Capitulo 1
Celos
1
Era la noche de viernes en Echo Creek y Marco Díaz, el chico seguridad, no sabía muy bien como había llegado a la habitación de su novia ni por qué se encontraba semidesnudo de la cintura para arriba, estaba consciente de la cadena de acontecimientos que lo habían llevado hasta ahí, era sólo que no estaba seguro de como había permitido que sucedieran.
Todo había comenzado al inicio de su jornada escolar cuando como de costumbre se encontraba al lado de su casillero platicando despreocupadamente con su gemela desastrosa y mejor amiga en todos los universos, la princesa del reino mágico de Mewni, la única e inigualable Star Butterfly quien como siempre tenía una gran sonrisa en el rostro mientras trataba de convencer a Marco de unírsele en una aventura interdimensional:
-Vamos Marco -arrastrando la última vocal hasta que el nombre duraba el doble de lo normal- necesitamos el cristal de Kibaria si queremos sables laser que funcionen.
-Por última vez Star: se llaman cristales kybar -Marco giró los ojos lanzando un suspiro no de todo fingido- además no necesitamos sables laser reales para el maratón de Star Wars, probablemente no nos dejarían entrar al cine con ellos.
-Aburrido, ¿Cómo podemos hacer un buen disfraz si no le prestamos atención a los detalles? -la princesa daba pequeños saltos en anticipación a la aventura que les esperaba, sabiendo que no faltaba mucho para convencer a su mejor amigo de acompañarla- además seremos la sensación entre los fanáticos cuando nos vean realizar la coreografía que hemos estado practicando.
Marco se estremeció al recordar que aún utilizando sables falsos su amiga se las había arreglado para destruir la mitad de la sala de su casa cuando en un arranque de emoción había simulado manejar los poderes del lado oscuro de la fuerza; afortunadamente un rápido hechizo había solucionado lo que de otra forma podría haberse calificado como un desastre menor en el hogar de los Díaz.
-De verdad Star, podemos completar nuestros disfraces utilizando unicamente materiales terrestres -hizo una pausa cuando una idea le vino a la cabeza- Además la princesa Leia nunca utilizó un arma jedi en las películas.
Rápida en su respuesta, como si hubiera planeado la conversación en su cabeza la heredera al trono contraatacó:
-Pero podría haberlo hecho -luego, imitando la voz de uno de los personajes de las películas continuó- "la fuerza es poderosa en mi familia".
Sabiendo que le iba a costar el argumento Marco no pudo evitar reír, sorprendido de que a su amiga le gustara tanto la saga galáctica que podía recitar los diálogos.
-¡Ajá! -exclamó la rubia proclamando su victoria.
Sin embargo no tuvo tiempo de celebrar la aventura que les esperaba pues en ese momento la novia de su mejor amigo dobló a esquina en su patineta y se detuvo junto a ellos.
-¡Hola chicos! -el saludo era para ambos pero la mirada aguamarina se detuvo solo en su novio- ¿De que hablaban?
-Star quería que… -la respuesta del chico fue interrumpida por su mejor amiga.
-Nada, sólo le decía a Marco que debería pasar mas tiempo contigo -la sonrisa de la joven se ensanchó pero de algún modo no llegó a alcanzar sus ojos cuando le dio un amistoso empujón a su amigo que lo obligó a dar un paso hacia su novia y se despidió de ella- nos vemos mas tarde Jackie.
Y guiñándoles el ojo se alejó con un andar despreocupado, mas en beneficio de la pareja que en el propio pues no quería que sus amigos se percataran del dolor que le asaltaba el pecho y el vacío que sentía en el estomago al verlos juntos, sin embargo sus precauciones no eran necesarias pues desde el momento en que la chica del mechón azul había aparecido sólo habían tenido ojos el uno para el otro.
-Entonces Marco – los ojos De Jackie Lynn Thomas no se habían apartado de los de su novio- ¿Qué piensas hacer esta tarde?
