Primera entrega

Casa

Bebía su té tranquilamente mientras la luz del atardecer entraba por la ventana, entibiando la sala con los últimos rallos del sol de otoño.

Todos se habían marchado ya a casa y sentía la tranquilidad que le daba aquel salón silencioso, solitario y sin embargo, lleno de risas y alegría, con olor a pasteles y a café instantáneo, tan familiar y tan suyo, con un sentido de pertenencia más grande que cualquier cosa que pudo haber tenido antes en la vida.

-Haruhi, me podrías traer un poco de té –claro, se le olvidaba que él aún no se había ido… debía seguir trabajando con su portátil, en un rincón, callado y observador como siempre, seguramente ya había terminado con la organización del siguiente tema del Host Club y ahora veía las acciones que tenía en diferentes partes de forma anónima, las mismas que le habían dado el poder sobre la empresa de su padre.

-Claro Kyouya-sempai –no era una orden, por lo menos no en el estricto sentido de la palabra. Desde que había saldado su cuenta con el Host Club el menor de los Ootori la trataba de forma diferente… ¿o había sido desde antes? Se había acostumbrado tanto a la compañía de sus amigos que simplemente ya no recordaba como era estar sin ellos –aquí tiene sempai –dejó la taza al lado del computador y se acomodó en una silla de la misma mesa a terminar su propio té.

-Haruhi ¿Por qué aún no te has ido? -Del Host Club… de nuestras vidas… de esta extraña familia… -si te retiras muy tarde a casa Ranka-san estará muy preocupada.

-No es nada… sólo quería disfrutar del salón en paz, son pocas las oportunidades de verlo así y fue realmente agradable –dejó la taza desocupada sobre el platillo y se paró dispuesta a marcharse. Kyouya en ningún momento levantó la vista del portátil –además –agregó antes de salir –esta también es mi casa.

El muchacho sonrió mientras se arreglaba los lentes y miraba fijamente la puerta por donde acababa de desaparecer la chica. Al día siguiente la haría lavar las tazas de té, pero por el minuto la dejaría ir… sabía que regresaría.

Géminis

Kaoru es el menor de los hermanos, el más tranquilo, más razonable, con voz más suave y carácter menos instintivo; aún así, cuando está con su gemelo, piensan igual, hablan lo mismo y uno le termina las frases al otro.

Aunque esto rompa su carácter sereno.

Se siente vacío cuando no está con Hikaru y no entiende la vida sin él, siempre estuvieron juntos… ¡Por Dios, nacieron juntos e incluso odiaron al mundo juntos por mucho tiempo!

Irónicamente son géminis. Libres como sólo un signo de aire puede ser… contradictorios como las estrellas los destinaron. Levanta la revista de moda que estaba hojeando y se dirige al horóscopo. "Géminis: Hoy será un buen día…". Que tonta predicción, eso ya lo sabía; tenía a Hikaru junto a él, de esa forma ningún día podía ser malo.

A veces se imagina que estaban destinados a ser una sola persona y siempre que le pasa sólo le asalta una duda.

-¿Quién habría sido el lado bueno y quién el lado malo?

-¿Ah? –Hikaru por su parte no puede encontrar a su hermano más diferente que él. Claro, dejando de lado las cosas superficiales. Nunca sabe lo que está pasando en el interior de Kaoru y muchas veces, igual que esta, no entiende de lo que habla.

Ni caliente ni frío

-Tamaki-sempai, no es buena idea estar en el cuarto de Kyouya-sempai y menos despertarlo por mucho que quieras que veamos una película.

-¡Pero si ya son las 10:00 de la mañana! ¡El sol brilla, los pajaritos cantan y Kyouya tiene una sala de cine particular…! En mi mansión no tengo porque las instalaciones son clásicas, muy antiguas y como no es la oficial de la familia Suou nadie está interesado en modernizarla, las casas de Mori-sempai y Honey-sempai son tradicionales japonesas y los gemelos no quisieron prestarnos la sala de cine que tienen en su casa.

-Eso es mentira… -dijo Hikaru.

-… la verdad es que nunca llegó a preguntarnos –complementó Kaoru.

-Y yo tengo una mansión tipo occidental ¿Cierto Takashi? –comentó felizmente Honey.

-Si.

-Simplemente a nuestro señor le gusta molestar a Kyouya-sempai –terminaron los dos gemelos.

