NOTAS DE LA AUTORA:

1) Esta obra es un remake de mi viejo fanfic de SS "Ángel de Hielo", publicado en esta plataforma alrededor del año 2007. Se ha modificado tanto la trama como algunas de las características de los personajes.

2) Debido a que tengo algunos capítulos ya redactados y listos para una revisión final antes de ser subidos a , este fic se actualizará semanalmente, todos los viernes.

3) Todos, ABSOLUTAMENTE TODOS, los comentarios se responden. Pero si no tienes una cuenta aquí en y posteas tu review como invitado, si quieres una repuesta, por favor deja un email. Así podemos conversar y pasarla bien (n-n)/

4) PRÓXIMAMENTE se estará subiendo contenido interactivo a esta plataforma. Esto significa que aquellas personas que cumplan con la consigna semanal y respondan en los reviews podrán tener acceso a MATERIAL EXTRA que no será/puede ser subido a esta plataforma o fue mostrado como irrelevante para este fanfic. ESTÉN ATENTOS SI QUIEREN JUGAR PORQUE PROMETE SER MUY INTERESANTE.


Aclaraciones.

1) La existencia de "Saint Seiya Omega" y "Saint Seiya Soul of Gold" será totalmente ignorada, pues para lo que a esta autora respecta, nunca existieron ni formaron parte del cannon.

2) Esta obra se posiciona casi 4 años después de la guerra de Hades.


CAPÍTULO 1

La douceur de vivre

(La dulce vida)


Afuera una potente ventisca se desataba. A sus pies, una carta del Santuario había caído de entre sus pertenencias. Tiempos de cambio se avecinaban. La ausencia de la armadura de Cygnus en Siberia, junto con la desaparición de su alumno eran augurios de calamidad. Él lo sabía y, sumado a las malignas sospechas que arrastraba consigo, esta convocatoria no hacía más que reafirmar sus más oscuros pensamientos.

El Cloth de Acuario reposaba a un costado del cuarto, en una tenue penumbra alejada del candor del fuego de la chimenea. Podía divisarlo claramente desde su posición a los pies de la cama y al hacerlo, solo se preguntaba si pronto debería portar el ropaje sagrado de oro para una nueva batalla... Se permitió divagar unos momentos, luego decidió que era tiempo. Debía volver a la realidad. El camino de prendas que marcaban un trayecto que desembocaba en la cama fue deshecho. El fuego de la chimenea se atenuó y sin que se dijera más tomó sus pertenencias, procediendo a marcharse en medio de la ventisca.

5 AÑOS DESPUES.

SANTUARIO DE ATHENA.

Casa de Escorpión.

11:45 a.m.

Camus de Acuario despertó la mañana del 9 de Noviembre en un cuarto de la casa de Escorpio. Se descubrió sobre la cama, usando un sombrero vaquero junto con una camisa y jeans que no reconoció como propias. Con mucho desencanto por la situación se puso de pie y sintiendo su equilibrio afectado junto con un leve malestar en la parte posterior de la cabeza, supo que tenía resaca.

¿Qué habían hecho en casa del Escorpión? Nada más ni nada menos que la celebración de cumpleaños número 24 del ya mencionado caballero. Camus, al igual que Shion, sabían perfectamente cuál era la fama que el de cabello morado tenía en lo que respectaba a festejos, sin embargo el patriarca permitió el festejo en las doce casas debido a la insistencia de Saori y a la promesa de ser una reunión pequeña con unos pocos invitados. ¡Y vaya que Shion se creyó el cuento! ¿Reunión pequeña? ¡Pequeños los sueños de Hades! Esa fiesta fue una de las más memorables del año, y no por haber tenido épicas y monumentales magnitudes, sino por el estado en el cual quedaron los invitados:

Camus bajó las escaleras con cuidado. En el trayecto ya había identificado a Shaka de Virgo durmiendo plácidamente en la bañera del piso superior con la pantalla de una lámpara a modo de sombrero en la cabeza, a Aioros de Sagitario durmiendo abrazando el inodoro y a Aioria de Leo vomitando en un bote de basura. Sin duda las cosas se habían salido mucho de control, y Milo debía responder por sus decisiones.

