Disclaimer— Thorin, Fili, El Hobbit, LOTR y todos sus personajes no me pertenecen lamentablemente; pertenecen al maravilloso maestro Tolkien.
Advertencias— Spoilers, Lemon, genderbender, violencia, incest, palabras en Khuzdul y Sindarin.
Parejas— Thorin / FEM Fili.
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Lo que ser Rey significa
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Prólogo
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—¡Fili, Kili! —llamó Thorin tras ellos—. Cuidad de los ponies, no los perdáis de vista.
Y con esa orden su tío se dio la vuelta, dejándolos ahí para cumplir su cometido. Fili suspiró bajando del pony que montaba, esperando que su hermano hiciera lo mismo y se uniera en lo que parecía sería una interminable guardia, otra vez. Al menos la presencia de Kili lo hacía más entretenido, ya que su hermano no callaba ni dormido ni despierto, y sus comentarios inesperados siempre alegraban las noches; o al menos esa era la idea.
Fili se dirigió con pasos firmes hacia los árboles tirando de las riendas de Mindy, con media sonrisa en los labios.
—Vamos, Ki —dijo sin detenerse—, cuanto antes terminemos, antes podremos irnos a hacer el cambio de guardia, quiero ir a dormir rápido.
El menor asintió con una sonrisa imitando sus acciones, tirando de las riendas de Bungo, encaminándose hacia la línea de inicio del bosque, para dejar que los otros ponies los siguieran y pudieran pastar libremente entre los árboles sin molestar a la compañía, que estaba montando el campamento en el pequeño claro. Caminaron durante un rato sin alejarse demasiado, lo suficiente para estar tranquilos. Aún podían escuchar el ruido de los otros desde lejos, las risas de Bofur y a Bombur gritando por algo que no alcanzaban a oír desde ahí.
Fili estaba a punto de sentarse en un tronco de árbol muerto que había en el suelo cuando fue interrumpido por Kili, que habló repentinamente, sacándolo de sus pensamientos.
—¿Qué crees que vamos a encontrar más allá, Fi? —inquirió el moreno con curiosidad—. ¿De veras crees que hay tanto oro como dicen las historias?
Fili rodó los ojos sentándose con un suspiro cansado, apoyando el rostro entre las manos con aburrimiento.
—No lo sé, hermano —confesó—, por lo pronto me conformo con una cama decente.
Kili rió por el comentario.
—Mejor te vendría un baño privado —dijo maliciosamente—. Creo que dentro de poco vas a empezar a cantar demasiado con tanta venda, sobre todo cuando se acerque el verano.
Fili abrió mucho los ojos por la sorpresa, sin dar crédito, dándole una ligera patada a su hermano con el ceño fruncido. Kili en ocasiones, casi siempre era demasiado inconsciente de sus actos, sin saber las consecuencias de lo que eso podría acarrearles.
—Baja la voz, estúpido —gruño Fili torciendo el gesto—. ¿Recuerdas donde estamos, no es así?
—Lo siento, lo siento, cálmate —se disculpó Kili alzando las manos en señal de apaciguamiento—. No volveré a decir nada de esto, mejor sigamos soñando con esa cómoda y esponjosa cama de plumas.
Y Fili le sonrió en el acto. Tal como había pensado antes le era imposible enfadarse con su hermano pequeño, por muchas tonterías que hiciera o dijera, lo quería demasiado.
—Lo digo en serio, nadadith —bromeó Fili—. Ya estoy empezando a odiar dormir a campo abierto, siempre hay algo que… —comenzó a decir, interrumpiéndose de repente, escuchando.
Kili alzó las cejas esperando, pero al ver que ninguna respuesta llegaba clavó los ojos en Fili para que le explicara que estaba pasando, pero no parecía que estuviera haciéndole caso. Más bien al contrario, seguía tratando de escuchar algo con atención; y el moreno poco a poco fue frunciendo el ceño al notar algo raro también.
—¿Fili, has oído algo? —preguntó finalmente Kili también escuchando.
