DISCLAIMER: Rowling es la dueña, ama y señora de todo lo conocido aquí. Literalmente hablando.

Aviso: Este fic participa en la «Dramione Week 2016» del foro «El mapa del mortífago»

Prompt: Cumpleaños


Capítulo I.

Recuerdos de cumpleaños

—Sanadora Granger, su último paciente ha llegado por fin. —La asistente de Hermione, una pequeña chica de cabello rizado, entró al consultorio hablando en voz baja.

—Dile que pase, por favor.

Hermione estaba sobre su escritorio revisando recetarios de pociones que debía solicitar. Había sido un día extenuante en realidad, bastantes niños enfermos del estómago por un pastel de calabaza defectuoso, unos cuantos casos para control de secuelas de algunas maldiciones simples y John, el intermitente paciente hipocondriaco que atendía casi cada semana.

Pero era su trabajo y lo amaba más de lo que alguna vez llegó a pensar porque había logrado encontrar en él, el refugio que necesitaba para liberarse un poco de la realidad.

—Sanadora Granger. —La voz rasposa de Draco Malfoy, la sorprendió a pesar de que ya sabía que iba a verlo ese día. Habían pasado casi tres años desde la última vez que había oído hablar de él, y verlo en persona era extrañamente grato.

Las rivalidades del pasado habían quedado atrás en el momento en que el muchacho tomara la determinación de ayudarles a ella y a sus amigos a escapar de la mansión Malfoy, e incluso Hermione recordaba algo de camaradería entre ellos, la cual sin embargo, jamás se convirtió en amistad.

—Malfoy —contestó ella con formalidad y levantando sus ojos a él—. Toma asiento por favor.

Draco se sentó en la silla frente a ella y de inmediato se dedicó a observar los certificados que adornaban el consultorio de la castaña. No cabía duda que aún después de Hogwarts, Hermione Granger continuaba siendo una sabelotodo.

—Especialista en maldiciones imperdonables —leyó en voz alta—, muy impresionante.

—Ahora es sólo un título, ¿sabes? Gracias a Merlín no se reciben muchos pacientes víctimas de maldiciones imperdonables desde los tiempos oscuros —contestó ella, revisando la historia clínica del rubio—. ¿Te has sentido mal, últimamente?

—En realidad, estoy muy bien.

—¿Acaso tu madre se encuentra enferma?

—No. Ella goza de buena salud —contestó él, sonriendo ladinamente.

—¿Entonces, a que debo tu visita?

—¿Acaso no puedo interesarme por una vieja amiga? —preguntó él, echándose para atrás en su silla ante la evidente incomodidad de la castaña, que empezó a escribir en un pergamino. Ya no parecía tan grato verlo después de todo.

—Nunca fuimos amigos, Malfoy.

—Es una lástima que consideres eso —dijo él un poco más serio.

—¿Eso es todo lo que necesitas? Porque de ser así, creo que tendré que pedirte que te marches.

—El código del sanador dice que una consulta debe durar veinte minutos y yo llevo aquí solamente cinco.

—Pero también dice que estoy obligada a atenderte, siempre y cuando requieras de mi ayuda profesional y este no es el caso, así que si me disculpas…

—Sé lo de Weasley —lanzó él y ella detuvo su pluma de inmediato y lo miró.

—¿Disculpa?


—Una copa de vino de sauco, por favor. —El cantinero tomó un vaso de cristal y vertió en él, la bebida solicitada por la chica.

Había sido un día cansado pero ya estaba llegando a su fin y eso era la importante. No obstante, tampoco estaba segura de querer llegar a su casa todavía, y mucho menos sabiendo que nadie la esperaba allí.

—Dicen que una mujer no debería de beber sola bajo ninguna circunstancia. —Hermione levantó sus ojos para encontrarse con Draco Malfoy a su lado, con una sonrisa en su rostro.

—¿Debo suponer que me estás siguiendo? —le preguntó, volviendo sus ojos a la copa sobre la barra.

—¿Qué?

—Hoy fuiste a consulta como pretexto y ahora estás aquí ¿Qué se supone que debo pensar?

—Creo que estás un poco paranoica.

La castaña puso los ojos en blanco.

—¿Puedo? —indagó él, señalando el banquillo a su lado.

—Adelante.

Draco indicó al cantinero que llenara de nuevo la copa de Hermione y que trajera para él un whiskey de fuego.

—¿Y bien? —preguntó Malfoy jugueteando con su propio vaso—. ¿Cuál es tu excusa?

—¿Mi excusa para qué?