Al llega a la cocina el aroma a tocino frito y a café sacudió sus sentidos. Tras afilar un poco la mirada descubrió que era Kanon de Géminis el que estaba haciendo el desayuno/almuerzo. Este se hallaba despeinado como nunca antes en la vida, vistiendo la misma ropa que usó en la fiesta solo que esta estaba demasiado arrugada, y con algunos moretones en la cara.

‒¡Buen día, Camus!‒

¡Aleluya! Milo de Escorpión apareció caminando por el pasillo, justo a espaldas de Camus. Pasó a su lado dándole una palmadita en la espalda, y tras saludar a Kanon, procedió a tomar unas tazas y la jarra con café recién hecho. Cabe mencionar que esto a Camus no le causó nada, nada, nada de gracia. La razón radica en que Milo estaba perfectamente desnudo, salvo por una sabana que se mantenía atada a su cintura.

‒¿Ya se fueron las chicas?‒ Preguntó Kanon bostezando.

‒Ni siquiera recuerdo donde las dejé.‒ Anunció Milo mientras servía el café en las tazas.

‒Milo.‒ Dijo Camus con molestias. Hizo una pausa para tomar la taza de café que le ofrecieron y tras tomar un sorbo sintió un hormigueo en la lengua. Estaba demasiado fuerte.‒ Ponte unos pantalones.‒

‒¿Por qué?‒ Milo estaba con resaca pero con un buen humor tan impecable que lo disimulaba perfectamente.‒ Después de todo, estoy en mi casa. Por cierto, lindas chaparreras.‒

De no haber estado con resaca y con tanto cansancio encima, sin duda, Camus habría dejado calvo a su mejor amigo, pero tuvo que contenerse. Con un pequeño gesto que Milo supo leer muy bien le indicó que deseaba respuestas, y por supuesto, se le fueron concedidas muy amablemente junto con un plato de tocino grasoso y pan tostado.

‒Fue Ikki.‒ Respondió Milo, cómodamente, alzando hombros.

‒¿Ikki? Es menor de edad, Milo. ¿Qué hacía aquí? Se supone que solo los Dorados estábamos invitados.‒

‒Shaka lo invitó.‒ Kanon interrumpió y Milo asintió dándole la razón.

‒Descuida, es el más grande de entre los niños de bronce. Además, es muy maduro para su edad. Usó el Puño Fantasma sin que te dieras cuenta después de que volvimos del bar.‒

‒¿Qué hizo qué?‒ Camus estaba cada vez más molesto. Mentalmente se recordó averiguar si Hyoga había tenido algo que ver con todo eso. Hasta entonces, su orden de fusilamiento quedaba en estado de pendiente.

‒Claro, ¿acaso crees que tu solo aceptarías el look de vaquero?‒ Kanon soltó una carcajada. Milo intentó no reírse, y procedió con su explicación.‒ Se molestó cuando le dijiste que debía retirarse. Ya sabes, en la competencia de bebidas.‒

‒¡No podía ser de otro modo! Nuestro compatriota francés vence a los locales en la competencia de catador de vinos.‒ Kanon interrumpía otra vez. Nuevamente, Camus con una mirada gélida lo mandó a callar.

‒Estaban alterados….¿cierto?‒ Preguntó, y Milo asintió con la cabeza.´

‒Es mi cumpleaños ¿acaso esperabas otra cosa?‒

‒… ¿Dónde están Saga y Shura?‒

‒Meh… Se largaron a las 5 de la mañana cuando la fiesta se puso picante. ¿Qué te digo? A Saga no le gustó que trajéramos esas pollitas del bar.‒ Kanon.

‒No importó mucho ¡Hubo más amor para mí!‒ Y entre carcajadas Milo y Kanon chocaron tazas a modo de brindis.

Camus se encontraba negando con la cabeza cuando Aioros apareció destruido por la puerta, siendo seguido por Aioria quien se encontraba murmurando algo sobre que su Marincita iba a matarlo si llegaba a verlo en ese estado.

