¡HOLA, AQUÍ DE NUEVO!
Sí, yo dando lata con mis degeneres XDDD. Ahora el material que presento a continuación es otro crossover, pero ahora será entre Fullmetal Alchemist y Rurouni Kenshin. Se tratará sobre un posible idilio entre Maes Hughes y Misao Makimachi.
Me imagino que se preguntarán el por qué de este pairing. Bueh, dos razones. La primera razón es que ellos son parecidos en su forma de ser y hasta cierto punto pueden llegar a ser muy afines desde sus personalidades. Se me había ocurrido desde hace ya tiempo qué pasaría en una relación entre estos dos cerebros de mosquito XD (digo, no es que sean tontos, bueno…¡poquito nomás! XD).
Y la segunda razón es porque de plano me quedé con las ganas de hacer un mejor lolicon. La verdad de las verdades es que el anterior lolicon, y sobre todo el segundo capítulo, ¡FUE UN REVERENDO FIASCO! ¬m¬ Lo que me pasó fue que lo descuidé por mucho tiempo…hice mucha desidia al querer transcribirlo ya a Word (no tengo computadora propia -_-), ya están viendo pues que el tiempo es mi mayor enemigo.
Prometo que pondré todo de mi parte para que no vuelva a suceder eso y espero, al igual que ustedes, me salga muchísimo mejor.
D I S C L A I M E R S.
1) Los personajes mencionados en este relato NO son de mi creación, son de Nobuhiro Watsuki y de Hiromu Arakawa, creadores de los mangas "Rurouni Kenshin" y "Hagane no Renkinjutsushi" ("FMA"), respectivamente. Ya ustedes deben saber qué personaje pertenecen a qué historia, ¿no?
2) Este material es lolicon, y contendrá escenas sexuales explícitas lemon. Probablemente habrá también shounen-ai *o*. Si eres menor de edad o no te gusta este tipo de temática, ahueca el ala y/o mejor vete a la página de Disney XD. ¡SOBRE AVISO NO HAY ENGAÑO!
3)*SPOILER* Puede ser, cabe la posibilidad de que NO haya final feliz…aún no lo he decidido. Entre más reviews reciba, el final sí será feliz. Es que cuando estaba maquilando mi final, hice un berrinche horrible (un problema personal que tuve hace días), y bueno…¡ya dependerá de ustedes!
EL OCASO DE TU AMOR.
I
-¿Por qué tenemos que estar aquí esperando al Brigadier Grand? –preguntó aburrido Hughes a Roy.
-¡Porque es una orden y ya deja de enfadarme con tus quejas absurdas! –replicó el Coronel con un tono bastante molesto, al mismo tiempo se masajeaba ambas sienes.
-¡Nah! Lo que pasó fue que los demás no se repusieron a la resaca de anoche por la reunioncita. Y a ti también te afectó, andas más malhumorado que un lobo andropáusico. ¿Qué tal el whisky que te tomaste con el Fuhrer? Yo por lo menos sólo me tomé un vaso de refresco.
Roy ya no respondió y gruñó para que lo dejara su compañero tranquilo. Su peor pesadilla era que éste último hablara hasta por los codos y no le dejara oír ni a su propia consciencia, ¡y más sufriendo los efectos de la resaca! Para su buena fortuna, el silencio reinó por varios minutos hasta que llegó el tren.
Recibieron al Brigadier. A Hughes le dieron unas repentinas ganas de ir al baño. Corrió a los sanitarios y ya cuando regresó más repuesto, Roy y el Brigadier ya se habían retirado de la estación.
-¡Me abandonaron! –suspiró lastimeramente. –¡De seguro Roy fue el de esa fabulosa idea! ¡Ay! Mejor ya ni me quejo.
Sacó un pañuelo color verde pastel y en un borde traía bordado un conejito, con eso limpió sus lentes. Ese pañuelo era de Elysia, su hija de tres años de edad. Terminada su labor, se volvió a colocar sus lentes. Ya estaba a punto de irse cuando oyó que una maleta caía ruidosamente al suelo. Volteó y pudo ver que había una jovencita tratando de abrir esa maleta.
-¿Puedo ayudarte, niña? –preguntó él cortésmente.
-¡No necesito ayuda y no soy una niña! –gruñó ella al poder abrir con éxito forzado su equipaje.
-¡Oye! No eres de por aquí cerca, ¿verdad?
-¡Vaya! No puedo ocultar mi origen. Pues no, yo soy japonesa.
-¡Qué interesante! –la miró Maes curioso. ¿Y qué hace una niña, que diga, una chica en Ciudad Central y sola?
