Advertencia: Fanfic de categoría Yaoi (BL). Lemon ligero y posible Ooc.
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Ha comenzado a llorar por las noches —como si fuese un niño pequeño— sin razón. Sin motivo. O tal vez, el motivo lo ha olvidado, como todos sus recuerdos... como su pasado. El tibio rocio resbala por su piel de alabastro, sus sollozos en medio de las tinieblas terminan por despertar sobresaltado y preocupado, a la persona que esta a su lado.
Él le besa las sienes con demasiada dulzura, con demasiado consuelo para su pecho oprimido —que realmente no desea ser consolado— sus ojos de cielo nocturno lo miran, le adoran con devoción, y sus ojos turquesa acendrado lo miran devuelta; tristes, nostalgicos, anhelantes de algo que él desconoce pero que desea con desesperación.
Después de unos minutos, finalmente se tranquiliza. Porque él es el único que logra calmar sus tormentas de invierno, su calidez vertiendose en su gélido interior para aplacarlo.
Él siempre ha estado ahí... a su lado. Nunca le ha preguntado porqué continúa con él. A pesar de que él es una carga para el peliazul y también, de que no puede corresponderle —de la misma manera que Shun quisiera— el amor que Kanon le da, y sabé que eso lo lastima.
Porque no hay nada que lastime más, que recibir migajas de amor.
¿Porqué no puede hacerlo?
Quizá, porque ya hay alguien que le ha robado la mayor parte de el amor que debería darle a Kanon.
Pero...
¿Quién será esa persona?
No lo sabé, lo único que recuerda es su cabello rubio y sus ojos zafiro, su rostro está difuminado por su mente aturdida. Su nombre se ha esfumado, junto con el sabor de sus labios y su piel.
Su cuerpo aún tiembla junto al de Kanon, bajo las sábanas blancas —bajo su protección y consuelo— no lo puede evitar. Su contacto le quema como el hielo y su cuerpo reacciona sin su permiso.
Shun vuelve a repetirse mentalmente, lo que lleva repitiéndose desde hace mucho tiempo; y es que él no tiene familia —o sí la tuvo, la ha olvidado como muchas otras cosas— porque cuando despertó en ese hospital; él ni siquiera recordaba quién era. No recordaba si tenía padres o hermanos, si al menos tuvo amigos.
Su mente estaba en blanco.
Él no tiene nada. Él no es nada. Solo es un recipiente vacío, sin recuerdos de quién fue.
Kanon le besa, le besa como sólo él lo hace. Con un poco de brusquedad y ternura, y sus labios lo reciben vacilantes.
¿Como es que llegó hasta él?
Su única compañía en su mundo de soledad y confusión.
Se encontró con él en un día lluvioso. En ese entonces él no tenía ningún rumbo, solo vagaba por la ciudad. No tenia un hogar. No tenía dinero. No tenía absolutamente nada, estaba completamente solo y perdido.
Kanon era un griego que se había mudado a Japón hacia seis meses atrás. Kanon trabajaba en un bar por las noches, no ganaba mucho pero era suficiente para que alquilara un pequeño departamento en uno de los barrios de Tokio y viviera cómodamente. Tal vez él era una persona demasiado buena y bondadosa, porque sin conocerlo por más de unas cuantas horas, lo llevo con él y le permitío quedarse en su departamento.
Al siguiente día de su estadía lo nombró Shun, ya que ni siquiera tenía un nombre. En el hospital los doctores y las enfermeras se referían a él como Aki, pero realmente nunca le agradó ese nombre y cuando finalmente salió del hospital, dejó de usarlo. Kanon le dijo que le recordaba a un joven que conoció, y a él le gusto que lo llamará así.
