me despertó el frío espontáneo que lleno mi mejilla, aplastada contra el cristal del autobús. la lluvia golpeaba duramente como sonoros los ojos con pereza y me quede mirando las farolas de la carretera.
eran las ocho y media de la noche, la noche ya caía sobre mi. revise mi maleta en busca del Mobil. dos mensajes.
uno de mi tutora, que decía algo como "dime cuando llegas que tengo que avisar para que el que te recoge no lo flipe demasiado al verte" y otro de mi madre adoptiva pidiéndome que volviera, que no era demasiado tarde para enmendar las cosas. mis costillas amoratadas no dicen lo mismo, White.
al de unos segundos, Marie -que era mi tutora legal desde hacia unos ocho meses- me mando otro mensaje, este con mas urgencia.
suspire, y le escribí que llegaría en unos veinte minutos.
ella me dio indicación de que tenia que hablar con stilinski. un sheriff que me echaría un ojo de cuando en cuando.
el autobús se detuvo, y un anciano paso a mi lado con una maletita mismo se detuvo para contemplarme, su cara de horror enmarcada por las arrugas. yo mire hacia otro lado.
sonaba muy ruso, el apellido, pero parecía de ascendencia polaca o algo así.
el autobús volvió a moverse, rosee con mi mano mi ojo izquierdo y suspire.
cuando era pequeña, tuve un accidente de coche, que resulto dejarme casi tuerta de un ojo y huérfana por desaparición.
mis dos madres abandonaron el coche junto con mi hermana, dejándome a mi dentro, casi muriendo. se suponía que tenia cura, pero tenia que esperar a que mi crecimiento cesase para poder ser curado. así que, desde entonces, tenia el ojo atado en el parpado con un fino nylon siquiera lo notaba. así, decían, no me quedaría ciega por lo fotosensible que era mi ojo sin operar. jodidamente fantástico.
Había estado saltando de hogar desequilibrado a hogar desequilibrado desde que tenia cinco. y ahora, con dieciocho años, Marie había conseguido permisos para vivir en la casa de soltera de mi madre, Ann, y de la que me había quedado el apellido, que estaba en Bacon hills. técnicamente el sheriff era ahora mi tutor legal, asi que a nadie le importaba mucho.
bienvenida a Bacon Hills, rezaba el cartel.
la casa era una diminuta, de apenas dos plantas. un hombre vestido con uniforme marron esperaba en la puerta.
-obscura, sí?- pregunto confuso.
-ese es mi apellido.
-white, pone aquí.
-como antes ponia Sorensen, Waters, Rohn, crownwell o risfkoof. uso el apellido de mi madre, al menos ese nunca cambia.
le note mirarme un largo rato, evaluándome.
- va a preguntar por mi ojo?- dije, sonando mas dura de lo que hubiera querido.
-no, no. ya se la historia. tan solo impresiona un Polin.
me dio la llave y unas cuantas instrucciones. dinero de mi herencia para mantenerme mientras finalizaba los estudios, y mas instrucciones.
era un buen hombre.
le llamaron desde el coche y con una disculpa, se retiro a toda prisa.
el invierno llamaba a la puerta.
me decidí por ponerme a limpiar la casa y a hurgar un poco por lo que tenia o no tenia, y no era una casa incomoda en absoluto. al menos, solo para uno. me asenté en una de las dos habitaciones, la que mas luz tenia, que debia ser la habitación de soltera de mi madre.
me tire como unas tres horas trabajando como una mala bestia para organizarlo todo un poco.
al terminar, y nada mas sentarme, me empezó a doler el hombro. eche a correr al espejo de el baño para encontrarme con una nueva marca.
me llevaban saliendo desde los quince y aunque sabia que significaban, no tenían sentido. diferentes símbolos de culturas bailaban en mis hombros y en mi pecho y se reían de mi.
me examine un momento. mi reflejo me devolvió la mirada, los ojos (o el ojo) marron, oscuro, enmarcando las ojeras y los cuatro lunares que hacían un semicírculo bajo mi ojo derecho.
la cicatriz de mi ojo izquierdo, que lo atrabesaba en una línea casi recta.
me meti a la cama en silencio.
mañana volvería a comenzar. los nombres, las muecas, el horror.
y tendria un apodo entupido nuevecito para el próximo año.
