¡¿Nuestro primer San Valentín?

Summary: Arnold y Helga, llevan algunos meses oficialmente como novios, San Valentín está próximo y él chico quiere hacer algo muy especial pero Helga no muestra mucho entusiasmo por la ocasión. El chico hace enojar a Helga con sus celos y Arnold al intentar solucionar las cosas empeora la situación.

Fanfic para el juego del amigo secreto del grupo: ¡Oye Arnold! Grupo Latino - ¡Salvamos The Jungle Movie!

Mi amiga secreta es: Sandra Viridiana, espero que te guste. Este es el primer fic que regalo :)

CAP. 1

Volver de un sueño de diez años no era tan fácil, habían muchas formalidades que hacer, papeles que rellenar, documentos que firmar y todo era sumamente agotador, pero los Shortman recién llegados tenían el consuelo que una vez regresaran a casa podían abrazar a su hijo y aunque este ya tenía a cierta niña que le proporcionará mucho afecto, nunca estaba demás.

Mientras tanto los adultos resolvían sus asuntos. Arnold y Helga aprovecharon de pasar tiempo juntos, fuera de los juegos normales. A Gerald no le molesto verse privado de su mejor amigo es más él apoyaba al cien por ciento la relación, pues él moreno también quería tiempo a solas con su chica.

Cuando los esposos terminaron con las legalidades, se esmeraron de también pasar mucho tiempo con Arnold. Acompañaron al niño a todas partes, eran los únicos adultos que iban a todas las prácticas, lo sacaban a pasear al parque y hasta intentaron enseñarle a andar en bicicleta otra vez, pero de alguna manera las cosas se dieron vueltas y Miles, quien nunca había aprendido a pedalear, término siendo enseñado por su hijo.

—Wow, hijo. Eres muy bueno enseñando.

—Bueno, no seria es la primera vez que lo hago.

Y así fue como les contó a sus padres, que Gerald hasta antes de cuarto grado no sabía andar en bicicleta y también asumió que, por un arrebato suyo, terminaron inscritos en la carrera de bicicletas en pro de la paz mundial.

—Pasamos los dos días antes de la competencia practicando pero a último minuto Gerald me dijo que renunciaba.

— ¿Y qué pasó después?

—Bueno, adivinen quien ganó la carrera.

— ¿Gerald? — Ambos adultos se miraron y con la ligera sospecha habían pronunciado el nombre del mejor amigo de su hijo.

— ¡Si! Yo sabía que él podía y lo logró.

—Que buena historia es esa hijo, fuiste de gran ayuda para tu amigo.

—Se equivocan. —Arnold negó—Gerald ya sabía, solo le faltaba un poco de confianza pero el crédito debe llevárselo el mismo por tener el valor de haberse presentado a pesar de sus temores.

Ambos padres miraron con amor y gran orgullo a su pequeño hijo, quien ya no era el bebé que ellos habían dejado si no un muchachito perfectamente equilibrado a veces dudaban si ellos realmente estaban a la altura del gran trabajo que habían realizado los abuelos del niño.

—No se preocupen, lo harán bien.

— ¿Eh? —Ambos adultos voltearon sorprendidos a mirar al niño.

—Están tristes por lo que se han perdido ¿no? —Ambos adultos asintieron, no dejaban de sorprenderse lo inteligente que era el niño. Arnold suspiró antes de continuar— mamá, papá. No voy a negar que a veces me sentía triste y molesto porque ustedes no estaban conmigo pero creo que lo importante es que ahora están aquí y que podemos ser una gran familia, con los abuelos, los pensionistas y hasta con los animales que viven en la casa.

—Tienes razón, cariño. Pero ahora tú tienes que prometernos dejar de tener ese sueño donde nos vamos.

—Sí, hijo. Estaremos aquí para ti, pase lo que pase.

—No puedo evitarlo pero les prometo que lo intentaré, que estén aquí conmigo es lo que siempre soñé.

Mientras el chico con cabeza de balón disfrutaba la tarde con su familia, Helga los espiaba de lejos. La niña rubia comprendió que los padres de su amado quisieran pasar mucho tiempo, juntos. Así que muy a su pesar se hizo a un lado, dándoles tiempo de calidad a solas aunque obviamente que eso no quería decir que de vez en cuando no fuera a echar un vistazo. Se alegraba mucho por Arnold, los padres de su novio se ganaron su respeto y descubrió que no eran los perdedores que creyó en un principio, eran realmente unos buenos tipos, a diferencia de los suyos.

Stella de repente se percató de una situación muy especial, así que para poder darle una pequeña sorpresa a su hijo le pidió que fuese por helados para todos.

—Claro, mamá.

—Aquí tienes, campeón. —Miles, le tendió un poco de cambio.

— ¿Los de siempre?

