altas de hecho. Las bancas estaban posicionadas en la pared de la derecha a ésta y luego estaba la escalera al lado de las bancas en la pared horizontal, posicionada también de forma horizontal.

Bajamos las escaleras siguiendo a la chica, ella bebió de su botella de agua y luego habló mientras bajaba. Su respiración ya estaba ralentizada.

– Eso suena divertido, pero como les dije soy profesora. Tengo todo el día ocupado salvo por los fines de semana – Ella murmuró.

Llegamos a la primera planta. Este edificio constaba de dos plantas nada más. Las paredes del primer piso eran de color durazno y a la mitad de esta tenía dos líneas horizontales rojas con unos diseños de azafranes en medio de ambas líneas. La puerta de entrada era una puerta doble. A mi derecha, casi oculto por las escaleras, había una pequeña sala donde habían tres sillones, una mesa de centro y un televisor. Sobre la mesa de centro habían muchas revistas. Parecía ser una sala de espera. En frente de mí, frente a las escaleras más bien, había un mostrador con una chica detrás de él. Ella estaba conlos ojos pegado a una computadora mientras hablaba por teléfono. El mostrador era alto y como ella se encontraba sentada apenas se le veía el cuello. A la izquierda y a la derecha de ella había dos corredores, uno daba a una escalera y el otro a una puerta. A mi izquierda estaba la entrada y salida del lugar.

– Hey Britt – La muchacha colgó la llamada y le sonrió – La señora Lumbert cambio su clase de hoy por mañana, al parecer tuvo que llevar a su canario al veterinario

– ¿Qué alguien más en la lista? – Pregunto la rubai inclinándose sobre el mostrador.

– Veamos – Sonrió de pronto y levantó los ojos de la lista que estaba mirando – No. Ella era la última. Tenía una clase de dos horas de salsa con su pareja

– Ya veo, entonces es el final de mi día – La chica dijo sonriendo – ¿Por qué no te tomas el día? Tengo unos asuntos que atender antes de irme

– Está bien – Asintió la chica sonriendo. Ella era tan joven como Brittany.

Nos volvió a mirar y nos indico seguirla hasta el corredor dela izquierda del mostrador, cruzamos la puerta y llegaos a una pequeña sala donde habían algunos estantes e incluso un escritorio. Parecía una oficina. Brittany se sentó detrás del escritorio y Rachel y Kurt en las dos sillas frente a ella, los demás nos quedamos de pie.

– ¿Y por qué tan interesados en mí? Hay mucha gente que puede bailar y cantar al mismo tiempo – La muchacha preguntó.

– Sí, pero todos son realmente basura – Dije despreocupada.

Rachel se rió – Lo que quiere decir es que hicimos audiciones, pero nadie estaba a nuestro nivel –

– Mentira – Bufé – Nadie se presento

La rubia me miro con una sonrisa. Trague saliva desviando la mirada levemente.

– Uh, pero aún así… – Murmuró ella.

– Te pagaremos – Dijo Kurt con seguridad – Después de todo estamos solicitando tus servicios como profesora y lo de trabajar en nuestro grupo es un cargo extra. Si no quieres bailar con nosotros bien, conseguiremos a alguien más

– Uh, ya veo – Murmuró la rubia pensativa – Sin embargo – Movió unos papeles revisándolos – Tengo todas las horas ocupadas así que no creo tampoco. Como les dije solo tengo libre los fines de semana y eso solo porque no trabajo. De lunes a viernes EL GATO DANZARÍN da clases, pero todo mis horarios ocupados. Salsa a las cinco, hip-hop a las tres. Un grupo de chicos que quiere que les ayude con su baile a las once. Incluso tengo clases de rap los lunes – Se rió entre dientes – Lo siento

Vi a Rachel mover su pie como cada vez que entra en pánico. Se notaba desesperada por hacer que la rubia nos ayudara, yo torcí los labios pensando.

Chasqueé la lengua por un segundo – Bien – Todos me miraron sorprendidos – Si no quieres no lo hagas. No te necesitamos de todos modos. Somos perfectamente capaces de ganar por nuestra cuenta

La chica me sonrió asintiendo. Okey, no era el efecto que quería, pero esperaba que antes de cruzar esa puerta o la de salida del lugar mi plan diera frutos.

– Me alegró que tengas tantas esperanzas – Dijo ella.