Al principio solo eran amigos y eso estaba bien para ambos. Pero sin darse cuenta el peliazul empezó a sentir sentimientos que no debían ser permitidos para alguien como él, y no debían ser dirigidos para alguien como Shun. Entonces una noche, Kanon tomo —con indecisión y miedo— el atrevimiento de ir más allá de una amistad. No se opuso, lo dejo hacer, quizá en agradecimiento por lo que Kanon había hecho por él. O tal vez, porque muy en el fondo él deseaba un poco de cariño, no importará de quién fuera.
Estaba mal, lo sabía. No estaba bien que dos hombres se demostrarán esas acciones de afecto, y también que hicieran ese acto carnal. Pero igual lo hacían, y la mayoría de las veces lo disfrutaba.
Kanon lo arulla entre sus brazos, le besa —tantas veces como su respiración le permite— sus labios con sabor a lágrimas y melancolía.
No ha pasado nada... no hay guerras... no hay dioses... no existen las personas que ves, ni los sucesos que miras en tus sueños.
Es lo que siempre le susurra Kanon al oído, mientras lo recuesta junto con él. Es lo que Shun intenta convencerse todas las noches desde hace meses. No existe, ellos no existen, —ellos no han muerto— porque si todo fuese verdad, él preferiría la muerte. Así que lo mejor es convencerse de lo que el peliazul le dice.
Kanon le tienta la piel reseca, las marcas de cicatrices que tienen una historia —pero que él ha olvidado— sus dedos ásperos recorriendolas suavemente una y otra vez. Se estremece, cuando Kanon desliza su mano hasta su entrepierna y le acaricia, escabullendose con la agilidad de una serpiente bajo su ropa interior.
Se avergüenza al emitir un gemido. No importa cuántas veces lo haya hecho, el pudor sobresale ante sus hirsutas manos. Cierra los ojos y se deja llevar como otras veces.
Se rinde ante el placer de las sensaciones que experimenta su cuerpo. Se acopla al eficaz método de Kanon para que no piense demasiado en sus recuerdos filtrandose en sus sueños.
Suspira.
Kanon le observa. Con su cabello esmeralda desparramado en finos hilos sobre la almohada. Con las mejillas encendidas. Sin aliento y con leves temblores luego de venirse entre su mano—. Shun... —musita su nombre, mientras reparte demandantes y húmedos besos por su pecho y abdomen. Se deshace de la ropa interior del peliverde, y luego de la suya propia.
Le sigue susurrando mentiras dulces, mientras sujeta sus muslos con suavidad, y se posiciona entre ellos para introducirse. Sabé que Shun intenta convencerse de ellas, porque una parte de Shun prefiere creerlas que aceptar la dolorosa verdad.
Esa verdad que ve en sueños cada noche, esa verdad que tanto lo atormenta. Se pregunta si esta mal, si lo que hace no lo afecta más, de lo que haría decirle lo que sucedió hace casi dos años.
Se inclina sobre él. Le besa en la comisura de los labios y empieza a moverse. Sale, para luego volver a entrar suave. Sin prisa. Conteniendo cada fibra de su ser impetuoso para no ser tosco al principio. Shun gime despacio. Vuelve a salir y a entrar de forma pausada, y continúa con un ritmo lento pero constante.
Quizás lo odiaria y se iría de su lado, piensa con temor. Por no haber estado en esa guerra donde la vida de tantos caballeros, y la vida de la misma Athena y sus hermanos se perdieron. Por mentirle de manera tan descarada.
—Kanon... —gime. Shun se aferra a él, poniendo sus manos calientes y sudorosas alrededor de su espalda. Shun le mira, a los ojos de galaxias infinitas, y sus rodillas flexionadas le aprietan a los costados. Su cara se contorsiona un poco, cuando toca ese punto en específico, y sus piernas alrededor le aprietan aún más a los costados.
El sudor resbala como diminutas gotas por la frente, por el cuello y el torso de Shun. Perlando su piel, haciéndola brillar como un diamante. Su rostro tiene una expresión casi de sufrimiento mientras se muerde el labio inferior con fuerza, intentando —sin mucho éxito— evitar emitir gemidos.