-No lo se Jackie -a pesar de llevar sólo unos pocos días como pareja el joven se sentía mucho mas confiado alrededor de la chica que siempre le había gustado- Star quería que la acompañara en una de sus aventuras pero…
-¿Pero…? -la sonrisa de la chica no llegaba a ser seductora, pero casi.
-Pero preferiría pasar el tiempo contigo ¿quieres ver una película o enseñarme a patinar?
-¡Por supuesto que si! -Jackie tomó la mano de su novio y le dio un rápido beso en la mejilla- Pero ahora tenemos que llegar a clase, búscame a la salida.
Y con eso se subió a la patineta y dándose impulso se alejó deslizándose suavemente dejando que su novio la siguiera durante unos momentos con la mirada embelesada antes de tomar sus cosas del casillero y dirigirse al aula de la señorita Skullnick para recibir su ración de educación del día.
2
Por su parte Star Butterfly, la futura monarca del reino mágico de Mewni, se sentía perdida y solitaria estas eran emociones que nunca había sentido antes de llegar a la tierra; sin importar que hiciera o a donde tratara de dirigir su atención sus pensamientos siempre regresaban a su mejor amigo de una forma u otra sin darle un momento de descanso ni permitirle concentrarse en nada que no fuera la imagen del joven.
Y eso la asustaba.
Su temor no era en vano, no sólo se encontraba distraída respecto a sus actividades mundanas, nunca había sido de las que ponen especial atención en la escuela por ejemplo pero sus resultados mágicos estaban disminuyendo a velocidades preocupantes, hasta sus hechizos mas simples, aquellos que nacían directo desde su intuición parecían jugar a las escondidas con ella pervirtiendo lo efectos deseados hasta el punto en que un simple cambio de ropa podía terminar de forma "inesperada"; por primera vez desde que recibiera su varita había tenido que realizar este tipo de tareas de forma "manual".
No entendía en que momento las cosas habían empezado a ir tan mal, desde el primer día que había pasado en la Tierra había enfocado no pocos esfuerzos en conseguir que su amigo latino reuniera el valor suficiente para podérsele declarar a la chica de la que había estado enamorado desde la infancia y había tomado no menos que peleas a muerte con una creciente variedad de monstruosidades empeñados en acabar con ellos, viajes a lo largo y ancho de diversas dimensiones y al menos una maldición puesta por un demonio para que el chico tuviera la confianza necesaria en si mismo para atreverse siquiera a dirigirle la palabra a la otra joven.
No son celos -se decía a si misma- no seas tonta, tú misma los ayudaste a estar juntos.
Debí haber ido a la fiesta con Marco -y se respondía- Él quería ir con Jackie.
-¡Arghhh! ¡Maldición Marco! -se sobresaltó a si misma gritando frustrada, rápidamente giró la cabeza buscando potenciales testigos pero no ya no había nadie cerca en el patio, todos habían entrado ya a sus salones.
Ugh, ahora la señorita Skullnick me va a matar -pensó, pero en vez de correr e intentar colarse a la clase continuó vagando por la escuela dejando que su cabeza siguiera dándole vueltas a sus problemas.
Okey Star -cavilaba al andar- Obviamente sientes algo por tu mejor amigo pero ¿Cómo estar segura de que no es solo que extrañas el tiempo que pasaban juntos?
No lo creo -se contestó- Las cosas que he hecho por él no las habría hecho por nadie más.
Y apretando su varita rota - Ni siquiera por mi misma.
Pero podría ser un encaprichamiento, podrías conocer a alguien más por quien sintieras algo mas fuerte, tal vez solamente sea eso y no Amor Verdadero.
La respuesta de Star a su propio pensamiento fue casi amarga.
¿Alguien más que arriesgue su vida por mi sin dudarlo? ¿Porqué me quiere a mi y no porque sea su deber o por que yo sea una princesa?
Su "otra voz" se quedó callada.
-Ojalá me vieras como la miras a ella Marco -suspiró tristemente la princesa- Ojalá me vieras como te veo yo a ti.
3
El chico que vivía en los pensamientos de la princesa tampoco se podía concentrar aunque en su caso se debía a razones completamente diferentes.