—Sí, pero ¿puedes traerme uno adicional de chocolate?

—Querida, no habías dicho que el de choco… — El hombre calló de repente al sentir un fuerte dolor en su empeine.

—Eh, claro. —Arnold, no dijo nada ya acostumbrado que su madre a veces hiciera cosas extrañas.

— ¿Por qué me pisas? —Miles aguanto el dolor hasta que su hijo se fue, en busca de los helados, para luego acariciar la zona afectada mientras una lágrima caía de su ojo por el dolor.

—No seas llorón y mira quien está por allá. —el hombre dirigió su mirada donde señalaba su esposa, sin poder distinguir nada hasta que el reflejo de un cristal lo encegueció, obligándolo a cerrar el otro ojo sin darse cuenta que la bicicleta estaba aún detrás del haciendo que cayera.

—Miles Shortman ¿Podrías dejar de ser tan distraído?

—Lo siento, dulzura.

—Ven, tenemos algo importante que hacer.

Helga por su parte no se percató del intercambio que hubo entre los Shortman, ya que ella siguió observando solo a su amado cabeza de balón, sin notar que los adultos caminaron cautelosamente a través de los arbustos hasta llegar debajo el árbol en el que la chiquilla se encontraba.

—Querido, no hemos visto a Helga últimamente. — Stella le guiño a su esposo para que este le siguiese el juego.

—Sí, es extraño ella siempre está rondando por ahí. —Miles le devolvió el guiño a su esposa, haciéndole entender que captó la indirecta.

La niña se desconcentro de su objetivo para mirar que bajo ella estaban los padres del niño, no se había dado cuenta en que momento habían llegado así que se asomó un poco para prestar atención.

—Crees que se habrá aburrido de ser la novia de nuestro hijo.

—Quizás, ¿Quién sabe?. —Miles solo se encogió de hombros y decidió que bueno que ninguno de los dos decidió ser actor.

—Oh, no. Eso decepcionara profundamente a Arnold.

¿Qué? ¡Criminal! ¿Creen que lo que siento por Arnold es un chiste? como se atreven a cuestionar lo profundo que son mis sentimientos. Creo que era muy pronto para retractarme de pensar que eran unos perdedores. La niña inmersa en sus pensamientos, se desconcentro soltando la rama de la cual estaba afirmada haciendo que perdiese el equilibrio, intentó agarrarse a otra pero esta se quebró haciendo que finalmente cayera sin poder hacer nada más cerro los ojos esperando el golpe de la caída cuando alguien la atrapó, pestañeo fuertemente, para encontrarse que estaba en los brazos del padre de Arnold.

—Buena atrapada. —felicito Stella.

Al ver la sonrisa de ambos adultos, la niña se dio cuenta que ellos siempre supieron que ella estaba ahí.

—Esperen un Segundo. Lo hicieron a propósito pero ¿Por qué harían eso? —la niña estaba desconcertada. No parecían molestos por verse interrumpidos en su pequeño paseo familiar.

—Porque nos agradas, Helga. — la mujer hizo una pausa antes de continuar. —y nos gustaría compartir a nuestro hijo contigo, además ya estamos viejos y nos harías un enorme favor si acompañas a Arnold un rato más por el parque ya sabes sería una verdadera lástima desperdiciar ese mantecado que nos sobra. —El hombre asintió en señal de estar de acuerdo con esposa.

—Bien, pero después no digan que nunca les hago un favor. —Ambos adultos se rieron —. Por cierto, ¿De que sabor es ese helado?

—Chocolate.

—Excelente, tenemos un trato.

Arnold regreso a donde estaban anteriormente sus padres, pero solo encontró la bicicleta abandonada y sin rastro de ellos.

— ¿Mamá? ¿Papá?

—¡Aquí estamos, Arnold!

— ¿Qué hacen ahí? — él chico caminó hasta donde veía que estaba su madre moviendo su brazo para llamar su atención.

—Te tenemos una sorpresa. — Su padre estaba de espaldas a ellos, haciendo que despertara la curiosidad de Arnold — Bien, cierra los ojos.

El chico solo pudo seguirles el juego con una sonrisa. Miles rápidamente dejó a la niña de pie frente a su hijo, para volver al lado de su esposa y solo cuando lo último sucedió la mujer le dio permiso a su hijo para que mirara su sorpresa.

— ¡Helga! —el chico sonrió ampliamente, estaba por abrazar a su novia que no había visto por varios días, cuando recordó que llevaba las manos ocupadas. — ups, lo siento, casi te ensucio.

—Cheez, tan distraído como siempre, Arnoldo. —la chica le sonrió.

—Bien, nosotros los dejaremos. — Al ver el intercambio de sonrisas, los adultos decidieron dejar solo a los pequeños. No querían interrumpir su improvisada cita.

