I.
Una chica de preparatoria corría a toda velocidad a través de intrincadas calles de la ciudad. Sentía que en cualquier momento su cabeza iba a explotar debido al intenso dolor que sentía en ese momento, era como si miles de agujas se clavaran directamente a su cerebro. Unas pequeñas lágrimas habían aparecido en sus ojos a medida que avanzaba. A lo lejos era capaz de oír cómo alguien la llamaba pero eso a ella le daba igual, ahora mismo lo único que quería era alejarse todo lo posible de donde había estado antes.
Debería haber previsto esto, sabía en el fondo de su corazón que era imposible huir de esto, huir de eso. Pero no podía hacer nada, lo había intentado, maldita sea si no lo había hecho, pero había sido inútil, cada vez que intentaba pararlo siempre encontraba alguna manera de evadir todos los esfuerzos que ella hacía. Y cada vez que la vencía aquella voz endemoniadamente molesta se hacía presente haciendo que un odio enorme la consumiera por dentro.
-Sabes que es inútil Nico-chan, ¿por qué simplemente no te rindes? No importa lo que hagas siempre ganaré yo -dijo y soltó una risita que se caló en lo más profundo de la mente de la chica.
-¡Cállate, cállate, cállate! -gritó a todo pulmón como respuesta.
Sin darse cuenta había acabado en una concurrida calle. Aquello estaba a reventar, gente que iba y venía ocupada en sus propios problemas. La pelinegra miró hacia atrás y no vio a las ocho figuras que habían estado siguiéndola. Soltó un largo suspiro y reanudó su marcha. Pero algo hizo que se detuviera en seco, al fondo, no sabía muy bien dónde aquella canción empezó a sonar, y aquello sólo significaba una cosa: estaba a punto de suceder. La pelinegra se revolvió su cabello con fuerza mientras las lágrimas salían con mas intensidad que antes.
De verdad que no sabía cómo acabar con esto...
...
Una hermosa tarde se cernía sobre los habitantes de la ciudad. El tono anaranjado característico del atardecer parecía como una especie de manta gigante que cubría la ciudad entera. En el tejado de la preparatoria Otonokizaka un grupo de nueve chicas practicaba una rutina de baile con el objetivo de mejorar para el Love Live! que tendría lugar dentro de poco tiempo, con eso en mente las chicas se esforzaban al máximo para poder ganar.
-¡De acuerdo!-exclamó una de las chicas-. Eso será todo por hoy, recordad que mañana tenemos practica temprano -dijo y las demás chicas respondieron con un enérgico ''¡Sí!''.
Las chicas se separaron en parejas y se dirigieron a sus respectivos hogares.
-¡Vamos rápido Kayochin! O nos perderemos la oferta del día nya -exclamó la enérgica chica mientras tiraba de la mano de su amiga.
-¡R-Rin-chan, espera! Estás tirando demasiado fuerte -exclamó Hanayo tratando de no caerse al suelo debido a la fuerza de su amiga.
-De verdad-dijo cierta pelirroja uniéndose a la conversación-. Pareces una niña comportándote de ese modo -dijo mientras jugaba con un mechón de su pelo.
-¡Dices eso porque no has probado su ramen nya! ¡Es el mejor de la ciudad!
-Dices eso con cada restaurante nuevo que descubres -dijo la pelirroja con una sonrisa burlona.
La charla entre las tres chicas de primero continuó hasta que las tres abandonaron el tejado.
-''¿Ramen eh...? La verdad es que no estaría mal un poco ahora''-pensó la pelinegra mientras miraba la puerta del tejado directamente-. ''Bueno, supongo que algún día me invitarán a unirme a ellas''-pensó y miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba sola-. ''De acuerdo, hora de regresar a casa''.
Nico abandonó la preparatoria y se dirigió al supermercado que siempre iba para comprar las cosas necesarias para la cena de esa noche. Justo en la entrada de la preparatoria se giró y le echó un último vistazo al edificio, de verdad que aquel lugar se sentía como su segunda casa. A pesar de haber pasado por cosas duras al principio ahora se sentía muy agradecida de haber estudiado allí los últimos tres años. Una sonrisa se dibujó en sus labios y reanudó su marcha.
Ya en el supermercado compró todo lo necesario al mejor precio: carne, verduras y demás. Estaba todo. Revisó la lista que siempre hacía para que no se le olvidara nada. Vio que tenía todo y se dispuso a regresar a casa, seguro que sus dos hermanas y hermano menor le estaban esperando impacientes, después de todo ellos amaban su comida, ¿y quién no?