Fili no respondió enseguida, llevándose un dedo a los labios. Finalmente lo hizo en voz baja, casi tanto como si estuviera susurrando.
—Creí escuchar unos ruidos sordos antes, como si se hubiera roto algo grande, pero no se que sería —respondió finalmente—. Ya no oigo nada extraño, tan sólo… nada.
—Eso es bueno, entonces, sea lo que fuera ya se habrá alejado —dijo Kili y alzó los hombros dando a entender que estaba conforme.
—No me gusta este silencio —añadió Fili entonces, aun recelando—. Está todo demasiado calmado.
Y de pronto algo pasó que fue totalmente inesperado. De entre las sombras salió una figura monstruosa, alta, repugnante y hedionda, por lo que ambos solo pudieron ocultarse tras los tocones donde antes se habían sentado. Maldita fuera su suerte. ¡Trolls! ¡trolls de las cavernas! y por su aspecto, de los que habían dejado la montaña hacia tiempo para vivir en la floresta. Sencillamente perfecto, pensaron ambos, sin embargo sus problemas no terminaron allí pues antes de que pudieran hacer nada por evitarlo, la maldita criatura tomó a dos de los ponies que estaban pastando y llevando uno en cada brazo se alejó de su lado, rompiendo un árbol tras de sí.
Kili estaba decidido a salir fuera y matarlo para intentar recuperar el pony, pero la mano de Fili lo detuvo, sabiendo que eso hubiera sido un fracaso que probablemente hubiera terminado con la vida de su hermano, y de paso también con la suya, tal era su suerte.
—¡Maldición! ¡maldición… maldita sea, maldición! —farfullaba Kili andando de un lado para otro, nervioso—. Nos mata, tío Thorin me va a cortar las pelotas y hacérmelas tragar, y adad…
Fili trataba de pensar que hacer sin éxito, interrumpidos sus pensamientos por las diatribas de su hermano, que no podía parar de sacar conjeturas en su estado de nervios, empeorando la ya de por si desgraciada situación. No sabía qué hacer, ¿debían decirlo a la compañía? ¿intentar rescatar solos a los caballos? ¿no hacer nada? ¡por Mahal, que podían hacer! Como pronto lo primero era callar a su hermano.
—¡Basta, Kili no puedo pensar! —exclamó Fili mordiéndose el labio.
Pero no hizo falta que dijera nada más, porque antes de lo que pudiera haber empeorado la situación escucharon unos nuevos ruidos provenientes de los arbustos que había tras ellos. Se giraron para ver qué era lo que pasaba, pero enseguida se calmaron al comprobar que no era un nuevo troll lo que salía de entre las sombras sino cierto Mediano, que les aligeró el corazón en cuanto le oyeron farfullando algo sobre unos platos. Al parecer les traía la cena. Tanto tiempo había pasado que ni lo habían notado. Se giraron para no alarmarlo, pero en vez de ello lograron el efecto contrario.
Bilbo salió de los arbustos llevando dos platos de estofado recién hecho en las manos, mirándolos a ambos al ver que se habían quedado paralizados; ninguno habló ni dijo nada, esperando.
—¿Qué pasa? —dudó el Hobbit.
Kili habló primero.
—Deberíamos estar cuidando de los ponies —dijo finalmente.
—Pero hemos tenido un pequeño contratiempo —añadió Fili, girándose para encararlo—. Teníamos dieciséis, y ahora hay catorce.
Y como una vorágine de acontecimientos todo se precipitó como un granito de arena que va tallando una enorme montaña hasta convertirla en una mole imparable. Primero Bilbo fue capturado por los trolls gracias a una necia idea de Kili, que no quería arriesgarse a que a ellos dos les pasara algo. El Mediano había demostrado tener suerte, había valido la pena intentarlo, o eso se dijo a si mismo en ese momento. Después todos habían luchado contra las bestias y fracasado en el intento para posteriormente ser igualmente capturados, atados, metidos en sacos y casi asados.