—Entonces ¿Quieres un helado?

—Claro.

Minutos después que los adultos se fueron, llevándose la bicicleta con ellos y sus respectivos helados, ambos niños caminaron hasta la banca rosada del parque sentándose uno al lado del otro.

—Lo siento por arruinar su momento. En verdad no quería pero…

—Está bien, Helga. También me gusta pasar mucho el tiempo contigo.

— ¿ah sí?

—Si —el chico aprovechó la oportunidad, mientras la rubia estaba distraída con su propio cono, de tomar su mano libre.

—Oye, ¿Quién te dijo que puedes tocarme? —la chica no se esperaba ese movimiento tan atrevido de Arnold, así que dijo lo primero que se le vino a la mente, aunque esperaba que eso no amedrentara al niño de sus sueños.

—Por favor, solo unos minutos…

—Yo…— Al ver la cara esperanzada del niño, no podía negarse además ¡Rayos! Ella también quería. — Pero no te acostumbres.

—Lo que tú digas Helga, lo que tú digas.


—¿No crees que presione mucho a Helga? —Solo después de haber orquestado la improvisada cita, Stella dudo de su actuar.

—Pienso que ella realmente estaba agradecida.

— ¿Lo crees? realmente adoro esa niña, haría cualquier cosa por hacerla más feliz.

—No eres la única… —Miles recordó la mirada soñadora de su hijo, era la misma que le devolvía su espejo cuando miraba a su amada Stella.

—Bueno, cariño y ahora qué hacemos.

—Ya sabes podemos ir a mi cuarto de juegos. —El hombre movió sugerentemente sus cejas a su esposa.

—Ilumíname, señor Shortman. —dijo para detenerse un momento y darle un suave beso a su marido, quien dejó caer la bicicleta para poder posar las manos sobre la cintura de su esposa.

Miles y Stella apreciaban mucho a la pequeña novia de su hijo, como a un miembro más de su familia. Siempre que se la encontraban espiando fuera de la pensión, cualquiera de los dos, se la echaba al hombro para llevarla a casa y aunque en un principio Helga estaba muy avergonzada que la llevaran en calidad de saco hasta Arnold, se terminó acostumbrando y simplemente se dejaba, pero eso no evitaba que rodara los ojos ante lo absurdo de la situación. Para Arnold ver a sus padres traerle su novia hasta su habitación era bastante divertido y vergonzoso.

Las vacaciones pronto se fueron y era hora de volver a la rutina normal, Helga aún se ponía nerviosa con el toque de Arnold. Él hacía que su corazón se disparara pero por algún extraño motivo se le metió a la cabeza que si los veían juntos, sus demás amigos no lo aprobarían, no es que le importara su opinión pero se suponía que ella tenía cierta reputación y años de dedicación en la P.S.118

Cuando la chica le contó sus miedos, Arnold decidió que no tenía problema en mantener su relación en secreto, además había desarrollado cierto gusto perverso por molestar a su novia. Le gustaba tocarla, le encantaba escuchar ese suspiro tan Helga que hacía y ver como se ponía nerviosa mientras sus mejillas se volvían rosas.

Paso solo un mes antes que se revelara el secreto. Los encontraron besándose en un armario y en contra de los miedos de Helga, nadie se sorprendió cuando de un momento se hizo de conocimiento público que los chicos eran novios, es más muchos dijeron que lo sospechaban pero que los dejaron seguir con su jueguito solo para evitar tener que verlos tan acurrucados a todas horas.

Cuando Harold, quien fue que los descubrió, abrió el armario en el que intentaba esconderse para comer una barra de Mr. Fudgy sin que el niño chocolate lo molestara encontró a la pareja de tortolitos en la embarazosa situación, gritó que eran unos asquerosos mientras llamaba a su mamá, el grito alertó a quienes estaban cerca. Cuando Stinky noto lo que Harold vio dijo que Arnold era un chico muy afortunado, Sid quien también estaba cerca pensó que era buena idea tener una novia que lo defendiera, Rhonda quien poco después apareció con Nadine y Sheena afirmó que siempre lo supo, tanto Nadine como Sheena dijeron que eran muy lindos y Eugene, quien también pasaba por ahí, después de caerse informó que estaba bien y así todos tenían algo que agregar.

Cada día que paso, los acontecimientos que habían marcado la vida de Arnold, se volvieron naturales, y así fue como el verano paso al otoño, el otoño al invierno y ni se darían cuenta cuando viniera la primavera pero aún faltaba un poco más, miró a su novia que estaba escribiendo su parte del informe de historia, que les asignó el señor Simmons, tranquilamente.

— ¿Qué? —la chica podía sentir la mirada fija de Arnold a su costado.

