Hello everbody!
¿Cómo están mis queridos lectores ? He decidido cambiar esta historia por una completamente nueva por varias razones: primero, perdí todos los capítulos de la misma, ya que no la escribo en mi libreta para luego pasarla a word, sino que la escribo directamente en word porque me toma mucho tiempo; y segundo, ésta nueva tiene el mismo concepto: Vampiros, es mucho más larga, pero al final valdrá la pena. A menos que alguien quiera tomar los dos capítulos de la historia original y continuarla, se la cedo ($_$)
Por otra parte, los personajes de Naruto no me pertenecen, sino de Masashi Kishimoto.
ADVERTENCIA: Universo Alterno. Traté de que las personalidades de los personajes encajaran con la trama, no puedo decir que no he cambiado algunas características porque sí lo hice. Habrán variados y muchos personajes completamente nuevos, creados por mí. El inicio se verá como si no tiene relación con lo ya mencionado, al contrario, después de varios capítulos, la historia tomará un rumbo diferente.
SUMMARY: Ciudad Konoha, cálida y pacífica. Sus habitantes viven tranquilos y felices, los amores florecen entre los jóvenes, los niños ríen animados y los adultos trabajan alegres. Todo es perfecto, maravilloso y refrescante. Si te invito a mudarte allí, ¿Lo harías? ¿Aceptarías, aún sabiendo que un oscuro secreto aguarda a los extraños que residen en esa apartada y extraña ciudad? Cap.1
Sin más demoras, les dejo leer el primer capítulo...
Le Début d' une Nouvelle Vie
(one)
By
Natsumi Anko.
Diferentes tipos de casas…
Diferentes tipos de composición…
Diferentes tipos de circunstancias…
Larga y sedosa cabellera violeta cual cae como cascada, se mece al compás del viento al igual que, los flequillos que cubren su frente. Corre apresurada con el objetivo de llegar a clases antes de que la campana suene, eso sería un gran reto cual difícil de cumplir restando ya seis minutos y faltando unas largas cuadras para llegar. Sonrisa divertida atraviesa sus labios. Viste uniforme escolar consistente en una mini-falda marrón tachonada, blusa blanca, más corbata roja; por encima, un chaleco amarillo y luego una chaqueta verdosa con el logo distintivo del instituto bordado en el lado izquierdo. Lleva puesta además, blancas medias que le llegan a los muslos y zapatos negros. Aprieta la aleta de su maletín que sostiene con la mano derecha.
Hay muchas personas en la tierra…
Todos tienen un lugar al cual llaman hogar.
Mira en su muñeca izquierda, el reloj de pulsera. – Otros tres minutos. – dice para sí misma. Apresura sus pasos, entonces ve el instituto. – Muy bien…– pasos más largos. Ve que el portero está moviendo las puertas para cerrarlas. – Oh, no. – se apresura. – No limpiaré después de clases. – reza para no quedar fuera. – Definitivamente, no. – Atraviesa aquella amplia y grande puerta, pasando al lado de un chico. – Salvada. – espira, sonrisa triunfadora.
Hogar…
El viento sopló fuerte logrando que los flequillos empezaran a moverse bruscamente. Pasa una mano por sobre su cabeza echando los flequillos hacia atrás, dejando entrever sus negros ojos y el ligero maquillaje que resalta su belleza. Avanza un par de pasos. De repente, pétalos de cerezos caen sobre ella. Su atención se centra en los árboles de cerezos sembrados en el instituto. – Oh, cierto. Estamos en esa época. – mirada entristecida.
¿Cuánto tiempo habrá pasado?
Recuerda años atrás, cuando apenas tenía ocho años de edad, a un hombre frente a ella vestido formalmente. Él sostenía una maleta, ese hombre alto al cual no recuerda su rostro, destacaba en apariencia por su elegancia. Las personas entraban y salían del aeropuerto cuidando de no chocar con alguien. Él le había sonreído con tristeza. Deseaba irse con él, pero una mano sostenía su pequeña mano. Era una mujer de hermoso y ondulado pelo violeta recogido en una coleta hacia el lado derecho con un plateado broche en forma de mariposa, los flequillos cubren sus ojos por tanto no se puede divisar el color de los mismos. Una triste sonrisa adorna los labios de la mujer pintados de rojo intenso.
*"Volveré."
