Los personajes son propiedad de Masami Kurumada y Toei Animation.
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We Three Kings Of Orient Are…
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We three kings of orient are,
Bearing gifts we traverse afar
Field and fountain,
Moor and mountain,
Following yonder star.
John Henry Hopkins, Jr.
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Árboles, luces y calor de hogar
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Si debía confesarlo, a Hyoga no le gustaba la Navidad al estilo japonés. ¡Claro que no! pues los japoneses se habían limitado a adquirir la costumbre sólo porque era una fiesta y ellos aman las fiestas que impliquen adornos, luces y todo eso (1). No tenía nada del profundo sentido religioso que poblaba las Navidades de su Rusia natal.
Sí, Navidades en el sentido literal. El pueblo ruso celebra tanto la Navidad "Católica" como la Navidad Ortodoxa, una el famoso 25 de diciembre, la otra el 7 de enero.
Había llegado a esa conclusión el primer 25 de diciembre en tiempos de paz que él y los otros "famosos de bronce" pasaran juntos pero, a pesar de que le había resultado algo desagradable el trasfondo de la celebración japonesa, había terminado haciendo "vista gorda" y la había disfrutado de todos modos.
Hacía años, realmente muchos años, que no se dejaba llevar por esa sensación agradable y cargada de nostalgia que le traía la festividad, pues las anteriores habían transcurrido preocupados por las guerras o entrenando y, obviamente, con él en medio de la nada en Siberia, dónde el frío e impersonal Camus no le había permitido nunca unirse a las celebraciones del pequeño pueblo (es más, solía asegurarse que ese día el entrenamiento fuera en algún lugar particularmente alejado de la civilización).
Pero, tras dos Navidades iguales, la magia comenzaba a romperse. Algo tenía que hacer, pero la respuesta no le llegó de inmediato, sino que no fue hasta volver al Santuario que sintió verdaderos deseos de una Navidad al estilo occidental, pero no porque Shion hubiera organizado la celebración de esa fiesta ahí, menos que hubiera un abeto adornado en algún lugar visible, ni siquiera había habido alguna celebración privada en alguna cabaña alejada en un rincón. Era el Santuario de Atenea, dentro de sus límites jamás se había celebrado la famosa y tradicional fiesta, menos bajo el mandato de Shion (antes o ahora), ni menos bajo el de Saga.
No, lo que había hecho nacer el deseo en el Cisne fueron los comentarios de dos caballeros de oro, que junto a dos más de plata, formaban parte del pequeñísimo grupo que pidiera permiso para ausentarse de sus labores y viajar a sus países para la festividad: Aldebarán de Tauro, Shura de Capricornio, Dio de Mosca y Albiore de Cefeo.
Hyoga los vio cuando el año ya estaba bastante avanzado y se sorprendió en parte de enterarse que ambos Santos poseían familiares (Aldebarán una hermana, Shura su padre), pero lo que lo cautivó fue que, tantos meses después, aún no dejaran de hablar de cómo habían pasado las Navidades.
Del calor de un hogar, de compartir las comidas tradicionales, los pequeños presentes, las costumbres particulares de sus países de origen. El misterio que la fecha representaba para ellos aún, guerreros que tanto habían visto.
Todo lo que Hyoga añoraba.
Quería una Navidad de verdad. Y él, al igual que esos dos, sí tenía con quién celebrarla cómo quería: Jacob y su familia. Estaba segurísimo que lo admitirían en su hogar ese día sin dudar.
Pero cometió un error, un pequeñísimo error: comentarle sus intenciones a Saori demasiado antes de la fecha. "Error" que le impediría llevar a cabo sus planes, pero que traería consecuencias algo inesperadas.
- ¿Qué quieres ir a Rusia para Navidad? Pensé que este año la celebraríamos en la Mansión al igual que el anterior.
El ruso frunció el ceño y prefirió ser directo.
- Saori… no me gusta la Navidad al estilo japonés. Preferiría celebrarla al modo tradicional ruso.
- Pero… ¿qué tiene de malo? ¿qué tiene la que deseas que la nuestra no tenga…?