Había sido patético. Como patético era el hecho de haber tenido que ser rescatados por el Mediano, que inventó no sabían que artimañas sobre parásitos, cocinarlos y demás historias que a ellos les resultaban ridículamente incomprensibles; pero exitosas al fin y al cabo. Los había salvado a todos. Y con ello se ganó su respeto. Bilbo estaba graciosamente quejándose sobre cómo estaba lleno de lo que parecían mocos de troll o algo peor mientras Thorin discutía con Gandalf algo más alejado. Tenía el pelo lleno de enredos y sustancia seca que intentaba quitarse con las manos, sin demasiado éxito, y cuando finalmente el pobre hobbit quedó frustrado se sentó en la hierba, haciendo un mohín con la nariz, como si aquello no fuera de su agrado.
—Daría lo que fuera por tener mis jabones de azucenas que tengo en Bolsón Cerrado —farfulló para si mismo, aunque todos lo oyeron—. Mi preciosa bañera… tan amplia, de caoba pulida, tuberías de cobre y estaño…
Bofur rió repentinamente con su comentario, acercándose y sentándose a su lado.
—Creería que intentas proponer un baño si no te conociera más, Bilbo —exclamó alegremente el enano—. ¡Tanto hablar de bañeras cómodas me estás poniendo los dientes largos!
El Hobbit abrió mucho los ojos sorprendido por las palabras del enano, pero antes de que pudiera responder Bombur paso por su lado, y unos ruidos sonoramente reconocibles como rugidos se escucharon. El pelirrojo los miro apesadumbrado.
—No hables de dientes, Bofur —dijo desanimado—, tengo hambre.
Y esto causo la risa del mayor, quien rió felizmente.
—Nadadith, tú te comerías una vaca entera aunque ya hubieras desayunado —sonrió Bofur cariñosamente a su hermano—. Creo que por eso haces buenas migas con Bilbo.
Bombur asintió muy de acuerdo, y para el pelirrojo no paso desapercibido el aspecto más animado de Bilbo, que parecía súbitamente alegre; tal vez por las palabras de Bofur, que siempre sabía qué hacer y decir para sacarlos a todos del desánimo. Tal como en ese momento. Sin más dilación se puso en pie sacudiéndose el polvo del camino de la chaqueta, ajustándose el sombrero en su sitio se aclaró la garganta y le tendió la mano a Bilbo, ayudando a levantarlo.
El Hobbit asintió en agradecimiento, y el moreno le devolvió una sencilla y sincera sonrisa.
—Creo que tengo una idea para arreglar todo esto —dijo Bofur guiñándole un ojo cómplicemente—. Y de paso tu problema de babas y mocos.
Bilbo devolvió la sonrisa.
—¿En qué has pensado? —dijo el hobbit.
—Sígueme —dijo Bofur comenzando a andar en la dirección opuesta del prado.
Bilbo lo hizo, y juntos caminaron cruzando el camino y el pequeño claro hasta donde se encontraban Thorin, Fili, Kili, Dwalin, Balin y Gandalf. Los jóvenes estaban apoyados contra un árbol, observando, y Gandalf y Thorin hablaban de algo a lo que Dwalin ponía malas caras, claramente en desacuerdo con ese tema del que se estaba dialogando. Cuando llegó a su lado Bofur carraspeó, llamando la atención de todos, que se giraron para mirarlo.
Thorin frunció ligeramente el ceño, esperando.
— ¿Pasa algo, Bofur? —inquirió el líder de la compañía.
Bofur negó con la cabeza sin inmutarse por el mal humor del moreno, pues ya estaba acostumbrado.
—Oh, no, nada —comenzó diciendo—. Vereis, Bilbo creo, está en necesidad de darse un baño —ante lo cual Bilbo enrojeció avergonzado, sin esperarse que iba a ser mencionado—, y hablo por todos cuando creo que lo mejor sería hacer un alto en el viaje y detenernos en el claro que vimos hace un rato a lavarnos en el arrollo que allí había.
Y pasa sorpresa de Bilbo, que esperaba una rotunda negativa, Thorin se detuvo a pensarlo unos instantes observándolo, sorprendiéndolos con una respuesta que nadie esperaría.
