Twilight pertenece a Stephenie Meyer, y 'Y colorín colorado, este cuento aún no se ha acabado' a Odin Dupeyron. Me adjunto la adaptación.

Códigos de letra:
Letra normal: Narradora.
Letra subrayada: Princesa Alice.
Letra negrita: Dragón negro "Emmett" del miedo.
Letra cursiva: Personajes especiales de aparición ocasional.

Y colorín colorado, este cuento aún no se ha acabado.

1

Era una noche muy fría, tal vez la más fría de todas las noches. Alice se encontraba sentada en la ventana de la torre más alta del castillo, observando las estrellas con su vestido azul de gasa casi transparente. Como todas las noches, esperaba ansiosa la señal milagrosa que deseaba desde hace tiempo. Soñaba con lo que su propia vida podría ser si tan sólo llegara esa señal…

El ruido de la puerta para entrar a la torre y los pasos en la gran escalera, que conducía hasta su habitación, la hicieron regresar a la realidad.

Ahí viene de nuevo –pensó angustiada.

La puerta se abrió, y el gran dragón negro "Emmett" del miedo asomó la cabeza.

¿Qué estás haciendo, princesa Alice? –le dijo el dragón con esa voz hosca, desconfiada y dudosa pero siempre imponente que caracteriza a los dragones negros "Emmetts" del miedo.

Espero la señal para salir de aquí –respondió Alice, temerosa ante la presencia de Emmett.

El dragón se expresó con mucha fuerza. –No debes salir de aquí, no puedes hacerlo hasta estar segura de haber escuchado la señal.

Pero debe de haber una manera –dijo Alice desesperada.

Emmett sólo la observó detenidamente, sus ojos rojos contrastaban de manera impresionante con su cuerpo negro, y resaltaban notablemente en el centro de su negra cara. Alice se sentía intimidada siempre ante su presencia.

Alguien muy importante –le dijo el dragón.- Tuvo mucho cuidado al encargarte conmigo, yo soy el mejor guardián.

-Pero no puedes tenerme encerrada para siempre.

¡No podrás salir de aquí hasta haber entendido la señal! –El dragón Emmett del miedo rugió de manera aterradora. El pavor tomó presa a Alice, quien se quedó petrificada.

¡Hay demasiados peligros afuera! –concluyó el dragón dando la vuelta para salir.

-Pero yo…

Hay demasiados peligros afuera y aquí te quedarás. –El dragón del miedo salió azotando la puerta. No se oyó cerradura ni candados, nada que asegurara la puerta. El dragón del miedo sabía que Alice estaba muy asustada como para escapar.

Y así, Alice regresó a la ventana a mirar las estrellas, suspiró profundamente y esperó de nuevo ansiosa por esa señal. Era una noche muy fría, tal vez la más fría de todas las noches.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.


¡Un momento!

¿Perdón?

¡Dije un momento! ¿Eso es todo? ¿Me voy a pasar toda la vida sentada en la ventana de la torre esperando la señal?

Este, yo…

Tú siempre cuentas la misma historia, exactamente la misma historia y yo aquí espero ansiosa a que un día cambie, que un día aparezca la maldita señal, que caiga una estrella fugaz, que se obscurezca la luna o que por lo menos salga el sol, pero no, ¡nooooo!... ¿Sabes que esta noche es una noche muy fría, tal vez la más fría de todas? ¡Pero claro que lo sabes! Tú eres la escritora y lo repites DOS veces en la historia.

Eso cierra el círculo de la historia.

¡Qué me importa a mí el círculo de la historia! Estoy cansada, harta, aburrida y muerta de frío… ¿Por qué sabes qué? Esta noche no sólo es muy fría, no sólo es tal vez la más fría de todas las noches… ¡Está helando! Y yo aquí sentada con un vestido azul de gasa casi transparente. ¡Por el amor de Dios! ¿No me pudiste haber escrito aunque sea una frazada?

El lector entiende así tu sufrimiento.

Yo tengo una mejor manera de hacerle entender al lector mi sufrimiento. ¡Estoy en agonía, lector! No sólo estoy esperando la señal que jamás ha llegado y que al parecer jamás llegará, no sólo estoy encerrada en una torre a… ¿?... ¿Qué tan alta es la torre?

No lo sé, no lo había pensado.

¿Eres la escritora y no sabes qué tan alta es la torre en la que me encerraste?

Sólo me la imagino muy alta.

Pues dame la altura que te imaginas.

