Lluvia & Crisantemos

A Hetalia fanfiction

By : X-SweetNicotine-X

Resumen: Colección de momentos de Grecia&Japón. Aclaro: no todos son Giripan. Primer Momento: La doncella de la nieve.; Heracles decide visitar de improvisto a Kiku, pero el clima le da algunas dificultades. Una joven lo encuentra durmiendo frente a la casa del japonés. ¿Dónde está Kiku?

Disclaimer: Ninguno de los personajes de Hetalia me pertenece, todos son propiedad de Hidekazu Himaruya.

Warning: Contendio yaoi

Historias, tanto cortas como largas, de mi pareja favorita y de algunas parejas que se me antojaron de pronto, (por eso aclaro que no todas son Giripan) y que no están relacionadas entre sí, a menos que este indicado. Las estoy subiendo con motivo de mi cumpleaños número veinte, que fue el pasado tres de agosto, ese día me dije a mi misma, 'Si tanto quieres leer un Giripan, escríbelo tú!' En fin, espero que disfruten la lectura.

xoxox

Primer Momento: La doncella de la nieve.

Heracles tenía más de dos semanas sin ver a Kiku, así que sin más, se levanto de la columna donde había estado tomando una siesta, se colocó correctamente su chaqueta, tomo en sus brazos a los dos pequeños gatitos blancos que habían estado durmiendo en su regazo y tomo el próximo vuelo a Japón. Así sin más.

Al llegar a Tokio y ver la nieve cayendo sin parar del cielo, se dio cuenta de que en su prisa había olvidado consultar el reporte meteorológico, así que mientras las demás personas que llenaban las calles de la capital nipona llevaban cómodos abrigos de piel y bufandas coloridas, él solo llevaba su delgada chaqueta marrón.

Resignado, el griego metió al par de gatitos dentro de su chaqueta y estos se acomodaron rápidamente contra su pecho buscando calor. Caminó hasta la casa de Kiku y aunque varias personas se le quedaban viendo raro, a él no le importo.

Cuando finalmente estuvo frente a la casa del japonés, temblaba de arriba a abajo, su nariz y sus manos estaban heladas y sus mejillas habían adquirido un tono rojizo. Llamo a la puerta una vez y espero. Llamo por segunda vez y espero. Al tercer llamado decidió que había sido estúpido de su parte no llamar a Japón para confirmar si estaría en casa.

"Meaw…" los gatitos seguían temblando.

"Tranquilos pequeños, Kiku-san estará aquí pronto…" El griego se sentó en el suelo, recargándose contra el portón de la casa del oriental. El frio comenzaba a adormecerlo…

Una joven lo encontró durmiendo, varias horas después.

"あなたは大丈夫ですか?" (1) La muchacha lo sacudió ligeramente del hombro.

Heracles abrió los ojos lentamente, su vista estaba algo borrosa, pero pudo distinguir la delicada silueta una joven vestida con un hermoso kimono blanco con detalles plateados, de piel extremadamente pálida, largos cabellos negros, y cuando ella se inclino a su altura pudo distinguir unos ojos increíblemente azules. La joven acaricio con sumo cuidado una de las mejillas de Heracles, quien sintió una extraña calidez, que lo obligo a cerrar los ojos de nuevo, pues era una sensación que nunca antes había experimentado.

"サー?" (2) Lo llamo con aquella voz de seda, el griego solo atino a observarla desorientado unos momentos antes de responder.

"私は待っている菊さん..." (3) La joven sonrió divertida por la rara pronunciación del moreno, pero antes que le pudiera decir algo más, el joven frente a ella cayó desmayado sobre la nieve.

Kiku Honda prácticamente corría de vuelta a casa, le habían llamado en medio de una junta con sus superiores, después de disculparse mil y un veces por su inapropiado tono de dot.0*, había salido rápidamente al pasillo a contestar, pero al otro lado de la línea solo se escucho un suave murmullo antes de cortar, el japonés miro extrañado el aparato y los colores se le bajaron de inmediato cuando reviso el registro y vio el numero de su propia casa como remitente.

