Nota: Hola! Jejeje, aquí vengo con otro fic, como siempre, de mi pareja favorita Hyoga y Shun. Este fic tiene un tiempo ya de escrito, pero no lo había posteado por las razones que puse en el último capi actualizado de Hijo de la luna. Tampoco tenía pensado ponerlo, pero una amiga muuuy especial me convenció de hacerlo ^^, te lo dedico manita, tu sabes que es contigo! XD. De verdad espero que les guste. Se cuidan y como estamos en época de navidad, pondré los primeros dos capis de una sola vez XD. Bye!!

Capítulo 1. El encuentro.

Tokio, Japon. Año 2019.

Eran las once de la noche y las calles de Japón estaban desoladas.

El rubio, quien acababa de llegar de Rusia, de pronto se sintió como un pueblo fantasma. Los avisos luminosos en los edificios seguían funcionando, podía escuchar algo de música en la distancia, pero no lograba divisar ni un alma, ni siquiera autos. Caminaba por las calles desiertas, ya habiendo perdido la esperanza de que un miserable taxi que lo llevara al departamento donde debía estar media hora atrás. De cualquier manera, no le molestaba caminar ya que siempre, o al menos desde que él recordara, había tenido una muy buena condición física, quizá demasiado buena; sus compañeros de trabajo solían meterse con él y llamarlo extraterrestre o robot. Claro está, él no perdía su tiempo prestándoles atención, cosa que a ellos les molestaba, además de su actitud fría y completamente desinteresada. Ahora, sólo esperaba llegar algún día a su departamento nuevo y no toparse con la razón por la que Japón estaba desolado a las once de la noche.

En otra parte de la ciudad….

La música retumbaba en cada esquina del departamento, las notas tocadas por la guitarra eléctrica y la batería salían del enorme equipo de sonido, cuyas cornetas hacían vibrar el piso de madera de la estancia. El vapor del agua caliente se deslizaba fuera del baño, la puerta estaba abierta, por lo que la sala y el dormitorio estaban inundados de la bruma blanca. Repentinamente, el volumen de la canción bajó considerablemente y él supo que ya no estaba gloriosamente solo en su departamento. Cerró de mala gana la llave de la ducha y salió sólo con una pequeña toalla que le cubría lo estrictamente necesario y otra que usaba para secarse el cabello. Llegó hasta la sala donde se encontró con la rubia que aún consolaba sus oídos adoloridos. La chica se volteó, topándose con el peliverde que la miraba, apoyado en el marco de la puerta y secándose el pelo con la toalla que tenía guindada del cuello. Se deleitó con la visión del perfecto y musculoso cuerpo del muchacho, al menos durante los pocos segundos que él se lo permitió.

-¿Se te perdió algo en los confines de mis caderas, Kara?

La rubia sintió como la sangre se juntaba en sus mejillas, mientras el peliverde la miraba y le dedicaba una sonrisa pícara y sexy. Ella trataba de no dejarse llevar por los brillantes ojos verdes y él ciertamente, la ayudaba, ya que como siempre, ella esperaba no ver esa mirada fría y distante. Esperaba que después de tantos años conociéndose, sumado a algunas noches intensas, él la mirara de otra manera. Pero, cada vez que se encontraba con esa mirada, se convencía de que no lograría mas entrega por parte de él. Suspiró y bajó la vista, rendida y tratando de recordar las chocantes y sinceras palabras que alguna vez le diría el peliverde, aclarándole que nunca tendrían nada serio.

-También me alegro de verte, Shun-respondió Kara.

Shun sólo asintió levemente, manteniendo la mirada fija sobre ella, aunque con eso lograra hacerla sonrojar hasta el techo. Ella sentía que la analizaba y eso le aterraba, sabía que en cualquier momento se daría cuenta de sus sentimientos y temía que eso la alejara de él. Decidió cortar el contacto visual y se sentó en el gran mueble de la sala a revisar los papeles que había traído con ella.

-Te traje tu pago por los trabajos especiales que hiciste estas dos semanas. Aquí está también el informe de este mes. Verona dice, cito: "están llamando de otras agencias a solicitar tus servicios. Se han dado cuenta de que eres el mejor" – dijo Kara, leyendo el escrito en voz alta.

Miró a Shun, mientras éste se sentaba a su lado, ignorando intencionalmente el repentino latido acelerado del corazón de la rubia. Ella le pasó el papel y él se concentró en leerlo, mientras la chica firmaba lo necesario para que quedara sentado que había entregado el cheque a Shun.

-Suena como si estuviesen felicitando a un gigoló o algo así- dijo Shun, arrugando el semblante.

