-Yo se quien es Bra Brief y se el riesgo que significo recibirla en nuestra organización. Se que es un arma de dos filos que si bien puede ayudarnos puede acabarnos.
A pesar de los años, ella aun no ha decidido que camino tomar, no sabe si formar parte de los amos del mundo o destruirnos hasta los cimientos; ya ni ella sabe lo que quiere, talvez nunca lo ha sabido.
Esa es Bra Brief, la esperanza de los amos del mundo o de la humanidad, mi magnifica y resplandeciente arma de dos filos, a quien mande a vigilar desde que nació, de la que estuve pendiente y por quien di mi aprobación en el desastroso plan de los caballeros de la luz, porque siempre supimos como iba a acabar.
Es suspicaz, siempre supo que la veíamos desde ese cuadro con nuestro lema, se que dilucido durante su captura que todo fue un plan nuestro desde el principio y que el mundo es un gran tablero y su captor y el resto de su grupo eran parte una amplia gama de fichas de ajedrez, peones muchos de ellos; pero a pesar de todo confió en ella, aunque se que incurro en una grave falta al confiar; pero lo hago, porque al final se trata de ella, elite de la elite, sabrá hacer lo correcto.
-Me extraña de ti esa fe ciega en Bra Brief, tú que desconfías de todo y de todos a tu alrededor
-Antes era como ella, quise cambiar al mundo y revelarme a este sistema perfecto, pero al final caí en la cuenta que la única forma de hacer mejor al mundo es por medio de este sistema perfecto, todo lo que los fundadores de esta organización soñaron se consolidara en estos tiempos y será Bra Brief quién conduzca a este mundo a ser un mundo feliz y perfecto
46
¡Magnifico, Magnifico Mundo Nuevo!
La Tempestad, William Shakespeare
1. Un arma de dos filos
Hasta ese momento, seguía siendo la vicepresidenta de la Corporación Capsula, la empresa más poderosa en el mundo. Su vida era reportada y hasta modificada en un sin número de revistas que iban desde la idolatría hasta la franca envidia y la calumnia ¿Quién no podía desear su vida? Era una de las mujeres más exitosas en el mundo, era joven, bella, millonaria, inteligente y su marido era un hombre apuesto y gallardo. Sin duda muchas querían estar en lo zapatos de Bra Brief.
Llevaba casada 5 años ya, de los cuales, 3 habían sido una larga luna de miel, un idílico romance que disfrutaban día a día y del cual despertaron si saber como ni cuando.
Hacia unos meses que ciertos rumores le habían llegado; al principio no les dio importancia, porque estaba segura que solo era una sarta de mentiras; pero se hicieron más fuertes con el correr del tiempo, como gritos que exigían ser escuchados. Prefirió ignorarlos, pero finalmente no le dejaron en paz, tenía que averiguar su autenticidad.
Según le habían dicho, Goten fue visto con una mujer en un restaurante, que le habían visto con una mujer cerca de un hotel o que lo habían visto besando muy apasionadamente a una mujer en un automóvil. Ella no hacia caso de esas habladurías, porque al fin y al cabo solo eran eso, además nunca había sido afecta a los chismes de sociedad que muchos incluso los hacían su adicción y hasta a extremos de que eran su razón de vida. Sin embargo algo dentro de si le decía que todo aquello era una abominable verdad.
Quizás era esa frialdad que se había vuelto rutinaria en ellos, ese silencio incomodo que no les permitía estar solos sin sentirse agobiados, todo se había vuelto rutinario y gris; pero eso no era excusa para lo que estaba sucediendo, asumiendo que, en efecto, fuera cierto.
Fue esa inquietud la que la orillo a averiguarlo de una manera, para ella, tan absurda y que sin embargo ya había recurrido antes.
-Oswald- Era el mismo hombre que presencio su transformación, quien le dio a conocer a los amos del mundo, era aquel que había muerto y una tumba con el nombre de Jean Luke Rediget seguía esperándole- ¿Te hiciste cargo de lo que te mande?- era ese mismo hombre quien por orden de los de arriba se había vuelto su mano derecha, era el perfecto cascabel para su preciado gato- ¿hablaste con el detective?
-Si, por eso vine…a darle el informe de lo investigado- de Rediget no quedaba mucho, si es que quedaba algo, había perdido el porte y el carisma que conquistaban y convencían, perdió la agilidad y la maestría para engañar, perdió peso e incluso parecía más viejo de lo que realmente era- pero, no se si quiera verlo-
Sus palabras le angustiaron, su corazón se acelero y un nudo se formo en su garganta. Algo malo había descubierto, lo presentía, mas su orgullo no le permitía demostrarlo, únicamente se reclino en su asiento y dio u hondo suspiro para contener la ansiedad.
-Dímelo, quiero saberlo ya. Estos son asuntos míos, no deben de preocuparte Oswald
-esta bien- le dijo con reservas, tomo un sobre amarillo de su saco y se lo entregó- pero yo se lo advertí
-Ya te he dicho que no te importe- y lo abrió sin vacilación.
