¡Hola!
Ya había empezado éste fic pero no me animé a subir el primer cap hasta ver el final y vaya que estuvo bonito.
Nada de lo aquí mencionado me pertenece, yo nada más escribo esto porque me vino a la mente mientras cocinaba cantando "El poder nuestro es" :B, ojalá que les guste.
Para mi amiga Lupis, que es bien fan. Ojalá que te guste :D
Capítulo 1.
Vegeta nunca había entendido bien por qué los terrícolas tenían ese afán por celebrar todo, ya fuera una fecha importante o un simple logro, como pasar la escuela con calificaciones buenas o por lograr la más diminuta de las tareas. En su planeta natal no era que las fiestas y celebraciones fueran inexistentes, no, los saiyajin celebraban siempre luego de una victoria pero ante su punto de vista, el príncipe de esa raza veía más mérito el hacer fiesta por regresar de una misión vivo (y completo) que por conseguir algo tan bobo como una licencia para conducir.
Los humanos tenían una fijación por cumplir años y celebrarlo como si fuera algo bueno. Él estando casado con quien estaba casado no terminaba de comprender que aunque la mujer hiciera fiestas monumentales, dignas de ser llamadas "fiestas", se quejara a cada rato que se ponía más vieja a cada día que pasaba. ¿O es que debía de tomarlas como una celebración parecida a la de ellos por no haberse muerto durante ese año?
Todo iría perfecto si no lo incluyera tanta gente en dichosas celebraciones. Él había visto algunas veces la televisión con Trunks y en algunas transmisiones veía que las personas celebraban en casa, partiendo un pequeño pastel y pasándosela bien pese a ser poca gente. ¿Por qué no su escandalosa suegra podía hacer ese pastel y celebrar así? porque claro, Bulma tenía el ego tan grande como él mismo y toooodo el mundo debía de enterarse de que tal día era su cumpleaños.
Había celebrado el cumpleaños de la pequeña Bura pero ahí sí se sintió con ganas de aguantar a toda la prole de sus amigos, por ella hasta soportó los gritos de los niños, hasta un golpe de Pan pero sólo por esa ocasión, ya se iría a esconder a los siguientes. Qué importaba que luego Trunks invitara al mocoso de Goten y que viniera la hija de Krillin a jugar, eran niños y si eran solo ellos, estaría bien.
Esconderse en el cumpleaños de su esposa no era opción pues podía quedarse sin comer todo un año y no era tampoco que él no quisiera estar a su lado, el problema como siempre, eran los demás.
Mientras pensaba todo ello, daba vueltas en el aire gracias a que esta vez su suegro(el único en la tierra que comprendía sus pedidos en tanto a sus exigencias en el entrenamiento) pudo aumentar todavía más la gravedad en la cámara de entrenamiento. Ahora sobrepasar a Goku había pasado a segundo plano pues concentraba todos sus reniegos en pensar en la fiesta porque ahora Bulma pensaba en alquilar un estadio de baseball e invitar a los sujetos del universo seis y quien se dejara caer sería bienvenido, lo que significaba todavía más ruido, más destrozos, más Dioses de la Destrucción que soportar y que con ello cada año la fiesta sería todavía más grande.
Prefería enfrentarse a Jiren de nuevo él solito y con un brazo roto, sin ki y en un cuadrilátero de 2x2 metros que el estar allí.
Suspiró cansado y decidió parar por ese día pues no se podía concentrar. Salió de la cámara a tomar un baño y almorzar para ver qué podía hacer para evitar la catástrofe que se avecinaba. Hizo todo lo que pensaba, se recostó en la sala para meditar y se topó con un muro impenetrable: Bulma era la mujer más lista en la tierra y no había forma de distraerla ni disuadirla, comprarla o sobornarla para que se le quitara esa idea de la cabeza.
—Maldición — se dijo mientras nuevamente se frustraba.
—Vegeta, qué sorpresa verte aquí a estas horas — saludó amablemente Panchy, la mujer traía en las manos una bandeja con té y pastas, bajo el brazo algo que parecía un álbum fotográfico. —¿Quieres tomar el té conmigo?— preguntó ella y Vegeta soltó un gruñido, el cual la mujer interpretó como una respuesta positiva; emocionada dejó su carga en la mesa de centro y luego trajo rápidamente otra taza, sirvió las bebidas y se sentó en el sofá de al lado.
No era tan malo convivir con ella mientras tomaba infusiones de quiensabequé, normalmente ella se dedicaba a parlotear de cosas que a él no le interesaban pero ahora le ponía atención porque quería distraerse un poco. Su suegra ahora tenía abierto el álbum y le contaba acerca de cada foto que aparecía allí. Las imágenes no parecían seguir un orden específico pues iban desde la caída del primer diente de Bulma, la graduación de una prima lejana, Tama (el gato negro) durmiendo, el cumpleaños pasado de Trunks etc.
—Oh, y ésta —murmró la rubia y suspiró como si hubiera recibido la carta de amor más hermosa de la historia. Tomó la foto sacándola del álbum y se la enseñó de cerca al saiyajin.
Vegeta pudo ver allí a la mujer, que bien le pudieron decir que la foto fue tomada esa mañana y no habría diferencia en ella más que en el largo del cabello, haciendo una pose rara con los brazos en forma de 'Z', y a su lado el Dr. Brief mucho más joven también posando de igual forma frente a un muro lleno de dibujos y garabatos antiguos.
—Esa fue en uno de mis cumpleaños, de antes de tener a Tights, mi esposo me regaló un viaje a Egipto. Nos divertimos muchísimo, solo nosotros dos, viajando sin nadie que nos molestara, sin visitas sorpresa o una fiesta en la que luego tuviera que recoger el desorden —explicó Panchy actuando cual colegiala con autógrafo de Idol en mano. Siguió contando todo lo que pasó en ese dichoso viaje pero Vegeta ya no le prestaba atención pues se sentía como si la Sra. Brief le hubiera dado las pistas para tener la idea más maravillosa de la tierra, del sistema solar, de la galaxia, del universo, de los doce. En su mente resonaban las palabras de la mujer y se sintió iluminado.
¡Qué ultra instinto ni que nada!
Llevaría a su esposa de viaje sí o sí. Estarían solos, no habría invitados sorpresa, no habría escándalo, no tendría que verle la cara a Kakaroto ni al resto de las sabandijas. Y probablemente se salvaría el siguiente año de hacer una fiesta grande y sería lo normal. Lo importante ahora era no dejarla expandir tanto la celebración.
Era el plan perfecto y en ello emplearía toda su astucia y capacidad de crear estrategias para poder convencerla o se dejaba de autoproclamar el Príncipe de los Saiyajin.
Bueno, esto es solo una introducción, ojalá que genere curiosidad y sea visto.
¡Cuídense!
Que la fuerza los/las acompañe.