Kara se echó a reír por el comentario y le entregó los papeles restantes al peliverde, pero éste no los revisó, sólo los puso en la mesa del centro de la sala y se recostó en el espaldar del mueble, para luego cerrar los ojos. La rubia volteó a verlo, quizá aprovechando la oportunidad para detallar el torso limpio y perfectamente marcado del peliverde. Repentinamente, una molesta alarma sonó, sorprendiendo a Kara, quien pegó un brinco hasta casi caerse del mueble.

-¡Oh, no me jodas! ¡Me acabo de bañar!- dijo Shun, levantándose y caminando hasta la habitación que conectaba con su dormitorio por medio de una pared de vidrio.

-Aviso de ataque en, aproximadamente 15 quince minutos-respondió una voz de computadora.

-¿Donde?

-A 200 metros de la torre de Tokio.

-Maldición-masculló Shun

Cerca de la torre de Tokio…

-Bien, estoy oficialmente perdido- dijo el rubio.

Ciertamente, el extranjero estaba en el peor lugar y momento posible. A varios metros de él, silenciosamente un portal se abrió y de ahí salieron varias criaturas de aspecto y olor terrible. Las garras y los colmillos sobresalían y olfateaban el aire buscando la sangre que los había llamado a esa específica parte de la ciudad.

Mientras tanto, Shun ya se había puesto los jeans negros, la camisa sin mangas del mismo color, los guantes de motociclista y el sobretodo gris plata. Malhumorado, abrió la puerta de su auto, un Porsche 911 carrera gt, plateado, reformado para que pudiese contener el arsenal de armas de Shun. El peliverde entró y cerró la puerta, tirándola prácticamente.

Kara escuchó el portazo desde la radio y se echó a reír.

-Vas a destruir el auto, no salen baratos ¿sabes? –Dijo Kara.

-Lo que me gustaría saber es quién diablos podría estar en la calle a esta hora. Dile a Verona que refuerce el toque de queda o empezaré a cobrarle las horas extra- dijo Shun.

Luego, el peliverde pisó el acelerador y se dirigió a toda velocidad, corriendo libre por las calles vacías de Japón hasta el sitio indicado.

Cerca de la torre de Tokio…

El rubio miraba hacia ambos lados de la calle, esperando encontrar a alguien que le indicara la dirección correcta. Siguió caminando hasta que encontró una cafetería cerrada donde todavía había un anciano barriendo. Cruzó la calle y tocó la puerta de vidrio, esperando que el viejo lo atendiera. Éste levantó la vista, sonriendo amablemente y se encaminó hasta la entrada.

De pronto, el semblante de su rostro cambió completamente, la sonrisa se borró, dejando paso al más terrible pánico. El rubio lo miró desconcertado, cuando vio por el reflejo de la puerta a las criaturas corriendo velozmente hacia él. Se volteó, su corazón latía acelerado y la adrenalina empezó a correr por sus venas. Tenía tiempo para apartarse del camino, pero eso dejaba al anciano a merced de los demonios. No podía hacerlo, algo dentro de él no le permitía dejar a aquel hombre indefenso. Luego, la puerta de vidrio se abrió y el anciano tomó al rubio de la camisa y lo jaló hacia adentro. Ambos cayeron al suelo, y el rubio cerró la puerta con la pierna antes de levantarse y tomar al viejo por el brazo para llevarlo hasta la parte trasera de la cafetería. El pobre hombre gritaba a todo pulmón un compendio de palabras en japonés que el rubio no entendía ni tenía tiempo para hacerlo, necesitaba pensar rápido, elaborar un plan. El sonido del vidrio quebrándose no mermó la decisión del rubio de proteger al anciano, a quien metió en la oficina que estaba detrás de la cafetería.

-Quédese aquí-dijo él.

Luego él salió. Los demonios seguían rodeando la cafetería y él sólo pensaba en lo que tenía que hacer, ya que no era la primera vez que se enfrentaba a esas criaturas.

-Deben haber cuchillos por aquí-dijo él.

Entró en la cocina, tratando de conseguir los implementos necesarios para enfrentar los demonios, pero no los conseguía por ninguna parte.

-Diablos, ¿donde están esos malditos cuchillos?

Las paredes y puerta de la cafetería no aguantaron mucho más y el vidrio se quebró y cayó al suelo, dejando entrar a los demonios, quienes comenzaron a olfatear, tratando de percibir en el aire el olor de la sangre.

-¡Maldición!

Los demonios fueron directamente a la cocina.

-Vienen por mí.