– Sin embargo – Dije volteando hacia atrás – Te vas a perder grandes oportunidades. Escuche que hay cazadores de talentos. Una bailarina profesional como tú seguramente querría bailar en giras y no en un pobre estudio. Serías una tonta si…

– Suficiente – Alzó la voz más alto. Todos la miramos sorprendidos. Ella parecía molesta – Fuera de aquí. Ya les he dado mi respuesta y es un rotundo no

Hice una mueca pensando en que debí haber dicho algo que estuvo fuera de lugar, pero desde mi punto de vista fui lo más amable posible y yo nunca soy amable, eso todos mis amigos podían corroborarlo.

Salimos de allí enseguida encontrándonos con un atardecer esperándonos. Suspire rendida volteando hacia la entrada de la escuela de baile, si se podía llamar así. Solo era un local de dos pisos donde había un solo profesor, el dueño del lugar. En la entrada, sobre la puerta doble, estaba escrito con letras en relieve:

ESCUELA DE BAILE
EL GATO DANZARIN

– Bien hecho tonta – Me retó Quinn al salir de allí – Ahora sí la has hecho enfadar

– Pero no le he dicho nada malo. Solo trata de persuadirla – Me defendí despreocupada. Aún no entendía que dije que fue tan mal.

– Tal vez que insultaste su escuela – Dijo Rachel suspirando – Bueno chicos, vamos a casa. Ya veremos que hacer mañana cuando nos reunamos todos

Asentí lentamente y me despedí de Quinn quién tomó un taxi poco después de alejarnos. Los demás, Mercedes y Mike se fueron en otro taxi.

Yo vivía compartiendo un departamento con Rachel y Kurt, bueno ellos vivían así y yo llegue de la nada tras abandonar la universidad. Con el tiempo en que pasaba viviendo con ellos me fui haciendo amiga, más que antes porque solo podía pensar en insultarlos cada que tenía oportunidad y Rachel de la nada comenzó a volverse mi única amiga porque antes no veía a Fabray en ningún momento.

Llegamos al departamento y me deje caer en el sofá cansada. No podía creer que hicimos ese viaje por las puras, aunque aún no sabía qué demonios le dije a la chica para molestarla. Ella parecía realmente molesta conmigo.

De todos modos esa noche soñé con ella y no sabía por qué. Ella estaba allí frente a mí vestida elegantemente. Traía un vestido ajustado a su cuerpo de color celeste que resaltaba sus ojos de la forma más hermosa que existía. Traía un peinado común: una trenza cascada en el costado de la derecha.

Estábamos en un salón de baile o eso creo, pero habían varias mesa donde muchas personas vestidas elegantemente también estaban allí.

En sus manos había una copa con un líquido rojo y estaba cruzada de brazos mientras observaba a alguien desde lejos. Yo estaba ahí, a varios metros de ella, pero podía verla a ella desde donde yo estaba. Vestía de rojo, un vestido muy ajustado.

En ese salón también estaban mis demás amigos, todos vestidos elegantemente.

Cuando decidí acercarme a la chica ella me miro con una expresión suave, pero poco después ella retrocedió desapareciendo con el aire lentamente.

Me desperté esa mañana con una laguna en mi sueño. Era todo lo que recordaba, pero sabía había que algo importante había sucedido en ese sueño porque tenía la sensación de que había algo que debía recordar.

– Buenos días – Dijo Rachel cargando una taza con café.

– Buenos días – Salude en medio de un bostezo.

– Bien has despertado al fin – Kurt dijo mirando el periódico tranquilamente – Ahora tenemos que ver que haremos. Nuestros amigos llegaran en cualquier momento para ver qué hacer y el Sr. Shue también vendrá

– Conseguir otro miembro – Me encogí despreocupada – Nos falta uno

– Uhm – Rachel pensó un poco – ¿Qué me dices de Dani? Ella podría, ¿no?

– No lo creo – Suspiré – Desde que Dani y yo terminamos hace tres meses no nos hemos vuelto a ver

– Oh –

Dani era mi novia. Énfasis en "era". Habíamos salido por casi un año, y yo realmente la amaba, pero comenzó a volverse una relación complicada un mes antes de que rompiéramos. Ella era cantante, igual que yo, pero al menos ella tenía una banda con la cual solían irse de giras y abrir conciertos de grandes artistas. Fue entonces cómo comenzamos a distanciarnos y finalmente terminamos.

