HALLOWEEN 2014

Hola a todos! Muchas gracias por haber venido hasta aquí, en ésta época del año en la que las adolescentes se visten como prostitutas con la excusa de que están disfrazadas y las maestras de religión nos acusan de celebrar una fiesta satánica… para leer ésta secuela de mi fanfic.

Así es, es una SECUELA.

Así que si todavía no leíste mi fic titulado "¿Vienen a nuestra fiesta del té" te recomiendo volver sobre tus pasos y hacerlo, porque sino no vas a lograr entender de qué va ésta historia.

Los demás, adelante! Espero que les guste y que cumpla con las expectativas :D

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Donatello cosía entusiasmado una tercera vuelta de encaje a la falda de su nuevo y elegante vestido. Se secó el sudor de la frente con gesto teatral y miró alrededor.

En un coqueto maniquí de madera, ubicado a un lado de la habitación, descansaba otro hermoso vestido que había terminado horas antes: el de Michelangelo. Se sintió muy bien con sólo verlo, olvidando por un momento que llevaba meses cociendo tramos de encaje y seda tan fina y esponjosa como una nube… pero había valido la pena.

Después de todo, Halloween era una noche especial y divertida, que a los dos hermanitos les encantaba… Era la única noche del año en que podían salir a pedir dulces como cualquier niño normal.

Oh bueno, tan normal como podían ser dos niños vestidos de lolitas.

Pero el Halloween de este año era muchísimo mejor que los anteriores, porque Raphael y Leo los acompañarían.

"Bien… Al menos Raphie estoy seguro de que nos acompañará…" pensó el niño de vestido violeta, entristeciéndose.

El menor de los dos irrumpió en la habitación, dando saltitos:

_ ¡Donnie! ¡Donnie! _exclamó Michelangelo agitando un par de antifaces en el aire_ ¡Mira, ya terminé las máscaras para Leo y Rapha!

Donatello dejó de coser y levantó la mirada, para observar a su lindo hermanito menor; y frunció el ceño al ver que tenía goma blanca para pegar hasta en los codos y tanto las lentejuelas como la brillantina se le habían adherido por doquier.

_ ¡Estás hecho un desastre! _lo reprendió_ ¡Acabas de arruinar otro de tus vestidos! ¿¡Sabes lo que me costará quitarle las lentejuelas pegoteadas a la falda?!

_ Vamos, Donnie… ¡No seas gruñón! _lo ignoró el de ojos claros, exhibiendo sus creaciones_ ¡Mira! Ésta de aquí es para mi apuesto Leo… y ésta de aquí es para Raphael… ¿No son bonitas?

_ La de Raphael está un poco desprolija… _se quejó Donnie, inconforme. Pero al ver que su hermano hacía pucheros se apresuró a agregar algo más_ ¡Pero supongo que servirá…!

_ No se vale, ¡yo nunca critico tus vestidos! _se ofendió Michelangelo.

_ Porque sabes que todas mis creaciones son fabulosas y geniales… _repuso Donnie, altanero.

_ Eso no es… _la atención de Michelangelo se desvió por completo de la conversación_ ¡¿Ése es mi vestido?!

_ Sí, ese es tu… ¡Oye, no! ¡Espera, no lo toques con tus manos pegajosas! _le advirtió.

_ ¡Es tan lindoooo! _Mickey ignoró a su hermano mayor, como era su costumbre, y dejó desnudo el maniquí_ ¡Lo mejor que has hecho, Donnie!

_ ¡TE DIJE QUE NO LO TOCARAS! _Donatello se lanzó a perseguirlo por toda la habitación, pero no tuvo mucho éxito atrapando a su escurridizo hermano, que se subió en la cama para brincar sobre el colchón.

Donatello pateó el suelo con sus zapatitos de charol, ofuscado mientras su hermano reía a carcajadas:

_ ¡Bájate de ahí, Mickey! _exigió_ ¡No estoy jugando!

_ ¡Venga, Donnie, no te enojes! ¡Salta conmigo! _Mickey le tendió una manito enguantada.

_ ¡NO!

_ ¡Vamos, vamos, vamos! _canturreó el de ojos claros, saltando tan alto que su falda se inflaba como un pastel y dejaba ver su ropa interior de niña_ ¡Estamos de fiesta al fin de cuentas, Donatello! ¡Debes estar alegre!

El mayor frunció el ceño y se cruzó de brazos, manteniendo todo lo que pudo el papel de hermano mayor responsable, pero al final terminó cediendo: saltar en la cama se veía muy divertido.

La risa de los dos hermanitos que jugaban hizo eco por toda la casa, mientras brincaban tomados de la mano.

Mickey tenía razón. No había por qué amargarse en un Halloween tan especial como ése… con Raphael y Leo como compañía todo sería perfecto cuando fueran a pedir dulces.