Voy a tener una cita con Jackie -se repetía una vez tras otra con la mirada perdida sin poner ninguna atención a la clase imaginando como su novia le tomaría la mano mientras él intentaba mantenerse en pie sobre la patineta para luego cuando tuviera la confianza soltarlo y dejarlo deslizarse sólo hasta volver a ella- Tal vez hasta pueda hacer un truco o dos.
Sonriendo como un idiota y con los ojos cerrados perdido en su fantasía Marco no se percató de que la clase se encontraba en silencio y que de hecho todos lo estaban volteando a ver pues la señorita Skullnick dando una muestra de sigilo de lo mas impropia para un troll se había colocado a su lado inclinándose hasta que su rostro se encontraba a escasos centímetros del perfil del muchacho, tampoco se dio cuenta de como su maestra inhalaba una profunda bocanada de aire pues con el ojo de su mente se veía a si mismo mostrándole con orgullo a su novia lo bien que podía patinar solo y…
-¡MARCO DÍAZ! -el grito no sólo lo trajo de regreso a la realidad sino que lo derribo de su asiento (e hizo que todas las aves en un par de kilómetros a la redonda dejaran caer heces fecales sobre un montón de desprevenidas personas que paseaban en el parque cercano mientras alzaban el vuelo), las carcajadas no se hicieron esperar y aumentaron en intensidad cuando Marco se resbaló al tratar de levantarse y dio nuevamente contra el piso completamente avergonzado; la educadora considerando que ya había tenido suficiente lo tomó por el cuello de la sudadera y sin esfuerzo aparente lo puso de pie de un tirón.
-Tome asiento señor Díaz -le dijo señalando su pupitre con la cabeza- y espero que en adelante preste más atención a la clase.
-Si maestra.
El avergonzado muchacho obedeció al instante tomando su lugar en la clase y echándose la capucha sobre la cabeza para evitar las miradas burlonas algunas y divertidas otras que le lanzaban sus compañeros, tímidamente volteó a ver a Jackie quien reía divertida pero al notar la mirada de su novio le dirigió una sonrisa que ayudó a tranquilizarlo por unos segundos hasta que sus compañero a quienes no se les pasaba ningún detalle lanzaron un sonoro y cantarín "UUUUUHHHHHHHH" burlándose amistosamente de la pareja con lo que ambos se sonrojaron y decidieron enfocar su total atención a la pizarra donde la maestra negando suavemente con la cabeza ya comenzaba a anotar complicadas ecuaciones matemáticas mientras lanzaba un bufido y procuraba evitar que sus alumnos notaran la pequeña sonrisa que asomaba a sus labios.
Esta va a ser una larga clase -Pensó Marco antes de lanzarse a transcribir los números y símbolos a su libreta.
4
El resto del día sin embargo no fue tan malo como el joven pronosticaba, con la condición adquirida practicando karate y las aventuras vividas a lo largo y ancho del multiverso los quemados que jugaron en la clase de educación física fueron pan comido, Marco se sentía como en casa esquivando los balones que le lanzaban al tiempo que él "quemaba" a sus compañeros con sus certeros tiros, era como una danza: "esquiva a un lado" "agáchate" "salta" "¡lanza!"
-¡Disparo Narval! -exclamó sin pensarlo tirándole la pelota al último miembro en pie del equipo contrario, aunque era algo que en el fondo siempre había querido gritar ahora que en el calor del juego lo había hecho no se sentía bien al respecto; quitando la ligera sensación de vergüenza posterior simplemente no le parecía correcto.
Al dar por terminado el juego su equipo no tardó en rodearlo dándole palmadas en la espalda y felicitándolo por haber ganado el juego casi por si mismo, esto era algo nuevo para Marco quien durante gran parte de su vida escolar -desde el incidente del casco- había sido en el mejor de los casos prácticamente invisible para sus compañeros y en la peor situación la víctima de sus burlas por ser el "chico seguridad"; algo lo había cambiado por dentro desde que iniciara su amistad con Star y aunque no él no era consciente el resto de la escuela comenzaba a notarlo.