genial.
querría haberme quedado en la cama para siempre, pero la mañana llego y con ella la modorra y el sueño.
matadme, por favor.
me vestí con un jersey negro y pantalones blancos, peinándome el pelo en una coleta que se desharía en dos minutos.
ni me atreví a mirarme al espejo.
salí de casa con la bicicleta de montaña que había en el trastero, sorprendida de que no estuviera deshinchada. era un vehiculo, algo es algo.
tuve que preguntar varias veces por direcciones, a cada cual mas incomoda, hasta que llegue al recinto.
nadie había notado mi presencia mientras aparcaba la bicicleta mirando al suelo. genial.
mantuve la vista abajo, atravesando la carretera para llegar a las puertas. corre que llegas, me decía, igual te libras hasta clase. conté los pasos.
entonces oi un chirrido y un jeep azul celeste freno en seco antes de atropellarme.
salte hacia atras.
me cago en mi vida.
-Joder, ten mas cuidado- grite a quien fuere que estuviese dentro.
-mierda, oye, lo siento!-respondió el chico. bajo del coche de un salto, viniendo hacia mi a una velocidad pasmosa.
mierda, era guapo. maldita fuera mi existencia. era alto, pero supongo que todos lo eran en comparación conmigo. una cara angulosa, llena de lunares, ojos de cervatillo y labios dibujados con plumas.
Jack Daniels mataría por esos ojos para promocionar whiskey.
mire al suelo. maldita mi existencia.
-estas bien? lo siento, es que no estoy acostumbrado a que nada se ponga delante de mi jeep salvo cosas fácilmente aplastadles como mosquitos lagartijas o mis sueños y esperanzas.
madre mía que pulmones. lo había dicho de una.
sonreí.
-estoy bien, no te preocupes-
levante la cabeza y le sonreí, intentando calmarle, y se me quedo mirando, la boca abierta en una interrogante.
OH, dios, no.
la gente se había girado a mirarnos. el viento me retiro el cabello de la cara.
-eres...
eche a correr. me deshice la coleta y esquive a la gente por los pasillos, ignorando a la gente y los gritos de el chico al que casi le caigo bien.
llegue a mi taquilla y me sorbí una lagrima, limpiándome la cara con el dorso del jersey.
-a ver tu eres obscura pata...panta...panza...-el hombre Leia la hoja como podía, bestia un chándal rojo.
-pantharanea- le dije- si quiere, puede usar solo nea.
-entre tu y stilinski me vais a dar migrañas, me la tenéis el entrenador, la primera clase la tienes comigo, de economía. me han pedido que te guíe por que acabas de llegar y todo eso- ahí va, y ese ojo?.
-accidente de coche, operable, pero tengo que esperar.
-que tétrico. seguro que lleva a buenas fiestas de Halloween.
-solo lleva a odio, créeme.
el bufo, murmuro algo y me llevo hasta el aula.
antes de entrar me pregunto que si quería decirles algo antes, intentando ser majo, sabéis. yo Negeb con la cabeza.
asi que entre, di mi discurso, resulto que el tipo de los ojos whiskey era ¡stiles y estaba en mi clase, me sentaron delante de un tipo con ojos de cachorro.
asi continuo la clase. de vez en cuando se quejaba de Greenberg ( y para que negarlo, aquel chico no tenia remedio) y nadie me miraba. que alivio.
el chico de los ojos de cachorro tenia un aura extraña. parecía oírlo todo, o al menos, darse cuenta de todo. no me sentía demasiado cómoda.
suspire.
Scott
tio, esa es la chica que mi padre a "adoptado"- dijo stiles mientras zapateaba, muy nervioso.
-pues no me da muy buena espina- le respondí.
y no me la daba. olía a viejo, a madera y a polvo, algunos olores que no terminaba de pillar.
-eso no es muy educado, Scotti, ha pasado por un montón de mierda, creo que tiene un poco de derecho a tener mala pinta.
-tan solo tiene algo que no me gusta- respondí, girándome.
tenia una sonrisa de oreja a oreja, de las que pone cuando sabe algo que yo no.
-algo que no te gusta, eh?
-¡stiles
-algo no natural? algo casi...
-stiles
-sobrenatural?
me calle, atento.
esto iba a ser interesante
