El chillar de la ciudad enmudeció para la mente de juan pues sus recuerdos danzaban frenéticamente en la escena criminal, sus labios humedecía nerviosamente junto a una Mirada perdida como si por vez primera buscara en el cielo una estrella divina.

Consigo traía en su bolsillo un pequeño velo, lo frotaba sobre el rostro trayendo consigo el olor a las flores marchitas de primavera

Sumergiéndose en la oscura imagen de aquellos ojos negro sollozos que vería por última vez y el acto final que marcara por siempre sin perdón alguna de aquel sacrilegio para con su amada

Ahora estoy aquí dentro de este mar inmenso lleno de agonía con cuatro paredes y una reja penitenciaria cumpliendo con mi sentencia no habrá años que borren esto de mi mente ni lo que me impulso acometer la barbarie pues solo la muerte justificara hasta mi final.