- ¡Que es solo una fiesta superficial!
A Saori no le gustó la crítica al modo cómo los japoneses adaptaban las costumbres extranjeras, por lo que lo que siguió fue una discusión algo tensa, que al cabo abandonó los asuntos étnicos y sociales, y regresó a los privados.
- Pero yo quiero celebrarla con todos ustedes – al fin, la muchacha había sonado como la chiquilla malcriada que, en el fondo, era.
- Saori… tienes a los demás. Ellos la celebrarán al modo japonés sin problemas pues son japoneses – recalcó, dando un notorio suspiro.
Pero Atenea no respondió. Inclinó ligeramente la cabeza y se quedó ensimismada algunos segundos.
- Entonces, ¿por qué no la celebramos acá, en el Santuario? – soltó de repente.
Hyoga se quedó mudo.
- ¿Qué? – logró articular, varios segundos después.
- Acá, celebrarla acá.
- Pero… Saori… ¿estás segura que se puede?
- No veo por qué no.
- Saori… ¿sabes que la Navidad al estilo japonés no me gusta no sólo por carecer del sentido más profundo de la celebración? – el ruso dejó de mirarla, y fijó sus ojos celestes en un punto indefinido -. La Navidad es una fiesta familiar en Rusia… algo muy íntimo. Celebrarla en el Santuario al modo japonés tampoco vale la pena.
La muchacha sonrió dulcemente.
- Por algo estoy proponiendo el Santuario. Se celebrará al modo occidental.
Hyoga le replicó que la celebración rusa tampoco era igual a la griega… que el crisol de nacionalidades del Santuario no le permitiría darles en el gusto a todos…
Atenea volvió a reír antes de cortar el hilo de pensamientos de Cisne con una pregunta.
- ¿No quieres que ellos también sientan lo que tú recuerdas y quieres rememorar?
Hyoga calló de pronto. No lo había pensado y sintió un ligero remordimiento por haber sido egoísta él también.
- Sí… sería genial... – respondió al cabo - pero…
- No te preocupes, si alguien quiere tener cerca a sus familiares, por ese día permitiré que entren civiles al Santuario y les daré todas las facilidades para que viajen.
- Pero… aun así…
Naturalmente, Saori no estaba considerando la opinión del Patriarca ni la de los demás afectados, cosa que era bastante frecuente, después de todo, estaba acostumbrada a manejar sola un enorme imperio comercial y no pensaba en el Santuario de otro modo.
Sin embargo y a pesar del montón de dudas que tenía ahora, Hyoga cedió.
ooOoo
A Shion casi le dio un infarto cuando Atenea le comunicó su idea (sí, Atenea, ahí había algo más de trasfondo, más allá del capricho de una niña con mucho poder).
¿Celebrar la Navidad en el Santuario? Pero, pero… eso era prácticamente una herejía… ¿o no?
- Señora… desde que su Santuario existe, jamás se ha celebrado una festividad de este tipo.
Pues es un buen momento de que sea la primera vez. Después de todo, han ocurrido varias "primeras veces" este último tiempo, ¿no? cómo que ustedes estén vivos, por ejemplo.
- Pero… Señora… no me parece correcto imponer algo así…
Sin embargo, y llevada por un impulso repentino que ella mejor que nadie sabía de dónde venía, replicó:
Es una orden, Shion.
El lemuriano guardó silencio al tiempo que sus rasgos se endurecieron sutilmente, mientras luchaba ligeramente entre oponerse a lo que parecía un simple capricho y la certeza de que quién se manifestaba en ese momento no era Saori Kido, sino su diosa en sí.
Pero esa fue toda la demostración de cualquier remota posibilidad de desacato.
Se hará como digas, Alteza – respondió al cabo con voz firme, inclinándose.
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ooOoo
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(1) Sí, me daré la licencia. Técnicamente, Hyoga no debería saber mucho de la Navidad, pues en la época en que pudo haberla celebrado con su madre, la Unión Soviética no la permitía, pero, si Hyoga era católico (presumiblemente, Católico Ortodoxo), quiere decir que su madre podría no haberrespetado las ordenanzas del gobierno.
