I

Envuelta en tinieblas estaba ahí, recostada bajo el padre protector de su infancia, observando la brillante luna oculta tras inmensas nubes, y disfrutando del refrescante sereno.

Todo parecía tranquilo, y sin embargo, nada lo estaba. El instinto le dictaba que algo pasaría en cualquier momento; y justo eso fue lo que sucedió.

El atípico silbido de una gaita comenzó a sonar, mientras todo a su alrededor parecía desaparecer y ya no había un solo rastro de luna; pero ella conocía el camino de memoria, incluso ante tal oscuridad. Se levanto con parsimonia, pero sin eludir el escalofrío que recorrió su espalda, y camino hasta su destino; luchando contra la vulnerabilidad que sentía.

—Pequeña… —escucho la clara voz de Albert, desde el sitio mismo al que se dirigía; pero ella se mantenía en silencio, incapaz de pronunciar una sola palabra…

Sin saber cómo, llegó al punto exacto en que años atrás un príncipe le encontró; pero no había nadie.

—¿Albert? —musito impaciente y temerosa.

Rodeo el sitio con la mirada y al volver la vista al punto inicial, un claro de luna despejó lo que ahí se encontraba.

—El espejo… —una voz tenue y espectral, parecida a la del príncipe, le indico que se acercara a aquel objeto.

—Esta flotando —la observación estaba de más.

Un espejo oscuro, resguardado en un elegante marco dorado y ovalado, colgaba desde algún lugar que sus ojos no podían observar, y que ocupaba el espacio en donde debía estar aquel a quien había ido a buscar.

—El espejo… —volvió a musitar aquella voz de ultratumba.

Con cautela estiró la mano hasta alcanzar el fino marco, inhaló hondo, cerró los ojos por un instante y se acerco aún más, hasta verse reflejada en aquel extraño objeto.

Por un segundo respiró con tranquilidad, el reflejo que observaba no tenía nada de extraño; y sin embargo, mientras más lo miraba, este más se deformaba.

—¡Dios mío! —lo soltó justo cuando, noto que aquel ser comenzaba a hacer movimientos muy distintos a los de ella.

—Dámelo… —con una voz gutural, aquel ser señaló algo a los pies de la asustada enfermera—. Es mío…

La luna había vuelto a ocultarse; aún así reconocía el brillo del broche que alguna vez encontró.

—Es… —musito al levantarlo

—Dámelo —exigió comenzando a desesperarse—. ¡Es mío!...

—Pero… —se negaba.

—¡Es mío! —exigió con fuerza.

Fuera lo que fuera, en su desesperación, rompió el cristal que le aprisionaba, provocando un gran estruendo…

x – x – x

—¿Candy? —la hermana María había tratando de despertarla sin éxito alguno— ¿Candy?

—¡No! ¡Suéltame! —abrió los ojos bastante alterada—. ¡Albert!

Miro a su alrededor, los niños aún dormían, la lámpara permanecía apagada; solo había una vela encendida a su lado. La expresión de la hermana María era de preocupación.

Todo había sido un sueño. Sólo un sueño…

X – X – X – X – X

Mañana; al filo de la media noche regresara el terror…

Jejeje ya sé; no fue chistoso…

Chicas, ya casi lo termino y eso me tiene muy contenta. Sin embargo el final se me esta alargando un poco y por eso he iniciado a publicar desde hoy.

Cada capítulo es un drabble (entre 100 y 500 palabras, aunque quizá los últimos tengan más) y subiré uno diario; más o menos entre 10 y 12 de la noche (hora centro de México).

Espero que me haya quedado bien escrito, que les guste, lo disfruten, les intrigue y tengan muchas pesadillas… jejeje

Monse