Lying Game [Juego de mentiras]

Primera parte

No sé qué es lo que pasó por mi mente en el preciso instante en que te dije que sí, supongo que fui un tonto. Siempre he sido tu diversión, y a partir de ahí no sería diferente. Era normal en mí tomar decisiones con el corazón en vez de la mente, todavía tenía -en ese momento- algo de ingenuidad, ingenuidad que tú me has quitado poco a poco. ¿Sé es feliz jugando con otras personas de la manera en que tú lo haces? No tengo idea, no tengo esa maldad para poder jugar con las personas.

He sido un poco, demasiado diría yo, tonto… Te he creído, te he amado, te he defendido delante de todos mis amigos. He cubierto millones de tus mentiras. "Hazlo por mí…"decías besándome tiernamente como solo tú lo puedes hacer. "Tan solo espera un poco más…"me pedías mirándome con esos ojos ámbar en lo que solía perderme una y otra vez. Me hacías esperar ¿Qué tenía que esperar? A que tú pudieras separarte de tu pareja. Patrañas… puras y absolutas patrañas.

Decías que no lo podías hacer así a la ligera, que debías tener cuidado. Decías que… que tenías pena por él y por eso no lo dejabas. ¿Cuántas veces me has mentido? He perdido realmente la cuenta. "Su enfermedad…" me recordabas… ¡Te valiste de la desgracia de otro para tus estúpidos juegos! Pero más estúpido me siento yo ahora por haberte hecho caso. Dejar a Kirino era lo que debías hacer de una vez por todas. Pero nunca lo hiciste… Me decías que debías tener cuidado, cualquier disgusto para él sería un gran problema de salud. Y así sucesivamente, una y otra vez…

Pero sabes lo que me dolió más, en el momento preciso en que te oí decir "Ambos, son un par de ilusos…"mientras charlabas con tus amigos, te reías de mi ingenuidad, te reías de la desgracia de Kirino. Te reías de nuestro amor, del amor que tanto Kirino como yo te teníamos. Era algo… que me llenó de rabia, algo que me dolió hasta en lo más recóndito de mi pecho. Me acerqué a ti y tan solo te susurré "Y tú más iluso que todos por creer que yo de verdad te amaba… me pregunto quién jugó con quién".Sonreí falsamente, sonreí riéndome en tu cara. Era lo único que yo podía hacer, mentirte y decirte que yo también había jugado contigo, cuando no era más que una vil mentira. Me tomaste fuertemente del brazo y me llevaste a tu casa a la fuerza; me pedías explicaciones a los gritos, de que si había jugado contigo, de que si yo no te amaba, de que si… te había mentido durante estos tres años. "¿Yo mentiroso? Mira quién habla, el señor sinceridad…"te grité sin dejar esa sonrisa arrogante que cubría miles de mis lágrimas, lágrimas que yo no quería mostrarte. "Por dios Masaki, yo te usé, tú me usaste. Quedemos en paz ¿Sí…?"te dije. Me habías usado como tu juguete, me habías usado para complacer esos deseos carnales que por estar en una camilla, Kirino no podía cumplirte. Me usaste para reírte de Kirino, me usaste para pasar el tiempo. Y yo no pude más que tomarlo con una sonrisa, era más que imaginable viniendo de ti, aunque yo no lo había querido imaginar. "Eres un maldito imbécil Kageyama…"me gritaste enojado, pegándome una cachetada. No sé si te dolió el orgullo de creer que yo también había jugado contigo, o si de verdad te molestaba el hecho de que yo no te amara como había jurado millones de veces. Me fui de tu casa, y tú te quedaste allí, creyendo que yo de verdad te había mentido.

Así pasó una semana entera, una semana en la que yo no salía de mi casa, una semana en la que mis amigos se preocuparon de mí. Una semana en la que no tuviste ni la bondad de preguntarme si estaba bien. Y lo peor, yo sabía perfectamente que había lastimado a una persona, aunque todavía no lo supiese. ¿Cómo me presentaría ante Kirino de ahí en más? Pero claro, echémosle la culpa al amor de todos nuestros males… Yo no quise ver ciertas cosas porque creí ciegamente en ti. Tú me hiciste confiar ciegamente en ti con tus tontas mentiras.

Tomé el poco coraje que me quedaba y fui a ver a Kirino al hospital, quería poder sincerarme con él, yo tenía la culpa de que su novio lo engañara. "Claro que te amo Ranmaru, ya deja de decir idioteces y descansa ¿Sí…?"Escuché tu voz hablándole a un moribundo Kirino. Sonaba tan dulce tu voz, me tomé el atrevimiento de pispiar que estaba pasando dentro de ese cuarto. Y allí estabas tú, sentado al lado de Kirino, con una sonrisa tierna, acariciándole la mejilla y diciéndole que todo estaría bien… Así como millones de veces lo habías hecho conmigo. No pude… Cerré despacio la puerta y me largué de ahí. Al fin de cuentas, era verdad que Kirino no debía tener emociones fuertes, tal vez esa mentiras que tú le decías eran millones de veces más sanas que una cruel verdad que yo lo podía dar.

Esa misma noche te apareciste en mi casa. Tú tan solo te me abalanzaste y comenzaste a besarme. "Vete Masaki…"dije angustiado, de seguir así, yo simplemente hubiera caído completamente rendido a tu merced. "¿Por qué debería de hacerlo…?"me preguntaste con esa sonrisa gatuna. "Porque no soy tu juguete…"respondí seriamente, empujándote para que entendieras que yo ya no quería nada de ti. "Te amo…"me susurraste, y simplemente caí rendido ante ti, me deje hacer lo que tú desearas. Me hiciste gemir una y otra vez, incontables veces…

Y a la mañana siguiente todo desapareció… lo único que había era mi sentimiento de culpabilidad… El que aún ahora tengo, porque tú sigues diciéndole a Kirino que lo amas, y yo no hago nada para evitar que le mientas… O tal vez yo soy el único engañado aquí y quiero delatarte ante Kirino para que él te deje… No lo sé… lo poco que sé es que desde esa noche, no he estado contigo. Y con eso me conformo.