—Te ves tan bonita cuando te concentras. —la niña se sonrojo profundamente antes las palabras del preadolescente.

La chica aún no se acostumbraba que la realidad fuera mejor que la fantasía, Arnold era demasiado tierno con ella pero aún no tenía el valor de confesarle todas sus travesuras, obviamente ya sabía varias cosas y su reacción fue simplemente sentirse muy halagado, o sea ¿Quién se siente halagado porque tu novia la loca te acose día y noche? Arnold simplemente le sonrió y le beso la frente.

—Oye, Helga.

— ¿Si Arnold? —la chica detuvo su escritura para poder mirar a su novio.

— ¿Qué haremos para San Valentín?

— ¿Para San Valentín?

—Sí, ya sabes esa fecha en donde los novios…

—Cabeza de balón, sé que es San Valentín.

—Entonces, ¿Tienes algo en mente?

—No, nada en particular. —Claro que Helga tenía algo pensado, una pequeña sorpresa para su amado pero para que funcionara tenía que mantenerse indiferente aunque por dentro estaba dando brincos de emoción con el tan solo hecho del que él le preguntara.

—Pues yo estaba pensando que quizás podríamos salir a cenar por ahí.

—mmm, suena bien para mí. —Aunque Helga quería sonreír y gritar de alegría, hizo su mejor cara de Póker.

— ¿No estás entusiasmada?

—Arnold, por favor podemos continuar con nuestra tarea ¿Sabes que no se hará sola, cierto?

Después de un par de minutos de silencio, cada uno siguió escribiendo sobre uno de los padres fundadores de Estados Unidos.

—Helga. —Arnold, nuevamente interrumpió su escritura para dar algunos toques nerviosos con la punta del lápiz a la mesita instalada en su habitación, la cual fue puesta para que ambos tuvieran el suficiente espacio para trabajar.

— ¿Si, Arnold?

— ¿qué opinas de Cheez París?

—Yo creo que ese garzón me odia.

—Vamos, no creo que te odie. — al ver la ceja enarcada y la mirada fija en él. —Bien, quizás un poco.

—Pero a ti te adora, así que supongo que está bien. ¿Por qué?

—No, por nada…

Arnold, volvió a seguir escribiendo hasta que nuevamente algo cruzó por su mente.

—Helga...

— ¿Si, Arnold?

— ¿Qué opinas del festival del queso?

—Que apesta.

—¡OH! — Al ver su rostro ensombrecido decidió que quizás no fue muy buena idea preguntarle el por qué, así que volvió a probar con otra cosa—Helga…

—Dime. —la rubia estaba empezando a perder la paciencia, pero hizo un esfuerzo por controlarse.

—¿Qué te parece un paseo en bote? — Arnold se los imagino a los dos tomados de la mano compartiendo una malteada mientras paseaban en uno de esos lindos botes por el lago de la ciudad.

—¿No se supone que estaría cerrado el parque por reparaciones?

—Tienes razón. —Y hasta ahí quedó su fantasía.

—Helga…

— ¡¿Ahora qué quieres?! — él chico podía ser muy molesto cuando menos lo esperaba.

—Perdón…

La rubia, se sintió mal debía ser más paciente después de todo ella tuvo muchos años para acostumbrarse a estar enamorada de él, en cambio el pobre preadolescente, que lamentablemente fue muchas veces fue rechazado con anterioridad, debía aprender a lidiar con todas emociones confusas.

— lo siento, Arnold. —La chica dejo de lado sus notas para abrazar por la espalda a su amado. —dime que es lo que te preocupa.

—solo quiero que hagamos algo especial…

—tranquilo. —la chica apoyo su mejilla sobre la frente del chico, aprovechando la oportunidad de aspirar el rico aroma a naranja que desprendían los cabellos del muchacho.

— pero en verdad quiero que hagamos algo, es nuestro primer San Valentín juntos.

— ¿Por qué es tan importante para ti?

Si bien el chico no había hablado de Cecile con nadie más que Gerald, siempre tuvo una parte del recuerdo de esas noches compartidas en su corazón y por lo mismo quería hacer inolvidable el primer San Valentín que tendría con su novia. Quería demostrarle lo mucho que significaba ella para él.

—No te preocupes, es solo que quiero hacer algo realmente especial por los dos… —El chico no pudo evitar ver a Helga, con esos ojos de cachorro.

Helga sintiéndose incómoda por no tomar en cuenta los sentimientos del niño, lo miró directamente a los ojos para poder decirle lo que ella consideraba más importante.

—Arnold, con solo estar juntos me basta —la chica lo abrazó con fuerza —. No necesitas hacer nada más. Esto es todo lo que siempre desee.

—Realmente quiero hacer de tu primer San Valentín algo muy especial.