Él había prometido mientras se giraba para irse. Sólo podía ver su plateada cabellera mecerse al compás del viento a medida que se alejaba de ambas. La mujer que sostenía su mano empezó a temblar, ella lloraba. Lloraba de dolor. Lloraba en silencio, pero no lo soportó y le soltó su pequeña mano para correr a los brazos de él. Corrió apresurada y lo detuvo, rodeando los brazos alrededor de él. No podía moverse, sólo veía la escena de la mujer y el hombre abrazándose fuerte. Pero él la alejó y se distanció de ella.
La pequeña corrió hacia ella. – Okāsan…– susurró, tomando la mano de aquella mujer que sufre la partida de ese hombre.
– Asumi…– aprieta la mano de su hija. – Seguiré a tu padre, porque lo amo. – sonrisa entristecida.
Amor… Hogar…
Sacude su cabeza, contempla el nombre tallado del instituto: Konoha's High School. – ¡Otra mañana emocionante! – exclama, entusiasmada.
– No se entusiasme, señorita. – dice el prefecto, apareciendo detrás de ella. Señor de unos cincuenta y dos años aproximadamente, de pelo blanco y dos rayas de sus ojos. La mira de arriba abajo. – Usas demasiado maquillaje, tu falda es muy corta, además casi llegas tarde. – la chica traga saliva, pero deseando no ser castigada. – Aunque no diré que me disgusta el largo de su falda. – ella lanza el puño a la altura de su pecho, venita palpitando en su frente. – Así que, podemos llegar a un acuerdo. – él posa mano derecha debajo del mentón, analizándola. – ¿Qué dices? – rubor en sus mejillas, sonrisa pervertida.
– Usted…– murmura entre dientes, enfadándose. – ¿Cuándo dejará de acosar a las adolescentes como nosotras en etapa de crecimiento? – tic en la ceja derecha. Él mueve sus dedos deseando tocarla. – ¡Jiraiya-sensei! – la propinó unos y otros golpes, hasta dejarlo tirado en el suelo quejándose. Sacude sus manos. – La próxima vez…– mirada maliciosa. –…se lo contaré a la directora. – mira su reloj de pulsera. – Al menos tengo una excusa por llegar tarde. Gracias Jiraiya-sensei. – se despide feliz, sonriéndole.
Estaba tan concentrada en darle una lección al prefecto que, no se percató de la presencia de un chico que la veía. Viste pantalón marrón, camisa blanca, más corbata roja; por encima, un chaleco amarillo y luego una chaqueta verdosa con el logo distintivo del instituto bordado en el lado izquierdo. Lleva además, tenis blancos. Una leve sonrisa surca sus labios mientras sostiene el manual del instituto.
Ella sube apresurada las escaleras hasta llegar al piso correspondiente donde se ubica su clase. Corre el largo corredor. – ¡No corra por los pasillos! – oye a un maestro gritarle, pero no le prestó atención, sólo deseaba llegar pronto a clases. Ve la placa indicando Clase 2-A. Corre la puerta de repente. – ¿Eh? – los estudiantes estaban dispersos, no hay maestro.
Nadie más le prestó atención, excepto tres chicas. Una de ellas está sentada en su pupitre, posee ojos con puntas muy pronunciadas con el iris negro y unas pupilas marrones de gran tamaño, su corto cabello púrpura llega hasta los hombros y el flequillo hacia el lado derecho sin llegar a taparle los ojos. Viste el peculiar uniforme, a excepción de la chaqueta que la lleva abotonada y las medias le llegan a los tobillos. Ella le agita el brazo a la recién llegada. Nanami Uzuki.
La segunda chica, de pie al lado de la primera y con los brazos cruzados, mira a la chica. Sus ojos son marrones oscuros, tiene el cabello castaño que le llega hasta los hombros. Usa el indicado uniforme, pero no lleva el chaleco debajo de la chaqueta. Kimi Shinarui. La tercera chica, sentada en otro pupitre, pero de cara a la primera, le regala una sonrisa a la chica. Ella tiene unos lindos ojos verdes, pelo rubio y largo recogido en una coleta alta, lleva unas gafas de sol sobre su cabeza, viste el uniforme sin la chaqueta. Árika Yamashiro.
– ¡Buenos días a todos! – exclama la recién llegada. Una sonrisa surca sus labios.
– Buen día, Tsumi-Chan.