Él optó por alejarlos lo más posible del anciano, así que corrió hacia la parte de atrás de la cocina, por el pasillo que daba a la puerta trasera. Sólo un par de demonios lograron seguirlo hasta el final de la cafetería, los otros dos chocaron al tratar de pasar al mismo tiempo y comenzaron a pelearse entre ellos. En ese momento dos flechas atravesaron el corazón de los demonios y estos cayeron al suelo, inertes y sin vida. Lo trozos de vidrio sonaron bajos sus zapatos cuando entró a la cafetería. Se quitó los lentes negros y verificó los alrededores del lugar.

-Parece que aquí se termina la diversión-dijo Shun a la radio.

-No, Siena muestra formas de vida por ahí cerca, revisa todo el sitio- dijo Kara.

-Sí, señora- gruñó Shun, con fastidio.

Caminó por toda la cafetería, ignorando que un rubio extranjero estaba siendo perseguido hasta el callejón sin salida que estaba al lado de la cafetería.

Llegó hasta la oficina donde encontró al anciano temblando de miedo y escondido en una esquina.

-¡Oiga, cálmese! ¿Cuántos demonios lo atacaron?

-¡Muchos, muchos, el chico…el chico!

-¿El chico, cual chico?

-¡El chico rubio…estaba aquí…ayúdelo!

-Mierda- masculló Shun.

Se levantó rápidamente y corrió hacia afuera, pero no vio a nadie cerca. Extrañamente, su corazón palpitaba desbocado, estaba nervioso, molesto y confundido por estar nervioso. Regresó a su auto, dejó la ballesta en el asiento del conductor y tomó las dos armas semi automáticas del porta pistolas. De pronto, percibió como detrás de él se abrió otro portal en el aire que dejó entrar a otros cuatro demonios. Se dio la vuelta y las criaturas saltaron sobre él, por lo que inmediatamente sacó las armas y caminó hacia ellos, disparando con rabia hasta que dos de los demonios cayeron muertos al suelo, mientras que los otros dos pasaron sobre él, obligándolo a agacharse. Lo dejaron atrás y corrieron hacia el callejón, seguidos por el peliverde.

Pronto los alcanzó, pero cuál fue su sorpresa que los demonios no le prestaban casi ninguna atención. Los últimos dos se dieron la vuelta para enfrentarlo, mientras los dos primeros seguían enfocados en otra cosa. Él trataba de ver qué era lo que los tenía tan interesados, pero los demonios eran demasiado grandes como para que él pudiese ver al chico. De pronto, el segundo par comenzó a gruñirle y a acercarse a él lentamente. Las garras de sus patas tintineaban contra el suelo y la saliva ácida caía de sus colmillos.

El rubio, del otro lado del callejón, notó que los otros dos demonios que acababan de llegar se estaban interesando por otra cosa que no era él.

-Demonios, debe haber otra persona allí- pensó

Tomó lentamente dos botellas y las estrelló contra la pared. Las criaturas seguían olfateando el aire y relamiéndose, lanzando gotas de la ácida saliva al aire. Él supo que en cuanto hiciera un movimiento los cuatro demonios se irían contra él y estando acorralado como estaba no tenía muchas oportunidades de salir con vida, pero miedo era lo único de lo que carecía así que lanzó una de las botellas hacia el segundo par, impactando en una de las cabeza y efectivamente, como él esperaba, la pareja que tenía más cerca se lanzó al ataque.

Brincaron sobre él, pero el rubio, al ser más pequeño que ellos que median más de 2 metros de alto, logró escabullirse y esquivar el impacto. Shun por su parte, disparó justo cuando vio la botella chocar contra el demonio. En medio de la confusión, una de las bestias lo atacó y él rodó por el piso para esquivar el golpe. El demonio cayó de cabeza contra el suelo, mientras que Shun quedó en el medio de los cuatro. Se levantó rápidamente, aprovechando lo aturdido que estaba el demonio que chocó contra el suelo para correr hacia su compañero y trepar por la cresta de su espalda y llegar a la base de su nuca. Ahí apretó el puño derecho y activó una cuchilla que salió debajo de la manga y rápidamente separó la cabeza del cuerpo del monstruo. Mientras el cuerpo caía al piso, él tuvo la oportunidad de ver el panorama. Para su sorpresa, los otros dos demonios no lograban acercarse al rubio que estaba en el medio. Éste, aunque sólo tenía una botella rota en su mano peleaba contra ellos con todas sus fuerzas y los mantenía al margen, si bien no había logrado derrotarlos.

El demonio que estaba aturdido logró levantarse y cuando tuvo el ángulo perfecto, Shun disparó dos veces, directo al corazón, matándolo inmediatamente.