—Ah, pero no te preocupes por eso. —la chica lo soltó para encogerse de hombros despreocupadamente —.Este no es mi primer San Valentín.

Arnold por un momento desconcertado, creyó que la chica solo se estaba burlando de él.

—Vamos Helga no seas mentirosa, sé que has estado enamorada pues casi toda tu vida de mi… esta será tu primera cita de San Valentín.

—¿A quién llamas mentirosa? Aclaremos una cosa melenudo.— La chica, claramente molesta, golpeo con el dedo índice el pecho de su novio —.Este no es mi primer San Valentín, ni siquiera el segundo tuve uno el año pasado y el anterior a ese.

—¿Qué? — Arnold realmente no se esperaba que la chica hubieses tenido otras citas. Se suponía que ella estaba enamorada de él. —Espera un segundo ¿Saliste con otros chicos?

—No otros chicos, solo con uno, las dos veces.

— ¿Quién es él? ¿Lo conozco?

—Quizás...

Arnold, no podía creer lo que sus oídos escuchaban de la boca de su novia, la que supuestamente había pasado toda su vida enamorada de él. Le gusto otro chico lo suficiente para salir no una sino que dos veces en una cita ¿Quién decía que este misterioso niño no volviera a aparecer? Tenía que saber quién era para estar preparado.

—¿Solo Quizás? ¿No me dirás quién es?

—Bueno y por qué te importa tanto… no me digas que estás celoso. —dijo con una gran sonrisa al ver la reacción de Arnold, ella realmente estaba gratamente sorprendida ni en sus más locos sueños imaginó que su amado Arnold tendría ese tipo de actitud.

— ¿Celoso? ¿Yo? Jamás. —el chico se cruzó de brazos mientras cerraba los ojos y le daba la espalda a Helga. — Además quien estaría celoso de quien saliera con Helga G. Pataki— Solo después de haber soltado las palabras, el chico cabeza de balón se dio cuenta de lo que había dicho pero lamentablemente era muy tarde para retractarse.

De un momento a otro el ambiente se puso muy tenso y frío en la habitación del muchacho.

—Ah, sí. Pues que bueno porque Helga G. Pataki no sale con nadie. —La chica se apresuró en tomar todas sus cosas.

—No, espera. Helga no es lo que quise decir.

—Pues yo escuché muy bien, Shortman. —la chica se colgó la mochila al hombro para agregar unas últimas palabras. —Terminaré mi parte de la asignación, en mi casa. — la chica cerró abruptamente la puerta, dejando al chico solo con su estupidez.

—Helga… -murmuro con un suspiro triste, pero no intento detenerla se sentía confuso y herido, además tampoco quería volver a decir alguna otra estupidez.


Después de ver el nuevo capítulo de Pop Daddy, Gerald sacó su teléfono del bolsillo para llamar a su pequeña e inteligente novia, Phoebe. El chico se lamentó haber dividido la tarea de historia, que por cierto terminó el día anterior. Pudo haber pasado el sábado junto a ella, igual como lo estarían haciendo Arnold y Helga. Aunque quizás aún hubiese una oportunidad, si llamaba a la chica pudiesen pasar el rato, nervioso presiono la pantalla sobre el contacto.

Después de solo dos tonos, la chica contestó su móvil.

—Hola, Phoebe, soy yo Gerald.

—Hola Gerald, sé que eres tú, te tengo como contacto.

—Es cierto, yo… —Él chico estaba avergonzado, a veces olvidaba lo racional que era la niña. —Quería saber si querías pasar el rato hoy.

—Oh, lo siento. —La chica tomó aire antes de continuar. —tengo una situación, un tanto especial, es más te aconsejaría que fueras a visitar a Arnold.

—bien, pero lo más probable que este… — antes que él chico pudiese terminar con la frase, escuchó un murmullo parecido a un adiós y el pitido del teléfono al terminar el llamado.

Estaba por realizar la llamada a su mejor amigo, cuando su teléfono mostro la llamada entrante del rubio. Se acercó el teléfono al oído para contestar.

— ¿Gerald?

— Hola, viejo ¿Cómo estás?

— ¿Puedes venir a mi casa hoy?

—Claro, Arn… —nuevamente le habían cortado el teléfono antes de poder terminar la frase. El moreno solo pudo asumir que algo extraño estaba pasando, Arnold no solía ser tan cortante al teléfono y aunque aún no sabía que era, pronto lo descubriría.


Después de cortar abruptamente el llamado, Phoebe deicidio que por fin buscaría respuestas a la repentina llegada de su mejor amiga, la que por cierto estaba muy molesta como no la había visto en meses. Observó como caminaba de un lado a otro en su habitación, mientras gesticulaba con los brazos y murmuraba frases casi inentendibles.