—Para estar bebiendo una copa sin la compañía de alguno de tus amigos.

—¿Necesito una? —respondió la chica sin voltear a verlo.

—Claro que no, pero si mal no recuerdo no le dejas nada al azar.

Hermione lo ignoró tomando un sorbo de su copa. Ella sabía que era extraño, pero tanto Ginny como Harry eran conscientes de que aquel era uno de esos días en que prefería estar sola y lo respetaban muy a su pesar.

—En verdad lamento lo que pasó en tu consultorio —dijo él, tomando un poco de su propia bebida.

—¿Draco Malfoy está disculpándose? —Rio con ironía antes de volver la mirada al líquido oscuro en su copa—. No te preocupes. Me tomó por sorpresa, eso es todo.

—Creo que sigo sin tener tacto para decir las cosas.

—No creo que lo hayas tenido jamás —sonrió, al tiempo que un nudo se formó en su garganta. Ninguno de los dos se parecía a los chiquillos de antaño, pero aunque ambos habían madurado, había cosas que perduraban aún con el paso del tiempo.

Era inevitable que los recuerdos la invadieran. Ya había superado la etapa de las lágrimas, pero el momento en que los ojos azules de Ron aparecían en su memoria, el resto del mundo se venía abajo.

Ambos permanecieron en silencio un instante que se prolongó lo suficiente para que él supiera por lo que ella estaba pasando. Sabía que era difícil y sin embargo, se había arriesgado.

—¿Alguna vez te preguntaste por las razones que tuve para ayudarlos en aquella ocasión? —dijo de repente, desviando por completo la conversación.

Hermione permaneció en silencio un poco más. No estaba segura de querer escuchar lo que el rubio tenía para decirle. Llevaba años sin hablar con nadie sobre ello y el que fuera precisamente Malfoy el que estuviera removiendo recuerdos, era más difícil de asimilar.

—Temía perderme en la oscuridad, igual que mi padre —pronunció y el nudo en la garganta de Hermione se hizo aún mayor—, y ustedes me mostraron la luz.

—No sigas.

—Aquel día en la mansión escuché a Bellatrix decir que iría por ti.

—Basta.

—No iba a permitir que nada sucediera y por eso tuve que actuar.

La cabeza empezó a palpitarle mientras el torbellino de imágenes llenó su cabeza.

—¿Por qué estás diciéndome todo esto?

—Porque sé lo que Weasley significaba para ti, pero también sé que no fue tu culpa.

—Nada tiene que ver con la situación presente, además, no estuviste ahí.

—Pero leí lo que sucedió en aquella misión y sé que hiciste todo lo que estuvo en tus manos para salvarlo.

La primera lágrima brotó de los ojos de Hermione, que sintió que el mundo se desbordaba a su alrededor. Odiaba ser débil, odiaba no haberse recuperado de ello, pero más odiaba tener que recordar que precisamente el día de su cumpleaños, era el mismo día en que su mejor amigo de toda la vida, había muerto entre sus brazos.

Y entonces lloró. Lloró como no lo había hecho en meses. Lloró en el hombro de quien menos hubiera esperado y extrañamente se sintió reconfortada. No se había dado cuenta del momento exacto en que había sucedido pero ahí, en los brazos de Draco Malfoy, había encontrado un pequeño aliciente a su dolor.

—Esto parece un mal chiste.

—Lo sé.

—Y sé que es lo que menos quieres escuchar en este momento, pero de todos modos lo diré —agregó él y la castaña levantó su rostro, aún mojado por las lágrimas—. Feliz cumpleaños, Granger.

Sin poder disimular la sorpresa, los ojos de la chica se posaron en el rostro del rubio, que le sostuvo la mirada.

—¿Lo sabías?

Draco asintió y quitando un rizo pegado a su rostro por el llanto, le dijo —Lo he sabido siempre y pensé que sería bueno que no estuvieras sola. Sé que no dejas que tus amigos se acerquen a ti en esta fecha, pero tienes suerte de que tú y yo no seamos amigos.

Lo que decía Malfoy era perfectamente lógico y ella se había encargado de constatárselo esa misma mañana. No eran amigos y por ello se sentía correcto el que estuviera allí.

Hermione asintió y por primera vez en mucho tiempo, sus labios se curvaron en una sonrisa. No en una mueca como las que había aprendido a perfeccionar con sus amigos, sino en una genuina y sincera sonrisa que la llenó de alivio.


¡Ay Dios! Esto estuvo algo difícil sin mucha inspiración, pero hice lo que pude. Sean benevolentes por favor XD.

Gizz.