Luego, el rubio logró alejarse de los demonios y chocó contra algo. Como era de reflejos rápidos se volteó inmediatamente, encontrándose con un chico de ojos verdes y cabello del mismo color. Esté levantó las armas, las cuales quedaron a cada lado de la cabeza del rubio y sin quitarle la mirada de encima a éste disparó dos veces más.

El estallido retumbó en los oídos del rubio, quien se los cubrió y se agachó aturdido por el estridente ruido. Los cuerpos de los demonios cayeron a su lado, él los vio impactar en el suelo, pero el dolor en sus oídos era más que molesto. De pronto, escuchó el "click" del gatillo y sintió el cañón del arma apoyarse en su cabeza. Él levantó la mirada y Shun se encontró con un par de ojos celestes que lo fulminaron. Esa mirada gélida que no le mostraba el más mínimo respeto o miedo, era desafiante y atrevida.

-Y ahora, ¿Quién coño eres tú y cual agencia te envió?- dijo Shun, en el tono más cortante y ácido posible.

-Como si tuviera que responderte algo a ti. Por lo visto, me salía mejor dejar que te mataran.

-¿Disculpa? ¿Tú me estabas protegiendo a mí, con tu súper arma de vidrio?-dijo Shun, con sarcasmo.

El rubio escondió su reacción bajo una máscara de indiferencia. Sin embargo, algo en el peliverde le llamaba profundamente la atención. No pudo evitar mirarlo con atención, tratando de encontrar lo que le parecía tan interesante. Shun sentía lo mismo, pero la penetrante mirada celeste lo ponía nervioso y eso le molestaba.

-Aún no respondes. ¿Quién eres tú, de qué agencia vienes?

-Sólo porque eliminaste a esos dos te responderé. Soy Hyoga y no vengo de ninguna agencia, sólo trataba de llegar al maldito departamento- dijo él.

Hyoga se apartó de él y entró de nuevo a la cafetería, donde se encontró con el anciano, que acababa de llamar a la policía. El viejo lo vio y sonrió ampliamente, se acercó a él y lo abrazó con cariño. El rubio estaba sucio y sudoroso, pero al amable señor no le pareció importarle.

-Encantador - dijo Shun, pasando al lado de ellos.

-¿Tienes algún problema?- preguntó Hyoga.

-Espero que no, vete de aquí y no tendremos ningún problema.

-¿Qué?

-Te vi peleando contra ellos. Eres un cazador ¿cierto?

-No, no lo soy.

-Claro, ¿Y tu fuerza sobrehumana está ahí sólo por la gracia divina?

Hyoga no le respondió, puesto que lo único que se le antojaba era estamparlo contra el suelo y borrarle esa expresión de arrogancia de su rostro.

-Hum, me lo imaginé. Lárgate de aquí y dile a Verona que no necesito ningún compañero.

Luego, Shun caminó hasta salir de la cafetería, justo cuando llegaban las patrullas de la policía. Se montó en el auto y arrancó a toda velocidad, dejando la estela de humo de los neumáticos que resbalaron contra el suelo.

En el auto, Shun agarró la radio para comunicarse con Kara.

-Kara, ubica las cámaras que están cerca de la cafetería. Verifica hacia dónde se dirige el sujeto rubio que está ahí.

-Entendido.

De vuelta en la cafetería, las patrullas de la policía y la ambulancia de los paramédicos ya estaban acordonando la zona.

-Muchacho, ¿Estás bien?

El rubio seguía mirando donde antes estaba el auto plateado. Luego, se dio la vuelta y encaró al anciano que lo miraba con curiosidad.

-Sí, estoy bien.

-Fue una suerte que llegara el cazador, sino estaríamos muertos.

-Sí, supongo.

-¿Qué hacías por aquí tan tarde?

-Acabo de llegar de Rusia- dijo Hyoga, recogiendo su bolso del suelo-No conozco Japón y no sé cómo llegar a esta dirección.

-Estas muy lejos, muchacho-exclamó el anciano, leyendo el pedazo de papel.

-Disculpe, ¿podría indicarme cómo llegar ahí?

Luego, los policías procedieron a recoger los cuerpos y, a pedido del anciano, llevaron a Hyoga hasta su departamento, después de que los paramédicos revisaran que no estuviese herido.

Finalmente, el rubio logró llegar a su nueva casa y recostarse completamente en el sofá de la sala. No se le antojaba pasear por el departamento, poco le importaba cómo lucía y ciertamente otra cosa ocupaba su mente. Seguía molesto por los comentarios sarcásticos del cazador que acababa de conocer, pero también le llamaba mucho la atención lo atrayente que le resultaba su rostro.

