Disclaimer: Esta es una traducción de la historia original de Tifara, "Epiphany", que la autora me autorizado a presentarles a ustedes.
La idea pertenece a Tifara, los personajes son propiedad de J.K. Rowling.
Nadie, excepto la Sra. Rowling, ha sacado dinero de esta cosa.
Epifanía.
A veces ni siquiera nos damos cuenta que el amor ha estado frente a nosotros todo el tiempo.
Prólogo.
1ro. de Marzo del 2004
La guerra había finalizado hacía cinco años. Mucha gente había muerto, tanto magos como muggles. Había sido duro para todos. Los sangre pura que habían sido seguidores de 'el que todavía no podía ser nombrado', habían sido encarcelados en Azkaban con sentencias desde diez años hasta de por vida.
Harry y Ron se habían ido para convertirse en Aurores para el ministerio y, para su consternación, Hermione no se les había sumado. Si creyeron que ella había estudiado con tanto ahínco en la escuela solo para convertirse en Auror y continuar con el Trío Dorado, estaban tristemente equivocados. En lugar de eso, había completado los NEWTS desde su casa, durante el verano, y había hecho maestrías en Encantamientos, Aritmancia y Pociones.
Una vez que había completado sus estudios, Minerva, (quien era la directora en ese momento), le había preguntado durante una de sus visitas, si quería regresar a Hogwarts y enseñar Encantamientos en el lugar de Flitwick. El profesor Flitwick había muerto durante la guerra y varios substitutos habían tomado su lugar hasta que Hermione aceptó el trabajo. Había estado trabajando por casi un año y ahora, con 24 años, se sentía cómoda con su vida. Todavía seguía siendo cercana a Harry y Ron, quienes eran lo más cercano a tener hermanos y como era hija única, los visitaba prácticamente todos los fines de semana del año. Iban a Hogsmeade y bebían algo mientras charlaban. Había considerado comprar una casita en Yorkshire, pero nunca se había decidido completamente. La verdad es que disfrutaba el prospecto de vivir en Hogwarts, incluso durante el verano, teniendo esa enorme biblioteca prácticamente para ella sola.
Justo cuando su vida parecía bien encarrilada y se sentía a gusto con su trabajo, el ministerio tenía que meterse y poner patas arriba la vida de todo el mundo con esa ridícula ley. En realidad, Hermione entendía las razones para ponerla en efecto. Había muerto mucha gente en la guerra, y debido a los efectos posteriores, con los aurores acorralando a los mortífagos errantes, la gente se había abstraído mucho sobre sí misma. Algunos esquivaban la vida de comunidad a tal punto de no querer salir de sus casas por meses, o mudándose a lugares apartados, aun después de varios años de terminada la guerra.
Se esperaba que hubiera una explosión demográfica post guerra, pero nunca ocurrió. El alumnado en Hogwarts de los años siguientes a la caída de Voldemort se había reducido año tras año. Así que el ministerio, en toda su sabiduría, decidió que debían aumentar la población mágica, y lo hicieron mediante la ley matrimonial, declarando que, debido a la cantidad de bajas ocurridas en la guerra y en vista de la cantidad de squibs que nacían de familias de sangre pura, los sangre pura y mestizos solo podrían casarse con hijos de muggles o mestizos. Esto se aplicaba a todos los magos y a todas las brujas de entre 18 y 60, (como las personas mágicas viven tanto tiempo, 60 años serian la mediana edad de los muggles). El matrimonio entre dos sangre pura se había prohibido. El principal propósito de la ley era incrementar la población mágica, (era obligatorio por lo menos dos hijos por matrimonio), y reducir significativamente la cantidad de squibs que nacían. Hermione sabía que ese día, la Ley Matrimonial quedaría efectiva oficialmente. Los periódicos habían puesto a todo el mundo sobre aviso. Cuando la ley fue anunciada hacía tres meses, había habido una especie de protesta popular, pero al cabo de unos días, la gente comenzó a tranquilizarse y a aceptar lo inevitable. El Wizengamot había declarado que la fecha para el lanzamiento oficial de la Ley Matrimonial seria el 1ero. de marzo. Hermione suponía que se les permitía a las parejas que tuvieran un compromiso, casarse antes que la ley entrara en vigencia.
Tan pronto como los periódicos mencionaron la Ley, Harry y Ginny se habían comprometido y Ron le había preguntado a Hermione si quería casarse con él. Ella había declinado la propuesta, diciéndole que era mejor seguir siendo amigos. El pensar que iba a terminar sentada en su casa lanzando hijos al mundo para Ronald Weasley, cocinando, lavando y cepillando las calcetas sucias de él, fueron solo algunas de las razones para rechazar su oferta. Gracias, pero no, gracias.
La verdad sea dicha, Hermione había estado ignorando ese día, esperanzada de que, de alguna manera pasara desapercibida. Ella no quería abandonar Hogwarts y supuso que cualquier marido iba a querer que dejara su trabajo y se quedara en casa como buena esposa.
Hermione se dirigió hacia el Gran Salón para desayunar. Como siempre ocurría a esa hora, una gran bandada de lechuzas llegó, solo que esta vez dejaban caer peticiones matrimoniales para los alumnos de séptimo año. Hermione deseó que las lechuzas que pasaban cerca suyo, desaparecieran. Pero no. Algunas de ellas dejaron caer los pergaminos sobre su cabeza y sobre su desayuno.
Lentamente levantó cada uno de los pergaminos e inspeccionó el nombre en su interior. ¿Víctor Krum? Había esperado algo así. Todavía se mantenían en contacto después del par de veces que habían salido juntos cuando eran adolescentes, pero eso había sido todo lo que ella había podido soportar del incesante –Her mon ninny de Víctor.