– ¡Llegas tarde!
– ¿Qué tal, Asumi-san?
– Es extraño verte llegar tan tarde.
– Pensamos que ya no vendrías.
– ¿Te quedaste dormida? Jajajaja
– Tsumi-san, ¿Ya viste el nuevo catálogo de modas?
– Me gusta tu nuevo peinado, Asumi.
– Te ves cada día más guapa, Hatake-san.
– Seguro Ero-sennin quiso persuadirte, ¿Verdad?
Eran los saludos de sus compañeros de clases. Pero al mencionar al Ero-sennin, un aura negativa rodea a la chica. Todos tragan salivas. Ella ingresa al salón, deja caer de mala gana su maletín encima de su pupitre. – ¡NO LO SOPORTO! ¡ES UN PERVERTIDO DE LO PEOR! – ojos destellan furia. Recuerda un asunto importante. Cambia totalmente, se ve alegre. – Oh cierto, le di una lección. – sonrisa de felicidad. – Se lo merecía. – se acerca a sus tres amigas.
– Oh bueno, entiendo los sentimientos de Jiraiya-sensei. – dice un chico de cabello negro, pero corto. Tiene ojos negros, y su piel es morena.
Ojos entrecerrados, vuelve la cabeza y le mira detrás de ella. – Sarutobi…– susurra Asumi, empezando a irritarse.
– Hatake…– responde el aludido, entrecerrando los ojos. Viste pantalón marrón, camisa blanca; por encima, un chaleco amarillo y luego la chaqueta verdosa con el logo distintivo del instituto bordado en el lado izquierdo. Lleva además, tenis blancos. Hiroshi Sarutobi.
– H-Hiroshi-Kun, no deberías empezar una pelea. – dice Nanami Uzuki chocando los dedos índices entre sí, con timidez.
– La representante tiene razón. – dice un chico con el cabello castaño claro, ojos color ámbar, y piel pantalón marrón, camisa blanca y corbata roja; por encima, un chaleco amarillo. Lleva además, zapatos negros. Chad Yamaki.
– C-Chad-Kun. – susurra Nanami viendo que él sostiene un libro y no despega la mirada del mismo.
Tic en la ceja derecha. – Sarutobi, ¿Qué demonios haces en este salón? – pregunta Asumi entre dientes, él se encoge de hombros como respuesta. – Ésta no es tu clase. – levanta el puño a la altura de su barbilla. – ¡LARGO DE AQUÍ! – de una fuerte patada lo mandó lejos. A los presentes les desliza una gota estilo animé.
La puerta se desliza. – Bien, clase. Todos vuelvan a sus asientos. – dice el maestro. Hombre de cabello largo castaño atado con una cola de caballo en punta, tiene una cicatriz en su nariz, ojos negros y piel clara. Iruka Umino.
Asumi toma asiento, al igual que el resto. Observa a través de la ventana el cielo azul. Suspira. Estaba tan perdida en sus pensamientos que no se percató que las clases del primer período habían concluido. – ¿Mi-san? – Árika la saca de sus pensamientos. La nombrada les mira, ellas están de pie esperándola. Se levanta y salen del aula.
Las cuatro chicas atraviesan el corredor, seguras de sí mismas. A excepción de Nanami, quien es un poco tímida y además la representante de la clase. Por ser como es de tímida, tiene incontables admiradores. Pero teme un poco de los hombres, es por eso que Asumi la ayuda a mantener el orden en la clase y la aleja de tipos como esos que ahora la miran. Los chicos que las ven al pasar, ruborizan, otros les lanzan piropos. Nanami, un poco asustada, agarra una esquina de la chaqueta de Asumi, quien siente el temblar de su mano. Asumi la toma de la mano dándole seguridad. Después de todo, han sido amigas desde la niñez y la aprecia como si fuese su hermana.
Nanami le sonríe, sus mejillas están ruborizadas lo cual la hace verse extremadamente linda e infantil. Muchos la adoran, pero no sólo a ella, también las demás tienen sus propios admiradores. Árika rodea un brazo alrededor del cuello de Nanami atrayéndola hacia ella. Los chicos quedan encantados por la sonrisa de Yamashiro. Kimi camina al lado de Asumi, una leve sonrisa surca sus labios, inevitablemente llamó la atención de los chicos. Ante la imagen que dan las chicas, pareciera que Asumi es la hermana mayor de todas ellas. Y es que ellas son especiales.