—Estoy de acuerdo —respondió finalmente el rey—. Pasaremos la noche allí y descansaremos hasta el alba, tras el encuentro con los trolls es necesario este descanso —añadió con un suspiro—. Para todos.
La noticia fue recibida con entusiasmo, por todos… o casi todos.
Ya había caído la tarde y el cielo oscurecía lentamente tras los lindes de las montañas cuando la hoguera fue encendida y la comida fue puesta sobre la olla empezando a ser cocinada. Un rico aroma a guiso de conejo y Cram caliente llegaba desde lejos hasta donde Fili estaba. Habían decidido hacer los baños en dos grupos, en el primero irían los más mayores e importantes, es decir Dori, Nori, Oin, Gloin, Bifur, Thorin, Dwalin, Balin y Gandalf; mientras que en el segundo grupo irían los jóvenes, Ori, Bofur, Bombur, Kili, Fili y Bilbo. Excepto Ori y Bilbo que eran más tímidos, todos habían acogido bien las órdenes de su lider, aunque claro estaba que estos dos, por tímidos que fueran no se atreverían a desafiarle.
Mas Fili era otra cosa de una índole totalmente distinta; sentía puro pánico. Estaba mirando como la luna subía en el cielo sabiendo que el odiado momento del baño estaba cerca; y cuando su tío, su padre y todos los demás fueron hacia el arrollo sus temores se confirmaron. Dedujo que como mucho y teniendo en cuenta la salud respiratoria en el agua helada de personas como Oin y Dori, no podrían tardar en bañarse más de media hora o quizá y con suerte cuarenta minutos. Pero esa no era una garantía, después de todo sólo era una conjetura.
Tras lo que le parecieron horas finalmente los mayores volvieron y les tocó el turno a los jóvenes, que se pusieron en pie y se fueron alejando, excepto Ori, que se volvió al ver que Fili no los seguía.
—¿No vas a darte un baño, Fili? —inquirió suavemente el enano—. Creo que nos haría bien a todos.
Fili sonrió forzadamente, negando.
—Creo que iré más tarde, no me siento muy bien —dijo con cautela—, discúlpame, Ori.
Y sin dejar que el joven le dijera otra palabra se giró y se encaminó al bosque, entre los árboles, perdiéndose para todo el mundo. Caminó un buen rato hasta que dio con el río, y pensando que sería mejor no preocupar a los otros decidió darse su baño corriente arriba, donde no fuera a molestar a nadie y no tuviera que tardar tanto esperando. Encontró el sitio perfecto varios cientos de metros más arriba, entre unas hayas que tranquilas mecían la clara superficie del agua nocturna con sus hojas rojas y naranjas bajo la luz de la pálida luna. Finalmente suspiró, no había nadie más, podía liberarse.
Comenzó quitándose los broches de su cabello posándolos entre dos raíces del árbol, desatando las trenzas con suave maestría. Una vez sus rubios rizos estuvieron libres, desató la pesada chaqueta de pieles que siempre llevaba, arrojándola a un lado junto a su camisa, e igual suerte corrieron sus botas, calcetines y pantalones; hasta que solo quedaron dos prendas. La tela negra que atada con un cordón de cuero cubría sus partes intimas, y las apretadas vendas que la rubia comenzó a desatar con cuidado, dejándolas dobladas a un lado, liberando sus suaves, redondos y firmes pechos, que nada de niña tenían. Con la brisa fresca la piel se le erizó y la joven se rodeó con los brazos para darse calor mientras se aproximaba al agua.
El secreto que Fili había estado escondiendo y que tanto trabajo le había costado, tan sencillamente ocultado por un simple trozo de tela. Se quitó el subligar antes de entrar, quedando totalmente desnuda, entrando en el agua helada de la noche lentamente acostumbrándose al frío; y cuando estuvo totalmente mojada se sumergió de lleno disfrutando de la sensación. Fili amaba el agua, pese a no poder demostrarlo debido a su condición. Comenzó a nadar y lavarse mientras lo hacía, disfrutando de la sensación de la corriente recorriéndola, olvidando que en ese bosque no estaba sola.