— ¿Quién se crees que es? Me viene a pedir explicaciones a mí…

—¿Helga?

—Además ¿por qué cree que tiene el derecho de…?

—Helga…

— Y como se atreve a decir que…

— ¡Helga! — la pelinegra intento llamar la atención de su amiga por las buenas pero como bien sabía, esta no paraba hasta que le gritaban.

— ¿Qué? —exclamó molesta.

Phoebe contó hasta mentalmente hasta diez, para no perder la paciencia y poder averiguar qué es lo que le pasaba a la rubia. —Me podrías explicar ¿Por qué llevas una hora murmurando y hablando sola por mi habitación?

—Lo siento Pheebs… —Después de haber estado dando vueltas sin parar por la habitación, la chica se sentía un poco mareada así que decidió sentarse en la cama de su mejor amiga. — yo… tuve una discusión con Arnold.

—¿Podría saber el motivo?

—¡¿Qué es esto?! ¿la inquisición española? — La chica quien se había vuelto a poner de pie, al mirar la cara sorprendida de su amiga, volvió a su lugar. —Mira, yo lo siento, es solo que no me esperaba. —y así Helga comenzó a contarle todo lo ocurrido durante la mañana.

—Bueno tenemos una situación bastante interesante por aquí, por un lado Arnold esta celoso por un chico que salió contigo y por otro él aún no sabe que él es ese chico. Si lo piensas bien es bastante gracioso. —Phoebe no pudo evitar soltar una risita.

—Pheebs, no te burles y ¿ahora qué hago? —la chica suspiro triste antes de continuar. —Ni siquiera sé porque sentiría celos de que alguien salga conmigo, como él dijo, no es que yo fuera la gran cosa. No soy lo suficientemente bonita ni agradable.

—Helga Geraldine Pataki. —Phoebe se levantó de su silla, muy molesta, para ponerse frente a su amiga. —No vuelvas a decir eso, sabes bien que eres muy bonita y aunque no lo fueras, lo que importa es lo que va por dentro.

—Lo dices solo porque eres mi amiga. —A veces Helga no podía dejar de lado algunas inseguridades.

—No, lo digo porque es la verdad y Arnold también lo sabe por eso esta celoso. —Tomó una pausa para sentarse a su lado en la cama y apoyar su mano en el hombro de la rubia. — es más estoy casi segura que debe sentirse inseguro de que puedas irte con otro.

—Gracias, Pheebs. — Helga se volvió a parar de un salto, cruzando sus brazos enojada. — Pero ¿inseguro de qué? ¿Estoy con él o no?

—Bueno, Helga. Muchas personas experimentan celos cuando no están seguros de sí mismo. —hizo una pausa antes de continuar formulando su teoría— Lo que debieses hacer es averiguar el porqué de sus inseguridades pero tratándose de Arnold quizás pronto él vaya a ti y te cuente cuál es su problema aunque si lo pienso bien y me baso en la personalidad de Arnold, diría que él piensa que tú no eres feliz con él.

—Pero ¿Por qué pensaría algo así, ese pequeño camarón con pelos?

—No lo sé, pero yo te aconsejaría ir a tu casa a esperar.


Luego de esquivar la manada de animales provenientes del interior de Sunset Arms, Gerald camino por el pasillo siguiendo al abuelo de Arnold mientras saludaba a los inquilinos que iban apareciendo. Una vez fuera de la habitación de Arnold, el moreno abrió la puerta para dejar pasar al abuelo del chico, el cual llevaba una bandeja con leche y galletas.

Cuando entro a la habitación de su mejor amigo, lo vio con la cabeza entre los brazos en la mesa auxiliar, que al parecer no había estado ocupando solo, tanto Gerald como Phil se miraron al notar el aire melancólico del rubio, Gerald se acercó para tocar el hombro de su amigo.

—Hola, viejo. — Arnold se levantó sobresaltado viendo a su abuelo y su mejor amigo en su habitación, vio el pulgar que le ofrecía el moreno pero apenas pudo hacer una triste imitación de su saludo.

—Chaparrito, ¿Sucede algo?

—Sí, amigo, ¿Por qué esa cara? — Gerald miró en todas las direcciones de la habitación buscando algo, o más específicamente a alguien, solo cuando estuvo cien por ciento que la novia de su amigo no estaba en escena se atrevió a hablar. —Oye y ese milagro de que Helga no esté por aquí, creí que estaban pegados de la cadera.

—Bueno, lo mismo podría decir de Phoebe y tú. —Arnold respondió molesto, dejando un poco asombrados a su abuelo y a Gerald, ya que ellos sabían que el mal genio de Arnold, existía, pero era una cosa poco común.

— ¿Y yo que te hice?

—Lo siento Gerald, solo tuve una pelea con Helga.