El joven se permitió regocijarse unos momentos ante la adulación de sus iguales pero cuando se dio cuenta de que sus otros dos mejores amigos no estaban entre la gente que lo felicitaba su orgullo se desinfló como un globo sin anudar.
-¿Qué sucede chicos? ¡Ganamos el juego! -trató de incluirlos junto a todos los demás.
-Quieres decir que ganaste por nosotros amigo -el tono de su amigo Alfonso no mostraba alegría por la victoria.
-Ni siquiera dejaste que los demás hiciéramos nada Marco, te encargaste de todo tú solo- Ferguson si que sonaba un poco resentido- ¿Qué te pasa amigo?
Marco estaba confundido, no era como si hubiera pretendido robarse toda la diversión y además el resto del equipo se encontraba encantado con él pero estos eran sus amigos mas antiguos y quería estar bien con ellos así que preguntó de nuevo:
-No entiendo chicos ¿Cuál es el problema? Ganamos como un equipo ¿no?
-Creo que ya olvidaste a tu viejo equipo Marco -comenzó el joven con sobrepeso y luego dejó que su amigo de lentes terminara su pensamiento- Ya ni siquiera nos invitas a tus aventuras en otros mundos.
Eso dejó pensando al joven viajero dimensional, era cierto que había pasado mucho tiempo desde la última vez que sus amigos los acompañaran a Star y a él en una aventura pero odiaba ponerlos en riesgo y además en esa última ocasión las cosas no habían salido muy bien, Marco creía que Alfonso seguía casado con la reina de los pixies aunque nunca se había atrevido a preguntar.
-Vamos amigos -trató de arreglar un poco las cosas con ellos- saben que las cosas no son así…
No pudo continuar con su disculpa pues del otro lado del gimnasio vio a su novia haciéndole señas para que se reuniera con ella.
-Miren, les prometo que hablaremos de esto más adelante, ahora tengo que irme.
-Si, si, adelante Don Juan Díaz -esta vez si que había amargura palpable en el tono de sus amigos- Anda, ve con tus chicas.
Sin mas le dieron la espalda y se alejaron hacia las duchas para quitarse el sudor del juego en el que no habían participado mientras Marco se encaminaba hacia Jackie sin saber muy bien que mosca les había picado a sus viejos camaradas.
-Hey Marco -el saludo de su chica lo alegró un poco- eso fue… increíble.
La sonrisa de la rubia ceniza hizo que por el cuerpo del joven pasaran sensaciones extrañas pero nada desagradables, sintió como se ruborizaba un poco pero haciendo acopio de su recién encontrado valor fanfarroneó un poco.
-Hola Jackie, no estuvo mal para decirte la verdad ¿estabas viendo?
-Claro que si, nuestro entrenamiento terminó temprano cuando llegó la noticia de que el "chico seguridad" estaba trapeando el piso con la competencia -la chica dio un pequeño paso hacia adelante acortando la distancia entre los dos- últimamente estás lleno de sorpresas Díaz.
-Bueno, ya sabes, ese soy yo. Siempre dando lo mejor de mi.
Jackie se río ante el comentario, de esa manera en que se ríen las chicas cuando están con alguien que les gusta.
-No olvides nuestra cita mas tarde chico malo -el guiño que le dirigió estaba cargado con toda la coquetería que una chica de catorce años y sin experiencia podía reunir y sin darle tiempo a responder, dejándole la miel en los labios quizá por instinto se dirigió también a los vestidores.
Conque ahora soy el chico malo.
El pensamiento no era nada desagradable y mientras lo saboreaba el encuentro con sus amigos tomó un lugar remoto en su mente.