Iban muy sonrientes por tanto, pasaron desapercibidas a un chico que viste el destacable uniforme escolar consistente en pantalón marrón, camisa blanca, más corbata roja; por encima, el chaleco amarillo y luego la chaqueta verdosa con el logo distintivo del instituto bordado en el lado izquierdo. Además, lleva unos tenis de color blanco. Las estudiantes parecen embobadas ante el atractivo caminar del chico, sus mejillas ruborizadas. Ese chico de piel blanca, bastante apuesto cabe mencionar, pasa al lado de Asumi, quien movió sus ojos hacia él sorprendida ante la belleza que él desborda. Su cabello mezclado entre negro y azul oscuro alborotado, sus ojos son negros y su mirar profundo.
Como en toda escuela, hay un príncipe…
Aunque en ésta, hay calculables chicos guapos…
Las chicas lo ven irresistible…
Ishida Ukitake de la clase 2-C.
– ¡Wow, son los chicos de la Clase 2-C! – exclama una de las estudiantes. Todos los presentes, incluyendo las chicas les miran.
Desinteresados, pero con sus aspectos de chicos cool, ellos atraviesan el corredor mientras las chicas los alaban, otras murmuran entre ellas, pero a ellos no les importaban. Les daba igual si estaban o no interesadas en ellos. Visten los pantalones marrones, camisas blancas, algunos de ellos llevan corbatas rojas, otros simplemente no; por encima, unos usan el chaleco amarillo y otros la chaqueta verdosa con el logo distintivo del instituto bordado en el lado izquierdo. Chico de cabellos alborotados de un negro brillante y ojos negros, su mirada es seria y camina con las manos dentro de los bolsillos: Maito Genji. Chico de cabellos alborotados de un tono rojizo opaco, sus ojos son amarillos como el ámbar y es de piel aperlada, con la mirada fija al frente sin mirar a alguna chica: Taisuke Kanroji. Chico de cabellera negra echados hacia atrás y ojos marrones claros, va jugando con un Nintendo: Takashi Komuro.
Dentro del mismo grupo, Hiroshi Sarutobi camina al lado de Taisuke mientras toma una gaseosa de lata y Chad lee su peculiar libro de ciencias. Detrás de ellos, viene el chico más popular por su atractivo y mirada desinteresada, Ishida Ukitake. Él camina sin darle importancia a su alrededor y ese aire que tienen ellos, es lo que les da popularidad entre las chicas. No obstante, pasaban desinteresadamente cerca del bote de basura y uno de ellos, sin querer, lo golpeó con el pie logrando que la basura se dispersara en el pasillo.
– Wow, ¿Qué haces Ishida? – pregunta el chico de cabellera negra echados hacia atrás y ojos marrones claros: Takashi Komuro.
– Dejaste todo un desastre. – agrega el chico de cabellos alborotados de un negro brillante y ojos negros: Maito Genji. – Será mejor irnos antes de que llegue ella. – empiezan a alejarse dejando el desastre.
– ¿Ella? – pregunta Ishida confundido.
– No te involucres con ella. – añade Takashi, sonriendo. – Hiroshi fue golpeado por intentar provocarla.
– Aún me duele la mejilla. – se queja Hiroshi, sobándose la mejilla izquierda lugar donde había recibido el puñetazo días atrás. – Es linda, pero una fiera cuando se enoja.
Ella aprieta los dientes con fuerza, entonces golpea la pared con su pie izquierdo impidiéndoles el paso. Ishida parpadea, sorprendido. Los demás retroceden tres pasos. – Asumi Hatake de la Clase 2-A. – él entrecierra sus profundos y negros ojos. – Aquí había un número de personas en el corredor del instituto cuando hiciste esto. – él se impresiona por la intensa mirada de la chica. Asumi desciende la pierna, se cruza de brazos. – No eres el único en este instituto. – posa dedo índice en el pecho de él. – No lo vuelvas a hacer. – presiona, aparta. Ahora ella le lanza una mirada terrorífica al Sarutobi. – Te escuché, Hiroshi-Kun. – sonrisa brillante. – Aunque digas que soy linda, no te librarás fácil de un castigo. – El nombrado traga saliva. – ¿Y bien chicos? Veo que su popularidad ha aumentado. – ellos empiezan a sudar.