—Ah, tu pequeña novia del gran moño rosa y una ceja. —El abuelo se sentó en la silla vacía antes de continuar. —Eso explicaría por qué salió dando un portazo hace un rato. ¿Qué hiciste Short-man para hacerla enojar tanto?

—Espera un segundo Phil, ¿Por qué crees que Arnold, mi hombre principal fue el culpable? De seguro fue esa niña con su genio de los mil demonios.

—Gerald, es mi nieto, te apostaría un dólar a que él fue el culpable. — Arnold quien ya estaba cansado que estuvieran hablando como si no estuviera ahí, detuvo su juego.

— Gerald no apuestes con el abuelo, él tiene razón.

— ¿Qué?

—Bueno ya que no puedo apostar, los dejo solos. —Phil salió de la habitación murmurando algo sobre que estaría en su oficina un buen rato.

Una vez que se cerró la puerta, el moreno se fue a acomodar en su sillón favorito con uno de los vasos de leche y algunas galletas, mientras esperaba a que Arnold le contara lo que pasaba y tal como lo predijo, su mejor amigo comenzó a relatar toda la situación anterior.


—Y eso fue todo ¿Qué se supone que haga? No creo que este de humor para hablar.

—Mmmm, mmmm, mmmm… Amigo, créeme que jamás pensé que fueras tan celoso.

—Que no estoy celoso, Gerald. Es solo que se supone que ella ha estado enamorada de mí ¿Por qué tendría que salir con otro chico?

—Tranquilízate, viejo. Tú también has tenido tus citas de San Valentín.

—Sí, pero es distinto.

—No le veo lo distinto, y mejor que no te escuchen las chicas eso es terriblemente machista.

—Lo sé, pero me siento quizás un poco engañado.

— ¿Por qué? Ni que ella hubiese besado o algo así a ese chico.

—Gerald, eres un genio.

— ¿Si? —el moreno pestaño confundido antes de mirarse las uñas complacido. —O sea sí. Ya lo sabía pero… ¿Por qué?

—Helga solo me ha besado a mí. En la Obra, en nenas de la bahía, en FTI y desde San Lorenzo compartimos muchos…

—Está bien, está bien. —Gerald sacudió sus brazos para evitar que su amigo continuara. — ¡No quiero saber tanta información!

Arnold miró curioso la reacción de su amigo, quien estaba sumamente avergonzado y claramente asqueado. Cuando algo vino a su mente ¿Podría ser qué…?

—Phoebe y tú… — se detuvo un momento antes de continuar, ¿no sea se suponía que Gerald era el hombre de las damas? — ¿No se besan?

— ¡¿Quién te dijo eso?!

— Con que no se besan… — volvió a señalar con una sonrisa de sabelotodo. ¿Quién imaginaria que Arnold, el chico que tuvo que ensayar un saludo para poder dirigirse a una chica seria más experimentado?

—Yo…

—No tengas vergüenza, es muy agradable besar a una chica, en especial si es tu novia.

—No quiero saber lo que Helga y tu hacen a solas. —Gerald tuvo un escalofrío cuando la imagen de su mejor amigo y el terror Pataki se cruzó por su mente.

—Pero…

—No.

—Vamos, Gerald. No seas tímido

—Arnold esa niña te ha corrompido.

—La mejor parte es cuando abres la… —El abuelo iba entrando nuevamente a la habitación de Arnold para robar otra galleta de avena y pasas, cuando Gerald paso gritando y corriendo a su lado.

— ¿Gerald? —el rubio solo alcanzo a ver la estela de polvo que dejo su amigo cuando se fue.

— ¿Qué le pasa a tu amigo?

—No lo sé abuelo, yo solo le estaba contando que la mejor parte de besarse es cuando abres la ventana para que entre el fresco, pero ni siquiera me dejó terminar.

—Bueno y ¿Pudiste solucionar tu problema?

—Sí, iré a hablar con Helga ahora mismo. Gracias abuelo.

Phil quien se había sentado a comer las galletas que quedaron abandonadas abrió de repente los ojos sorprendidos— Espera un segundo Y ¿para qué necesita que entre el fresco? — Se rasco la cabeza para luego negar con la cabeza y exclamar algo como estos jovenesy sus hormonas juveniles.


Él chico caminó nervioso hasta el imperio de los súper localizadores, respiro hondo varias veces antes de tocar la puerta esperando que la suerte le sonriera y fuese ella quien saliera, pero lamentablemente hoy no era su día.

—Tenemos una gran variedad de local…— Big Bob, había salido con su frase habitual, después de la quiebra, con la esperanza de vender un localizador pero solo vio al pequeño amigo de su hija. —Ah, eres tú, Alfred. ¿Vienes por un localizador? Por ser amigo de mi hija te puedo vender dos localizadores por el precio de uno.