-…Su marido mantiene una relación con otra mujer- fue en ese momento en el que su mundo se destruyó. Él…el hombre de su vida, a quien había decidido entregar su vida le había traicionado, a pesar de cuanto lo amaba, cuanto lo necesitaba, que el representaba todo, él la había traicionado- los rumores eran ciertos- y aunque su alma estaba devastada, su temple estaba intacto. Su orgullo no permitía que sus sentimientos salieran a la superficie.
Vio las fotografías sin perder detalle, reconocía a la mujer a quien besaba tan apasionadamente. Era la misma por la que alguna vez iba a dejarla, esa que lo perseguía sin descanso a pesar de que estaba casado y al parecer, esta mujer vulgar, había logrado su cometido; pero no toda la culpa recaía en ella, también estaba él, ese infeliz que le venia con este engaño.
Talvez también era culpa suya, en algo falló, algo hizo o le falto por hacer… ¡No!, él juró serle fiel sobre todas las cosas, esta traición se la pagaría caro. Nadie le veía la cara de idiota sin afrontar las consecuencias y en este caso si que serían graves.
-¿La conoce?- ella no contestó, con toda calma guardo las fotografías en el sobre, con un suave movimiento las deslizo en el escritorio
-destrúyelas, como si nunca hubieran existido ¿entiendes?
-Si- contestó mientras las guardaba dentro de su saco- ¿quiere hacer algo contra esa mujer?
-No, no merece tantas molestias esa mujerzuela…me vengare de él a mi manera, solo yo se como hacerlo sufrir…déjame sola
-Hay algo que no le he dicho todavía- Bra se levanto súbitamente y miro la ciudad, los edificios de vidrios polarizados que reflejaban la luz del sol en luminiscentes destellos- el señor Ganong quiere hablar con usted- maldito, ¿Cómo se había atrevido? Se vengaría, estaba obligada a restaurar su orgullo. La rabia que le embargaba era tanta que sentía que su cuerpo no podía contenerla; al menos ya había aprendido a controlar su ki, de lo contrario estuviera causando "inexplicables" temblores de los que nadie hubiera podido dar una razón a ciencia cierta- ¿me escucho?
-si, te escuche…iré después, déjame sola, por favor
Una única lagrima atravesó su rostro reflejaba su dolor, su frustración, esa sensación de vació y desprecio ¿Por qué le había hecho esto? ¿Por qué él? El hombre que se suponía debía hacerla feliz, la había lastimado tanto. A esa lágrima le siguieron muchas otras, como si un río se hubiera desbordado, ya no tenia control sobre si misma, se apoyo en el escritorio y lloro amargamente, sin lograr que las lágrimas mitigaran el dolor.
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Le avisaron que estaba cerca de aterrizar, eran las 5:00 PM de un día nublado y frió, como la primera vez que vio a Ganong.
No recordaba exactamente si era de tarde o de mañana; pero lo que si sabia era que estaba nublado. Las densas nubes grises se posaban sobre el puente que conectaba el distrito 21 de la ciudad central con el 56 donde se hallaba concentradas las principales empresas de mundo, un conglomerado de transnacionales que parecían impenetrables e indestructibles, y por supuesto que ahí estaba un edificio de la Corporación, que a pesar de no ser el central, no dejaba de ser el más impresionante.
Le llamó la atención aquella vista, el imponente puente que se erigía frente a ella. Aquella vez, aun no conocía a Ganong y en esa lujosa oficina no pudo más que imaginarse que su dueño era un hombre galante, con cierto carisma, seguramente alto y atractivo; pensaba en eso cuando entro aquel hombre pequeño de cabello grisáceo, con anchas y pobladas cejas, su cara tenia las marcas del tiempo, varias arrugas que rodeaban sus vivaces ojos negros.
Le siguió con la mirada atentamente, fijándose en especial de esa sonrisa victoriosa que se esbozo en su rostro. Esa sonrisa que parecía decir que sabía que esperaba ver a otra persona y que eso le daba gusto. Aquel hombre pequeño y encantador tan distinto al que se imagino paso a su lado sin dirigirle la palabra y se sentó en aquel costoso sillón, aun sonriendo victorioso, mirándola sin perder detalle.
-Has estado llorando
-¿Qué?
-Bra, no me digas que ya confirmaste tus sospechas- se sentó frente a él y se cruzó de brazos, no quería hablar de eso, nada ni nadie le harían cambiar de opinión
-¿Por qué me llamaste?
-Hay un asunto que quiero tratar contigo, algo importante
-¿Qué es tan importante?- preguntó mientras se acomodaba en el sillón.
-No se si recuerdas el proyecto Delfus
-Si lo recuerdo; pero esta detenido
-No más- Sacó un puro de su cigarrera y lo prendió con un encendedor de oro. Bra le miraba extrañada, esa noticia era increíble. El proyecto Delfus era sobre el chip que, eventualmente, controlaría ciertos aspectos del pensamiento humano. Un proyecto que le fue negado y por lo cual guardaba cierto resentimiento contra Murria Ganong
-¿lo liberaron ya?
-En parte- contesto después de exhalar el humo
-Después de habérmelo negado… ¿a quien se lo dieron?