Los minutos pasaban, la luna subía en el cielo nocturno, y Thorin estaba intranquilo.
Su sobrino hacía casi una hora que se había ido, y para él, siempre atento a todo lo que sucedía no había pasado desapercibido el comentario del rubio le había hecho a Ori, diciendo que se encontraba mal. Estaba preocupado por él, aunque nunca lo admitiría en voz alta. Fili era su heredero y lo adoraba, aunque las muestras de cariño fueran para su revoltoso hermano, Thorin sabía que el peso de la corona estaba sobre la cabeza del rubio, y siempre habría de protegerlo. Cuando media hora más pasó sin rastro de Fili, pero Kili y los demás regresaron del río, Thorin ya no lo pudo resistir. La preocupación le consumía por dentro, así que se puso en pie dispuesto a ir a buscarlo. Tomó su espada y avanzó unos pasos.
—Dwalin, Nori, seguidme —ordenó sobresaltando a los mayores, que estaban ensimismados en su charla desde hacía rato.
Los aludidos se pusieron en pie y se acercaron a su rey, Dwalin preocupado por la cara repentinamente muy seria de su hermano.
—¿Qué pasa, nadad? —preguntó Dwalin.
—Vamos a buscar a Fili —dijo Thorin, y ante esto Dwalin, como padre del rubio que era se sobresaltó.
Tomó a Thorin por el brazo, sujetándolo.
— ¿Está bien? —dijo alarmado.
Thorin frunció el ceño molesto, llevándose el dedo índice a los labios.
—Baja la voz, por Mahal —gruñó Thorin—. no lo sé, eso es lo que espero… aunque antes comentó que no se encontraba bien.
Dwalin enseguida tomó su hacha y siguió a su hermano, seguido de Nori y su martillo, internándose entre los árboles.
—Temo por él —dijo Dwalin preocupado—. El muchacho se ha estado comportando muy raro en estos últimos tiempos, espero que no esté pasándole nada malo, por Durin.
Sin más palabras caminaron en silencio por el bosque siguiendo el sendero hacia el río por la dirección en la que había ido Fili unas dos horas antes, oyendo unos ruidos lejanos que les hicieron agacharse con cautela, por si fuera algún animal salvaje o alguna otra nueva sorpresa inesperada, como la de los trolls. Caminaron agachados hacia el lugar del que venían los ruidos, que identificaron como sonidos de agua, quizá unos chapoteos, y esperaron a ver que veían, y tras un rato llegaron a una zona baja, río arriba, donde se agolpaba un pequeño cúmulo de hayas junto a la orilla de un pequeño pozo del río. Y allí, en medio de la poza había alguien que desde esa distancia identificaron como Fili sin lugar a duda, pues su cabello rubio se distinguía perfectamente a la pálida luz de la luna. Cuando se acercaron vieron que efectivamente su chaqueta y sus botas estaban posadas en una rama cercana. No había error posible, allí no había nadie más.
Thorin iba a levantarse para llamarlo y pedirle que saliera del agua cuando sintió la mano de Nori sujetarle del brazo tan fuerte como una tenaza. Se giró para mirarle furiosamente, mas al ver el gesto de su amigo, perplejo, de puro asombro e incredulidad, se contuvo. Miró a Nori, que le señaló hacia delante con un simple gesto, y siguió la dirección de su mirada quedándose helado con lo que vieron sus ojos cerúleos en medio de aquel rio de montaña.
No era Fili, su sobrino, quien estaba en el agua. Era Fili, si, sin duda, pero no un hombre sino una joven mujer enana lo que les daba la cara. Los ojos del rey se abrieron como platos al recorrerla. Los muslos fuertes y definidos, pero a la vez tan femeninos, curvados en las caderas y estrechándose en las rodillas. Marcados sí, en la justa medida de su condición, enmarcados por una mata de vello rubio y rizado que goteaba agua; las caderas anchas y la cintura plana, los pechos amplios, turgentes y firmes, con unos pezones rosados sobre unas areolas redondas y amplias. Sencillamente una diosa. Una mujer que podría hacer que la sangre le hirviera en el cuerpo a cualquiera.