‒Adivino: debo preparar el Revivegatos ¿verdad?‒ Kanon habló con una sonrisa burlona.

‒Cállate, Kanon. Aioria no lo está pasando bien.‒ Aioros tomó asiento en la mesa y aceptó el café negro de buena gana.

‒¡Nunca desafien al francés en una competencia de bebidas!‒ Cantó Milo. Camus sonrió de lado un momento.

‒…Solo ustedes tienen tanta energía después de una fiesta así. ¿Cómo pueden hacerlo?‒ Murmuró Aioria, destrozado sobre la mesa mientras veía con desánimos como Kanon juntaba en la licuadora vodka, huevos, y otra sarta de abominables ingredientes para su remedio milagroso para la resaca.

‒Ni idea. Ni siquiera recuerdo la mitad de las cosas que pasaron ayer.‒ Milo alzó hombros.

‒¡Mu! ¿Dónde estabas? Te busqué en cuanto desperté y no te encontré en ningún lado.‒ El ariano entraba en la cocina arrastrando los pies, muy sonrojado, demasiado rosado, y con ramas y hojas atravesados en su melena lila.

‒…Desperté en el techo.‒ Respondió con una voz aguda y rasposa. Cada persona presente en la cocina puso una mueca de dolor un momento empatizando su dolor.

‒….Allí estaba.‒ Murmuró Aioria. Milo y Kanon intercambiaron preocupadas miradas y, mientras Aioros se compadecía del lemuriano y cedía su silla para que se sentara en lo que asaltaba el botiquín de Milo en busca de algo para el dolor de cabeza, el escorpiano murmuró:

‒Creo que a Shion no le va a causar mucha gracia eso.‒

‒…Si alguien nos pregunta, también fue idea de Saga.‒

‒¿Alguien vió a Afrodita y a Maske? La última vez que estuve mazomenos lucido los recuerdo en la fiesta…‒ Preguntó Mu con un hilo de voz.

En esos mismos momentos.

Templo de Piscis.

Mascarita despertaba sintiendo una incómoda sensación en su espalda y olor a tierra en su nariz, como si hubiera estado durmiendo a la intemperie. La lejana voz de alguien comenzaba a despabilarlo, sin embargo los aun presentes efectos del alcohol y de la resaca le hacían sentir como si hubiera arena bajo sus parpados, impidiéndoselo abrirlos con rapidez. Sentía frío en cada una de sus extremidades, e inconscientemente lo único que llegaba a hacer era a aferrarse más fuertemente contra la única cosa blanda que le daba calor.

‒¡Eh, muchacho!‒

Docko lo encontró mientras se encontraba caminando hacia el templo principal Se acercó con la cautela de no maltratar las plantas y, tras sentarlo entre los rosales, lo sacudió suavemente intentando hacerlo reaccionar.

‒Está bien divertirse, pero tampoco es bueno arriesgar la vida en este tipo de diversiones. A Shion no le causará mucha gracia si llega a verlos así.‒

‒¿Docko…?‒

Para variar Máscara despertó de mal humor. Luchando por enfocar bien la vista, vió al antiguo maestro vistiendo los mismos trajes tradicionales que solía utilizar en los Cinco Picos y de un solo osco movimiento logró que lo soltara.

‒¿De qué hablas?‒

Docko no respondió nada, solo desvió la mirada a un costado. Mascara le imitó y ambos en silencio, quedaron mirando a Afrodita de Piscis, quien permanecía acostado boca abajo en la tierra entre los rosales, durmiendo profundamente y con la nariz muy, muy roja.

Fue una fiesta muy memorable ¡sin duda! Sin embargo ¿alguna vez escucharon que "Si te acuestas con perros, amanecerás con pulgas"? Pues así fue la situación: una fiesta tan memorable con bromas tan épicas no pudo quedar impune. Verán, después de que Shion descubriera a Mu todo tostado por el sol, no le quedó otra opción que, simplemente, tomar las medidas adecuadas en contra de los descontrolados jovenzuelos. Claro está que ni siquiera Mu quedó fuera esto, y los resultados fueron: una extensión en la carga horaria de rondas de vigilancia nocturna que realizaban, ampliación de sus deberes en el santuario y un horario de entrenamiento más riguroso. Apenas los únicos que lograron salvarse fueron Afrodita y Mascara de la Muerte, puesto que no se pudo comprobar que estuvieran festejando hasta el amanecer junto con el resto de los dorados ¡y apenas lo lograron por un pelo de rana calva! Y para mejorar las cosas el castigo empezaba de inmediato.