''¿Love Live uh...? Parece un sueño que después de tanto vaya a participar en algo así...'' Pensó Nico mientras caminaba. Por estar tan metida en sus propios pensamientos relacionados con las idols no se dio cuenta de que el semáforo estaba en ó un gran revuelo a su alrededor y cuando levantó la mirada para ver qué estaba pasando fue demasiado tarde: justo frente a ella vio como un coche se acercaba a toda velocidad, lo único que pudo hacer antes del inminente impacto fue cerrar los ojos y rezar para que no doliera tanto.
Y todo se volvió oscuridad.
...
-¡Oye, niña! ¡¿Me escuchas?!
A lo lejos, la pelinegra podía escuchar una voz. Era la voz de un hombre, y su tono denotaba una enorme preocupación.
-''¿Por qué rayos está gritándole ese hombre a la gran Nico Nii?'' -pensó la pelinegra y empezó a abrir sus ojos.
Los abrió y vio como varias personas se habían congregado a su alrededor., todos le miraban entre curiosos y asustados. Nico se sintió atemorizada al ser el objetivo de aquellas miradas por lo que decidió levantarse y marcharse de allí. Pero no pudo, sintió su cuerpo pesado, como si estuviera hecho de plomo. Hasta el más mínimo movimiento le dolía de manera intensa. A pesar de todo el revuelo que había montado la pelinegra escuchó música de fondo. La melodía de la canción era pegajosa, Nico reconoció la canción, n osabía cuál era su nombre pero la había escuchado hacía poco en aquellos programas de música que pasan canciones antiguas. Sacudió su cabeza y dejó de pensar en aquella canción, ahora tenía mayores problemas que el recordar el nombre de una canción tan antigua. Intentó volver a levantarse, pero como sucedió antes, fue inútil.
-No deberías sobreesforzarte, he llamado a una ambulancia -dijo el mismo hombre que le había estado gritando a Nico.
-N-No hace falta-respondió la pelinegra lentamente-. Nico está bien...
-¿Segura? -preguntó el hombre con tono preocupado.
-S-Sí... No pasa nada -dijo y se levantó lentamente, después de todo aún sentía dolor.
-Al menos deja que la ambulancia de revise, para estar seguros -dijo una señora mayor uniéndose a la conversación.
La pelinegra vio directamente a la señora a los ojos antes de soltar un largo suspiro. Todos en su casa se iban a preocupar, lo mejor sería llamar a casa para decirles que está bien.
-De acuerdo. Pero que sea rápido -dijo y la señora soltó un suspiro de alivio.
...
Nico se encontraba frente a la puerta de su casa. Aquella revisión en la ambulancia se había convertido en una revisión en el hospital. A pesar de las constantes insistencias de la chica de las coletas los paramédicos se negaban a dejarla marchar sin haberle hecho las respectivas pruebas antes, y como consecuencia se había quedado más de lo previsto en el hospital. Y ahora ahí estaba: parada en el rellano mirando a la puerta con una venda alrededor de su cabeza. Se veía ridícula así pero el doctor le había dicho que era por su seguridad.
Introdujo la llave en la cerradura y abrió la puerta lentamente.
Casi inmediatamente después de haber realizado esta acción fue lanzada contra el suelo de manera violenta. Nico sintió un peso extra en su vientre y allí encontró a sus tres hermanos menores mirándola fijamente con lágrimas en los ojos. Antes de que pudiera decir algo los tres pequeños rompieron a llorar violentamente al ver que su querida hermana menor estaba bien .
-Por favor-dijo la madre de Nico apareciendo frente a ellos-, dejad que vuestra hermana se levante del suelo, recordad que ha tenido un mal día.
Los tres pequeños obedecieron a su madre y se separaron de Nico lentamente. Una vez liberada la pelinegra se levantó del suelo y miró a su madre, quien la veía con una sonrisa y que parecía que en cualquier momento rompería a llorar.
-Estoy tan feliz de que te encuentres bien, Nico -dijo y le dio un beso en la frente.
-G-Gracias mamá... -dijo y su madre la abrazó tiernamente, los tres pequeños Yazawa repitieron aquella acción y los cinco integrantes de la familia se abrazaron así durante un buen rato.
...
Nico abrió los ojos.
Estaba sudando.
Había tenido una pesadilla.
No sabía muy bien en qué había consistido pero allí estaba, tendida en su cama cubierta de un frío sudor. Miró a su despertador y vio que ya casi era la hora de levantarse por lo que decidió abandonar su lecho. Fue hasta el baño y frente al espejo se miró el vendaje. Debido al sueño se había soltado un poco por lo que tuvo que volver a colocárselo.
Antes de hacerlo se miró la herida que tenía por mera curiosidad, no era muy grande pero allí estaba: un pequeño corte a un lado de su cabeza. De hecho, si se acomodaba bien su cabello era prácticamente invisible. La pelinegra dio gracias en su interior a su suerte, no sabría qué haría si una horrible herida arruinara su imagen de idol escolar.
