Aquí otras de mi paranoyas Esta vez muy original y con aventuras y SasuNaru de por medio ¡Cuánto adoro esta prejita! Espero que les guste.

Disclaimers: Naruto pertenece al harem de Masashi Kishimoto, por desgracia T.T

Un pacto con Nekomata

Continuó caminando como llevaba haciendo una semana, sin parar ni para comer, ni para descansar, ni siquiera se detuvo cuando Jiraiya cayó agotado, hacía ya un día de aquello.

Los que conocen a Naruto, saben que una de sus mejores cualidades, es que no se detiene hasta que alcanza su objetivo, y esta o iba a ser una excepción. Al menos no ahora, no cuando estaba tan cerca de cumplir lo que hacía ya tanto tiempo que intentaba, aunque su cuerpo le dijese lo contrario, aunque el aire ya casi no le llevaba a los pulmones, aunque sus piernas no pudieran caminar mas, aunque estuviera exhausto.

Sus rodillas flaquearon y se precipitó contar el suelo, chocando violentamente contra él, intentó levantarse pero fue inútil, sus extremidades parecían no querer responder, sus piernas estaban tan magulladas, que podía ver el hueso en algunas zonas de ellas, estaban en carne viva.

-Eres un burro – le insultó alguien que lo alzó.

Quiso abrir los ojos, pero no puedo, ni siquiera podía identificar aquella voz, su cerebro ya no respondía, ya no le llegaba aire, no podía pensar, todo se volvía oscuro por momento, hasta que lo que quedó fue la absoluta oscuridad.

- We´re fighting dreamers...- cantaba una voz – Right here! Right now! – seguía cantando.

¿Dónde estaba? ¿Por qué le dolía todo? ¿Quién estaba cantando? Estaba tan tremendamente confuso, lo último que recordaba era todo negro, y lo anterior a eso era... No lo recordaba, nada parecía funcionar en su cuerpo, no era capaz ni de mover un mísero músculo.

-¡Maldición! – gimió abatido.

-¿Qué pasa Naruto? – le preguntó una voz masculina.

Esa voz le sonaba mucho, la había escuchado antes, le era muy familiar, pertenecía a alguien que conocía muy bien pero... ¿Quién era? ¿Cómo había llegado allí? ¡Arg! ¡Maldito cerebro! ¡Quería que funcionase!

-Entiendo – se dio por enterado – Te echaré una mano.

Escuchó como se levantó y tomó algo del suelo, algo poco pesado por la facilidad con la que lo cogió. Caminó hacia él con el peso incluido y...Sintió como algo frío y húmedo, mundialmente llamado agua, caer encima de él.

Todo funcionó en ese momento como auto-defensa, su cuerpo reaccionó, se incorporó y sus ojos se abrieron como platos, identificando todo lo que había a su alrededor, ya lo recordaba todo y su cuerpo estaba al cien por cién.

-¿Por qué hiciste eso Ero-senin? – preguntó enfadado.

-Por que tu cuerpo estaba colapsado – respondió sin inmutarse de sus amenazas el senin.

-¡Me has tirado un cubo de agua! – protestó el singular rubio.

-Ya me he fijado – dijo como si nada el peliblanco.

-Pero... – quiso protestar - ¿Dónde estoy? – preguntó de repente mirando a todos lados con energía.

-Tranquilízate, Naruto – le pidió levantándose del suelo – Estamos cerca.

-¿Y qué hacemos aquí parados? – le cuestionó gritando mucho y agitando los brazos.

-¡Por qué estoy discutiendo contigo! – le respondió enseñándole el puño - ¡No me enfades qué te lo comes! – le amenazó.

-Ya... – le ignoro intentando situarse – ¡Partamos! – chilló bien alto.

-¡Tenemos qué descansar! – le recordó.

Antes de que el sensei del kitsume acabara la frase, Naruto ya estaba corriendo entusiasmado, su sueño estaba por cumplirse, estaba tan cerca... tanto que casi podía tocarle, lo único que separaba a Naruto y su sueños eran varios kilómetros, ¡Ya faltaba poco! Llevaba tanto tiempo deseando tener una oportunidad como aquella... ¡Apenas podía creer qué fuese real! Su anhelo estaba a unas zancadas de distancia.