El pequeño japonés, corría graciosamente entre las calles atascadas de nieve intentando no perder sus zori y apretando con su mano derecha la bufanda blanca que llevaba contra su nariz y su boca, mientras que en la mano izquierda llevaba bien sujeto su móvil. Tenía un raro presentimiento.

Dio vuelta en la esquina antes de su casa, y su corazón dio un vuelco al notar el portón ligeramente abierto. Se acerco jadeando por el esfuerzo anterior, en momentos como este echaba de menos a su fiel katana, decidido, termino de abrir el dichoso portal, y su pulso se acelero pues había luces encendidas en la cocina y en la habitación principal.

'Vamos Kiku, no es nada, de seguro es alguno de los vecinos que vino a buscarme…aunque no entrarían a mi habitación…' Cruzo el jardín con pasos dudosos. 'Tal vez Italia-san está de visita… aunque él no tiene llaves…' Con manos temblorosas deslizó la puerta principal y entro lo mas sigilosamente que pudo.

Se deshizo con rapidez de sus sandalias al entrar, metió su móvil entre la tela de su obi, y tanteo en la obscuridad cerca del armario de la entrada, hasta que dio con la empuñadura de su katana, la sostuvo cerca, listo para desenvainarla, y se dirigió a la cocina.

Decidió que un ataque sorpresivo sería la mejor estrategia, así que en vez de entrar calmadamente a la cocina, abrió la puerta de golpe y lo que paso a continuación no estaba planeado, en cuando puso un pie dentro de la estancia, la pequeña nación resbalo y termino tirada boca arriba contemplando el techo.

"Ahh, duele. Pero que…?" El piso se sentía más frio de lo normal, como pudo se levanto y al observar a su alrededor descubrió el motivo de su caída: el piso estaba totalmente cubierto por escarcha.

Era como si hubiera dejado una de las ventanas abiertas, algo imposible porque el mismo las aseguraba antes de salir a cualquier lado, el sonido de la tetera hirviendo lo saco de sus deducciones.

"Té?" Se acerco a comprobar, y efectivamente, había té de jazmín preparándose e incluso había un par de tazas sobre una bandeja listas para servirse. "Quien habrá hecho todo esto? Me estarán esperando…?" Dejo su katana junto a la puerta y se apresuro a apagar la estufa.

"Meaaaaw… meaw…"

"Uh?"

Olvidando por completo el té, se dirigió, esta vez con pasos decididos a su habitación. Solo conocía a alguien que solía llevar a sus gatos con él a todos lados, suspiro con alivio cuando descubrió quien estaba en su casa y una bella sonrisa se instalo en su rostro, tenía muchas ganas de ver al griego.

"Heracles-san!" Abrió la puerta aun sonriendo. "Yo lamento…" Su sonrisa se borro al instante, la habitación, al igual que la cocina estaba totalmente llena de escarcha, los muebles parecían haber sido espolvoreados con azúcar glasé, y en una esquina del cuarto, acostado en su futón, yacía inconsciente el griego, cubierto hasta el cuello con un montón de mantas, y sobre él, estaban dos pequeños gatitos blancos moviéndose inquietos, intentando despertar a su dueño.

"Por Dios! Heracles-san!" Se acerco rápidamente hasta el, los mini gatitos asustados corrieron a esconderse por ahí. "Heracles-san!" Temblando aparto la mantas y se recostó sobre su pecho, buscando sus latidos, para su fortuna, y aunque sentía su propio corazón latiéndole con fuerza, pudo distinguir el corazón de Heracles, latiendo tan clamado y sereno como el griego mismo. Aliviado se dejo caer sobre el cuerpo contrario, intentando normalizar su respiración.

"Ki…kiku?" Heracles comenzó a despertar, cuando notó una calidez y un perfume conocido muy cerca de él.

"Heracles!" El pequeño asiático, que de la emoción había pasado del 'san', se abrazo al cuello del más alto, quien aunque notablemente sorprendido, no dudo en corresponder al gesto.

Kiku se sonrojó notablemente al darse cuenta de sus actos e intento apartarse, pero los fuertes brazos del moreno se lo impidieron.

"No te muevas, me gusta estar así contigo…" El rostro de Japón adquirió un rojo escandaloso, pero no se movió ni un milímetro de donde estaba.