Después de haberse preparado en el baño fue hasta la cocina y empezó a prepararles a sus hermanos el desayuno. Los tres estaban agotados ya que se había pasado gran parte del día anterior llorando por lo que le hubiera podido pasar a Nico. La pelinegra en el fondo se sentía mal por haber hecho preocupar así a su familia, por lo que les prepararía el mejor desayuno del mundo, seguro que eso les animaba.
...
La pelinegra llegó a las puertas de Otonokizaka. Por alguna razón se sentía sumamente cansada una vez completó el trayecto, cosa que la extrañaba, ya que siempre había hecho el mismo recorrido y nunca se había sentido tan cansada, ni siquiera cuando el día anterior había tenido aquellas sesiones de práctica con sus amigas.
-''Si das ese paso, todo acabará Nico-chan'' -escuchó una voz que le habló.
Se giró a toda velocidad para ver a la persona que le había dicho aquello pero no encontró a nadie. Miró alrededor en busca del responsable pero lo único que consiguió fue ganarse las miradas de algunas estudiantes que pasaban a su lado.
-¿Qué rayos...? -mumuró para sí misma.
Echó un último vistazo antes de entrar a la preparatoria.
...
-¡Nicocchi! -exclamó Nozomi antes de abrazar a la pequeña idol.
-¡¿E-Eh?! -exclamó Nico sorprendida ante la repentina acción.
-Estoy tan feliz, escuché que habías tenido un accidente -dijo Nozomi a punto de llorar de la felicidad.
-¿C-Cómo sabéis eso? -preguntó Nico sorprendida.
-Ayer, cuando Maki estaba en su casa su padre le dijo que te había visto abandonar su hospital con la cabeza vendada.
La pelinegra se quedó viendo a su amiga fijamente mientras procesaba lo que Nozomi le había dicho. La verdad es que Nico no tenía ni la mas remota idea de que el hospital en el que había estado ayer pertenecía a la familia de Maki.
-N-No tienes de qué preocuparte Nozomi, sólo fue un ligero golpe, sólo eso -dijo y le sonrió a su amiga con la intención de convencerla.
-Pero... -intentó decir su amiga pero la pelinegra no la dejó.
-En serio Nozomi, estoy bien. Será mejor que vayamos a clase, seguro que Eli nos está esperando, ¿de acuerdo? -dijo y su amiga aceptó a regañadientes. No le quitaría los ojos de encima.
...
Durante todo el día había sido lo mismo: en cada oportunidad posible alguna de sus amigas se acercaba a ella preocupada y le preguntaba por su estado. Nico siempre respondía de la misma manera y les decía que no era necesaria tanta preocupación. A ella no le gustaba preocupar a la gente, después de todo es la confiable Nico Nii.
La jornada pasó y ahora las nueve integrantes de μ's se encontraban practicando en su lugar usual. Ese día Nico estaba mal, no podía seguirles el ritmo a las chicas, siempre se equivocaba en algún movimiento y también se cansaba a mitad del baile. Esto preocupó aún más a sus amigas cosa que enfadó aún mas a la pelinegra, después de todo estaba causándoles problemas a sus amigas.
-De acuerdo-dijo Eli-, esto será todo por hoy, nos vemos mañana chicas -dijo y las integrantes del grupo empezaron a marcharse.
Nico recogió sus cosas y cuando estuvo a punto de marcharse sintió una mano en su hombro, se giró y se encontró con la mirada de Rin, Hanayo y Maki.
-¿S-Si...? -preguntó Nico lentamente.
-¿P-Por qué no vienes con nosotras? -preguntó Hanayo tímidamente.
-¿Con vosotras? No es necesario que hagáis esto por mi chi... -dijo y fue interrumpida por Rin.
-¡Por favor nya! Queremos que vengas con nosotras.
Nico las miró fijamente y tuvo que desviar la mirada al sentir aquellos ojos sobre ella que le suplicaban. Soltó un largo suspiro y accedió a acompañarlas, ante esta respuesta Rin soltó una exclamación y le dio un fuerte abrazo a Nico.
Ahora las cuatro se encontraban de camino a ese restaurante de ramen que Rin había descubierto hace poco tiempo. A pesar de que la pelinegra quería ser invitada por ellas en el fondo sentía que la única razón por la que lo hacían era porque tenían miedo de que algo malo le pudiera pasar de nuevo. Nico sacudió su cabeza ante semejantes pensamientos y se enfocó en el hecho de que estaba yendo a comer con sus amigas. La pelinegra estuvo a punto de preguntarle algo a su amiga felina pero esta no la dejó.
-¡Un gato nya! -exclamó de repente alejándose del grupo para perseguir al felino.
