¡Hola a todos! Espero que disfruten el siguiente fanfic tanto como yo lo hice escribiéndolo. Todos los personajes pertenecen a sus respectivos autores y de mi parte sólo les traigo esta linda historia con fines de entretenimiento.

Girls just wanna have… love

Chise bajo el rostro ante la mirada de Elías. El mago la miraba de frente con los brazos cruzados y una actitud entre molesta y misericordiosa. Una vez más su pequeña aprendiz había escapado sin avisar y al regresar a casa lo había hecho a altas horas de la noche dejando atrás solo una carta con un escueto mensaje de "Regreso más tarde. Con amor Chise". No es que fuera sorprendente, pero sí era molesto el hecho de que el único enterado de la situación fuera Ruth. Finalmente tanto la chica como su familiar habían regresado sanos y salvos a casa, pero de eso hacía casi una semana… durante esos siete días Elias no se había dirigido a ambos más que lo estrictamente necesario.

La chica entendía la actitud del mago; sabía que era celoso, pero nunca su rencor había durado tanto tiempo. Una semana sin poder tomar su mano o algún gesto de cariño por parte del hijo de las espinas estaban atormentando el corazón de la humana. Era doloroso llegar a desayunar y ser recibida por un sencillo saludo de buenos días, así nada más, sin una palmadita en su rojiza cabellera o frotar tiernamente su cráneo sobre su mejilla. Lo peor fue el no poder dormir a su lado. No porque Ruth no fuera una agradable compañía, sino porque deseaba sentirse protegida estando al lado del cálido cuerpo de Elias. Chise intentó pedir perdón, pero cada vez que estaba a solas con su esposo, éste se alejaba alegando algún compromiso o tarea encomendada por Simon.

Pero para la Slay Vega ya era suficiente. Sabía que de cierta forma había herido al mago y estaba más que dispuesta a obtener su perdón. Así que ese día al terminar su cena siguió a Elias hasta su habitación y antes de que este pudiera cerrar de forma definitiva la puerta ella había entrado.

Ahora estando los dos solos, sin nadie que pudiera entrar gracias a la magia del cerrojo de la habitación terminarían esa desagradable disputa de una vez por todas.

Chise tomando todo el valor que pudo levantó serenamente la cabeza y habló a su esposo.

-Elias, perdóname si te molesté por haberme ido, Alice necesitaba hablar con alguien y creí que lo mejor era ir sola para poder escucharla-

El mago siguió en la misma actitud guardando silencio, tal vez quería que ella explicara un poco más sus motivos o seguía demasiado molesto para aceptar sus disculpas. La chica entendió que a tal actitud quizás sería necesario subir la apuesta.

-Yo, esto…quisiera que me disculparas, no era mi intención dejarte solo y triste-

Inmutable. Elias no dejaba de cruzar los brazos y analizar la situación. Chise no lo sabía, pero la actitud del mago no se debía precisamente a su escape, si bien era cierto que le había dolido sabía también que ella en la ciudad no había hecho nada malo. Sin embargo ahí solos en la habitación ver a una Chise ruborizada y pidiendo disculpas era una escena conmovedora y aunque internamente ya la había perdonado quería ver si la chica podría prometer el no volver a hacerlo.

-Por favor, perdóname- dijo Chise haciendo una reverencia ante el mago.

-Si…si me disculpas te daré lo que quieras,…lo que sea que me pidas, no importa qué tan difícil sea-

Elias abrió la quijada ante la propuesta, acercándose a su esposa tomó su mentón con su enguantada mano e hizo que lo mirara hacía arriba.

-Chise, desde la primera vez que te conocí te dije que no bajaras el rostro, eres una Slay Vega tu dignidad impide que veas el suelo-

La chica comprendió que había sido perdonada; emocionada y con una sonrisa en el rostro abrazó al mago. Elias la envolvió entre sus brazos y ambos quedaron así unos segundos antes de que el mago prosiguiera.

-Sin embargo aceptaré tu propuesta porque hay algo que me gustaría que hicieras-

Aún sonriendo Chise levantó el rostro que tenía oculto entre el pecho de su esposo esperando la petición.

-Deseo que me des tu cuerpo…-

La Slay Vega borró la sonrisa en su rostro mientras sus ojos se abrieron como platos por la sorpresa. Un silencio se formo entre ambos mientras a lo lejos se escuchaba a Silky lavar los trastes y a Ruth platicándole sobre sus sospechas de que alguna criatura mágica merodeaba la propiedad. Una gota de sudor corrió por el rostro de Chise ante la petición.