-¡No los escuches! ¡Sólo dicen falsedades de tu padre! –Tamaki tapó los oídos de Haruhi, pero esta le pellizcó las manos para que la soltara.

-Realmente no quiero estar aquí en el segundo que Kyouya-sempai abra los ojos; según lo que ustedes mismos me han contado tiene un despertar horrible –comenzó a caminar hacia la puerta –deben ser realmente temerarios para esto –se escapó del cuarto y salió al pasillo. No tenía intensiones de moverse de ahí hasta que el huracán Ootori terminara, la verdad es que sólo quería poder ir a su casa para estudiar.

-Tú debes ser Haruhi Fujioka –escuchó una voz profunda y seria que le hablaba desde su izquierda. Lentamente levantó la vista – ¿A qué debemos el honor de tu visita? –era el padre de Kyouya.

Unas punzadas de nervios le atravesaron el estómago. La primera y última vez que había visto a ese señor se plantó delante de él para defender al chico de lentes y no había sido nada amable. Había esperado no encontrarlo en la mansión… aunque, para ser sinceros, había deseado no volverlo a ver en su vida. Se sentía algo incómoda frente a ese hombre al haberse metido en donde no la llamaban.

-Señor Ootori…

-Pienso que te ves mucho mejor vestida de chica.

-Yo… gracias –no sabía que decir, ese hombre era tan intimidante como Kyouya, con aquella mirada penetrante e inquisidora detrás de los cristales de los lentes. De pronto quería regresar a la habitación aunque tuviera que aguantar al rey demonio de sangre fría.

Un sonido interrumpió sus pensamientos.

Con vergüenza notó que había sido su estómago reclamando el desayuno que no había alcanzado a comer. Su rostro se sonrojó y miró de reojo al señor Ootori esperando algún comentario sarcástico de su parte… conociendo lo grosero que podían llegar a ser esta gente con dinero seguramente pensaría que era una muerta de hambre. Ricos bastardos.

-¿Apetito? –Aunque había sonado a pregunta Haruhi sabía que era una afirmación. Asintió tímidamente –entonces no tendrás problemas en acompañarme a desayunar, justamente me dirigía al gran salón para hacerlo.

Quiso negarse y de paso regresar a su casa, pero un nuevo sonido proveniente de su estómago le dio la oportunidad al jefe de la familia de tomarla delicada pero firmemente del brazo y arrastrarla con él.

-¿Sabes? No deberías salir sin desayuno de la casa, uno nunca sabe que problema puede tener por el camino y cuanto tiempo te quedes sin alimento –la chica suspiró olvidando su nerviosismo.

-No pretendía salir sin desayuno, hoy me levanté temprano para pasar al almacén y comprar algunas cosas que faltaban para cocinar, pero cuando iba de regreso los gemelos me raptaron y me metieron a la limosina de Tamaki-sempai junto al resto del Host Club…

-Te creo, Tamaki-kun puede llegar a ser demasiado impulsivo.

Al entrar al comedor Haruhi observó el estilo moderno y simplista que tenía el lugar, se había imaginado todas las mansiones de esa gente rica cargadas de detalles clásicos, o neogóticos como los de su escuela, pero ahora que lo pensaba la arquitectura de esa mansión estaba hecha a medida de la personalidad de la familia Ootori, completamente práctica… o por lo menos así se los imaginaba ella.

Caminó por el piso de mármol cuadriculado negro y blanco, sintiéndose como una pieza de un gran tablero de ajedrez y se sentó a un costado del señor de la casa.

-Prepare un puesto más para la invitada –pidió de forma indiferente a la sirvienta que estaba esperando instrucciones a un costado de la mesa. La chica marchó silenciosamente y Haruhi no pudo evitar pensar en lo diferente que se sentía aquel lugar a la familiar sala de música del Host Club –entonces… ¿por qué Tamaki-kun te arrastró a la mansión Ootori?

-Porque quería ver una película en la sala de cine que tienen… supongo que más que nada lo hizo para molestar a Kyouya-sempai.

-Tamaki-kun siempre llega de improviso haciendo que mi hijo se enoje ¿pero te confío algo? –Se acercó a la chica con un aire privado –Kyouya necesitaba una persona cálida y pura al lado de él, que en esencia fuera luz, porque su ánimo siempre ha sido frío y oscuro.

Llegó la empleada sirviendo el desayuno de ambos, en el mismo momento que la puerta del salón se abría dejando entrar a una joven de ojos castaños y largos cabellos negros.