Coliseo.

07:49 p.m.

Un fuerte viento soplaba de frente. Su melena era arrastrada con tanta facilidad por esta que se vió obligado a usar su mano para que algunas hebras de cabello no obstruyeran su visión. Abajo, saliendo de la arena de duelo, de una densa nube de polvo, estaba Milo. El escorpiano alzó su casco del piso antes de subir por las escaleras rumbo hacia donde Camus lo esperaba desde las alturas. Una vez frente a frente, ya con el casco puesto, intercambiaron miradas y Camus pudo ver el rostro golpeado de Milo.

‒Adelante, dilo.‒ De mal humor, Milo avanzó rompiendo la tensión del momento encaminándose para salir de las instalaciones.‒ Aldebarán me hizo pedazos.‒

‒Resististe más que muchos.‒ Le concedió.‒ Mu al menos no duró demasiado.‒

‒¿Y tú? ¿Cómo es que te libraste del entrenamiento cuerpo a cuerpo?‒

‒No hubo tiempo suficiente. Seré el primero mañana en el entrenamiento con Docko.‒ Dijo, y una mueca de dolor por parte de Milo a modo de respuesta fue suficiente.

‒¿Tomamos algo en el templo esta noche?‒

‒No. Comienzo la guardia nocturna de inmediato.‒

‒¿Entonces? ¡Ah, claro! Regresa el resto de los niños de Bronce. Durante un tiempo tu templo va a estar muy atestado ¿no te molesta?‒

Milo detuvo su andar. En la lejanía se alzaba el imponente templo de Aries, y en su entrada no solo podía divisarse a Mu junto a su aprendiz recibiendo a los recién llegados caballeros, sino que Ikki y Shiryu se encontraban dándoles una calidad bienvenida a Pegaso, Andrómeda y a Cygnus. Camus se le adelantó, y desde lejos su mejor amigo vió como Cygnus ante la inminente presencia de su maestro corría a su encuentro.

Hyoga, al igual que los otros, habían crecido muchísimo desde la última vez que estuvieron en el santuario. Camus pudo verlo con claridad desde antes de que Hyoga se detuviera en frente suyo haciendo una respetuosa reverencia: algunos de los rasgos infantiles de su rostro se habían afinado, haciéndose un tanto más masculinos, su blonda melena había crecido vigorosa hasta que sus hebras cubrían parte de sus hombros y se perdían en su espalda, sin embargo ese modo de ser suyo tan amoroso no había cambiado ni un poco. Milo podía verlo en sus ojos y en la sonrisa que adornaba su rostro, como los de un hijo que se reencuentra con su padre después de tanto tiempo:

‒¿Cabello largo, Cygnus? Me gusta el cambio, niño.‒

‒Milo, es un placer volver a verte.‒ Dijo rascando su cuello, un tanto apenado. La razón de esto era la sonrisa mañosa que aparecía en el rostro del escorpión pues era demasiado evidente que Hyoga intentaba parecerse un tanto a Camus.‒ Maestro ¿nos acompañará en el ascenso al templo?‒

‒Aún tengo trabajo.‒ Respondió Camus negando con la cabeza.‒ Vine a darte algunas instrucciones sobre tu estadía en la Casa de Acuario.‒

La charla entre ambos fue breve. Camus se limitó a recordarle algunas de las reglas del templo junto con algunas nuevas normas que incluían a los otros Santos de Bronce. Tan pronto se separaron, Milo se marchó tras Hyoga. Saori estaba esperándoles en el Templo Principal junto con Shion para informarles acerca de su integración a las actividades junto con los demás caballeros, por lo que no podían tardar demasiado. Incluso desde la lejanía podía sentirse el cosmos de Saori inquieto y ansioso por su pronto arribo.