5
Tras faltar a la clase de matemáticas la princesa mewmana no se había molestado en permanecer en la escuela y ahora vagaba a lo largo y ancho de Echo Creek, quería estar sola con sus pensamientos mientras valoraba sus opciones pero en cualquier sitio que visitaba la asaltaban imágenes y recuerdos de su mejor amigo desde el parque donde solían pasear a los cachorros láser hasta el dojo donde Marco perfeccionaba las habilidades con que la ayudaba en sus constantes batallas y aventuras, parecía que no había ningún sitio en la pequeña porción de la tierra donde vivían que no hubiera tocado con su presencia; su mente se llenaba con los momentos que habían pasado juntos: el día que se habían conocido cuando él no la quería cerca pero había cambiado de opinión, la vez que lo había nombrado su caballero comandante y él a su vez la había hecho reconsiderar acerca de la vida de los monstruos en su propio reino o la ocasión en que le había querido mostrar una de las pequeñas maravillas de su mundo en agradecimiento por todas las cosas que ella le había mostrado; el chico la había apoyado prácticamente desde el primer momento, sin importar que tan loca la idea o que tan peligrosa la aventura él se había mantenido a su lado sin fallar ni una vez, donde ella fuera él la seguía, la apoyaba y la protegía, con él cerca nunca estaba sola y por descontado ella siempre estaría ahí para él sin importar que sucediera.
Una pequeña sonrisa afloró en la comisura de su boca al revivir los instantes que había vivido con su mejor amigo, no estaba segura en que momento su mente y corazón habían decidido dar el salto de amarlo como tal a amarlo amarlo pero estaba bastante segura de que el objeto de su afecto nunca podría sentir lo mismo por ella.
Una vez dije que verlo una vez al mes era mejor que no verlo nunca -se recordó a si misma, aún buscando una manera de negar sus sentimientos pero su otra parte, mas sincera, le respondió- pero no quiero verlo una vez al mes quiero verlo todos los días de mi vida, quiero que esté siempre a mi lado. Lo quiero mucho. Yo…
-Amo a Marco Díaz -finalizó su pensamiento en voz alta para tras una breve pausa y casi en un susurro se repitió- Yo amo a Marco Díaz.
Saboreó las palabras, se sentían bien al formarse en su lengua y deslizarse hacia el mundo exterior, sabían a verdad y de alguna manera hacían que sus sentimientos confusos se cristalizaran adquiriendo una solidez de la que carecían hasta ese momento.
Pero el no te ama -le recordó su voz interior.
Sin embargo había duda en ese pensamiento, Star acababa de repasar los acontecimientos de los últimos meses de su vida y de alguna manera se daba cuenta de que aunque lo que sentía no era totalmente recíproco tampoco se encontraba fuera de la realidad que pudiera ser correspondida en un futuro no demasiado lejano, la semilla estaba ahí lista para ser regada y la joven se sentía completamente dispuesta a usar una regadera.
Una grande.
Probablemente mágica.
6
Finalmente las clases del día habían llegado a su fin y los adolescentes eran libres para dedicar el resto de la tarde a cualquier cosa que prefirieran hacer, si bien los miembros de clubes así como los deportistas aún permanecían en las instalaciones durante varias horas mas practicando o realizando cualquier actividad de su preferencia la mayoría de los alumnos comenzaban a abandonar la preparatoria para dirigirse a sus hogares a hacer su tareas o los diferentes lugares donde pudieran disfrutar de mejor manera las horas libres que tenían por delante, algunos se iban a la plaza a admirar los productos expuestos en los escaparates y tal vez gastar sus magros ahorros en alguna baratija de su agrado, otros encaminaban sus pasos a la sala de arcades a dejarse sus monedas tratando de vencer los records de sus amigos en cualquier videojuego que estuviera de moda en ese momento y algunos mas se dirigían al cine para ver alguno de los últimos estrenos disponibles en cartelera.
Por fin era viernes y al menos por los próximos dos días era tan libres como se puede ser en los maravillosos años de la adolescencia cuando todas las cosas se sienten con mas intensidad que en cualquier otra etapa de la vida, el sol brilla más fuerte y el cielo es mas azul, la vida parece extenderse hasta el infinito llena de posibilidades y aventuras, sorpresas y alegrías, cuando se es inmortal y nada puede salir mal.
O al menos así se sentía Marco Díaz al despedirse temporalmente de su novia y verla alejarse en su patineta, tenían una cita planeada para mas tarde y le parecía que tanta felicidad le haría explotar si no se movía, cantaba o bailaba, si no hacía algo para liberar el exceso de emociones que parecían querer desbordar de su interior; a lo lejos vio a sus amigos y recordando como los había dejado plantados a media conversación mas temprano corrió a su encuentro agitando la mano derecha sobre la cabeza para llamar su atención.