Thorin se quedo boquiabierto con la visión y sintió un latigazo en la polla, que empezaba a endurecerse en sus pantalones tan sólo con mirarla, incrédulo de que hubiera sido su sobrino… su sobrina… ¡la mujer en el agua! quien le había provocado esa reacción visceral y primaria. Entonces, de pronto, un sentimiento mayor le inundó. La ardiente cólera. Se soltó del agarre de Nori de un manotazo brusco y se puso en pie, acercándose a la orilla con el fuego de la ira llameando por dentro.
—¡Fili! —gritó Thorin furioso, caminando rápidamente hacia ella.
La rubia se giró alarmada, sin tiempo para cubrirse siquiera.
—T-tio Thorin… —alcanzó a murmurar atónita antes de que el moreno entrara en el agua y la tomara por el brazo con fuerza, arrastrándola fuera del río.
Salió a la orilla arrastrándola con dureza y sin miramientos, pero Fili no opuso resistencia, atónita y paralizada como estaba, hasta que el dolor hizo presa de ella y reaccionó. Thorin no la soltaba y comenzaba a darse cuenta de la situación en la que se encontraba. Dwalin y Nori habían salido de entre los árboles, y la miraban con desaprobación mientras Thorin aún la tenía atenazada.
Fili sintió la rebeldía recorrerla al verse acorralada, e intentó zafarse, sabiéndose en inferioridad frente a tres varones adultos; desnuda y desarmada, indefensa.
—¡Suéltame! —gritó la joven—. ¡Me haces daño, tío Thorin!
Pero Thorin no la soltó, la tenía sujeta con el brazo izquierdo, y alzando el derecho le dio una bofetada que le cruzó la cara partiendo su labio, que comenzó a sangrar. Traicionado y herido. Engañado.
Entonces Thorin repentinamente tuvo una revelación.
Si Fili le había estado mintiendo y engañando toda su vida, ¿quién mas lo había estado haciendo? Se volvió receloso, ¿Quién lo sabía? ¿Quién la había ayudado? ¿lo sabría Dwalin? ¿lo sabría Frerin? sus propios hermanos. Que lo sabía Dis era evidente, ya que ella la había parido, pero Dwalin y Frerin… no sabía si podría perdonar esa traición. Se giró hacia su hermano, con la mirada envenenada de ira.
—¿Sabías esto, Dwalin? —inquirió con los ojos entrecerrados.
—¡Por supuesto que no, por quien me tomas! —gritó Dwalin herido, y Thorin no vio rastro de mentira en sus ojos, únicamente indignación y dolor—. ¡Me siento tan ultrajado como tú! ¡Mi propio hijo me ha mentido! ¡Dis va a responder por esto!
Thorin asintió, muy de acuerdo.
—Por el martillo de Mahal que va a hacerlo —dijo duramente—, te lo aseguro.
Y de nuevo Fili se revolvió.
—¡Suéltame, Thorin! —exclamó la joven, dolorida ya.
Thorin la soltó finalmente, viendo que había dejado una marca gris en su brazo dada la fuerza con la que la había sujetado, pero no dejo de mirarla con ira, aun exigiendo una explicación.
—Camina hacia el campamento —ordenó Thorin con voz de hielo—, tienes mucho por lo que responder.
Fili abrió los ojos atónita y acariciándose el brazo herido, intentando llegar hasta su ropa, pero Thorin lo impidió interponiéndose en su camino.
—He dicho que camines, Fili —ordenó de nuevo, implacable, impasible.
Y tensando la mandíbula la joven se giró, comenzando a andar hacia el campamento; ese iba a ser sin duda alguna el que se postulaba para ser el peor día de su vida.
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Mini diccionario
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Adad — Padre
Nadad — Hermano Mayor
Nadadith — Hermano Pequeño
