Saint Seiya no me pertenece. Nunca lo hará.

¿Recuerdan el capítulo en que Ikki revive? Me encanta, verlo tan sexy caminando hacia la cámara y tan poderoso...

Y después, al siguiente capítulo, hacen un brindis para celebrar su regreso. Es un a de mis escenas favoritas, pues Shiryu le hace una broma a Shun. Cuando éste se pone a llorar, dice "¡ya empieza otra vez! Era de esperarse". ¡Me encanta que diga eso! (Aparte de preguntarme de qué estaban hechos esos tragos, si son alcohol o no, con todo lo que implica dejar que chicos menores de edad beban, aunque considerando que los obligaron desde los cinco años a entrenar para convertirse en guerreros, el asunto del alcohol es el menor de sus problemas)

Y me imaginé qué pasaría si Ikki se toma a mal la bromita de Shiryu:

NO molestes a mi hermano

-¡Ya empieza otra vez! Era de esperarse.

Aunque el tono de voz y la expresión del rostro del Dragón eran agradables y bondadosas, Ikki se tomó muy mal las palabras de éste.

-¿A qué te refieres con "era de esperarse"? ¿Insinúas que mi hermano es un llorica?

La copa de cristal crujió y se quebró en manos de Ikki. Los demás lo miraron asombrados y se alejaron un par de milímetros.

-Jamás pretendí eso – repuso el Dragón, sólo un poco pálido.

-Ikki, déjalo ya – murmuró Shun -, Shiryu sólo estaba jugando.

-Parece que les es muy fácil jugar contigo, con tus sentimientos, y burlarse de ti. Sólo porque no tenías a tu hermano para protegerte. ¿Qué habría pasado si yo no llego a ayudarte, Shun? Ahora estarías muerto. Estos ni siquiera estaban acá para proteger contigo a esta diosa.

A Saori no le gustó nada el tono que usó para decir "esta diosa", pero como estaba en modo magnánimo, sólo sonrió y dijo entre dientes:

-Si no fuera por "esta diosa", de seguro que ninguno de ustedes sería un caballero.

Nadie la escuchó, pues Hyoga y Seiya empezaron a decirle a Ikki que ellos sí iban en ayuda de Shun, que no fuera ingrato y que reconociera el empeño que ellos habían puesto.

-Si nos quedamos en puro empeño, mi hermano hasta ahora sería un cadáver ya incinerado – dijo Ikki.

-Oh, ahora juegas al hermanito perfecto – repuso Hyoga, con tono sarcástico - ¿Y si tratamos de recordar quién trató hace un tiempo de matar a su propio hermano? ¿Quién de nosotros habrá sido, ah?

-Déjalo ya, por favor – pidió Shun, nervioso. Ikki se había acercado a Hyoga con aire belicoso, y el Cisne se había puesto de la misma manera.

-No me eches en cara esos errores, que pasaré mi vida entera lamentándolos – masculló Ikki.

-Si no fuera por nosotros, también tendrías que lamentar la muerte de tu hermano. ¿No recuerdas que estabas a punto de asesinarlo? - respondió Hyoga.

Los cosmos de ambos se habían elevado a niveles peligrosos y se veía venir la pelea. Seiya se colocó entre ellos y trató de apartarlos.

-Vamos, chicos, no podemos pelear entre nosotros, debemos permanecer unidos para... - comenzó a decir Saori.

-¿Para qué? - dijo Ikki - ¿Para ser caballeros de Atenea? ¿Y qué nos ha traído ser caballeros tuyos, Saori? ¿La belleza de las cicatrices, la dulzura de las pesadillas, mi propia muerte y resurrección? - repuso Ikki, alejándose del grupo y preguntándose en qué momento le había parecido buena idea volver con ellos.

-¡Hermano, por favor! - dijo Shun, con los ojos llenos de lágrimas.

-Y ahí va otra vez... - murmuró Shiryu, pero no lo suficientemente bajo para que Ikki no lo oyera.

-¡De nuevo estás molestando a mi hermano! - reclamó Ikki, saltando hacia Shiryu y tratando de tomarlo del cuello. El Dragón saltó ágilmente hacia un lado para esquivarlo.

-¿Acaso temes que tu hermano no pueda defenderse solo? - preguntó Shiryu.

-No lo necesita. Me tiene a mí – repuso Ikki.

Hyoga lanzó una carcajada burlesca.

-Claro, te tiene a ti hasta que decidas matarlo nuevamente. ¿Por qué tendríamos que confiar en ti?

-¿No se dan cuenta de que el Santuario quiere precisamente esto, que discutamos entre nosotros? - dijo Seiya - ¡Vamos, chicos! Esta pelea no tiene sentido. Shiryu sólo se reía de Shun sin ánimo de dañarlo, y tú exageraste en tu reacción, Ikki. No pasa nada más, Shun está bien.

-Sí, pero no gracias a ustedes, que no pensaban ayudarlo cuando se enfrentaba a ese idiota de las llamas – dijo Ikki.

-Y tampoco gracias a ti, que trataste de matar a tu hermano en varias ocasiones – señaló Hyoga.

-Y dale con eso... - murmuró Ikki, luego levantó su brazo y exclamó - ¡Puño fantasma!

Hyoga esquivó por poco el ataque de Ikki, y se lanzó furioso sobre el Fénix. Seiya se interpuso.

-¡No debemos responder de la misma forma! - dijo Seiya. Ikki, avergonzado de su reacción, miraba silenciosamente el suelo.

-¡Hermano! - dijo Shun, con los ojos más llenos de lágrimas.

- Deja de llorar de una vez, Shun. No es de hombres.

-Tú también estás llorando, hermano – repuso Shun, enjugando una solitaria lágrima del Fénix.

-Parece que el asunto es de familia – masculló Shiryu. Ikki decidió que fingiría no oír nada.

Nota de la autora: Y después todo volvió a la normalidad. Bueno, más o menos.