– A-Asumi, no hemos hecho nada malo. – dice Hiroshi, negando las manos.
– Ahora le habla por su nombre. – piensan Chad, Takashi, Taisuke y Genji.
Mirada fija, ellos tragan saliva. Espira. – Bien. – cierra sus ojos, agotada. – Aunque les pediré de favor que…– los abre y mueve hacia un lado donde un gran número de chicas le incita a seguir hablando con ellos. – ¿Soy su recadera o qué? – vuelve a suspirar, cansina. – Cuando rechacen los sentimientos de las chicas que se les confiesen, no las estimulen en no perder sus ilusiones. – venita latente en su frente. – Odio que ellas recurran a mí. – mirada terrorífica. – ¿Está claro?
Rectos. – HAI! – responden obedientemente.
– Wow, ustedes están domesticados por ella. – comenta Ishida, posando una mano debajo del mentón.
Ruborizan. – ¡ESO NO ES VERDAD! – vociferan al unísono.
– Es lo que me parece. – agrega él, interesado en sus reacciones.
– ¡NO ES CIERTO! – sacuden sus cabezas en rotunda negación.
– Mm…– Ishida entrecierra los ojos. – Entonces, es eso. – se acaricia el mentón. – ¿Ella les gusta? – aunque permanecieron callados, el rubor intenso de sus amigos fue suficiente para interpretar la respuesta.
Asumi ríe. – Es absurdo. – responde ella, confiada. – Conozco a estos tipos desde la primaria. – señalándolos. – Así que no les gusto para nada. – se cruza de brazos. – Sólo me causan problemas. – ella desvía la mirada al lado izquierdo, evitando que él mire sus ojos. – Nadie se fijaría en mí o lo lamentaría. – susurra, apenas audible para él.
Ishida mira a sus amigos uno a uno, ellos desvían sus miradas a diferentes puntos muertos. Ahora observa a los chicos del pasillo, quienes estaban sumergidos en sus sueños fantasiosos sobre Asumi. Enarca una ceja. – Sí que es despistada. – dice para sí mismo. – Tienes razón, nadie se fijaría en ti. – sus amigos, ubicados detrás de Asumi, sacuden sus manos en negación indicándole que no hable de más o sino lo lamentaría. Ishida sonríe divertido. – Eres feísima. – los ojos de sus amigos se pusieron blancos, definitivamente Asumi lo mataría.
Hiroshi se acerca a Asumi sigilosamente, ella no parece reaccionar. – A-Asumi… Etto…– le punza la espalda con el índice. – ¿Asumi? – Taisuke y demás se acercan a ella. Lo que ven les asusta. Asumi mantiene la cabeza agachada mientras un aura negativa empieza a rodearla. – Carnal, te pasaste. – musita Hiroshi.
Asumi cierra las manos en puños. – Tú…– sisea, voz seria. Hiroshi retrocede junto a sus amigos. Los fans de Asumi esperan ansiosos su reacción. – Te atreves a decirme…– los cinco chicos tragan saliva. Alza la cabeza, sonríe. Sonrisa que irradia una felicidad forzada. Un aura brillante y llena de flores la rodea, por eso ella también es popular. – Eres detestable, egocéntrico y estúpido. Hermosa combinación, diría yo. Me gustaría tener la oportunidad de patear tu maldito trasero en el festival deportivo. – da media vuelta, sin dejar de sonreír. Sus fans explotan emocionados. Las chicas no se quedan atrás, estaban sonrojadas ante dichas palabras.
Ishida la ve alejarse. – Creí que me gritaría. – dice, pensativo. – Interesante. – de pronto, una lata de proveniencia inexplicable lo golpeó tan fuerte en la frente que lo tumbó al suelo, noqueándolo. Los cinco chicos sintieron un escalofrío no grato al ver que la culpable fue Asumi.
...
Después de clases…
Nanami, Árika y Kimi observan a Asumi arrancar un volante que estaba colgado en un póster de luz mientras caminan. – ¡Así es como son los chicos guapos! – arruga el pobre volante. – ¡Sólo hablar de él me hierve la sangre! – Nanami se esconde detrás de Árika, quien una gota estilo animé desliza por su frente. – ¡Qué sangre fría! ¡Tiene el corazón de hielo! – gruñe, enojada.