-¡Chicos espérenme! -no pareció advertir que su ánimo hacía que a los otros jóvenes se les oscureciera un poco el semblante.
Sin embargo se detuvieron a petición de su amigo y lo esperaron hasta que estuvieron los tres juntos.
-¿Qué sucede amigo? Tenemos que ir a casa para hacer la tarea y tener el fin de semana libre – los ojos del pelirrojo evitaban encontrarse con los de Marco.
-Así podremos disfrutar el maratón de Star Wars mañana por la tarde sin preocupaciones – su amigo de lentes parecía emocionado ante la perspectiva- ¿Aún vendrás con Star, cierto?
-Claro que iremos -la sonrisa de Marco se ensancho- ¿Están bromeando? Amamos esas películas, la primera vez que las vimos Star estaba aterrorizada de que su magia tuviera un lado oscuro como la Fuerza y no entendía porque su nombre estaba en el título.
Los tres amigos rieron al recordar las inusuales ocurrencias de la princesa y sintiendo que el ambiente se encontraba mas relajado Alfonso trató de disculparse.
-Marco, sobre lo de hace un rato, discúlpanos.
-No se preocupen chicos, la verdad es que desde que Star llegó a la tierra las cosas se han vuelto un poco locas…
-Y no hablemos desde que tienes novia -Ferguson río por lo bajo.
-Eso también, ustedes han sido mis mejores amigos desde siempre chicos y saben que siempre he soñado con Jackie, discúlpenme si a veces pierdo la cabeza por estar con ella.
Sus amigos cruzaron una veloz mirada y empezaron a lanzar exagerados besos al aire mientras imitaban la voz de Marco y ponían ojos de borrego en una burla amistosa.
-Te amo Jackie ¡Muack!
-Yo te amo a ti Marco -la voz en falsete no se parecía en nada a la de la chica pero Marco no pudo evitar sonrojarse y reír un poco ante las payasadas de sus amigos y como si nada la tensión que se había asentado sobre ellos tan sólo unas horas antes se esfumó.
-Por cierto -la pregunta vino de su amigo con sobrepeso- ¿Qué le pasó a Star? No la hemos visto desde la mañana.
Marco se dio cuenta por primera vez que desde que platicara con la princesa rubia al inicio de la jornada tampoco la había vuelto a ver.
-No lo se -respondió rascándose la cabeza, Jackie nos saludó temprano y se fue para dejarnos un rato a solas.
-¿Tal vez tuvo una emergencia?
-O la atacaron los monstruos.
-Nah, Star sabe que si sucede algo siempre puede contar conmigo para lo que sea.
-Entonces tal vez fue con su novio -el comentario era inocente pero por alguna razón hizo que marco sintiera una incomodidad extraña en la boca del estómago.
-¿Novio? ¿Qué novio? -aunque trató de que la pregunta fuera casual el tono con que la enunció fue mucho mas frío de lo que pretendía.
-El chico demonio que la invitó a salir hace unos meses, el de los cuernos y los tres ojos que quema todo por donde camina.
-Tom no es su novio -si su frase anterior sonaba fría lo que salió de su boca esta vez fueron témpanos.
-B-bueno -el cambió en su amigo hizo que Alfonso tartamudeara- nosotros pensamos…
-Que cómo tú y Star ya no andan -se apresuró a terminar la frase su otro amigo- Pues que tal vez estaba con él. Tom, tu sabes, el demonio.
-Pues no se nada al respecto -lo cortó Marco abruptamente sintiendo que la sangre le hervía sin saber porqué, dándose cuenta de su extraño mal humor continuó en tono mas tranquilo- En fin, tengo que irme chicos los veo mañana en el cine.
-Está bien, no olviden traer sus disfraces.
Pero Marco ya se alejaba calle abajo en dirección a la casa de sus padres con la cabeza llena de pensamientos contradictorios.