-¿Para qué quiere saberlo, señor? –devolviéndole la mirada.
-Mi deber como miembro militar Estatal me obliga a preguntar a los extranjeros sobre lo que van a hacer aquí. No, no es cierto. No es tanta la seguridad en la entrada de Central, sólo lo decía para hacer plática.
Entonces la muchacha sacó de entre sus pertenencias una carta y se la dio a leer a Hughes. Éste comenzó a leer entre dientes el documento pausada, pero con mucha atención.
-¿Tú eres Misao Makimachi? –preguntó un tanto escéptico.
-Sí, lo soy –dijo ella de golpe, pero sin estar enfadada.
Hughes siguió leyendo. Terminó y le devolvió la carta y le dijo que él no iba a ser su jefe directo.
-Tú estarás a las órdenes del Coronel Roy Mustang. También es mi amigo personal.
-¿Y él es igual de metiche que usted?
Hughes no pudo evitar reírse.
-¡No! Bueno, sólo te diré que no lo hagas enojar, es que está medio amargadillo y pues no queremos que saque toda su furia, ¿no? ¡Lo que pasa es que él no se ha conseguido una esposa! –volvió a reírse, pero con más soltura.
-¡Qué bueno que tú no serás mi jefe! –exclamó ella aliviada. –Al parecer, usted no es un mal hombre, pero debo medir mi distancia.
El Teniente Coronel Hughes le volvió a preguntar si quería que la ayudara a cargar su pesada maleta. Ella lo miró resignada y asintió una sola vez, ya sin decir palabras. Nuevamente él sacó el pañuelo de diseño infantil.
-Bonito pañuelo para todo un rudo militar –esbozó Misao una sonrisita.
-¡Ah, no! Éste es de mi hijita. ¿Quieres conocerla? –le dijo emocionado y sacó de su billetera un montón de fotografías de Elysia haciendo diferentes actividades.
-¡Espero no verlo cerca de mí! ¡USTED SÍ QUE ES RARO! –exlamó ella dando un salto hacia atrás.
-¿Acaso es un delito amar a su propia familia? –sollozó Hughes.
-No es eso, es que lo dice de una forma un tanto extravagante, que hasta da miedo…¡pobre de su esposa!
-En eso erraste, yo soy viudo. Mi esposa pasó a mejor vida desde que Elysia era muy pequeña…
-¡Lo siento!
-¡Bah! No hay problema. Vamos en ese auto a Central.
Ambos se subieron al auto y no se dirigieron la palabra en todo el rato, incluso aún bajaron y llegaron a las oficinas principales de Central, seguían mudos. Lo que a Hughes le llamaba la atención de Misao era que ella vestía un pantalón muy corto, y era inevitable no verle sus delgadas y blancas piernas, claro, lo hizo de forma discreta para que ella no lo tomara a mal o se enojara.
Después llegaron a la oficina del Coronel Mustang. Maes le dijo a Misao que lo esperara afuera, tenía que hablarle primero de su presencia, ya que al parecer Roy había olvidado que también tenía que recibir a su nueva recluta extranjera, aparte del Brigadier. La chica esperó unos pocos minutos, pero le parecieron eternos. Volteó su cabeza a su izquierda y en el fondo del pasillo pudo apreciar que estaba una armadura muy grande. Se acercó y la miró más de cerca.
-¿Y este armatoste para qué lo tendrán? No es de muy buen gusto que digamos –murmuró al mismo tiempo que golpeaba suavemente con sus nudillos la parte del pecho del extraño y enorme artefacto. –Deberían mejor ponerlo en un salón para ese tipo de cosas.
-No soy un armatoste, está ocupada esta coraza. –aclaró la armadura con una voz tranquila y juvenil.
-¡Oh, discúlpame! Pensé que estaba vacía. Déjame sacarte el casco porque debe ser muy engorroso tener semejante tapón…
Cuando Misao le quitó el casco a la armadura, dio un grito asustada y lo aventó lejos.
-Siento haberte espantado así. Sucede que mi alma está encerrada en esta armadura…es una historia un tanto complicada de explicar.
-¡Rayos! Todos o están locos, o son una sarta de fenómenos –resopló ella un poco nerviosa.
-Soy Alphonse Elric. ¿También formarás parte de la élite de los Estatales?
-Ahora como estoy viendo la situación, creo que estoy cambiando de parecer –suspiró de una forma tan triste y cómica a la vez que Alphonse por un momento no pareció entender su asombro-expectación-susto.
Continuará…