El resto de la noche pasó sin mayores contratiempos para Acuario. Incluso coordinando los movimientos de algunos santos de plata como parte de sus nuevas actividades, Camus no tenía problema alguno. Recorriendo a pie cada extensión del territorio del Santuario, sin descuidar sus labores no paraba de pensar en lo que vendría ahora que Hyoga y los otros habían retornado al Santuario. Finamente, habían completado el periodo de estudios en su país natal que Saori había dispuesto para que descansaran de las arduas guerras y se mantuvieran a la distancia de la dolida vida del guerrero, sin embargo la verdad es que era su destino retornar. Ahora Hyoga podría seguir sus pasos, y dedicarse exclusivamente a sus labores en el Santuario. Esto implicaba un punto de no retorno. Después de del presente día su templo dejaría de sentirse con la típica quietud de un lugar desatibado y se llenaría de una quietud rara y llena de vida a la cual no estaba demasiado acostumbrado. No es que le preocupara, más bien todo lo opuesto. Le hacía sentirse vivo, y preparado para todo lo que fuera a llegar.

Esa misma noche.

Lyon, Francia.

11:40 p.m

Una asquerosa pila de papeles cayó sobre la mesa. Cuentas y más cuentas se apilaban, entre tantos otros papeles y documentos, llegando a cifras fatales que no le caían nada en gracia a la joven que se encontraba revolviendo entre ellas. Ella estaba cansada, sus parpados le pesaban y sentía como arena en ellos cada vez que le tocaba abrirlos… Sin embargo, allí estaba ella, intentando continuar pese a que su cuerpo le pedía, le rogaba, un alto para descansar. La razón de todo esto, se encontraba durmiendo en un cuarto contiguo con un pijamita con orejas de osito en la capucha y una lamparita de noche que reflejaba estrellas en las paredes.

‒¿…Tante*?‒

Léa se sobresaltó ver una sombra asomándose por la puerta. Se frotó los ojos un momento tras quitarse los anteojos, y una sonrisa amable apareció en su cara.

‒Pequeña.‒ Dijo, y la pequeña criaturita que se asomaba por la puerta de su cuarto caminó a su encuentro.‒ ¿Qué haces despierta a esta hora?‒ La alzó en brazos y sentándola en su regazo la envolvió en una mantita mientras ella se acurrucaba en contra suyo.‒…De acuerdo, iré a la cama contigo. Solo…espera a que termine de preparar estos papeles ¿si, ma vie*?‒

La pequeña criaturita asintió con la cabeza. Léa apenas llegó a separar los documentos que necesitaba y, tras apagar la lámpara a duras penas, se puso de pie marchándose al cuarto que había separado para su pequeña sobrina. Se metió en cama con ella, y arropándola cuidadosamente, divagó un momento. Su adormecida mente le recordó que estaba molesta con Cossette, por no haberla ayudado en los preparativos del funeral, y al final se fijó en las maletas que, sabía, estaban al pie de las escaleras, listas para una rápida partida al día siguiente. Dudó un momento, de nuevo. Quizás no era la mejor idea, se dijo... Luego apretó el pequeño cuerpecito de la niña entre sus brazos, y besándole fuertemente en la frente, se dejó entregar al sueño, deseando con todo su corazón que Camus de Acuario, fuera en realidad un mejor hombre de lo que creía.

Continuará.


EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO:

"Ante este panorama Milo entró en la Casa de Acuario con una idea más clara sobre lo que iba a enfrentar, sin embargo, jamás esperó aquello que lo sorprendió hallándose en silencio, sentada sobre una maleta a mitad del pasillo, a una distancia prudente del Salón de Armas. Durante un momento vino a su mente un recuerdo de las lejanas épocas de su infancia, en el cual escapando de su maestro y de la atenta mirada de Saga, se hallaba explorando uno de los tantos terrenos rocosos que rodeaban la zona de las Doce Casas, y vió a Camus por primera vez."


Glosario:

1) Tante : (francés) Tía

2) Ma vie : (francés) Mi vida