No sé, 100 metros.

… ¿Sabes algo de arquitectura?

No.

Se nota. Déjame asomarme a la ventana… Tú ve narrando, que es lo único que sabes hacer.

Bien… este… y Alice se asomó a la ventana.

Gracias… mmmm –dudó. No, no dudé, me estoy agarrando del barandal. Perdón. Ponle 15 metros.

Está bien, que sean 15 metros entonces.

Bien, pues como decía: no sólo estoy esperando la señal que jamás ha llegado y que al parecer jamás llegará. No sólo estoy encerrada en una torre a 15 metros de altura, no sólo tengo al negro dragón Emmett del miedo vigilando cada uno de mis movimientos. ¡Además estoy muerta de frío! Crees que si fuera una noche… ya no digamos cálida… ¡templadita! ¿Tú crees que si fuera una noche templadita, el lector entendería menos mi sufrimiento? ¿Tú crees que el lector es idiota? Mmmm… veamos, esta pobre princesa está encerrada en una torre, su madre desapareció, se pasa todas las noches esperando una señal que nunca llega, su vida está vigilada constantemente con el dragón del miedo que, citando a la autora, sus ojos rojos contrastaban de manera impresionante con su cuerpo negro, y resaltaban notablemente en el centro de su negra cara. Que además, citando a la autora; habla con esa voz hosca, desconfiada y dudosa pero siempre imponente que caracteriza a los dragones negros "Emmetts" del miedo. ¡Pero la noche está templada! Seguramente no se la está pasando tan mal.

Perdón, no pensé que la historia te afectara tanto.

No pensó que la historia me afectara tanto. ¡¡No pensó que la historia me afectara tanto!! ¿Leíste eso, lector? Ponte un momento en mi lugar, querido lector. Imagina que te encuentras encerrado en un pequeño espacio, presa del miedo deseando hacer algo para cambiar tu vida, pero no te atreves porque no sabes qué va a pasar. Y esperas ansioso esa señal que te dará la seguridad para atreverte a vivir. ¿Alguna vez te has sentido así? Pues eso es lo que yo siento todas las noches… eternamente, pero hoy ya me cansé y voy a hacer algo al respecto. Y colorín colorado este cuento, aún, no se ha acabado. ¡Y tú, ponte a narrar!

Bien; pues… La princesa, que evidentemente estaba muy molesta con su situación actual…

¡Estoy HARTA!

Esto es… La princesa, que evidentemente estaba HARTA de su situación actual, se armó de valor y… ¿?... ¿Se acercó a la puerta? No puedes hacer eso.

Yo hago las cosas y tú las narras ¿está bien?

Su mano se dirigió a la manija e intentó abrir, pero la puerta estaba cerrada.

No me salgas con tonterías. En la hoja pasada dijiste claramente: No se oyó cerradura ni candados, nada que asegurara la puerta. El dragón del miedo sabía que Alice estaba muy asustada como para escapar. No te puedes contradecir, a menos que seas una de esas escritoras que se sacan cosas absurdas de la manga.

Y la puerta se abrió fácilmente. Gracias. Y Alice salió.

Bajó las escaleras rápidamente, saltando lo escalones, tan rápido que rodó escalera abajo.

¡Maldición!

Cuando levantó la cara, se dio cuenta de que había caído a los pies del dragón. ¡Te lo dije! Emmett la miró furioso… más bien estaba desconcertado.

¿Qué está pasando aquí? –dijo el dragón furioso.

¿Qué está pasando aquí? –Está bien… dijo el dragón sacadísimo de onda.

Nada, que he decidido salirme de aquí.

Pero tú no puedes hacer eso.

Es lo mismo que digo yo.

¿Quién dijo eso?

Yo, la escritora-narradora del cuento.

¿Qué está pasando aquí? –dijo Emmett angustiadísimo. Y cabe añadir que pegó la espalda a la pared, volteando para todas partes. El dragón estaba asustado. Muy asustado. ¿Cómo que te vas? ¿Cómo que el narrador? No entiendo nada.

Emmett, ¿no estás harto de subir siempre a la torre a repetirme las mismas frases que me paralizan? ¿No estás cansado de tenerme encerrada sin que ni tú ni yo podamos hacer algo con nuestras vidas?

No lo había pensado.

Pues claro que no lo habías pensado, en lo único que piensas es en que me tienes que mantener encerrada.

Pero eso es lo que debo hacer, alguien muy importante me encargó que te cuidara.