Excepto por…

_ ¿Donnie…? _Mickey vió que su hermano perdía el entusiasmo y se sentaba en el borde de la cama_ ¿Qué te ocurre…?

_ Nada… Sólo… _Donatello trató de elegir las mejores palabras, para no herir los sentimientos de su hermano_ No te ilusiones demasiado esperando a Leonardo... ¿Está bien…?

Esta vez fue Michelangelo quien frunció el ceño;

_ ¿Por qué me dices eso? _se ofendió_ ¡Leo no faltaría a algo tan especial como lo de hoy!

_ ¡Ya te he escuchado decir eso varias veces! Y siempre terminas decepcionado… _le señaló el ojirrojo, recordando la mirada de tristeza en los ojos de su hermano cada vez que Leo faltaba a sus citas.

_ ¡Eso es mentira!

_ Mickey, tienes que aceptar que Leo no siempre cumple lo que te promete. _le pidió el mayor_ Cuanto más rápido entiendas eso, saldrás menos lastimado…

_ ¡No hables así de Leo! ¡No sabes lo que dices! _Mickey se echó en la cama y se hizo un ovillo_ Ya lo verás, él no me dejará plantado esta noche…

_ Mickey… Sólo quiero protegerte… _le aseguró Donnie, al ver que su hermano le daba la espalda y lo ignoraba_ No me gusta ver cómo él te ilusiona y luego te rompe el corazón…

_ ¡¿No tienes encaje que coser?! _el más joven se enroscó más, como un animal acosado y Donatello optó por dejar el asunto allí.

El mayor de los dos retomó su trabajo y se dispuso a terminar su hermoso vestido nuevo en silencio, mientras Mickey se dormía poco a poco, abrazando el antifaz que momentos atrás había hecho con tanto entusiasmo para su apuesto novio…

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Mientras tanto en uno de los supermercados de la ciudad…

Las decoraciones de noche de brujas estaban por doquier cuando Raphael y Leonardo atravesaron la tienda;

_ ¡Aquí está! ¿Qué te parece? _Leo sacó una calabaza de plástico de uno de los estantes_ ¿Bonita, no? De seguro a Mickey le gusta…

Raphael observó el regalo con una expresión de desencanto:

_ ¿Es de la marca "tonta, puta, y malcriada"? _preguntó al ver la cantidad excesiva de brillantes de plástico que cubrían la calabaza.

_ ¡NO! _se ofendió el ojiazul_ Es de la marca "princesitas"…

_ Es más o menos lo que yo dije… _se burló Raphael, para luego cambiar su expresión por una más seria_ Necesitarás más que regalos costosos para recuperar a Mickey… si sigues rompiéndole el corazón como lo has hecho últimamente. _le dijo.

Leonardo se quedó en silencio, sosteniendo el regalo entre sus manos. Sabía que Raphael tenía razón…

_ ¿Donnie te pidió que me digas eso? _se quejó.

_ No tuvo que pedírmelo… _le aseguró el ojiverde, recargando su pesado cuerpo en uno de los estantes de la sección de juguetería_ Estoy de acuerdo con su preocupación…

_ Yo no pretendo lastimar a Mickey, Rapha… Eso lo sabes bien… _se excusó el ojiazul_ Pero entiende, es difícil para mí manejar esta doble vida… No puedo desaparecer por semanas como tú, y faltar a clases… ¿Qué le voy a decir a Splinter…? ¿Cómo voy a…?

_ Ya, Leo… No me tienes que dar explicaciones a mí… _lo frenó Raphael_ Ya estás grandecito para saber con quién tienes que hablar del tema…

Los dos amigos se quedaron en silencio por un rato. Leonardo cargó la calabaza en el carrito y siguió comprando el resto de las cosas que Splinter le había pedido:

_ ¿Cómo estás lidiando con la transformación? _preguntó de repente Leo.

Raph se encogió de hombros. Estaban por cumplirse algunos meses desde que Donatello lo emboscó aquella vez en el bosque y le robó el corazón… literalmente.

Instintivamente se tocó el pecho, donde la herida ya se había cerrado, pero no había nada dentro de las costillas que emitiera latidos:

_ Bien, supongo… _respondió_ Últimamente tengo antojo de hamburguesas crudas… ¿Y tú?

Leo negó con la cabeza. Mickey y Donatello les habían advertido de los síntomas que podían experimentar mientras sus cuerpos se acostumbraban a ser eternos, como los de ellos… pero Leonardo no había experimentado nada todavía.

Ni dolor, ni insomnio… Ni siquiera deseos de comer carne cruda, como Raph.

_ Nada de nada. Estoy preocupado… _admitió_ Pero el que más me preocupa es Splinter. Creo que se da cuenta de que me pasa algo… ¡no deja de preguntarme si tomo drogas…!