Alzó el brazo, dirigiéndolo hacia el horizonte, como intentando tocar el sol para quemarse y ver que no estaba soñando, por fin podría alejarle de él, apartarle de las tinieblas, darle una razón por la que vivir, podría llenar su corazón... Sólo tenía que hacerlo bien, darle lo que quisiera a cambio y podría traerle de vuelta.

-¡Naruto! – le llamó el pervertido - ¡Ve más despacio!

-¡Jamás! Nunca me detuve cuando me dijiste que era inútil, cuando sabía que sería imposible – gritó aún corriendo – No me pidas que me detenga cuando estoy apunto de conseguirlo – le pidió mientras sonreía.

Hacía ya muchos años que Naruto no sonreía de aquella manera, a sus veinte años había dejado de sonreír tanto, seguía sonriendo, pero no de aquella manera por que no encontraba razones para hacerlo, las perdió todas el día que cierto Uchicha abandonó Konoha para no volver jamás, desde ese día se prometió que le traería de vuelta, aunque todo se pusiese en su contra, no le importaba, lo conseguiría.

-Jamás cambiarás... – susurró para sí el senin mientras corría - ¡Come algo al menos! – le gritó tirándo a Naruto algo de comida.

Mientras seguían corriendo, y comiendo, cruzaron las afueras de la ciudad oculta de la lluvia, donde la gente se quedaba mirándolos por su aspecto. Después de dejar atrás esta aldea siguieron corriendo por una gran llanura, hasta que divisaron al final del todo, un inmenso bosque.

-Por fin – sonrío con una mueca pícara.

-Tranquilidad Naruto – le pidió mientras aumentaba el ritmo.

Una hora más tarde, delante de ellos se erguía un enorme bosque frondoso, de árboles robustos y de un verde muy intenso. Naruto los miraba con excitación, llevaba tanto tiempo buscando aquel maldito bosque... Y por fin lo tenía delante, y con él todo lo que deseaba.

-Naruto, sabes muy bien que tendrás que entrar solo – le recordó con cierta tristeza.

-Lo sé Ero-senin – admitió mirando el suelo – Sé que entrar en "El bosque de la Muerte" donde habita Nekomata, bijuu de dos colas, y hacer un trato con él, no es una idea muy brillante.

-Y sabrás también, que sino vuelves en dos días, ni dos noches, le contaré todo a Tsunade, vendrá a buscarte y será tu última travesura.

-Lo sé – dijo tristemente – También sé que esta es la última oportunidad, y que sino lo consigo, ya no puedo olvidarme en lo de salvar a Sasuke – recitó de memoria.

- Solo quería asegurarme que conocías los riesgos – le dijo dándole un palmadita en la espalda – Ya puedes ir.

Olvidando lo anteriormente dicho, Naruto dio un paso, sonriéndo, presentía que esta vez lo conseguiría, que después de ocho años, esta vez había acertado, cumpliría su sueño, junto con lo de convertirse en Hokage, pero sabía que eso podría conseguirlo entrenando mucho y con mucho esfuerzo, pero lo de su excompañero de equipo... Era casi imposible.

Fue ese casi el que lo impulsó a no rendirse, sino hace años que hubiera perdido ese brillo que tenía en los ojos, aquel que lo convertía en aquel chiquillo, de doce años que siempre se peleaba con su mejor amigo, y que intentaba conquistar el corazón de cierta chica con el pelo rosa.

-Naruto – le llamó con un tono de preocupación.

-¿Qué pasa? – preguntó alzando la voz molesto.

-No te sobrexcites – le recomendó.

-No te preocupes por mí, pervertido – lo tranquilizó – Ya sé cuidarme solito.

Sin ninguna palabras más, por parte de ninguno de los dos, Naruto se internó en el peligroso y oscuro bosque, donde se escondían sus deseos.

Dejó de caminar a dos pasos de su destino, mirando jadeando la cueva que tenía ante él. Cayó de rodillas, dejándose tiempo para recuperarse, no sabía lo que habría dentro, ni contra lo que tendría que pelear, necesitaba fuerzas.