Aumenta el vaivén, y lo ve fruncir el ceño y cerrar los ojos un momento. Le pregunta sí esta bien. Sí quiere que vaya más lento. O sí simplemente quiere que se detenga de hacerle esto, que Kanon llama hacer el amor. Pero él sólo niega y le dice un poco vacilante; que siga.
Por alguna razón Kanon sonríe ante esto. Como si la petición del más joven inflara su orgullo. Ese orgullo conformado de egoísmo y deseo desesperado. Escucha como la respiración de Shun se vuelve más trabajosa, y sus gemidos más descompesados y fuertes. Se embriaga de ellos, de su voz tan suave como la seda, esparciendose en todas direcciones de la habitación.
Es mejor mentirle, se convence.
Porque simplemente ya no puede vivir sin Shun.
Porque prefiere vivir esa falsa vida y felicidad a su lado.
Porque es lo mejor para Shun.
En algún momento ha tomado con firmeza las caderas de Shun con sus manos, dejando sus dedos mancillados sobre la piel pálida. Dejando huellas de propiedad. Como una manera de marcar territorio, al igual que un animal lo haría.
Shun vuelve a venirse por segunda vez, con un sonido parecido a estar sintiendo demasiado lo que Kanon le hace y un lloriqueo quedo, moribundo. El líquido tibio y pegajoso salpica entre ambos.
Delirando. Con la mente nublada por el éxtasis de su ímpetu. Shun le besa, como una estrella explotando en una supernova lo haria, dejando un agujero negro en su pecho. Le besa de manera agridulce. Sin amor, pero con cariño. Y Kanon lo acepta, acepta sus migajas como un mendigo muerto de hambre lo haría.
Parece que Shun no soporta el ritmo que le ha impuesto. Ya que no deja de mover las manos; para aferrarse a la sábana, a su cuello o a su espalda, intentando algo, sin saber exactamente qué. Como si creyera que eso, pudiera amortiguar la abrumadora sensación de la burda invasión a su cuerpo.
—Ka... non...—jadea. Aire caliente. Vaporoso. Escapando en nubecillas sin color, que se esfuman al chocar contra la boca de marfil de su acompañante.
Tras varios minutos Kanon termina eyaculando con un gutural gemido, su cabello añil pegandose a su espalda empapada de sudor. El menudo cuerpo debajo de él, temblando. Desplomado sin fuerzas y respirando con pesadez. Kanon le acaricia las mejillas, todavía sonrojadas y calientes a causa del reciente acto. Y se queda un rato más ahí, encima, contemplandolo.
No permitirá que vuelva a recordar quién era.
No permitirá que el dolor de la pérdida de sus hermanos y su diosa lo quiebre.
No permitirá que se marche de su lado.
Los párpados de Shun comienzan a adormecerse, el cansancio ya esta haciendo mella en él. Sale de su interior, y se tiende a un lado, en la amplia cama. Lo atrae hacia él y tras unos segundos, Shun finalmente vuelve a dormirse... para volver a sumergirse en ese torbellino de oscuridad y reminiscencias que le succiona sin piedad ni clemencia.
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El nombre de Aki tiene como significado "otoño" o "brillar".
Los olivos significan "paz" y las viboreras significan "falsedad."
Nota de autora: Me justificó que comencé a reescribir este fic (ya que había escrito una parte antes, la subi a wattpad y la borre a los dos días) porque tenía insomnio, y mi imaginación estaba rondando por lugares un tanto morbosos.Lo edite, borre y escribí, borre de nuevo y escribí por cinco días seguidos. Le agregue lemon porque Yolo. Y bueno, espero les haya gustado este one-shot. Si les gusto (mi primer fic BL), dejenmelo saber con un comentario o voto de su parte.Saben, por alguna razón, solo puedo ver a Shun como uke en una relación yaoi. Creo que es por culpa de todos los fics que leí, donde siempre, siempre era el uke.
Gracias por leer :)