Elias era su esposo y a pesar de eso jamás le había hecho esa proposición. Desde su llegada al hogar habían dormido en cuartos separados y sólo cuando Chise tenía miedo o por alguna razón acordada por ambos dormían juntos… pero sólo era eso, dormir juntos. Nunca habían intentado nada y el contacto físico se había limitado a abrazar a Elias mientras dormía para sentirse protegida. Durante todo este tiempo jamás se le pasó por la mente a Chise que Elias pudiera albergar ese tipo de deseos hacia ella. Nunca hizo alguna insinuación y la verdad por el carácter de su esposo no estaba segura de que ese día llegaría pronto; el mago tenía la actitud de un niño pequeño que se encela por cosas sin importancia o que se emociona por conocer cosas nueva sobre los humanos… pero el día había llegado más rápido de lo esperado.

Chise bajo los brazos y vio de la cabeza a los pies a Elias.

Ella era muy joven, apenas tenía 16 años y no estaba segura de si era legal o incluso posible que unieran sus cuerpos. El corazón de la chica comenzó a latir más rápido al analizar todo aquello… pero prometió darle lo que él quería… y Chise no rompía sus promesas.

Se llevó una mano al corazón mientras su respiración se agitaba… estaba nerviosa…¿o emocionada? La chica se ruborizó aún más ante esa duda. Era la primera vez que se entregaría a alguien y ese alguien era técnicamente su esposo, así que ¿no estaba mal… o si?. Es cierto, estaba emocionada, en realidad excitada sería la palabra exacta, de hecho estaba feliz de que pudiera entregarse al único ser que realmente amaba…entonces ¿qué estaba esperando?.

-…es…está bien- dijo una nerviosa Chise

Ella era la maestra de humanos, así que debía darle la lección a Elias. Su naturaleza tímida haría que fuera difícil esta primera vez, pero quizá con el tiempo (por Dios ¡entonces tendría que hacerlo más de una vez!) Elias aprendería y tomaría el control del acto. Tomando los brazos del mago lo hizo caminar lentamente hacia la cama haciendo que se sentara en ella. Quedando a la misma altura pudo ver la mirada curiosa de Elias ante cada uno de sus movimientos, esa mirada de curiosidad de niño hacía que sintiera cierta ternura y su corazón latiera más rápido para no decepcionarlo.

El ambiente de la habitación era cálido y las velas iluminaban tenuemente la escena. Un delicado aroma a incienso llenaba el recinto y no se escuchaban más ruidos que los del bosque en la lejanía. La humana fue dejando caer una por una sus prendas bajo la mirada del mago. El suéter no era necesario, la temperatura del lugar no lo ameritaba. Su blusa desabrochada dejaba a la vista el bello sostén que Silky con tanto cariño le había confeccionado, quizá con la secreta intención de que algún día el mago fuera quien se lo quitara. Tal vez la falda no fuera necesaria, pero Chise estaba extremadamente nerviosa para dejar mostrar su cuerpo completo, tal vez más adelante incluso eso caería… fue su ropa interior, precisamente la que cubría su intimidad de la que fue necesario deshacerse. De todas formas la prenda estaba empezando a humedecerse…

El corazón de la chica se aceleró todavía más al notar el estado de la última prenda. Nuevamente sus mejillas se sonrojaron al notar que ciertas partes de su pecho estaban volviéndose más sensibles con el roce. Sus piernas comenzaron a temblar y un espasmo recorrió todo su cuerpo.

A la flaqueza de sus piernas entendió que era el momento de comenzar. Colocó una rodilla al lado de la pierna del mago y con una de sus manos empujó suavemente a su esposo para acostarlo en la cama, una vez hecho esto colocó la otra rodilla en el colchón. Ambas caderas quedaron juntas, una sobre la otra. Elias respiraba algo agitado y expectante ante lo que su esposa hiciera a continuación. Chise se agachó y fue desabrochando la camisa del hijo de las espinas, su piel violácea era brillante y a la luz de las velas lucía suave y excitante. Con una mano acarició su piel desde el cuello hasta los abdominales bien formados haciendo que un espasmo y un gemido se escaparan de la garganta del mago. Bajó la cabeza y comenzó a besar el cuello de Elias, éste comenzó a mostrar leves gotas de sudor haciendo que Chise saboreara aún más al mago.

Poco a poco Chise noto cómo el cuerpo de Elias reaccionaba a sus caricias, en su intimidad sintió cómo el cuerpo de su esposo se volvía cada vea más caliente en aquella zona y algo surgía. El hecho de sentir esa parte de su cuerpo despertar hizo que tuviera miedo, si Chise tenía razón no sería capaz de soportarlo, era descomunal. Ni siquiera había terminado de reaccionar el cuerpo de Elías y ya era capaz de levantar la cadera de Chise, aún dentro de su pantalón. Pero ella no quería parar, no le importaba si Elias la lastimaba o incluso si la partía en dos, ella le entregaría su cuerpo; ya muchas veces había sido herida y no había muerto. Por un acto de amor estaba dispuesta a pagar las consecuencias.