-No te detengas ahora, Naruto – se ordenó a sí mismo – No te rindas ahora que tienes el cielo a dos pasos – se obligó a levantarse.

Cogió aire y se levanto lentamente, rezando para que no le fallaran ahora, volvió a caminar, sin parar de jadear por el cansancio, hacía un día y medio más o menos que había entrado allí, hasta que encontró la maldita cueva donde se escondía el Nibi.

En la cueva se escuchaba el silencio y sus pasos, apenas se veía nada. Hizo un justsu y creó una pequeña llama en su mano, que le alumbró el camino, hasta llegar al fondo de ella, mientras una sonrisa se volvía a dibujar en su rostro, observo "La capilla de la muerte", donde estaba encerrado el Nekomata.

Apenas dio un paso cuando, un apenas audible eco, de sus pasos, se propagó por la sala, despertando al enorme gato monstruoso que tenía delante.

-¿Quién se atreve a despertarme? – preguntó enseñando sus colmillos el gato.

-Yo – le dijo en un tono arrogante.

-¿Quién te crees qué eres para hablar así al gran Nekomata? – le interrogó abriendo su tercer ojo.

-Uzumaki Naruto – le informó sin incomodarse por su cercanía.

-Podría deborar ahora mismo tu alma – pensó en alto.

-Pero no lo harás – le casi ordenó mirando a la criatura con intensidad.

-¿Por qué? – preguntó estallando en una sonora carcajada –Eres un simple humano, serías una simple alma más, eres demasiado débil para mí – presumió amenzándole con su tercer ojo.

-Te equivocas en las dos cosas – afirmó cortante.

-No lo hago – quiso concluir la conversación echándose encima de él.

-Claro que sí – le esquivó – Primero, no soy un " simple humano", hay gente que no me considera humano y soy más poderoso que tú – le dijo sin mirar al gran gato

-¿Más poderoso qué yo? – se rió- ¿Quién te crees qué eres? – le preguntó

-El Kuyybi, para empezar – le enseñó sus ojos de demonio.

-¿Qué quieres maldito demonio? – le preguntó nervioso el Nibi.

-Eres la mascota del Dios de la Muerte ¿no? – le interrogó-

-Si... – afirmó tajante.

-¿Podrías conseguirme un favor? – le preguntó de nuevo.

-¡Por qué tendría qué hacerlo? – dijo con arrogancia.

-Por que sino te mataré – le recordó con frialdad.

-¿Qué es lo qué quieres? – se resignó

-Quiero que hagas que él vuelva – le dijo lazando al gato la antigua bandana de Sasuke.

-Interesante – afirmó cogiendo lo que le habían lanzado - ¿Es todo lo qué quieres?

-Si – confesó.

-Por mucho que sea el gato de El Dios de la muerte... – hizo una pausa – Tengo poder sobre las almas de personas muertas – añadió.

-¿Qué quieres decir? – perdió la apciencia.

-Que no puedo cambiar la voluntad de nadie – le aclaró.

-¿NO PUEDES HACER NADA? – estalló de rabia.

-Yo no he dicho eso – ronrroneó bajando las orejas asustado.

-¿Cómo? – detuvo su agresividad.

-NO puedo cambiarle, pero puedo llevarte al principio de todo, a la raíz del problema para que tu lo arregles – le dijo.

-¿Qué quieres decir? – le cuestionó.

-¿Aceptas o no? Tienes la oportunidad que verle de nuevo – le tentó – A cambio... me debrás una...

Dudó unos instantes, pero sin dejarle ver al Nibi ninguna debilidad por su parte, no sabía a quese refería exactamente aquel gato, pero le estaba dando la opción de poder verle, de poder recuperarle, de poder traerle de vuelta..

-Acepto – le dijo temerario

-Nuestro pacto – dijo abriendo su ojo - ¡Queda sellado! – gritó.

Después de que aquel gato gritase aquello, un sello apareció en su nuca, para segurarse de que el pacto se cumpliese, y después todo se oscureció ¿Qué pasaría ahora? ¿Dónde aparecería? ¿Había echo bien?