"He-Heracles-san! E-espero que piense hacerse re-responsable de esto…" Hablo totalmente nervioso.

"Si aceptar responsabilidades significa que podre quedarme una rato mas así con Japón, lo hare…" Respondió tan tranquilo como siempre.

El pequeño país, simplemente sonrió y se dejo abrazar por el europeo.

"Dice que no recuerda como llegó hasta mi cuarto?"

"No… lo último que recuerdo fue haberme recargado en el portal a esperar…" Respondió sinceramente, mientras cerraba el zipper de la chamarra de pluma de ganso azul marino, que recién le había entregado el japonés. "Ah, muchas gracias Kiku-san, así ya no tendremos tanto frio…"Comento mientras resguardaba al par de gatitos dentro del enorme gorro de la chamarra.

"De nada…" Respondió sonriendo. "Me acompaña al jardín? Tengo que quitar la nieve de la entrada."

"Claro" El griego, al salir, se abrazo a sí mismo reconfortado por el calor de la prenda.

Kiku pensó que el griego, siendo como era, simplemente se iba a recostar a tomar una siesta, mientras el terminaba sus labores, cuál fue su sorpresa, en cuando se aproximo a la entrada de la casa, el moreno le arrebato la pala de las manos, y como buen caballero se puso el mismo a quitar la nieve. El asiático agradeció el gesto con un lindo sonrojo, y se puso a quitar la nieve juntada en las macetas.

Llevaban ya un rato trabajando en silencio, cuando en griego súbitamente dejo caer la pala.

"Ocurre algo Heracles-san?"

"Japón, encontré algo entre la nieve…"

El más alto se agacho a recoger algo, Kiku se acerco para ver, y se sorprendió al ver un hermoso dije de una piedra preciosa con forma de lagrima. Heracles observaba la gema con mucho interés, pero Kiku estaba seguro de haberla visto en algún otro lado.

"Heracles-san, espere aquí por favor, no me tardo" Y dicho esto volvió a entrar a la casa. Luego de varios minutos el japonés volvió con un libro.

"Sabía que había visto esa joya en algún otro lado, mire esto Heracles-san…"

El libro que sostenía Japón era sobre leyendas japonesas, y la página que le señalaba tenía una ilustración de una mujer extremadamente hermosa, de piel pálida, cabello negro ébano, labios rojo carmín y unos bellísimos ojos azules, que llevaba al cuello el mismo collar que sostenía Heracles entre sus manos.

"Yukina…" Balbuceo incrédulo el moreno al reconocer a aquella mujer.

"Eh? Pensé que aun no sabía leer japonés…"

"…" La cara del griego había palidecido, y repentinamente se dejo caer sentado.

"Heracles-san? Se encuentra bien?"

Todo comenzó a obscurecerse, se sentía mareado, los recuerdos del día anterior se mezclaban con lo que veía ahora.

"Heracles-san?" Aquella voz de seda lo llamaba por su nombre, aquellos ojos azules lo miraban casi seductoramente.

"Lo siento, pero sigo esperando a Kiku-san…" Kiku se sonrojo al escucharlo, pero no alcanzo a decir nada porque griego se había desmayado.

"Heracles-san! Heracles-san! Que te ocurre?"

Como pudo, el pequeño país llevo al europeo hasta su cuarto, lo volvió a recostar sobre el futón, y haciendo su mejor esfuerzo le logro quitar la gruesa chamarra, no sin antes sacar al par de gatitos, y luego lo volvió a arropar con algunas mantas.

"No puedo creer que se haya topado con la doncella de la nieve…" Se sentó junto al futón a contemplar el rostro dormido del griego. "Debió de agradarle mucho, de lo contrario Heracles-san habría muerto congelado por ella…" Acerco una de sus manos hasta una de las mejillas del moreno y la acarició con mucha delicadeza. "Estoy feliz de que no te haya pasado nada malo…" Sonrió para el durmiente que se removió entre sueños. "Sera mejor que prepare algo de té para cuando despierte…"

(1)Anata wa daijōbudesu ka? = Se encuentra bien?

(2)Sā? = Señor?

(3)Watashi wa matte iru Kiku-san = Estoy esperando a Kiku-san

* dot.0: Una de mis canciones y videos favoritos de SuG.