Un día extrañamente soleado 1º de Septiembre en Londres, la Estación King Cross estaba abarrotada de gente que se movía en diversas direcciones, sin embargo, entre la multitud resaltaba una joven de cabellera larga de color rojo oscuro que arrastraba un baúl muy grande y pesado para ella, algunas personas se quedaban observándola mientras se dirigía a la intersección de las estaciones 9 y 10.

Lillian Evans tenía 16 años y su impresionante cabello no era lo único que la hacía diferente a todos los presentes en la estación, ni si quiera aquellos ojos verde esmeralda profundos que adornaban sus delicadas facciones, la diferencia radicaba principalmente en los motivos que la llevaban hasta la estación.

Lily, como le llamaban sus amigas, tenía la piel clara y una esbelta figura, su aspecto frágil y delicado contrastaba con su carácter fuerte y determinado.

La joven pelirroja era una bruja, y se encaminaba hacia el anden 9 ¾ para tomar el tren que la llevaría al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, donde iniciaría su 6º año.

Sin duda, ella no era una persona normal.

"Maldición, estoy retrasada, si tan solo pudiese hacer levitar el baúl llegaría mucho más rápido" pensaba mientras arrastraba el baúl lo más rápido que podía, por ser menor de edad no le estaba permitido utilizar magia, aún cuando le faltasen pocos meses para cumplir los 17 años. Y aunque quisiera usar magia, la estación estaba llena de muggles a los cuales les parecería como poco extraño el hecho de que la maleta se elevase sola en el aire y avanzara sin dificultad.

"Si no fuera por Petunia y esa asquerosa bola de manteca, habría llegado a la hora" pensó con furia, y es que su hermana mayor, Petunia había hecho todo lo posible por evitar que Lily llegase a la hora.

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Lily buscaba como una loca en toda su habitación, no podía encontrarla por ningún lado, y no podía ir al colegio sin ella.

¡Noni! – gritó la pelirroja desde lo alto de las escaleras de su casa - ¿estas segura que no has visto mi varita?

No, Lily, no la he visto, ¿como es posible que no sepas donde esta? – contesto una mujer adulta de unos 50 años que tenía el pelo entrecano y era bajita.

Claro que sabía donde estaba, hasta que la sacaron de ahí y ahora no la puedo encontrar – chilló furiosa.

¿Has buscado bien en tu habitación? ¿El closet? ¿La repisa de libros?

Por supuesto, Noni, ¡por quien me tomas! – dijo enojada Lily.

Vamos cariño, tranquilízate, ya la encontrarás – dijo la mujer intentando calmar la furia de la joven.

No puedo quedarme tan tranquila, son las 9.30 am y debo estar a las 11 en la estación.

Le has preguntado a Petunia, quizás ella la ha visto – "con que ella la tenga no dudaré en acriminarme" pensó Lily dirigiéndose a la ventana del segundo piso.

Cuando pudo ver a su hermana con su novio Vernon Dursley jugando nada más y nada menos que con su varita mágica, a lanzársela entre ellos, para ver quien la rompía primero, la pelirroja estuvo a punto de lanzarse desde la ventana del segundo piso, desde donde veía con horror el simpático juego de su hermana.

Para cuando llegó al jardín su furia se había triplicado, ante eso cualquier persona sensata hubiese buscado la forma de salir corriendo fuera de la vista de Lily.

¡Dame eso! – bramó Lily – si quieren salir ilesos de esto.

Mira, Verny Booh, si no es la anormal la que ha venido a visitarnos – dijo Petunia con burla.

Te vas a arrepentir de esto – masculló la pelirroja.

¿Ah sí? Que me vas a hacer, no tienes este palito, sin el no puedes hacernos nada, ¿o sí? – Petunia movía la varita de Lily en sus manos, como tentándola a que la tomase, la joven estaba muy segura de que sin él la pelirroja no podría hacerles nada, pero el estado de la bruja habían alcanzados niveles in imaginados de furia, incluso para ella, en ese estado hacer magia accidental no sería muy difícil, pero le traería graves consecuencias a Lily.

Claro que puedo, o que pensabas, que mi magia depende de eso – dijo Lily con una sonrisa de superioridad, lo cierto es que no tenía idea, pero la única forma de quitársela sin que la rompiese "accidentalmente" era que pensase que era algo poco importante.

¿Cómo? Es que igual puedes hacer…eso… esas… cosas… - Lily seguía sonriendo, al ver que su hermana se fundía en la confusión, lentamente se fue acercando a ella, hasta lograr quitarle la varita de las huesudas manos.

Por supuesto, pero con esto es mucho más fácil – dijo apuntándoles con la varita, Petunia corrió a refugiarse con el mantecoso de su novio, "Merlín! como podía llegar a detestar a su hermana cuando se comportaba así" pensó Lily, al menos ya tenía su varita en sus manos, sabía que no debía hacer magia, pero asustarles un poco no le haría nada de mal, así no volverán a atreverse a tocar sus cosas – Veamos, a cual de ustedes convertiré primero – dijo pensativa la bruja.