-A ti, por eso estas aquí- ella se reclino sobre su silla, estaba visiblemente sorprendida por la noticia. Un año entero había estado luchando porque ellos le dejaran continuar con el proyecto Delfus; pero le dieron negativas, el proyecto estaba detenido hasta nuevo aviso y la decisión era irrevocable, no podía hacer preguntas.
-¿Qué impulso su cambio de opinión?
-Hay una chica…Susan Ranvier, tiene 18 años- Bra no entendía el porque hablar sobre esa chica, seguramente era una más de los tantos jóvenes que tenían en la mira de su nuevo proyecto a futuro- Ranvier es una genio, acaba de terminar la universidad en Bioingeniería. Le mostraron el proyecto Delfus y lo completo en cuestión de meses.
-¿meses?...yo lo hubiera hecho en días si tan solo me hubieran dejado el proyecto
-No lo dudo
-Entonces… ¿Cuál fue el propósito? ¿Perder tiempo?
-Encontrar a la nueva generación, tal como lo haces tú. Ella tiene el potencial de Magnus Ballard
-¿El que dejo escapar a Eva?- pregunto con ironía
-Vamos, Bra, deberías ser más tolerante- se levanto dirigiéndose a la mujer y poso sus fuertes y grandes manos sobre sus hombros- Magnus Ballard tuvo un deficiente desempeño , es verdad; pero era un genio, nadie puede negárselo y- agrego mientras se dirigía a servirse una copa del más fino coñac- Susan Ranvier es un genio, su mente es maleable, debemos tenerla de nuestro lado, de lo contrario su talento se desperdiciaría y como te he dicho antes: No hay nada peor que el talento desperdiciado.
-¿Cuál es su plan maestro con Ranvier? Pregunto la mujer con molestia
-¿Qué te hace pensar que tenemos un plan maestro con Ranvier?
-La manera que hablas de ella
-Eres muy sutil, no cabe duda que fue un gran acierto tenerte de nuestro lado- Bra se impacientaba tamborileaba los dedos en el escritorio mientras Ganong hablaba de sus acertadas decisiones, hasta que al fin su platica se dirigió hacia lo que a ella realmente le interesaba: la joven Ranvier – Se te dará el proyecto Delfus; pero- y en ese momento Bra se cruzó de brazos, sabia que venía una noticia desagradable o que por lo menos la haría enojar- Susan Ranvier será la encargada del proyecto
-¿Qué?- pregunto montada en cólera. Ganong se esperaba esa reacción, era natural en una mujer tan soberbia y orgullosa como lo era ella. La conocía bien, la conocía desde siempre, mejor que lo que ella se conocía, era por eso que sabia solventar esa situación que no le era ajena. Mientras el viejo escuchaba los "¿Cómo se atrevieron? Y "no voy a permitir que esto continué" planeaba la mejor táctica para convencerla, no era fácil, ella aun no pensaba en el bien común de la elite y lo que seria bueno para sus planes, Bra Brief, pensaba en una elite donde solo ella contaba y ocasionalmente algunas otras personas, otras veces aborrecía a la elite y se odiaba a si misma por permanecer en un organización tan deplorable como lo eran los amos del mundo.
-Por favor Bra- le pido Ganong con un tono paternal- esto es el por el bien de nuestros planes que eventualmente te beneficiaran a ti, mas allá de tu superación personal…te beneficiaria a niveles más complejos como parte de la elite.
-¿Qué es lo que quieres?- La indiferencia en su voz le hizo saber a Ganong que si no la había convencido al menos la había calmado…por un tiempo.
-Susan Ranvier debe trabajar en el proyecto Delfus, se debe tomar registro de todo lo que haga y se debe valorar su desempeño a tiempo completo, de ello dependerá lo que decidamos en el futuro sobre esta chica…deberá de tener todas las facilidades en todos los aspectos de su vida
-¿de que privilegios goza?
-…Confiamos en que ella será un elemento importante, así que debe de saber los beneficios de ser parte de nosotros
-No sirve de nada si no sabe de donde viene tanta facilidad- le esgrimo mientras Ganong le sonreía victorioso
-Ella lo intuirá, bajo la educación en que se ha formado, sabe que no existen las casualidades y cuando busque la razón de tanta suerte sabrá entonces de nosotros.
El sol se ocultaba, el cielo paulatinamente se oscurecía, Bra regresaba a casa, él ya debía de estar ahí, el hombre que pisoteo su orgullo sin miramiento alguno y del que quería vengarse a como diera lugar. Bajó del Bentley plateado y lo encapsulo de inmediato, no quería perder más tiempo.
Al entrar a su lujosa casa, saludo fríamente a su ama de llaves, una mujer regordeta de unos 50 años que siempre vestía de negro. Tras 5 años de trabajar ahí se había acostumbrado al trato indiferente de su patrona, sobre todo desde los últimos 2 años
-¿Dónde esta mi marido?
-En su habitación- subió sin dar las gracias. En el corto camino hacia su habitación que había presenciado tantos momentos apasionados entre los dos, Bra se detenia de cuando en cuando tratando de calmar la ira que se desbordaba de su ser, seguramente Goten ya sabía de ese coraje que la consumía por completo.