– Opino que intentemos hablar con Brittany. Esa chica es muy buena y también opino que le pongamos un bozal a Santana –

– Escucha Lady Hummel, ya les dije anoche que no sé que fue lo que dije que estuvo mal – Gruñí. Todos seguían molestándome diciendo que fue mi culpa, y claro tal vez lo fue pero no iba a aceptarlo así como así – ¿Y sabes qué? Cualquiera baila mejor que esa chica. Es una arrogante

– Ella no es arrogante. A mí me pareció muy amable – Dijo Rachel sonriendo – Escucha si no quieres venir no lo hagas. De hecho es mejor así, nosotros hablaremos con ella

– Idiotas – Me quejé levantándome y hablando entre dientes – Me desprecian. Aún no sé que dije que estuvo mal – Caminaba devuelta a mi habitación – y ahora no quieren que vaya con ellos. Seguramente pensaban en irse sin decirme

Más tarde, cerca de las dos de la tarde de hecho, las gemelas Olsen se habían ido para hablar con Britt y seguramente ellos no habían ido solos, pero ya que me dejaron sola no tenía más que hacer así que decidí salir e ir a un lugar a comer.

Tenía un antojo de una hamburguesa y papas fritas. Tan solo chatarra por el simple hecho de que esos tontos me dejaron sola. Pensaba en ir a un McDonald's, pero me detuve en una vitrina cuando en una tienda de comida vi a una chica, más bien a esa chica, allí sentada en una mesa. Estaba sola con una computadora y a su lado había un plato con comida. Sonreí maliciosa pensando en que los tontos fueron al estudio de baile y ella estaba allí.

Entre al lugar y sin pensarlo dos veces me senté frente a ella. Creo que no lo notó hasta que llamé a la camarera y ordene una pichanga (contenía trozos de carne, de cerdo, cebollas en pluma y frita, papas fritas, vienesas y chorizo) Ella alzó la vista hacia mí sorprendida y luego miro a su alrededor verificando si las mesas estaban todas llenas o no.

– ¿Qué haces aquí? – Pidió suavemente. Sonreí porque parecía que me recordaba y eso podía ser algo bueno.

– Iba camino a un McDonal's y te vi así que pensé en entrar – Sonreí. Cuando trajeron mi plato con comida yo sonreí lamiendo mis labios, pero la hermosa rubia frente a mí hizo una mueca de asco para luego volver a la computadora – Soy Santana, por cierto

Ella asintió. Noté su comida en su plato, apenas había sido tocada y constaba de ensalada. Había algo tofu, creo.

– Lamento lo de ayer. No sé qué fue lo que dije que estuvo mal, pero lo lamento – Me disculpe antes de morder una papa.

– No te preocupes. Ya todo olvidado –

– Que bien. ¿Quieres? –

Arrugó la nariz y sacudió la cabeza – Soy vegetariana –

Me sentí como si el mundo se me viniera abajo. Yo no sé que trataba de hacer con ella, si demostrarle que no era mala persona o intentar coquetearle, pero sea lo que sea seguramente se le vino abajo cuando me vio comiendo carne. Una vegetariana. Eso explica las muecas que hizo ante la comida que pedí y la comida que ella comía.

– Oh, eso está bien… supongo… – Murmuré mordiendo un a papa.

Estuvimos un tiempo en silencio y yo suspiré. Tenía que hablar con ella ya que esta era la única oportunidad que tenía para hacerlo.

– Mira, escúchame, lo siento en serio. Sea lo que sea que dije seguro estuvo mal y es cierto que te necesitamos. Somos bailarines, pero no tan buenos y cantamos bien. Te prometo que si nos ayudas y entras con nosotros no vas a arrepentirte – Dije suavemente.

Ella me miró de reojo, de pies a cabeza y me sonrió ligeramente. Bajó la pantalla de su computadora y la guardo en una mochila, luego puso el plato frente a ella y me miró.

– Puede, pero ya te dije que soy profesora –

– Y una profesora muy hermosa – Dije, me mordí la lengua y me regañe internamente, pero seguí adelante – pero tal vez necesitas algo "cha-cha-cha" en tu vida. Bailar por ti y no para otros, porque si entras con nosotros es por ti por quién vas a bailar

Espere un segundo y ella sonrió con lejanía – Tonta –

– ¿Eh? –

– Me llamaste tonta – Dijo, suspiro pasado una mano por su cabello – Es un tema sensible. Odio que alguien me llame así

Sonreí – No lo volveré a hacer, pero por favor… –

No sé qué fue lo que hice, creo que ella pensaba que yo daba pena a simple vista por estar rogándole u otra cosa, pero me sonrió con suavidad mientras reía. Me encantó escuchar ese sonido y yo prácticamente podía grabarlo y hacerlo mi tono de llamada, si es que no era muy raro.