—Soy Arnold, Señor Pataki. Y no vengo a comprar localizadores. Solo vengo a ver a Helga ¿Se encuentra?

—Sí, sí. Eso creo, La llamare.

Mientras el chico esperaba con las manos en los bolsillos, fuera, escuchaba como Bob Pataki seguía llamando a su hija menor por el nombre de su hermana a veces dudaba si ellos sabían que Helga existía o si solo era que tenían un problema para los nombres después de todo cambio el nombre de "San Lorenzo" por "Santo Lawrence". Estaba tan distraído, como de costumbre, que casi no nota que Helga estaba de brazos cruzados frente a él.

— ¿Sí? ¿Qué te trae por acá, Arnoldo? —Helga enarco una ceja, claramente molesta, esperando que el rubio hablara.

—Helga yo…— él chico se sonrojo al ver a su novia, que se encontraba con su pelo suelto el que caía por sus hombros no pudo evitar derretirse y soltar una sonrisa enamorada.

— ¿Sí? No tengo tu tiempo, melenudo. Di lo que quieres o márchate.

El chico al ver el ceño fruncido de la niña, se volvió a parar derecho frotándose el cuello nervioso antes de continuar —solo quería disculparme.

—mmm, más te convenía melenudo nadie cuestiona a Helga G. Pataki.

—Sí y lo siento. —Él chico inclinó levemente la cabeza en señal de disculpa — es solo me pone un poco loco imaginarte con alguien más. —Hasta ahí la disculpa del chico había ido bastante bien, lo noto al ver la sonrisa complacida de su novia. — pero al fin y al cabo, no se de que me preocupo si sé que solo te has besado conmigo. —El muchacho dijo lo último con una sonrisa engreída.

—Uhmm, puede ser que haya besado a otro chico como agradecimiento. — A Helga no le gustaba el tonito con el que él chico estaba hablando, ¿Quién se creía que era? Ella prácticamente había borrado de su mente el beso con su ex acosador personal pero la actitud arrogante de Arnold ya la sacaba de quicio.

Arnold nuevamente fue sorprendido por la que aún consideraba su novia ¿Por qué no decía en serio que habían terminado?

— Espera un segundo ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? y ¿principalmente por qué? —El rubio pregunto exaltado, haciendo que la paciencia de Helga, que por cierto no era mucha se estuviese poniendo seriamente a prueba.

—Cálmate, amigo. Primero que nada no siento nada por él más que amistad y segundo el chico se lo merecía.

— ¿Nombre?

— ¿Nombre de quién?

—Del chico que besaste.

—ja, ja, ja ¿Para qué quieres saber eso? saludos.

—No me vengas con chistecitos, Helga. —Arnold estaba molesto, realmente muy molesto. No con Helga si no con quien se había atrevido a robar algo que asumió solo le pertenecía a él.

—Brainy y ¿Qué?

— ¡Brainy! — ese chico raro que aparecía de la nada. Arnold sabía que estaba siendo irracional e injusto pero un había un lado de él que no paraba de enviarle malos pensamientos, así que no pudo evitar continuar con ellos. Siendo claramente consciente que Brainy estaba enamorado de Helga, pues él mismo había pedido de su ayuda hace mucho tiempo pero realmente nunca pensó, ni siquiera cuando no estaba enamorado de Helga, que de entre todos los niños él tuviese oportunidad con la rubia.

—Bueno, si tu no me hubieses ignorado, yo no hubiese roto tú foto en mil pedazos y arrojando mi medallón al río, gracias a Brainy quien fue el que recupero mi relicario fue que pude ayudar a tus padres.

Arnold suspiró nuevamente cansado, se masajeó la frente irritado pensando que no tenía sentido seguir enojándose por sucesos que ya pasaron.

—Bueno aun me queda el consuelo, que soy tu primer novio.—intentó buscar el lado positivo una vez más.

—Pues no, melenudo. Tampoco eres mi primer novio y antes que preguntes, Stinky fue mi primer novio. —Helga quien también estaba aburrida de la actitud tan diferente a lo normal de Arnold simplemente le cerró la puerta en la cara.

Continuará...

NA: ¿Que creen que pasará en el siguiente capítulo? ¿Arnold solucionara las cosas con Helga? ¿Por qué Arnold está siendo tan celoso? ¿Cual es la sorpresa que est preparando la rubia de una ceja? ¿Donde están Miles y Stella? ¿Gerald recibirá su primer beso? La respuesta a esta y muchas otras preguntas en el siguiente capítulo.

Un saludo especial a piscis34, que me ayudó en el título de este fic.

Gracias por leer, haganme saber si les gusto o no con un comentario.

¡Feliz día de San Valentín! y nos leemos en una próxima oportunidad.