Que me cuidaras, está bien, pero no que me tuvieras encerrada eternamente.

Pero es que hay muchos peligros afuera, no puedes salirte así como así.

Todo el chiste del cuento radica en que no puedes salir porque estás presa del miedo.

¿Podrías decirle que se calle? Me está asustando.

¿Cómo se puede asustar con tanta facilidad un enorme dragón negro Emmett de ojos rojos y de voz hosca, desconfiada, dudosa e imponente? Tú lo hiciste el dragón del miedo, ¿Te acuerdas? Espero que no todas mis historias me hagan lo mismo.

¡Dile que se calle! –gritó el dragón asustado, cerrando los ojos y tapándose la cara como un niño. ¡Hey! Aquí la narradora soy yo, ¿está bien? Está bien, está bien. ¡Que se calle! –gritó el dragón asustado, cerrando los ojos y tapándose la cara como un niño.

Está claro –concluyó la princesa. Por lo que puedo ver, el miedo no es tan fuerte y temible como lo pintan, o en este caso, como lo escriben. Mira, dragón, ¿qué te parece si los dos salimos y buscamos… lo que sea que haya afuera de este castillo?

Pero hay cosas aterradoras allá afuera –dijo Emmett espantado.

¿Cómo lo sabes?

El dragón dudó… y volvió a cerrar los ojos asustado. ¡Dios mío! Emmett, no le tengas miedo, es sólo la escritora que tiene que narrar, no te va a hacer nada. El dragón abrió los ojos. ¿No me vas a hacer nada? No. ¿Lo juras? Lo juro. Está bien, te creo, pero no creas que me voy a descuidar, ¿entendiste? Entendí.

¡Re-tomando!... Emmett, ¿cómo sabes que hay cosas aterradoras allá afuera?

No lo sé… me han dicho.

¿Quién te ha dicho?

Yo me lo he dicho.

¿Y por qué te lo has dicho?

¿Por costumbre?

¿Quieres decir que nunca has salido de este castillo?

Este… no.

¿Por qué?

¡Porque hay cosas aterradoras!... ¿Qué no me estás entendiendo?

Pero no puedes saberlo si nunca has salido –trató de hacerle entender Alice. Y no sólo te puedes sentar a suponer y no hacer nada, tenemos que salir –dijo la princesa decidida.

¿A dónde?

A donde sea. Vamos a salir, nada más, vamos a atrevernos.

¿Pero y la señal?

No hay señal.

¡Pero necesitamos la señal para poder salir! –gritó el dragón del miedo, asustado.

Está bien, está bien, no te pongas así. La señal… la señal es… -Alice pensó. La señal es… ¡La vida misma! Tan fácil como eso, si estamos aquí, si vivimos, estoy segura que no es para estar encerrados. La vida misma es la señal de que podemos salir, ¡De que debemos salir! ¿Lo entiendes dragón?

Esteee… no.

No importa, yo lo entiendo y con eso es suficiente. Ésa es la señal, ¿está bien? Vamos afuera.

Bueno… si tú lo dices… vamos afuera.

Y los dos se dirigieron a la puerta. ¿Ella va a venir con nosotros? Tiene que hacerlo, es la narradora. Soy la escritora. Es la escritora. Está bien, pero me voy a estar cuidando. No tienes nada de que cuidarte. De todos modos me voy a cuidar. Pues te cuidas en vano. Yo me cuido en donde lo creo conveniente. ¡¿Salimos?! –interrumpió la princesa la discusión bizarra. Y salieron de la torre.

La noche era fría, tal vez la más fría de todas las noches. Alice le dirigió a la narradora una mirada hostil. ¿Podrías variarle? La noche era muy fría, pero el entusiasmo en el corazón de la princesa emanaba un calor tan especial que la princesa no sentía frío.

¡Pero si está helando!

En cambio, el dragón temeroso temblaba ante el viento incesante que le calaba los huesos.

No te preocupes, dragón, todo va a estar bien.

Los dos se acercaron a la puerta principal del castillo, un enorme enrejado de hierro forjado se levantaba ante ellos, y atrás de éste, la negrura infinita de la noche y la libertad.

Princesa… -susurró el dragón temeroso, como si alguien los estuviera observando-. Ya estamos afuera de la torre, ya estamos en el enorme enrejado de hierro forjado que es la salida del castillo, ya dijimos que vamos a salir al mundo, pero, digo yo, ¿no podríamos quedarnos adentro del castillo esta noche? Para que no esté tan obscuro allá afuera.