¿Convertir? – tartamudeo nervioso Vernon, que le miraba con las pupilas contraídas y en posición de combate.

Sí, creo que haré realidad tu deseo Dursley, te convertiré en un cerdo, no es que haya mucho que hacer, te pareces bastante, sólo te falta la cola – siseo la pelirroja rodeando a la pareja que se abrazaba asustada.

NO – gritó petunia – MAMA!!! – ese fue el momento que eligió la madre de las hermanas Evans para llegar del mercado y aparecerse en jardín. Observó la escena: Petunia y Vernon abrazados y temblando de miedo, mientras Lily les rodeaba con la varita alzada en un gesto típico de amenaza.

Lillian!! ¿Qué haces? – dijo molesta la Sra. Evans

Petunia y su bola de manteca no han encontrado juego mejor que lanzarse mi varita de un lado a otro del jardín – dijo molesta, aún apuntando con su varita.

Eso no significa que tienes que estar apuntándoles como si los fueses a convertir en animales para la cena.

Eso es casi certero, la verdad es que jamás se me hubiese ocurrido comerme algo tan asqueroso y grasiento como este idiota – dijo señalando a Vernon.

Lillian! Baja ya eso, estas retrasada y no le harás nada al novio de tu hermana.

Ellos se lo han buscado – protestó la pelirroja mirando a su madre.

Ella no volverá a tomar tus cosas – dijo la Sra Evans mirando a Petunia con un gesto severo – ahora ve y toma tus cosas, que ellos te llevarán a la estación

¡Que! – fue el turno de Lily de gritar – te has vuelto loca, papá dijo que me llevaría – bramó indignada.

No ha podido llegar, le ha salido trabajo de ultima hora, así que apresúrate o no alcanzarás el tren – fue lo ultimo que dijo antes de darse la vuelta y entrar a la cocina de la casa. Lily estaba furiosa, pero no tenía más opción, empezó a caminar hacia la casa y escuchó las risitas de la pareja detrás de ella.

Si vuelves a tomar mis cosas – dijo Lily volteándose a ver a los idiotas que se reían – será lo último que hagas, porque sólo quedan unos pocos meses para poder hacer magia libremente y cuando eso suceda, ni mi madre ni nadie te salvará de convertirte en un cerdo – dijo dirigiéndose a Vernon – y a ti – hablándole a Petunia – tú serás la rata más huesuda que se ha visto nunca – la cara de horror de su hermana logró aplacar un poco su frustración con ella, sólo un poco.

Que lejanos se veían ahora, aquellos días en que ambas hermanas eran inseparables amigas y se querían la una a la otra, ahora sin embargo, Petunia consideraba a Lily un fenómeno extremadamente peligroso y la aborrecía por ser "anormal", como acostumbraba a llamarla, y Lily, pues ella al principio sufría por el trato que su hermana le daba, pero con el tiempo comprendió que no podía cambiar lo que era y estaba orgullosa de ser bruja, aunque eso le costase el amor de su hermana, y si ella no podía aceptarla, entonces era porque no le quería tanto como parecía.

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Lily llegó tarde a la estación porque Dursley había buscado el lugar más apartado donde pudiese dejarla, incluso era una sorpresa que la llevase a la estación.

Aún estaba molesta, pero eso ya le daba igual, sabía que había un joven, al otro lado de la pared que dividía los andenes 9 y 10, la estaba esperando, y llevaba más de 10 minutos de retraso.

Sin pensarlo dos veces comenzó a correr hacía aquella sólida pared, quien la viese pensaría que se estrellaría inminentemente, pero al parecer no le preocupaba eso a la muchacha.

Cruzó el umbral y apareció ante sus ojos el andén 9 ¾ donde aguardaba el Expreso de Hogwarts.

Buscó con la mirada al joven que la esperaba, mientras pensaba "Ojala no este muy enfadado".

A cierta distancia un joven miraba nervioso y ansioso la entrada al andén, esperando que cierta pelirroja cruzase el umbral, quedaba poco tiempo antes de que se anunciase la partida del tren y ella no había llegado aún.

Sus ojos marrones intensos miraban a través del cristal de sus lentes buscaban inquietos entre la multitud.

James Potter tenía el cabello corto e indomable de color negro, era alto y su estado físico era excelente debido a su deporte favorito, el Quidditch. Solía llamar la atención de muchas chicas en el colegio, pero desde 3º año su corazón estaba ocupado por cierta pelirroja, la única que no se interesaba en él y quizás esa era una de las razones por las cuales le atraía tanto, además de sus sorprendentes ojos verdes, aunque solían mirarle con desagrado.

James estaba seguro que desde ese momento las cosas comenzarían a cambiar.

Entonces la vio entre la multitud, se le veía inquieta, parecía buscar a alguien con la mirada.

James comenzó a acercarse a ella, pero algo hizo que se detuviese en seco.