7
Star no era el tipo de persona que esperaba antes de entrar en acción tras haber tomado una decisión así que fiel a su personalidad había emprendido una alocada carrera con destino al hogar de los Díaz en cuanto su mente se había enfocado en el objetivo; como un rayo atravesó la sala para subir las escaleras saltándose dos o tres escalones a cada paso y entrar a su gigantesca habitación agrandada con magia dando un portazo tras ella.
Los padres de Marco que se encontraban leyendo en el sofá de la sala de estar en esos momentos se miraron interrogativamente y con la sabiduría adquirida tras años de lidiar con adolescentes se encogieron de hombros al unísono y continuaron su lectura donde la habían dejado no sin antes hacer una nota mental sobre no quitarle el ojo de encima a la chica que se hospedaba con ellos pues sabían mas que bien que cuando la princesas entraba en uno de sus arranques de hiperactividad los problemas no tardaban en llegar.
-Ah, la juventud -la sonrisa de Angie se reflejó en la de su esposo.
Ya en su cuarto la princesa se detuvo como si hubiera chocado con una pared de cristal, tenía un objetivo claro y definido pero ahora que se detenía por un momento se daba cuenta de lo que no poseía ni la mas remota idea de como conseguir lo que deseaba así que sentándose en la orilla de su cama aspiró muy lentamente, sostuvo el aire durante unos segundos y luego lo dejó salir casi a la misma velocidad con que lo había tomado, tras repetir este proceso unas cuantas veces se sintió lo suficientemente tranquila como para aplicar su considerable -si bien en ocasiones dispersa- inteligencia al problema en cuestión, lo consideró durante un momento y decidió que lo mejor sería empezar desde el principio así que se levantó de un salto y con un paso inusualmente ceremonioso para ella se dirigió al armario de los secretos y se introdujo en el en busca de el objeto que necesitaba en esos momentos.
Ugh, de verdad tengo que organizar aquí dentro -el pensamiento vino tras chocar la cabeza contra lo que parecía ser el esqueleto colgante de un guerricornio.
- ¿Cómo llego esto aquí?
Apretando su varita con la mano decidió lanzar un hechizo que limpiara el lugar y así facilitar su búsqueda, la alzó frente a ella y dejando que la magia viniera a ella sin que su mente interfiriera gritó:
-¡Ciclón de limpieza brillante!
De la estrella partida en el frente de su varita salieron disparados arcoíris llenos de colores que el ojo humano jamás podría ver, en medio de los rayos de luz destellaban partículas de magia iluminando las sombras de la habitación convirtiéndolas en sitios de vida, por unos instantes pareció que el esqueleto con el que antes había chocado galopaba sobre los arcos salidos de la imaginación de la princesa quien con el rostro iluminado por la energía mágica que parecía desbordar de la estrella rota en el frente de su varita y una sonrisa desencajada de alegría pura pensaba en lo bien que se sentía hacer magia.
Repentinamente la varita tosió, parpadeó un instante y toda la parafernalia fantástica que había conjurado se desplomó como un montón de trapos mojados cubriendo la multitud de objetos que habían sido llamados para organizar, tras otro par de tosidos y lo que sonaba sospechosamente como el motor de un automóvil que ha estado andando sin aceite la magia desapareció y el cuarto se volvió a sumir en la semioscuridad tal cómo antes excepto que varias veces mas sució.
-¡Rayos! ¿Qué fue eso? -Star probó a golpear la parte superior de la varita contra la palma de su mano izquierda pero esta no hizo nada, la levantó de nuevo enfocando su energía y pensamientos en crear algo de iluminación a lo que el instrumento mágico respondió lanzando un haz de luz similar al de una linterna; un poco más tranquila al comprobar que no había roto su posesión mas preciada la joven se calmó a si misma pensando que tenía que trabajar en el hechizo de limpieza y una vez que funcionara anotarlo en su libreta pero eso podía esperar, de momento tenia que seguir buscando.
-¡Guack! -el tacto de los apagados arcoiris era exactamente el de un trapo mojado que se ha olvidado sin secar debajo de la cama, hasta le pareció poder oler el aroma- Esto definitivamente no salió como lo esperaba.