– Eres persistente – Sonrió divertida.

– Soy muy persistente – Dije sonriendo. Ella parecía más que divertida por la situación y al cabo de terminar de comer yo prácticamente trague y la seguí por la calle mientras ella reía.

– Escucha, tengo que ir al estudio –

– Estupendo. Te seguiré hasta el fin de los días para que aceptes – Dije riendo.

Ella se detuvo mirando un letrero, me tomó de la muñeca y me arrastro corriendo en otra dirección. Me sorprendí por un instante pero me reí junto con ella.

– ¿Dónde vamos? – Pregunté al detenernos en un cruce.

– Pensé que si ibas a seguirme todo el día y tratar de ser persistente, podrías pagar la entrada a al parque de juegos –

– Espera, ¿qué? – Dije sorprendida. Esto era un secuestro.

Termine riéndome mientras entrabamos al parque de diversiones. Ella se había fascinado enseguida por la montaña rusa y me arrastró allí. Me tocó pagar todo y cada vez que nos acercábamos a un juego mecánico yo le decía: esto es un paso más cerca de que estés en nuestro equipo. Ella se ría y me decía: puede que sí.

Nos las pasamos de juego en juego y la verdad sé que debía ser un momento incomodo y extraño, pero me divertí tanto que ni siquiera pensé en el hecho en que estaba en un parque de juegos con una chica a la que apenas conocía y creo que ella pensaba igual que yo porque en ningún momento parecía ponerse incomoda.

Fuimos a al montaña rusa donde me sorprendí que tomara mi mano por un segundo, creo que ella no lo notó. Al túnel del terror, se asusto bastante, pero le gusto. Entramos en una cabina de fotos. Muchos juegos como algo llamado Zamba y otros en los que te tirabas en un tronco y te lanzaban agua.

Fue un día de locos. Finalmente cuando estábamos por irnos, me fije en que Brittany no dejaba de mirar un panda de peluche en un puesto de dardos. Yo le sonreí tranquilamente.

– ¿Quieres el panda? –

– Uh. No, vámonos. Seguramente tendré problemas – Ella miró su reloj y abrió los ojos sorprendida – Santo cielos. Hemos estado tres horas aquí, ya me perdí una clase. Espero que no reclamen

Sonreí torcido – Hagamos un trato. Si te consigo ese panda tú vas a entrenarnos – Dije con una sonrisa de suficiencia – Nada más que eso. Nosotros conseguiremos al chico que nos falta

Ella miró el tiro al dardo y luego sonrió – No podrás conseguirlo. Se ve complicado –

– Lo intentaré – Me encogí de hombros.

– Okey – Sonrió desafiante – Si me consigues ese panda yo los entrenare… gratis

Alcé las cejas – Subes el marcador, interesante. Con mayor razón voy a conseguirte esa cosa –

Se rió ligeramente mientras caminábamos al puesto. Deje un billete en el mostrador y espere a que me dieran los dardos. Me fije que para ganar ese panda los tres dardos debían dar en el centro. Así que yo intente. Logré atinar uno de los tres, pero no me iba a rendir así que cada vez que perdía volvía a dejar el dinero allí para pedir más dardos.

Ni siquiera sé cuánto dinero perdí en esa tonta caseta de dardos. Brittany estaba sentada en una banca cerca del juego, comiendo un helado en cono y observando cansada. Estaba tan cansada de eso.

– Uno más – Le dije al hombre. Revise mi billetera y me sorprendí de que solo me quedaban tres dólares. El valor del juego. Volteé a mirar a Brittany que cuando me vio sonrió agitando la mano y luego mire al panda. Pensé en la razón por la que intentaba ganar ese panda, tal vez porque ella parecía emocionada cuando lo vio por primera vez o tal vez por el acuerdo que hicimos. Lo que sea, quería ver esa sonrisa. Dejé los tres dólares y volví a intentar logrando dos aciertos. Cuando iba a lanzar el tercero me detuve fijándome por un segundo en el panda y luego recordando que era mi último intento. Lo lancé con toda la firmeza del mundo, cerré los ojos por un instante y luego me sorprendí de haberle atinado.

El hombre me entregó el panda, se veía casado de hecho. Camine hasta donde estaba la rubia sentada, miraba un reloj de muñeca cuando mi sombra le cubrió la luz del atardecer, alzó la vista y me sonrió.