Una sonrisa atraviesa los labios de Kimi, cejas levemente fruncidas. – Tampoco es algo que moleste tanto, además lo dejaste inconsciente. – responde para calmar a su amiga.
– Pero Kimi, ¿Cómo se atreve a decirme esas palabras tan crueles delante de esos idiotas? – interroga Asumi, aún más molesta por la actitud indiferente de ella.
– Hmm… Seguro quería molestarte un poco. – responde como sin darle importancia al asunto.
Asumi le mira detenidamente, espira. – ¿Molestarme? Ese tipo es un idiota. – se percata de un bote de basura, lanza el arrugado volante directo al bote, el cual cayó dentro sin tocar los bordes.
– Oye, ¿No deberías pasar por el supermercado? Pronto cerrarán. – añade Kimi, cambiando de tema.
– Ahhh! ¡Es verdad! – exclama Asumi, totalmente exaltada.
A Kimi y Árika les deslizan una gota estilo animé detrás de sus cabezas. – Debe ser duro vivir sola.– murmuran al mismo tiempo.
– No se crean, está bien cuando te acostumbras. – responde, contemplando el cielo azul.
– ¿Has tenido noticias de tus padres? – pregunta Árika, tanto interesada. – Ha pasado tiempo desde que estuviste con ellos. – mira fijamente a la Hatake. – ¿No te sientes sola?
Mirada entristecida. – En verdad, no me incomoda estar sola. – Baja la mirada, les sonríe. – Deberían venir algún día a mi apartamento.
– Sólo si nos preparas comida casera. – responde Kimi, animando un poco el ambiente.
– ¡Eso está hecho! – se despide con un movimiento de mano. – ¡Hasta mañana, chicas! ¡Cuídenme a Nanami! – corre apresurada.
Árika rodea el brazo libre alrededor del cuello de Kimi. – Es obvio que a Ishida-Kun le interesa. Asumi es despistada, no lo notará a menos que se lo digamos. – murmura, haciéndole entrever un punto claro.
– Dejémoslo así. – responde Kimi, despreocupada. – Sólo está cabreada. Se le pasará, estamos hablando de Asumi.
– Oh, cierto. – responde Árika recordando la personalidad de la susodicha.
– Deberías ser más cuidadosa al hablar de sus padres. – dice Kimi, preocupada por la Hatake. – Recuerda que hace años, Asumi decidió vivir sola. Tendrá sus razones y debemos respetarla.
Asumi se detiene en medio de la calle, alza la mirada hacia el cielo. En verdad ha pasado tiempo desde que conversaron como una familia. Espira. – No regresaré hasta cumplir mi objetivo. – se convence a sí misma.
Corta las zanahorias mientras tararea una suave melodía. Inmediatamente que llegó del supermercado, cambió de vestuario. Ahora lleva puesto un short rojo vino y una simple blusa transparente, lo cual se puede apreciar sus blancos brasieres. – Veamos… Hoy me prepararé una rica ensalada y…– sonrisa feliz. De repente tocan a su puerta. Deja el cuchillo en la repisa. – ¡Ya voy! – Camina directo a la puerta.
– Perdone, soy el que se acaba de mudar al piso de al lado. – responde una voz masculina al otro lado de la puerta.
Posa mano derecha en la manilla de la puerta, la abre. – Encantada de…– frente a ella se ubica el ídolo más famoso de toda la escuela y al que hace apenas unas horas atrás empezó a odiar, Ishida Ukitake sosteniendo una caja. No podía creer que él esté allí. Cierra la puerta en sus narices. Sacude su cabeza. – Esto no…– inhala, exhala. Abre la puerta. – ¿QUÉ HACES TÚ AQUÍ? – grita, enojada.
– Estoy tan sorprendido como tú de que seamos vecinos…– dice sin expresar ninguna emoción en su rostro. La mira de arriba abajo, enarca una ceja. – Sea como sea, date prisa y acepta esto. – le entrega el presente y se aleja, entra en su apartamento y cierra la puerta de un portazo.
El pasillo quedó en silencio. Asumi continúa mirando el camino que tomó el chico. – ¿Eh? – frunce el entrecejo.
Espero les haya gustado, si es así, por favor dejen sus comentarios, opiniones, consejos, etc. Todos son bien recibidos.
¡Nos leemos en una próxima! Ja ne!