Tironeando con ambas manos los restos del hechizo, algunos con mas fuerza que otros y tras tropezarse mas de un par de veces con algunos de los objetos que había acumulado a lo largo de los meses Star consiguió finalmente depositar la mayoría de las cosas en varias esquinas de la habitación quedándose sólo con un montón de objetos en el centro entre los cuales seguramente se encontraba aquel que tenía ya algunas horas buscando.
-Nop -la caja con un Narwl deforme fue descartada rápidamente seguida de una cantidad nada despreciable de sus pertenencias entre las cuales se incluían una bola de cristal para ver el futuro que nunca había podido hacer funcionar, un set de alquimia que le habían regalado sus padres un par de años antes con la esperanza de que el estudio de la ciencia ayudara a la dispersa mente de su hija a enfocarse.
Star sonrío recordando el día en que un experimento realizado junto a Ponyhead había terminado en una explosión nada despreciable que había obligado a cerrar toda un ala completa del castillo durante la mayor parte de un mes para poder realizar las reparaciones pertinentes.
La sonrisa se convirtió rápidamente en una mueca al sostener entre sus dedos como algo ponzoñoso una fotografía de su exnovio el príncipe demonio Tom Lucitor que este le había regalado cuando aún salían juntos, estuvo tentada a lanzarla al otro lado de la habitación pero la mantuvo con ella un momento mientras rememoraba no sin cierto desagrado los días que había compartido con el chico.
No había sido una mala persona, al menos considerando que era mitad demonio pero era demasiado propenso a enojarse en demasía por las cosas mas pequeñas, cualquier contratiempo le hacía explotar, literal y figurativamente, obligando a que todas las personas alrededor suyo -la princesa de Mewni incluida- tuvieran que andarse siempre con pies de plomo a su alrededor; en cierta ocasión la joven había tenido el "descuido" de ser demasiado amable con un joven sirviente quien le estaba sirviendo una bebida y se lo había agradecido con una sonrisa, al darse cuenta el príncipe del inframundo entró en tal frenesí que el pobre paje se podía considerar con suerte de haber salido librado con tan solo la mitad de su cabello en cenizas y ninguna quemadura importante en su cuerpo, para Star fue la gota que derramó el vaso y había roto su relación con el joven pocas horas después para gran decepción de los padres de ambos quienes preveían un futuro de unión para ambas familias.
Los recuerdos de un chico la llevaron inevitablemente a los de el otro que ocupaba su mente en esos momento y a su pesar no pudo evitar realizar las odiosas comparaciones entre ambos:
Tom era agradable a la vista claro, tenía una confianza en si mismo a prueba de todo y sabía bailar como… bueno… un demonio, por no mencionar que cuando decidía ponerse cualquier ropa que no fuera su atuendo habitual podía atraer todas las miradas femeninas en varios metros a la redonda.
Marco por su parte tampoco era desagradable de mirar, a diferencia del demonio que pasaba horas frente al espejo para poder conseguir su peinado los rizos del chico latino parecían estar siempre desordenados pero exactamente en el lugar correcto, su mirada era cálida y amable en contraste a los ojos fríos y acostumbrados a mirar con cierto desprecio a los demás que poseía su exnovio. Y luego estaba el lunar bajo su ojo derecho, Star no sabía bien que tenía pero por alguna razón siempre que estaba frente a su amigo no podía evitar que su mirada vagara hasta posarse en esa perfecta imperfección en su rostro.
La chica sintió una calidez muy agradable cubrir sus mejillas y justo cuando se decía a si misma que debería concentrarse en lo que estaba haciendo localizó el objeto que buscaba debajo de un escudo de armas de su familia enrollado a medias; apresuradamente lanzó el objeto al otro lado de la habitación sin siquiera notar la nube de polvo que este levantaba al caer al piso y tomó lo que había venido a buscar en primer lugar: su diario.
Sin dilación lo abrió y pasando velozmente las página que no le interesaban en ese momento llegó al lugar indicado.