Entró a la habitación, le vio extendido en la cama, aun tenía la camisa blanca y su pantalón azul oscuro, tenía 20 minutos que había regresado del trabajo, cansado como le era usual, un perfecto pretexto para no tocarla. Sabia que era Bra, reconocía sus pasos, su aroma y, tal como ella pensó, por medio de su ki ya sabia que estaba furiosa, lo había sentido desde que entro a la casa, esa forma de incrementar su ki solo lo lograba cuando estaba en ese estado.
-¿Qué pasa?- le pregunto el hombre mientras se incorporaba frotándose los ojos tratando de despertar
-¿Debe pasarme algo?- pregunto con frialdad, se puso al lado de la pantalla plana de 50 pulgadas a esperar su respuesta
-No lo se, Bra, es evidente que estas molesta…si me dices que pasa podemos arreglarlo
-Pues, puedes preguntarle a Pares, talvez ella te ayude a recordar que pudo haber pasado para que yo este molesta- Goten palideció de inmediato, su esposa iba a enterarse un día; pero no se imagino que fuera tan pronto. Se levanto de inmediato, paralizado por la impresión, no sabia que decir o como actuar, su mirada recriminante le recorría de arriba abajo, como si en su cuerpo llevara la marca de su engaño. Pensó en negarlo; pero abandono la idea de inmediato, no era lo suficientemente cínico para eso.
-¿Por qué has dicho lo de Pares?
-Se que me engañaste, Goten, se que me engañaste con esa golfa, se que te acostaste con esa más de una vez- Goten se llevo la mano a los ojos, no podía creer que su esposa lo supiera, era un secreto oscuro que deseaba enterrar en lo más profundo de su corazón. Fue algo a lo que no dio significado, porque solo buscaba el placer físico y efímero, nunca quiso hacerlo; pero lo hizo y era cierto no una, si no tres veces más y la veía con cierta frecuencia-¿es cierto o no?- le pregunto directamente
-Si- le contesto con todo su pesar- es verdad- y en ese momento sintió un repentino ardor en la cara, un dolor que iba más allá de su rostro, abarcaba todo su ser. Bra le había cacheteado con toda su fuerza era la única mujer cuyos golpes no solo le dolían físicamente, también le calaban por dentro.
-¿Por qué, Goten? ¿Por qué lo hiciste, imbécil?
-…No lo se
-Ah… ¿Quién lo sabe entonces?- preguntó con desden
-Es algo muy difícil de explicar, paso y ya
-Nada pasa porque si, tiene que haber una razón ¡Y exijo que me la digas!- Goten se sentó en la cama, la camisa le ahogaba-¡dímelo, Son!
-…Me sentía solo…yo…yo la vi un día saliendo del trabajo, fuimos a comer y una cosa llevo a la otra
-¿Te sentiste solo?- y rió abiertamente- pobrecito, estaba tan solo ¡yo nunca estoy con él! ¿Verdad?
-Bra, tú regresas a la casa; pero tu mente sigue en los negocios, en tu empresa, yo paso a segundo plano...me haces sentir que soy lo que menos te interesa
-¡solo son excusas baratas!
-¡Escúchame!- se levanto repentinamente y la tomo de los hombros
- ¡suéltame! ¡Me das asco, no quiero que vuelvas a tocarme! Solo pensar que te revolcabas con ella y regresabas conmigo me enferma
-No significaba nada para mi, yo te amo, eres lo que más me importa
-Vaya, pues que manera tienes de demostrármelo
-Bra, por favor, no seas sarcástica…Ella no es nada…me sentí solo, no siento nada por ella, hace 2 semanas que no la veo. Se que hice mal, lo siento no tengo perdón; pero…por favor, no volverá a repetirse
-Ja- y sus ojos se llenaron de lagrimas, lagrimas de rabia que ya no podía contener más- tú solo lo hiciste para humillarme, te exhibiste con esa golfa frente a todo el mundo…
-no, jamás te haría algo así, Bra…
-¡Cállate! ¡No quiero saber nada de tus mentiras!
-No te estoy mintiendo- le esgrimo desesperado- me sentí solo, ella estaba conmigo, me escuchaba cuando tú…
-¡Infeliz! ¡Tú…
-Bra, escúchame, no quise que pasara, sucedió y ya, y tuve tanto remordimiento…no es nada para mi, no la he vuelto a ver, tu lo eres todo para mi, te amo
-No puedo creerte
-Bra…
-solo una cosa voy a decirte son Goten, eres de lo más patético… ¿Qué quieres de mi? ¿Que me quede en la casa como la inútil de tu madre?
-¡No te metas con mi madre!- le replico furioso- ¡ella no tiene nada que ver en esto!