Hermione puso a un lado ese pergamino y miró los otros. Ron no acepto un no como respuesta Weasley quedó en la misma posición que Víctor. Otro definitivamente no.
¿Augustus Bloom? No era ese alumno de séptimo año de Ravenclaw? ¡No! ¡Absolutamente no! ¿Charlie Weasley? No. Hermione no quería de ninguna manera convertirse en una Weasley. Ya había demasiados de ellos. Había también una gran cantidad de nombres que ella ni siquiera conocía. Posiblemente estaban intentado algo con ella debido a su status de heroína de guerra, así que también los descartó, antes de prenderles fuego a la pila de cartas rechazadas.
Hermione miró a su derecha para ver a Severus que parecía que se reía.
"¿Encontraste algo divertido Severus?" preguntó ella.
"Solo el hecho de ver estás tan complacida como yo por esta maldita ley", replicó él.
Ella le dedicó una pequeña sonrisa. Se habían hecho amigos desde que ella había regresado y el antiguo tono formal de "Srta. Granger" había sido reemplazado por "Hermione", ahora que eran colegas. Podían conversar plácidamente, aunque él seguía siendo un hombre reservado y callado. Aun después de la guerra, Severus seguía siendo un hombre recluido e inseguro. Incluso durante las reuniones de personal, se sentaba y escuchaba, de vez en cuando hacia algún comentario y luego regresaba a su habitación mientras el resto del plantel se quedaba charlando y bebiendo. Había habido algunas ocasiones en los que habían discutido algún artículo o se habían prestado libros mutuamente, pero definitivamente nunca iba a ser el alma de la fiesta.
Hermione dejó el Gran Salón y se dirigió hacia su habitación para recoger su horario. La Ley Matrimonial todavía pesaba mucho en su mente. Tenía seis meses para encontrar un prospecto adecuado al que iba a ser unida mágicamente de por vida. No quería casarse. Mucho menos con alguien a quien no conociera. Quería a alguien con el que pudiera tener una conversación decente, alguien que le permitiera quedarse en Hogwarts y enseñar. Alguien que al menos tuviera un poco de inteligencia, respeto y que compartiera aunque sea uno de los ideales que ella misma tenía.
Hermione se detuvo de pronto y miró la hora. No tenía ninguna clase programada por la próxima media hora, así que corrió escaleras abajo y golpeó la puerta...
-SS HG SS HS-
"¿No lo ves? ¡Es brillante! Me puedo quedar aquí y seguir enseñando, al igual que tú. Podemos llevarnos bien y estoy segura que nunca nos faltaran temas de conversación..."continuó ella.
"Bueno, la verdad es que me parece difícil de imaginarte sin un tema de conversación disponible...aunque eso pondría un alto a tu incesante charla", dijo él con sarcasmo.
"¡Oh, vamos Severus! ¡Es perfecto! ¡Es lógico! ¡No puedo pensar en alguien mejor para mí!"
Las cejas de Severus se alzaron hasta donde comenzaba el cabello al escuchar este comentario.
"Podemos tener habitaciones separadas si quieres. Sé que sería un matrimonio enteramente por conveniencia y sé que es muy repentino, pero realmente no quiero ser forzada a casarme con algún idiota, cerebro de mosquito, que lo único que quiera de mí, sea que me quede todo el día en casa para cocinar, limpiar y parir niños cada año". Ella lo miró suplicante.
"¿Sabes que estamos obligados a tener una noche de bodas y que vamos a tener que...?" Comenzó a decir él.
"Si lo sé. Está bien. Estoy segura que nos vamos a arreglar, además siempre se puede recurrir a las pociones de lujuria en caso que la necesites. ¡E imagina lo inteligentes que serán nuestros hijos!" dijo ella.
"Necesito tiempo para pensar sobre esto Hermione. Además tengo que enviarte la petición...yo...yo...necesito pensar al respecto, ¿tal vez... podamos hablar el... eeerrrrr… digamos viernes y discutimos esto un poco más?"
"De acuerdo Severus. Volveré el viernes después de la cena". Y con eso él asintió y le sonrió, y ella se fue, cerrando la puerta tras ella.
Abril 2004
Al cabo de una larga conversación, Severus decidió que de verdad era la elección más lógica. Ninguno de los dos quería casarse con alguien que no conocieran y los dos querían quedarse enseñando en Hogwarts. Podían llegar a llevarse bien y podían tener interesantes conversaciones. Ninguno de los dos se hacía demasiadas ilusiones con respecto al matrimonio. Ella todavía pensaba que él era gruñón sarcástico, y él todavía pensaba que ella era una sabelotodo cabeza de escobeta. Había algún tipo de atracción entre los dos, pero nada que los emocionara. En últimas instancias podían ser amigos. Severus no tenía ni idea de cómo ser un buen padre, suponiendo que iban a poder concebir y Hermione no quería ser madre inmediatamente. La ley estipulaba al menos dos hijos dentro de los primeros diez años así que ella suponía que tenían suficiente tiempo.
Así que Severus le envió la propuesta de matrimonio como era requerido y tuvieron una sencilla ceremonia de matrimonio cerca del lago, intercambiando votos de amistad, confianza y fidelidad, siendo unidos mágicamente, con lo cual ambos estuvieron felizmente de acuerdo.
N/A: Una nueva historia, de una nueva autora. Espero que les guste. Es una historia más tierna que las anteriores, aunque por supuesto, tiene su cuota de escenas interesantes. ¡Espero que les guste!
¡Gracias por seguir leyendo!
