Miro el calendario; 4 de julio, se dirigió hacia la ventana y miro por ella, un sol radiante lo iluminaba todo. Suspiro, era todo lo contrario al día en que todo ocurrió.
Lo que mas le destrozo de aquel día no fue ver como Arthur lloraba a causa de él, lo que ya de por si le desgarraba por dentro, lo que le dolió de verdad fue pensar que tal vez el ingles no querría verle nunca más y que en el caso de que se vieran ya nada seria como antes.
De hecho ya nada era como antes, cuando se volvieron a ver pasado el tiempo Arthur se veía claramente nervioso y no sabía como tratarle, lo que le dolió mucho al americano. Pero él no dejo que se le notara y solo sonrío como hacia habitualmente, bromeo metiéndose con la pésima comida del ingles y corrió por su vida. Desde el día en que se volvieron a ver cada vez que se encontraban las cosas eran así, era menos doloroso para ambos comportarse de esa manera.
No es que le disgustara que las cosas fueran así, después de lo que ocurrió, debía caerle muy bien a alguien de ahí arriba para permitirles volver a hablarse y ser capaces de estar en la misma sala. Pero aun así a veces desearía que Arthur le abraza o le tratara de la amorosa manera en que le trataba antes de aquello…
-Señor Alfred tiene una visita-el aludido levanto la vista sobre saltado y se encontró con una de sus sirvientas, ¿tan ensimismado había estado que no se había dado cuenta de cuando la mujer había entrado?
-Esta bien, dígale que pase.
Observo como la mujer desaparecía por la puerta. Probablemente seria Kiku, el japonés siempre venia a su casa aquel día del año y le traía alguna de sus nuevas consolas, él sabia que el japonés venia mas a hacerle compañía y evitar que se deprimiera que ha traerle un regalo de "cumpleaños".
La mujer hizo pasar a la visita, Alfred observo sorprendido a la persona que entraba tras su sirvienta. Le hizo un gesto a su sirvienta para que se marchara y se quedo a solas con la persona en la que pensaba minutos antes.
Recorrió cada centímetro del rostro del otro, tenia los ojos hinchados, aun después de tanto tiempo el ingles seguía llorando desconsoladamente cuando se acercaba ese día, aun así en la cara del ingles se veía decisión, de seguro le había costado mucho dar el paso de llegar hasta allí, pero aun no sabía que pretendía.
Se levanto ya que el otro no parecía interesado en tomar asiento y siguió mirándole, Arthur parecía librar una batalla interior. Alfred lo observo divertido, Arthur se acerco a el con paso decidido. Siguió observando para ver que pretendía.
Arthur le abrazo, pero su abrazo no era uno de esos abrazos formales de los que se daban por obligación, era un abrazo lleno de amor.
-Feliz cumpleaños idiota -Alfred le abrazo con fuerza lleno de felicidad. Aquel era el regalo que más había deseado.