-¡R-Rin-chan! Espera -le gritó Hanayo tratanto de alcanzar a su amiga.
-De verdad que esa chica no cambia -dijo Maki mientras jugaba con un mechón de pelo.
Nico esbozó una sonrisa y estuvo a punto de decirle algo pero algo la interumpió: la canción que había escuchado ayer cuando tuvo el accidente estaba sonando ahora. La pelinegra se giró a toda velocidad tratando de buscar la fuente de esa canción, no sabía porqué pero el volver a escuchar aquella canción justo en ese momento no le daba una buena sensación. Justo al lado de ellas dos alumnos de otra preparatoria venían hablando animadamente mientras uno de ellos le enseñaba su teléfono móvil al otro.
-¿Te gusta mi nuevo teléfono? Incluso le puse como tono de llamada aquella canción tan genial que sonó en la radio el otro día -dijo y le subió aún más el volumen a la canción.
Nico se quedó ahí de pie y antes de que pudiera hacer algo escuchó un grito desgarrador.
-¡Rin-chan! -escuchó a Hanayo gritar.
La pelinegra se giró y vio a lo lejos a Hanayo agachada junto a Maki, y a una Rin en el suelo, un auto se había detenido justo al lado de ellas y el conductor estaba con ellas.
-No... -murmuró Nico antes de correr en la dirección en la que estaban ellas.
Llegó hasta donde estaban sus amigas y se agachó junto a Rin.
-¡Rin! ¡Rin! -gritó Nico con todas sus fuerzas y colocó su oreja en el pecho de la chica y no sintió nada. Una ola de pavor recorrió el cuerpo de la pelinegra y procedió a intentar reanimarla-. No... Rin, no me hagas esto, ¡Rin! -gritó y empezó a escuchar que alguien la llamaba.
Y lo peor de todo era que aquella maldita canción seguía sonando.
-¡Nico-chan! -escuchó su nombre y abrió los ojos.
Se encontraba en el tejado de la preparatoria. Y las integrantes de μ's la veían preocupada. Entre ellas Rin.
¿Rin...?
-¡Rin!-exclamó de repente Nico y abrazó a la chica, provocando que un ligero sonrojo adornara sus mejillas-. ¡Dios mío Rin! Estás bien, no me lo puedo creer -dijo Nico con una sonrisa mientras que un par de diminutas lágrimas aparecían en sus ojos.
-¿Nya...? -dijo la chica gato confundida.
-Déjame que te vea -dijo y empezó a revisar la cara de la chica con sus manos.
-¿Sucede algo nya? -preguntó Rin a Nico.
Nico se quedó mirándola fijamente y luego se dio cuenta de todo lo que había visto antes. Vio la cara de su amiga y la imagen del rostro de la chica gato cubierta de sangre y toda golpeada se presentó ante sus ojos. Nico sotó el rostro de su kouhai y retrocedió un par de pasos.
-V-Voy al baño... -dijo y abandonó el tejado dejando a todas las integrantes de μ's preocupadas y confundidas.
Nico corrió hasta el baño mas cercano y se metió en la primera cabina que vio. Se colocó de rodillas y vació el contenido de su estómago en el retrete. Pasaron un par de minutos hasta que por fin se pudo calmar. Se intentó levantar pero estaba demasiado débil para hacerlo, por lo que se quedó un rato ahí tirada en el suelo mientras que su respiración volvía a la normalidad.
Después de un par de minutos fue capaz de levantarse por fin. Salió de la cabina y fue directo al lavamanos, abrió el grifo y metió su cara debajo del chorro de agua fría. Estuvo así un rato hasta que sintió que su cara se empezaba a entumecer debido al frío. Retiró su rostro del chorro y como pudo se secó su cara con un pañuelo que tenía en su bolsillo.
-¿Qué ha sido eso...? -preguntó Nico mirando a su pañuelo directamente.
-''¿No lo sabes? Este es el resultado de haber sobrevivido al accidente de ayer'' -la pelinegra volvió a escuchar aquella voz que le había hablado en la mañana.
-¿Quién es? -exclamó mientras miraba en todas las direcciones.
-''¿Adónde crees que estás mirando? Estoy justo aquí'' -dijo y Nico siguió el rastro de la voz hasta el espejo.
Ahí, frente a ella, su reflejo la estaba mirando fijamente.
Y le estaba sonriendo.
-''Buenas tardes, Nico-chan'' -dijo con una sonrisa.
La pelinegra sólo se quedó allí de pie mirándose a sí misma reflejada en el espejo, o por lo menos lo que parecía ser ella. Por más que lo intentó Nico no pudo hacer ni decir nada, lo único que se escapó de sus labios fue:
-¿Qué...? -murmuró para sí misma mientras que su reflejo no dejaba de sonreír.