Lo primero que sorprendió a Haruhi fue la alegre belleza de la chica, parecía como un oasis tropical en medio de aquel desierto de hielo. Lo segundo que le llamó la atención era lo parecida que era con Kyouya ¿acaso una prima o una tía muy joven?

-¡Buenos días! Veo que hoy se ha levantado más tarde de lo que acostumbra.

-Buenos días Fuyumi… lo que pasa es que he estado trabajando tanto esta semana que creí necesario disfrutar aunque sea este sábado de forma tranquila.

-Eso me parece muy bien, así le da el ejemplo a sus hijos que no pueden vivir sin stress… o perdón… tiene visita… –la chica quedó mirando a la invitada de forma curiosa, luego dirigió la vista a Ojisan en una muda pregunta.

-Oh, claro, que falta de Educación de mi parte… Haruhi Fujioka, ella es mi hija Fuyumi Ootori.

-Mucho gusto –contestó alegre la muchacha mientras se sentaba para acompañarlos a desayunar.

-¿Hija? Kyouya-sempai nunca me comentó que tuviera una hermana… sólo habló de sus dos hermanos.

-Ese niño puede ser tan cruel… -murmuró en un divertido berrinche Fuyumi –nunca habla de mí y yo que hablo de él a todas mis amigas… así mismo, cuando quiero que me comente de lo que hace en el instituto sólo me dice que no tiene importancia y me deja con todas mis dudas… la poca información que me da se la tengo que sacar casi con amenaza de muerte.

-Supongo que Kyouya-sempai en casa es muy parecido que en el instituto.

-Desde niño fue así –habló Ojisan de forma serena –estuvo presionado por la familia Ootori… siempre diligente, completamente apto, frío y calculador… tengo que aceptar que en gran parte fue mi culpa, pero su inteligencia capaz y superior, incluso mayor que la de sus hermanos, lo llevó a ser casi un ser sin sentimientos… hubo un tiempo que incluso creí que a la única persona que realmente quería era a Fuyumi... aún así no hice nada para evitarlo –la mirada de Ojisan se endureció mostrando aprensión y un gran cargo de conciencia.

-Tranquilo padre, Kyouya es un buen chico y si bien oculta sus sentimientos jamás ha dejado de ser humano…

-Buen chico no sería la definición que le daría a Kyouya-sempai –las palabras de Haruhi llegaron de forma distante y etérea, los presentes le prestaron atención mientras ella contemplaba por el gran ventanal del salón el verde jardín –aunque frío y calculador tampoco lo ocuparía… puede que ambas cosas sirvan para describirlo, pero… siguen siendo superficiales…

-Entonces Haruhi-san… ¿Qué definición le darías a mi hijo?

-Tibio –dijo la muchacha con una sonrisa –porque él siempre sabrá como ayudar de forma inteligente a las demás personas.

-Disculpen el retraso ¿vamos a ver la película? –entró contenta Haruhi a la sala de cine. Después de terminar de desayunar Ojisan le había indicado el lugar donde se encontraba.

-¿Ya ves, idiota? Ella estaba dentro de mi mansión, era imposible que la raptaran, la atropellaran o que la hirieran de cualquier forma.

-¡Haruhiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, ven con papá! ¡¡Tenías a tu padre tan preocupado!! –lloraba Tamaki mientras abrazaba al punto de la asfixia a la muchacha.

-¡Suélteme! ¡Sempai, sólo desaparecí 40 minutos! ¡Supuse que ese sería el tiempo en que Kyouya-sempai estaría listo! ¡¡Suélteme!!

-Toma, deja de hacer escándalo –de un solo movimiento el chico de lentes le cambió a Tamaki un recipiente con cabritas por la chica y luego la guió con delicadeza casi sorprendente en él hasta un asiento que estaba al rincón, sentándose luego al lado de ella, recibiendo, sin prestar real atención, las protestas del rubio por arrebatarle a su hija.

Porque a pesar que jamás te dejarás quemar por sentimientos locos y desbordados como lo hace Tamaki-sempai, no eres el ser frío que tú quieres aparentar

-¿Pasa algo Haruhi? –preguntó el de lentes, mirándola de reojo.

-Gracias.

-No tienes porque dármelas… ya sabes… todo es conveniencia, si no te soltaba jamás empezaríamos con la película –sonaba tan poco convincente, tan poco Kyouya-sempai.

-Claro, lo que usted diga.