Raphael, fiel a su personalidad, no lo reconfortó ni le brindó consuelo sino que estalló en carcajadas:

_ ¡Jajajja! ¡Pobre papito Splinter! _exclamó_ ¡Le preocupa que su bebé tome drogas…!

_ Eres un idiota insensible... _gruñó Leo empujando el carrito. Hizo una mueca al sentir un dolor en el hombro_ Ohhh, rayos…

_ ¿Qué pasa?

_ Estuve cortando leña en el patio esta mañana, y creo que me he hecho daño…

_ Aguántate. Hubieras comprado carbón como la gente normal… _dijo con indiferencia el ojiverde, pero aun así se apoderó del carrito para empujarlo hasta la línea de caja.

_ Splinter me pidió que lo hiciera, y no tenía opción si quería que me adelantara algo de mi mesada…

_ ¿De ahí sacaste el dinero para ésta cosa horrible? _Raphael se burló por última vez del costoso juguete para niñas.

_ ¡Hola, chicos! _Usagi se apareció de la nada, cargado con varias bolsas de pan para hamburguesas_ ¡Qué bueno verlos por aquí!

_ ¡Usagi! _Leonardo sonrió al ver a su otro mejor amigo_ ¿Qué haces aquí…?

_ Nos quedamos sin pan en el restaurante de papá… y adivina a quién mandaron corriendo a comprar más: así es, a mí… _se quejó el conejo.

_ ¿Tu papá aun te deja trabajar allí? _quiso saber Rapha, quien estaba al tanto de las deplorables habilidades culinarias del conejo.

_ Qué puedo decir… ¡Soy su estrella! ¡El que mejor quema las hamburguesas! _bromeó Usagi_ Y el dinero viene bien… ¿Qué están comprando ustedes?

_ Ya sabes… algunas cosas para Splinter… _disimuló Leo, poniéndose en frente del carrito.

_ ¿Y ésa calabaza para niñas? _curioseó Usagi estirando el cuello.

Leonardo se puso rojo, así que Raphael intervino antes de que empezara a balbucear:

_ Es para las hijas de una de mis tías… _mintió_ Para que pidan dulces esta noche…

_ Oh, claro… ¡Hoy es Halloween! _sonrió Usagi_ ¿Qué dicen si le pido la noche libre a mi papá y salimos a hacer bullicio? ¿Eh?

_ Qué pena, Usagi, nos toca cuidar niños ésta noche… _se apresuró a excusarse Leo.

_ Así es. Ven a cuidar niños con nosotros o púdrete… _aclaró Raphael, para que no quedaran dudas.

_ No hace falta la rudeza, Raph. De seguro mis padres me pedirán que lleve a algunos de mis hermanos conmigo también como parte del trato… _suspiró el conejo_ Déjenme aclararles: "algunos", para mis padres significa "casi todos"…

_ Bueno… Entonces supongo que sí podemos salir todos juntos esta noche… _se atrevió a convenir Leo.

_ ¡Excelente! _celebró Usagi_ ¡Los llevaremos a todos juntos, como un grupo de vaqueros a un montón de vacas!

_ Sí, eso describe muy bien a tus hermanos, Usagi… _estuvo de acuerdo Raphael_ Bueno, señores, yo me retiro… Suerte que no tengo que cumplir con ningún padre-jefe o lo que sea…

_ ¡Oye, espera! ¡Rapha! _se quejó Leo_ ¡Dijiste que me ayudarías a llevar las bolsas a casa!

_ No tengo ganas. Te espero a las ocho en donde tú ya sabes… _le dijo Raphael mientras se alejaba_ No te tardes, Leo…

Raphael salió por la puerta del supermercado sin mirar para atrás ni una sola vez para despedirse. Leonardo emitió un gruñido de mortificación.

_ ¡Genial! ¡Ahora tendré que pagar extra por el servicio de entrega! _exclamó.

_ Sereno, moreno… _canturreó Usagi pasándole un brazo por los hombros_ Papá me dejó usar la camioneta de entregas para venir. Te llevaré a tu casa y luego puedes venir conmigo al restaurante… ¡Te invito el almuerzo!

Leonardo sonrió ampliamente, agradecido:

_ Gracias, Usagi… _dijo_ Eres un buen amigo…

_ ¡Claro que lo soy, tienes suerte de tenerme! _bromeó el conejo_ Oye… ¿A qué se refería Raph con "te espero en donde tú ya sabes"…?

_ No lo sé, así es Rapha… _mintió leo, evitando el contacto visual_ Supongo que se refiere así al infierno que es su casa…

_ Uhhmm… Tal vez… _asintió Usagi_ Las cosas deben de estarse poniendo difíciles entre sus padres. Últimamente ni va a la escuela…

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