El cuerpo de la Slay Vega comenzó a temblar aún más, mientras su cuerpo se humedecía pidiéndole a gritos terminar con todo aquel preludio. Pero Chise no quería hacerle caso a su cuerpo, quería que Elías disfrutara más antes de que ingresara en ella. Mientras bajaba sus labios por debajo del ombligo del mago pudo notar cómo su piel cambiaba de tonalidad a un color humano. Esto hizo enojar a la chica ¿enojo? ¿por qué? ¿Acaso quería ser destrozada por las proporciones monstruosas del cuerpo de Elias? ¿un cuerpo humano no tendría lo suficiente que ella deseaba? ¿tanto placer quería? No, o tal vez no totalmente… sabía que ese cambio significaría que Elías se había transformado, ella lo amaba así como era; si esta era su primera vez quería hacerlo con el Elías que ella conoció en la subasta, el ser que la compró y le dio su protección y amor, no con un disfraz parecido a Simon o a cualquier otro. Así que con ambos brazos acarició la cabeza humana de Elías para hacerle frente y pedir que volviera a su forma normal, mientras sus pechos dentro del sostén acariciaban el cuello del mago.

Sin embargo al subir su rostro se llevó una sorpresa.

-Chi..Chise…¿qué estás haciendo?- Dijo entre jadeos un ruborizado Elías. Su respiración era agitada y el cabello rubio y alborotado le daba un toque sensual a ojos de su esposa; con sus manos alejó levemente el torso de Chise.

-…Antes me diste tu cuerpo y no habíamos hecho esto…- dijo sonriendo mientras cerraba uno de sus ojos por el cabello suelto de Chise que caía en su rostro.

En menos de un segundo Chise paso de la excitación, a la vergüenza.

-¡¿QUEEEEEÉ?! –

Chise se levantó del cuerpo de Elias y corrió hacia atrás completamente roja del malentendido hasta golpearse con una lámpara de pie, la cual alcanzó a sostener para que no cayera, haciendo que se sentara en el piso.

Elías se levantó y se sentó en la cama aún con la camisa abierta y el pantalón húmedo por el cuerpo de Chise, mientras se rascaba la nuca buscando una explicación a todo eso.

Es cierto; Chise ya le había dado una vez su cuerpo a Elias, de hecho había sido una tarde de invierno, exactamente la primera vez que conocieron a Stella. El había tomado control del cuerpo de su mujer haciendo que hablara a través de ella. Pudo controlar su comportamiento por unos segundos antes de dejar nuevamente el cuerpo en control de su propietaria original. Nunca lo había vuelto a hacer, pero por un encargo especial de Simon (no, no era mentira lo del encargo que le había dicho) necesitaba un cuerpo humano, no sólo transformarse, por lo que le era preciso que Chise le entregara su cuerpo por algunas horas.

Una vez Chise hubo terminado de asimilar el problema y antes de que pudiera decir algo escuchó una estruendosa carcajada del otro lado de la puerta. Ruth lloraba de la risa mientras se abrazaba el estómago. Silky también estaba ahí, pateando ligeramente a Ruth mientras ponía los dedos sobre sus labios pidiendo silencio para poder escuchar lo que pasaba.

Elias al ver la mirada en shock de Chise se acercó a ella y agachándose le tocó un hombro.

-Chise, no estoy muy seguro de qué estabas haciendo, pero…era…¿qué palabra sería?...agradable ¿crees que podríamos continuarlo?-

Pero para la chica era demasiado por un día, así que huyendo de su propia vergüenza salió corriendo por la puerta mientras los otros la observaban entrar a su cuarto y asegurar la puerta tras ella.

Elias la miró extrañado mientras se preguntaba si ese extraño comportamiento era normal en todos los humanos. Silky cruzó los brazos mientras giraba la cabeza de un lado para otro en clara señal de desaprobación.

Por su parte Ruth lloraba de la risa…

-Jajajaja, ¡esto va a ser tan graciosos cuando se lo recuerde!-

Notas de la autora:

Hola de nuevo, desde hace un tiempo tenía ganas de escribir estos relatos y esta noche ha tocado el turno para Elias y Chise. Espero que les haya gustado y lamento mucho que Chise no haya terminado de darle la lección a Elias :D

¡Saludos y nos vemos en la próxima!