– Wow, lo lograste – El oso panda no era más grande que ella ni más pequeño. Era de un tamaño mediano como del porte del torso. Se lo entregué sentándome a su lado – Es muy lindo, pero no tenías que gastarte todo tu dinero tratando de ganarlo

– Un trato es un trato – Dije sonriendo. Ella me sonrió con cariño. Metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta sorprendiéndome cuando sentí unos labios en mi mejilla. Volteé a ver sorprendida y sonrojada ella me sonreía con dulzura.

– Gracias –

Sonreí. Le indique que fuéramos. Caminamos en silencio un poco hasta su estudio de baile, ella cargaba con el oso panda y mientras lo hacía a veces sonreía o reía recordando algo gracioso. Nuevamente, sé que debería sentirme incomoda o algo pero me sentía increíblemente feliz.

– Hoy fue un día raro – Ella comentó.

– ¿Uh? Bueno, sí porque para empezar fui al parque de diversiones con una completa desconocida y termine gastando todo mi dinero en un oso pando que ni siquiera era para mí –

– Te lo comenzaré – Ella dio un saltó frente a mí – ¿Quieres ositos de gomita? Por lo general son mi mejor arma

– ¿Ositos de gomita? –

– Sí, soy una persona perfectamente sobornable con ositos de gomita. Si me los hubieras dado desde un principio entonces yo seguramente habría aceptado desde un inicio –

– Ojalá lo hubiera sabido – Sonreí divertida. Ella pensó un poco – ¿Te invito a cenar a mi casa?

– ¿Tu casa? – Trague saliva.

– Sí, bueno, tengo que ir a excusarme con Nina ahora pero podría enviarle un mensaje e irnos – Sonrió – ¿Qué dices?

– El trato era que si yo te consigo ese oso entonces tú nos entrenarías. No tienes que pagarme nada –

– Sí, pero tenías que conseguir el oso, no quedarte en banca rota – Se rió – Vamos, yo haré la cena y Lord Tubbington limpiara los platos

– ¿Lord Tubbington? – No sabía que ella tenía novio y no quería pensar en él.

– Mi gato – Siguió caminando frente a mí. Yo me quede parada sorprendida. ¿Gato? ¡Gato! No tenía novio, estaba completamente disponible entonces… a menos que… un momento, ¿cómo un gato limpia los platos?

– Anda, vamos. Vivo cerca del estudio de baile para no tener que usar mi auto. Tengo licencia, pero a veces soy un peligro público porque confundo izquierda con derecha si no tengo las manos pintadas de rojo y azul. Incluso me sucede a veces al bailar –

– Yo creo que eres estupenda bailarina – Dije mientras la seguía a su casa.

– Uh – Se detuvo de golpe y me miró con seriedad – Oye, ¿tú estás coqueteando conmigo?

– ¿Qué? – Me puse nerviosa.

– Es que no dejas de decirme cosas agradables –

– Bu-eno la verdad, yo… –

No termine de hablar porque escuche que alguien tocó la bocina de un auto. Volteé a ver y vi a un chico que pasaba en un convertible él nos miró y nos lanzó algunos piropos. A mí no me molestaron, es decir, yo era tan caliente y sexy que la gente que caminaba por las calles se detenía al verme pasar, pero me molesto que le dijera a Brittany que era sexy. No es que no lo fuera, porque infierno que era la mujer más sexy que yo había conocido jamás, pero no me gusto que se lo lanzara en mi cara.

– Venga. Yo vivo en un departamento cerca de aquí – Ella siguió caminando, ignorando al tipo en el auto que ya se había ido y olvidando nuestra conversación.

Caminamos unas cuantas cuadras hasta llegar a un edificio de unos treinta pisos. Entramos por unas puertas dobles de cristal y nos dirigimos a unos elevadores mientras algunos recepcionistas estaban recibiendo gente. Dentro del ascensor ella presiono el número 8 y nos mantuvimos en silencio.

La notaba concentrada en su oso, acariciaba una de las patitas. El oso de peluche permanecía en una posición sentado.

Cuando nos detuvimos en el octavo piso caminamos hasta la puerta con el número 803. Al poco de entrar sentí un aroma delicioso, pero no podía identificarlo bien. Tenía que ser un tipo de flor.

Allí dentro de su departamento, realmente me sorprendí por lo que estaba viendo.

Continuara…


Okey, me lo pensé un poco y esta es la definitiva. Espero les guste

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