-…Esto no se quedara así Son Goten, me vengare de ti…te lo juro, esto no se quedara así
-¿Qué…de que estas hablando?- preguntó con temor porque ella era capaz de cualquier cosa cuando su orgullo estaba herido
-Ten paciencia, amor, te juro que lo sabrás y no lo olvidaras nunca
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Eran cerca de las 9 de la mañana, en su oficina, Lautrec revisaba varios documentos entre balances y egresos que eran menos que los ingresos. Estaba visiblemente preocupado, hacia un par de días, talvez más, su jefe le informó que el consejo estaba considerando afiliarse a la corporación Capsula. La idea no le agradó; si, era una empresa pequeña; pero con un poco más de esfuerzo podrían salir sin necesidad de recurrir a la Corporación, la empresa monstruosa que cada día se expandía más y más, con un hambre desmedida que nada parecía saciar. Al menos conservaría su empleo, tenía una familia que alimentar, una hija pequeña por quien preocuparse.
Examinaba sus últimos documentos revisando cada operación aritmética, firmas, fechas, plazos, nada podía pasar desapercibido, todo tenía que estar meticulosamente bien calculado. Se vio interrumpido por una llamada al teléfono de su oficina, se imaginaba quien era y lo que quería por eso no deseaba contestar, lo dejo sonar varias veces hasta que se harto del repiqueteo, alzó el auricular…tal como lo pensó, era su jefe solicitando su presencia
-…Samuel ¿me escuchaste?- le pregunto el jefe mirándolo con preocupación
-si, lo siento señor, es que…me parece que es precipitado, podríamos intentar continuar con la empresa y salir adelante
-esa ya es la decisión final del consejo, no puedo hacer nada
-Señor, esta es su empresa, su padre la fundo y…
-¿crees que no lo se?- pregunto irritado- esta empresa fue el trabajo de mi padre, la trabajó tanto como yo lo hice…en realidad la trabajó más que yo, este era su sueño; pero si no hacemos algo, esta empresa desaparecerá para siempre
-Con el debido respeto señor, se afilian a la Corporación Capsula la empresa terminara desapareciendo
-al menos, Lautrec, no estaré vivo ara cuando eso pase…mientras tanto, cuando nos unamos a ellos te quiero ahí para proteger nuestros intereses
-No les quedaran muchos
-Los que nos queden entonces, Lautrec, tú estas al frente de las negociaciones, no confió en nadie más
-¿En donde se llevaran a cabo las negociaciones?
-En ciudad del oeste, directamente con la vicepresidenta de la Corporación- Samuel abrió bien los ojos al escuchar esa noticia
-¿Bra…Bra Brief?- preguntó con temor
-¿hay otra más?- volvería a verla. Lo que menos quería era volver a tener una relación alguna con su tormentoso pasado y ella era un vínculo muy fuerte; pero no solo era eso. A pesar de estar casado, aun sentía algo por ella, se puso nervioso al escuchar su nombre, al imaginar que volvería a hablar con ella; aun así se negaba a aceptar que todavía la amaba, con todo, todavía la amaba; pero hacia mucho que acepto que semejante mujer nunca sería suya- ¿Pasa algo malo? Si no puedes, alguien más ira en tu lugar
-No, de ninguna manera, es mi trabajo, yo iré
Tenia un año desde la última vez que la vio, se dijo así mismo que no la amaba más, toda su vida era para su esposa y su hija, Bra ya había pasado a la historia. Se dijo a si mismo eso una y otra vez, autoconvenciéndose de que era cierto y en parte lo había logrado, la prueba final seria estar frente a ella.
Lo hicieron pasar a la oficina que ya no conocía, estuvo ahí tanto tiempo, amándola en secreto, ayudándola en todo lo posible. Ahí, en ese sofá que estaba justo detrás de él, dejaba de teclear en la computadora portátil para admirar su belleza, para perderse en esos hermosos ojos azules y en su actitud soberbia.
Espero los 5 minutos que le pidieron, ya estaba inquieto, a pesar del aire acondicionado sudaba profusamente, tenía que tranquilizarse si no quería tartamudear, algo que no hacia desde 5 años.
Escucho su voz y después el sonido de la puerta deslizándose y volviéndose a cerrar. Bra había llegado, estaba más nervioso que nunca en su vida.
Se levanto de inmediato y la vio pasar dirigiéndose a su asiento sin ponerle atención, llevaba un traje color marfil y una blusa negra, el cabello suelto y lacio, tan bella como la recordaba.
-Buenos días- le saludo cortésmente sin mirarle- señor…
-Lautrec- respondió con su gruesa voz- Samuel Lautrec- le miro incrédula… ¿ese era Samuel Lautrec? Estaba igual y sin embargo distinto. Se le veía más maduro, más corpulento, se había dejado crecer la barba, no estaba igual y lo veía más atractivo.
-¿En verdad eres tú?- pregunto sorprendida, él asintió con una tímida sonrisa. Se fijo en los ojos de la mujer, sufría, aun peor de cuando acusaron falsamente a su hermano mayor de asesinato.
