*Inuyasha y toda la sensualidad de sus personajes pertenecen únicamente a Rumiko Takahashi.

Sonrisa

Entrelazaron sus manos en un lento movimiento, sintiendo el nerviosismo a flor de piel.

Inuyasha giró su rostro, ocultándole su sonrojo a su acompañante. Tal vez jamás lo admitiría en voz alta en frente de ella, pero sentía cosas muy fuertes y placenteras (no en el sentido malpensado) estando a su lado.

Al principio, cuando la conoció, desconfió de ella completamente. No quería ser herido nuevamente. Durante toda su vida, el había sido criticado y traicionado, pero ella le había demostrado infinidad de veces que podía confiar plenamente en su persona sin que nada malo le ocurriera.

Para él, ella era algo nuevo y refrescante para su vida. Un nuevo comienzo, quizás.

No le interesaba, solo quería pasar la mayor cantidad de tiempo posible a su lado, no quería separarse de ella ni un segundo.

La escuchó sonreír, no hizo falta voltear a verla para darse cuenta.

Amaba su sonrisa, el verla sonreír aceleraba su corazón y le cortaba la respiración. Ella nunca lo sabría, pero su sonrisa era su mayor debilidad.

También estaba nerviosa, escuchaba su corazón latir desbocado y lo más probable era que estuviese tan sonrojada como él. Se sintió aliviado al saber que, al menos, no era el único en esas condiciones.

De pronto Kagome sostuvo su barbilla con su mano libre, haciendo que girara su rostro y la viera directamente a los ojos.

-Inuyasha…-Susurró sin dejar de sonreír. Si Inuyasha no tuviese tan agudos sentidos, tal vez no la habría escuchado.

Sus labios se acercaron lentamente hasta rozarse suavemente, con timidez y nerviosismo. No tenían prisa, o al menos al principio, pues luego de varios minutos, sus labios se unieron definitivamente en un beso brusco pero dulce y tierno.

Sus pulmones comenzaron a pedir aire a gritos, por lo que se vieron obligados a separarse.

Kagome volvió a sonreírle, e Inuyasha no pudo evitar devolverle la sonrisa.

FIN

Notas de autora:

Está situado, se supone, en el final.