-Pude haberle borrado esa asquerosa expresión de arrogancia de su rostro. Pero hubiese sido una lástima dañar una cara tan bonita- pensó Hyoga, sonriendo con la misma arrogancia.

Suspiró y se levantó para buscar su bolso y sacar la ropa. Buscó su dormitorio y dejó la ropa sobre la cama para desvestirse y darse un baño.

En otra parte de la ciudad…

Shun acababa de llegar a su departamento. Kara seguía ahí, en la habitación contigua al dormitorio del peliverde.

-No tardaste mucho-dijo Kara.

-Nunca me tardo mucho, excepto para algunas cosas específicas- respondió Shun, guiñándole un ojo y sonriendo con picardía.

La chica sonrió y se sonrojó. Se levantó para cederle el puesto a Shun. Éste se sentó frente a la enorme pantalla plana de la computadora.

-¿Lo ubicaste?

-Sí. Marqué la ruta, la policía se lo llevó, a su casa supongo. Me extraña que te interese.

-Los demonios lo seguían creo, su sangre tiene un olor especial, pero no logré percibirlo bien. Por cierto, ¿Por qué no me dijiste que Verona envió a otro cazador?

-¿Cómo lo sabes?-preguntó Kara, mientras abría los ojos como platos.

-¿Crees que no iba a darme cuenta? No soy tonto, Kara. Tú sabes que no necesito compañeros. Dile a Verona que lo devuelva a donde sea que haya estado antes, es obvio que el sujeto no es de aquí, tiene un acento extraño.

-Pero, Shun, ya le dije eso a Verona y, de hecho creo que tu supuesto compañero no ha llegado todavía. ¿De quién estás hablando?

-Como sea, no aceptaré ningún compañero, Kara.

-Está bien, hablaré otra vez con ella. Me voy, Shun.

Shun sólo asintió, ya que estaba más enfocado en el video que estaba buscando que en la chica. Esta se fue y dejó al peliverde solo, mientras la computadora le mostraba la pelea contra los demonios. Analizó la actitud que estos tenían, como él pensaba se sentían atraídos por el rubio.

-Siena, muéstrame los videos de las cámaras de seguridad cercanas a la torre de Tokio, a 200 metros a la redonda.

-Entendido- respondió la computadora.

Rápidamente, la pantalla se dividió en varias mini pantallas mostrando calles vacías. Ubicó el video donde aparecía Hyoga, lo vio caminando, bastante perdido a su parecer y con un bolso guidado al hombro.

-Ahora, muéstrame dónde se abrió el primer portal. Corresponde el aviso de alerta de las 11:15 pm.

Después de ver el video, Shun confirmó que los demonios seguían a Hyoga. Luego, tocó la pantalla con los dedos y suavemente apartó y cerró las ventanas con los videos para enfocarse en lo que sucedió después de que él se fuera. Regresó a la escena de la pelea.

-Siena, toma cada ángulo de cámara donde sale este sujeto- dijo Shun, seleccionando la imagen de Hyoga- y crea una imagen tridimensional.

-Entendido.

El peliverde giró con la silla y delante de él, sobre una plataforma redonda que estaba escasos centímetros sobre el suelo, comenzó a formarse la imagen en tercera dimensión del rubio extranjero. Shun lo observó durante varios minutos. La apariencia del muchacho le llamaba poderosamente la atención, pero no lograba ubicarlo. Trató de no pensar que aquel sujeto pudiese formar parte de "aquella época".

-Muéstrame la última ruta marcada- dijo Shun.

Volvió a girarse hacia la pantalla y con las cámaras de seguridad de la ciudad, siguió la ruta de los policías que dejaron a Hyoga en el departamento. Lo vio bajarse del auto y desaparecer detrás de la puerta vieja del edificio.

-Así que aquí vives- dijo Shun, pensando en voz alta-Siena, mantén conectada esa cámara de seguridad. Si ese sujeto sale de ahí, quiero saberlo. Fija una alerta, que suene cada vez él salga o entre del edificio. Verifica también si tiene antecedentes, su nombre es Hyoga, aunque puede ser un nombre falso.

-Entendido

-Si realmente es un cazador, lo sabré y Verona tendrá que escucharme- dijo Shun.

Después de eso, Shun se levantó y se dirigió a su habitación, donde se desvistió, quedando sólo con una toalla blanca guindada al cuello. Tomó el control del equipo de sonido y desde la puerta de su cuarto lo encendió y colocó la misma canción que dejara aturdida a Kara un par de horas atrás. Luego, abrió la llave de la ducha y se metió para bañarse una vez más antes de poder irse a dormir.