-Vine en representación de Central Motors Enterprise
-Esperaba a su presidente
-No pudo venir, además siempre me manda para este tipo de negociaciones
-En su lugar yo haría lo mismo
Hablaron cerca de 2 horas sobre las mejores condiciones para la venta de la empresa, hasta que finalmente llegaron a un acuerdo al cual solo le faltaba el consentimiento de ambos presidentes
-¿Dónde estas hospedado?- le pregunto Bra mientras le entregaba varios documentos para ser leídos por el presidente de la CME
-En el West Regency- respondió mientras tomaba los papeles. Bra miro su reloj, pasaban las 9 de la noche de ese jueves 22 de marzo, normalmente hubiera salido a las 8 para cenar con Goten; pero lo que menos quería era verlo, lo mejor seria llegar después de que se hubiera dormido- ¿tienes como irte?- y buscaría cualquier forma de darse que hacer.
-En taxi
-Olvídalo, yo te llevare
-pe…pero
-¿Aun tartamudeas? Es horrible, pensé que ya se te había quitado- se sonrojo ¿Cómo era posible que esta mujer aun lo hiciera avergonzarse de si mismo?
-Señorita Bra…no es necesario…se lo agradezco mucho
-Detente ya, te voy a llevar- sonrió…no podía discutir con ella
-¿Y el lexus?- pregunto al ver el Bentley plateado
-Es parte de mi pasado- contesto mientras subían al automóvil- tengo hambre ¿ya cenaste?
-No; pero…
-Pues vamos a comer, hay un lugar que acaban de abrir, la comida es deliciosa
Le llevo al restaurante más lujoso de Ciudad del Oeste, ahí le saludaron varias conocidos, en su gran mayoría chismosos hambrientos de nuevas habladurías; pero a ella no le interesó, de cualquier manera Samuel Lautrec era el representante de una empresa que se afiliaría pronto a la suya. Realmente no le importaba, esto seguramente llegaría a oídos de Goten, ese era el único conveniente, sentiría parte de la humillación que sintió.
Llegaron a la mesa, Lautrec, en un acto de su acostumbrada caballerosidad que Bra ya había olvidado, le jalo la silla para que pudiera sentarse sin problemas.
Hablaron de sus vidas después de aquellos sucesos, Bra le contó de su boda con Goten, de los apasionados 3 años y mintió sobre los otros 2, dando detalles de los otros años, él no debía de saber que ahora era infeliz y que fue a raíz de su humillación. Por su parte, Samuel, le habló de cómo conoció a su esposa en la empresa donde entro a trabajar en ciudad Central, se casaron al año y tuvieron una hija al año siguiente, la pequeña Sharon que significaba todo para él.
Mientras conversaban Bra se fijaba más en su ex asistente, le veía más atractivo, los años, la madurez o su propio dolor le hacían verlo con un cierto misticismo impreso en su semblante, nunca supo que fue realmente, solo que le encantó, no se había fijado en el como un hombre, en todo el tiempo en que trabajo con él no se dio cuenta, no sabía si ya era atractivo o el tiempo lo había vuelto así.
Después de tomar un poco de vino blanco, Lautrec se limpio las escasas gotas sobre sus labios, fue ese momento en que Bra se percato de unas mujeres, hermanas gemelas, con las que había estudiado, acostumbraban a ir a los lugares frecuentados por los de la "Alta sociedad" para juzgar a todos ellos y comentar cada paso de lo que habían hecho. Una de ellas la saludo con un vaivén de la mano, le dirigió una rápida mirada a Samuel e inmediatamente a Bra, asintió y rió triunfante. La vicepresidenta de la Corporación Capsula supo que en la mañana todo el mundo estaría enterado de los pormenores de su cena con su ex empleado y no solo eso, la noticia iría acompañada de diversas conjeturas y demás mentiras añadidas, por supuesto, imagino que todo eso llegaría a oídos de Goten.
El teléfono celular de Lautrec sonó, se levanto para contestar en un área más tranquila del restaurante mientras que la mente de Bra comenzaba a ir más allá ¿Y si más que inventos lo hiciera realidad? De cualquier forma, para su marido todo seria verdad. Solo así su venganza seria completa, él sentiría su orgullo por el suelo tal como ella lo había sentido. Lautrec regresó, le dijo que fue su jefe quien le hablo para preguntar por lo que había pasado en las negociaciones y mientras hablaba se imaginaba que Samuel podría ayudarla en su venganza, claro, no debía de enterarse; pero serviría para lo esencial.
Si, se ponía al nivel de Goten; pero al menos sentiría lo mismo que le hizo sufrir con su engaño, solo así se sentiría más tranquila, era la única manera de vengarse y restituir su maltrecho orgullo… ¿Qué más daba si usaba a Lautrec? Lo hizo una vez y funciono cuando lo llevo al Cielo para darle celos a Goten, esa noche cuando estuvo a punto de entregarse a él; pero finalmente nada sucedió. Talvez este era el momento de concluir con lo que había pasado aquella noche.