La princesa no lo escuchaba, sus manos se agarraban fuertemente de los barrotes negros, su mirada se perdía en la profundidad de la noche, mientras el viento helado se colaba entre sus erizados y negros cabellos.

Princesa… princesa…

Ya te oí, dragón, no te preocupes, pasaremos aquí la noche.

El dragón suspiró aliviado y buscó rápidamente un rincón cálido lejos del viento, donde se acostó. La princesa lo siguió y se acostó también junto a él, apoyando su cabeza en una de sus enormes patas. En cuanto el dragón puso la cabeza en el suelo, se quedó dormido. Pero Alice no podía conciliar el sueño.

¿Qué me espera detrás de esta puerta? –pensaba. ¿Qué tiene la vida preparado para mí? –sintió miedo.

Estoy emocionada –me contradijo la princesa.

La emoción también produce un poco de miedo.

No, lo que produce es ansiedad –insistió terca.

La ansiedad es una forma de miedo.

No tengo miedo.

¡¡Prin-ce-sa!!... –tomé aire. Mira, el miedo no siempre es malo, a veces nos sirve para mantenernos alertas. Estás a punto de salir a lo desconocido, vas a cruzar la puerta que nunca te habías atrevido a cruzar, vas a dar un paso importante en tu vida, en la vida del dragón, y en la trama de mi historia. Puedo entender que estés emocionada, puedo entender que estés ansiosa de saber qué es lo que va a pasar, ¿pero me vas a decir que no sientes un poco de miedo? ¿No estás ni un poco temerosa de lo que te espera allá afuera?

No.

¡Por favor!

¿Podrían dejar de discutir de una vez por todas? –interrumpió molesto Emmett. Es imposible dormir. Tú eres una necia, escritora, y tú eres una terca, Alice. Ya no discutan. Si te sirve de algo, escritora, yo si tengo miedo, hay cosas terribles allá afuera; y no me pregunten que como lo sé, simplemente lo sé, ¿está bien? Ahora, déjenme dormir la última noche de tranquilidad que voy a tener, porque después de esta noche ya nada será igual, porque yo sí le tengo miedo a lo desconocido, yo sí no sé qué va a pasar, y yo sí tengo sueño.

Emmett volteó la cabeza molesto, tratando de volver a dormir, sus ojos rojos brillaron por última vez mientras cerraba los grandes párpados que le… ¡Cállate! Perdón.

Está bien –susurró la princesa… y susurró la escritora. Creo que sí tengo un poco de miedo.

¡Lo sabía!... –susurré… y la princesa se quedó dormida.

Huhu… sé que se preguntarán 'Qué hace ésta publicando historias cuando tiene otras más sin actualizar?!'… Y pido disculpas por ello! Pero es que sentí la necesidad de hacer una adaptación de este cuento *¬* Nos lo dejó mi maestra de español para el ámbito de literatura… Y me encantó! Lo amé. Bueno, explicaré un poco la enredadera…

Los códigos de tipo de letra que están al principio del cap, son lo que dice cada quien… En el libro, en vez de estar por características como subrayado y eso, vienen en colores… Pero dado el hecho de que acá no puedo subir letras con color, pensé en ponerle así para que lo diferencien… ¿Vale?

¡Oh! Apréndanse los códigos, porque sólo los voy a poner en este cap… Jeje, ya estoy transcribiendo el dos.

Al final se darán cuenta de quién es la narradora y de una que otra cosilla más…

Xs, favor de notificarme qué piensan de la historia. ¿Quieren que la siga? ¿Qué les pareció? Obviamente no voy a dejar mis otras historias por subir esta, pero probablemente en esta pueda actualizar más dado que ya está escrita y solo la tengo que cambiar/analizar… Y estoy como en un bloqueo mental para escribir las demás ._. Pero igual seguiré con las otras. (Debo decirles que les recomiendo que lean la historia, tiene un mensaje súper lindo!)

Y bueno… Ya saben. ¡Acepto lo que sea! Reclamos, felicitaciones, noticias, amenazas de muerte, flores, piedras, tomates… ¡Lo que sea!

Ahora sí, me extendí. Me largo. ¡Review, please! Ya saben lo que quiero saber (?). ¡Los quiero! Nos vemos en los siguientes caps.

Dani31c

Well, mother, what the war did to my legs and to my tongue, I should you raise a baby girl, I should have been a better son! ~