Cuando terminaron, Bra, insistió en llevarlo a su hotel, no hablaron hasta llegar al estacionamiento. Ella apagó el motor
-Me dio mucho gusto verte, Samuel- aun no estaba segura de lo que iba a hacer, él ya estaba casado, las circunstancias no eran las mismas que hacia 5 años
-También a mi- Además, talvez él ya no seguiría deseándola, ni mucho menos amándola- Hasta luego y gracias por todo- entonces le vio a los ojos, vio ese deseo que era igual o mayor que alguna vez viera en ese café cuando le dijo que la amaba
-Samuel…espera- y para ella, hambrienta de venganza y llena de resentimiento, fue suficiente- quiero preguntarte algo-Lautrec permaneció en el automóvil atentó a la pregunta-¿Me olvidaste?- quedo contrariado, no entendía como ella le hacia esa pregunta, la mujer que jamás le correspondió a sus sentimientos ¿Qué importaba si ya la había olvidado? No era nada para ella
-No comprendo- le contesto con una risa nerviosa
-Aun recuerdo que dijiste que me amabas ¿tu lo recuerdas?- y el asintió
-¿Cómo podría olvidarlo?
-Es que te casaste…
-Es que yo tenía que empezar a vivir ¿recuerda que se lo dije? No iba a vivir de su recuerdo eternamente
-Si; pero…Samuel…yo- se acercó a él, aun insegura de lo que pasaría con ella a partir de ese momento, se dio cuenta de que él estaba sorprendido, todo sucedía demasiado rápido, Lautrec no podía detenerse a analizarlo, algo en su interior se lo impedía y le nublaba el pensamiento, su instinto comenzaba a ganarle la batalla
-¿Qué sucede?
-Yo te recuerdo, Samuel…no debí dejarte tomar ese avión a Ciudad Central- Bra se acercó, mirándole detenidamente, podía sentir la respiración de la mujer que tanto deseaba y a quien nunca olvido, sin saber en que momento, sin saber quien lo había iniciado comenzaron a besarse, en el beso más apasionado que Lautrec había recibido en su vida…Ninguno podía creer que estuviera pasando, tenían que frenarlo…de inmediato; pero no podían, aquel beso subía de intensidad, sentía el cuerpo de la mujer sobre el suyo, sus suaves manos entrelazándose en su cabello, él también hacia lo mismo, su mente le exigía terminar; pero el resto de su ser le pedía a gritos lo contrario.
Su razón se impuso, dejo de besarla a pesar de que sentía que en cualquier momento volvería a tomarla entre sus brazos
-¿Por qué hace esto?- le pregunto Samuel con la respiración entrecortada-¿Por qué ahora?
-No lo se- le acariciaba la barba, lo único que quería era vengarse, no había más expiraciones- ¿Acaso importa?
-Usted es casada y…yo también- estaba desconcertada, otro hombre no hubiera hecho preguntas, la hubiera hecho suya ahí mismo sin importar nada. Él la deseaba, pudo saberlo a través de ese desenfrenado beso y sus caricias ¿Por qué demonios lo hacia tan difícil?
-Samuel- le beso de nuevo y ya no pudo resistirse- hay cosas que no necesitan una explicación
-…Pero
-…Samuel, quiero estar contigo, te quiero ya…nadie tiene porque saberlo, será nuestro secreto, te lo prometo- le beso de nuevo y a Lautrec no le importo nada más que perderse en ella y aunque su mente le pedía frenarse, él ya no podía, necesitaba a esa mujer, por tanto tiempo deseo ese momento, ella era la persona a quién más amaba y esto era la prueba de que habían correspondido a sus deseos, 5 años mas tarde, cuando ya estaba comprometido de por vida con otra mujer que no era ella, una mujer a la cual dañaría con lo que estaba sucediendo; pero su cuerpo no obedecía a su mente, o simplemente no quería reconocer que ya nada importaba en realidad.
-Vamos a tu habitación- él asintió obedientemente "Eres igual que todos los hombres- pensó Bra- igual de cerdo que todos"
Bra dormía, él admiraba esa visión perfecta al lado suyo, no podía conciliar el sueño, la incredulidad y la culpa se habían confabulado para impedírselo
-¿Por qué tenía que se ahora?- recordó a su esposa, a su pequeña, aun no podía creer lo que había hecho. Todo parecía ser parte de un juego de su mente, una alucinación; pero no lo era, afortunadamente y desafortunadamente todo era real. Acaricio el rostro de ese ángel quien yacía a su lado durmiendo en total tranquilidad-¿Por qué te sigo amando? ¿Por qué a tu lado me pierdo de todo? ¿Por qué tuvo que ser así?
-¿Dónde estabas? -Pregunto Goten mientras la miraba sentarse, un pequeño robot le servía el café. Ella tomo una dona, en ese momento agradecía ser hija de un saiyajin, su metabolismos le permitía darse el lujo de comer lo que le diera la gana sin engordar- Te pregunte donde estabas
-Te escuche la primera vez
-¿y por qué no respondiste?- esta mujer había hecho algo, trató de encontrar su ki en toda la noche, maldecía la hora en que le enseño a manejar el ki
-Estuve en el trabajo- respondió mientras bebía su café
-¡No es verdad!- la casa entera temblaba, varios retratos cayeron al suelo, solo podía pensar en que Bra hubiera comenzado en su célebre venganza- ¿Qué hiciste?
-no te interesa
-Eres mi esposa
-Y tu mi marido-; pero eso no te detuvo para engañarme con Pares…no tengo porque darte explicaciones- La casa tembló o quizá él temblaba por toda esa rabia que su cuerpo no podía contener
-Su nombre era Jason Gilman, tenía 21 años, lo seguimos desde que tenía 14 años
-¿Cómo murió?
-Infarto fulminante al miocardio, señor Ganong- El viejo estaba preocupado, no era común que un joven de esa edad muriera por un infarto, tampoco eran normales las otras 22 muertes anteriores a él: Eventos vasculares cerebrales, cirrosis, infartos al corazón, Alzhaimer y todos los males propios de los ancianos que aparecieron repentinamente en los jóvenes; pero no cualquier tipo de jóvenes, si no aquellos que habían sido sistemáticamente elegidos por la elite-No tengo dudas- se levantó repentinamente, de un trago se bebió la copa de coñac- desde el segundo supe que no era obra de la casualidad…Oswald, alguien esta matando a la futura elite
-Señor Ganong, eso es imposible, la elite es intocable
-fue ese pensamiento tonto por el que eliminamos a tu generación
-…Lo se señor- le contesto avergonzando, era cierto, fue el error que cavo sus tumbas, inclusive la suya que seguía esperándolo
-Alguien esta matando a esta generación, alguien se infiltró y sabe sobre los muchachos- dio un fuerte suspiro- No existen las casualidades
-¿Qué haremos señor?
--Aun no lo se, lo que es seguro es que buscaremos una solución inmediata a esto…busca a Bra, dile que necesito hablar con ella, si pregunta el porque le dices que voy a comunicarle la decisión del consejo
-Si, señor Ganong
Estaba pendiente de cada palabra que el gerente general de finanzas decía con énfasis, tomaba notas e hizo 2 o 3 preguntas; cualquiera pensaría que nada pasaba con la vicepresidenta de la Corporación, nadie se dio cuenta del remordimiento, de lo mal que se sentía. Solo Trunks se percato de la situación
-Ven a mi oficina- le dijo mientras salían de la sala de juntas, su tono era severo y le recordó a la época en que ella comenzó a trabajar ahí. Dejo unos papeles en su oficina, le intrigaba la razón por la que su hermano quería hablar con ella
-¿Qué sucede, Trunks?- pregunto mientras se cerraba la puerta, su hermano se daba un masaje al cuello, hacia días que estaba tenso, tomo el control remoto, encendió la pantalla plana y lo paso al canal de la bolsa de valores
-¿Todo bien?- le pregunto mientras se acomodaba en su sillón
-¿De que hablas, Trunks?- se sintió aliviada, por un momento pensó que era un problema con el manejo de la vicepresidencia
-Tu ki esta bastante disminuido
-…Trunks
-quisiera saber que esta pasando, talvez pueda ayudarte
-Estoy bien
-¿Es por lo que dicen de Goten y la otra mujer?
-Solo son chismes- mintió, no quería involucrar a su familia en sus problemas, suficiente tenía con que ella los cargara
-Eso espero, de lo contrario yo mismo le partiré la cara…nunca me agrado la idea de que te casaras con él
-Ni a papá tampoco
-Yo tenía mis buenas razones, lo conozco de toda la vida y se como es
-¿tú no dudas que llegara a engañarme?
-Por ser tú su esposa le doy el beneficio de la duda. Se me olvidaba decirte, mamá te espera para cenar y si no vas estoy seguro que se enfadara
-Iré… ¿y tu esposa?- pregunto mientras se levantaba
-Ella se fue a pasar el fin de semana con sus padres, la alcanzare después, te vere ahí, si no iré por ti y te llevare arrastrándote
-Claro…como si pudieras
-No me retes- y le guiño u ojo; para él su hermana aun era una niña, aunque tuviera 30, 40 o 50 años, seguiría siendo siempre su hermanita.
-Señorita Brief…-y después no escucho nada, veía a su asistente hablar; pero no escuchaba las palabras o no las entendía del todo
-Déjame sola- le dijo aturdida- yo te llamare- y la joven salio dirigiéndole una sonrisa comprensiva.
Recordaba la noche con Samuel ¿Qué demonios había hecho? Se encapricho tanto con su estúpida venganza que nada más le importo, ni la esposa y su hija de Lautrec…No debió hacerlo; pero ya estaba hecho, después de todo había cosas que disfruto, nadie le había tratado con tanto cariño y cuidado, como si le hiciera el amor a un ser divino. Para ella fue sexo; pero sabia que para él aquel encuentro había sido más trascendental que eso, él le hizo el amor porque la amaba, a pesar de todo.
Se llevo las manos a la cabeza, quería olvidar la culpa y olvidar todo
-¿Me amas?- le pregunto mientras descansaba sobre su pecho, escuchando su agitado corazón
-No solo la amo, la idolatro como siempre ha sido desde la primera vez que la vi
-Samuel- recordaba sus caricias, su cuidado su amor. Miraba fijamente el sofá donde él se solía sentar y le recordó tecleando en su computadora deteniéndose de cuando en cuando para admirarla mientras que ella fingía que no se daba cuenta.
