Disclaimer: How to Train Your Dragon no me pertenece.


Rider of Fury

Prologo

Decenas de barcos y miles de hombres se batían en una guerra que llevaba más de cinco años, y que comenzó por el pecado de la avaricia. La batalla se llevaba a cabo en la isla de la soledad, aquella que se ubicaba en el centro del archipiélago de las siete tribus y que mostraba un punto excelente para que las tribus se debatieran entre sí.

Dragones sobrevolaban los cielos siendo montados por diestros y valientes guerreros de la única tribu domadora de aquellas bestias. Los Hooligans eran la tribu más poderosa, pero la que menor cantidad de guerreros poseían.

Su líder Estoico el Vasto comandaba las fuerzas desde tierra enfrentando a dos tribus enemigas: los Berserker y los Histéricos. Tribus poderosas y que mostraban una gran habilidad de combate cuerpo a cuerpo, en especial los primeros.

Estoico era un maestro en el cómbate, pero sobretodo un grandioso estratega. Fue lo suficientemente listo como para aliarse con la tribu de mujeres conocida como las Bog-Burgalrs, las cuales tenían un gran poder marítimo. Sus barcos, llamados Drakkar, hacían frente a la flota de los Magmalos mientras los Marginados peleaban contra la flota de la tribu de los Cabeza Cuadrados.

El apoyo aéreo era para las fuerzas en el mar, los jinetes de dragones luchaban junto a sus aliados en los barcos; manteniendo a la tribu de los Cabeza cuadrados y Marginados a raya, lejos de la batalla central.

—Bocón, dirige a las tropas del Este para que contengan a las fuerzas de los Histéricos —ordené el jefe—. Alvin, ve por las tropas del Norte. Despedaza a los hombres de los Berserker en esa zona.

—Entendido.

Ambos hombres fueron a donde se les ordenó, en tanto, el jefe de los Hooligans permaneció en el centro luchando con fuerzas combinadas de sus oponentes.

La desventaja era evidente aun con sus aliadas, pero ellos tenían algo que otras tribus carecían; los dragones en el cielo. Su hermano Culón Tripagorda no tardaría con su legión de dragones para arremeter a las fuerzas en tierra. Solo necesitaba darle tiempo, y ganarían esta batalla una vez por todas y darle fin a la guerra.

El enorme hombre de cabellera y larga barba pelirroja observó al cielo y los vio volar a toda velocidad. Su hermano había llegado a socorrer a su gente, listos para entrar en batalla y derrotar a las tribus enemigas.

—¡Mi hermano ya está aquí!

Los hombres de Estoico gritaron con euforia por corroborar el anuncio de su jefe, soltando todas esas ganas de dar por terminada una guerra en la que ellos nunca quisieron verse involucrados, pero que no tuvieron opción para participar.

El hermano de Estoico montaba un Rompecraneos, y pronto estuvo a ras de suelo flameo a los hombres de la tribu Berseker que comenzaron a huir por temor a ser quemados. Los Histéricos por su parte comenzaron a lanzar proyectiles con sus ballestas del alto de un hombre, y redes hacia sus enemigos recién llegados.

Estoico había planeado bien el combate, los únicos con la habilidad de aguantar una pelea contra los jinetes de dragones no podían desembarcar en tierra. Los Magmalos estaban siendo retenidos por sus aliadas, y dragones.

—¡Vamos a dar terminado esto!

Con la voz de su jefe los Hooligan corrieron hacia las filas enemigas.

—¡Hoy venceremos!

La batalla se tornó cruenta y despiadada donde ni la presencia de más jinetes y dragones pudo dar fin. Los vikingos siendo tercos darían todo hasta el último hombre en pie, y siendo tantos en combate la lucha no tendría un buen ni rápido final.

Estoico lo reconocía, observó hacia el mar y fue testigo de cómo los barcos se hundían entre llamas y humo negro. Personas siendo calcinadas, lanzadas al mar, hombres luchando hasta su ultimo aliente. En el cielo, dragones caían al mar siendo blancos de los proyectiles de las ballestas montadas en los Drakkar, y sus jinetes cayendo junto a sus fieles animales.

En tierra no era para nada diferente, hombres y mujeres morían por el acero y el fuego. Sus jinetes caían ante la buena puntería de los Berseker e Histericos. Gritos y explosiones en una sinfonía de muerte y destrucción eran el testigo de la más cruenta batalla que las siete tribus tuvieran en su historia.

Nadie saldría victorioso de esa batalla, no habría un solo rey de reyes y lo único que obtendrían seria una destrucción y muerte sin precedente. Pero aun así no podía bajar los brazos, Estoico debía luchar por su gente hasta que no pudiera sujetar su espada.

—¡Todos a mí! —agrupaba a su gente a su alrededor— ¡Todos a…

En ese momento del cielo vio caer al dragón de su hermano, con un imponente proyectil de ballesta atravesando su pecho; y por consecuente con al jinete.

Lo vio todo en cámara lenta, la caída hasta arremeter contra el suelo arenoso. Trató de correr hacia su hermano, pero uno de sus hombres le detuvo con dificultad.

—Lo necesitamos con nosotros, Jefé.

—Señor, viene más Berseker.

Las insistentes palabras de sus hombres lo detuvieron, pero con el pesar en su corazón no reaccionaba a la nueva situación.

Algunos Drakkar de la tribu Magmalos arribaban en las costas de la playa de la isla. Sus hombres se unían a una batalla donde aliados no tenían ninguno; eran ellos contra las otras tres tribus.

El jefe de los Hooligans dejó de lado la imagen de su hermano muerto y prestó atención a la situación precaria que se estaba formando. Un tercer frente de lucha contra una nueva tribu que podía resistir a sus jinetes y dragones.

—Señor, esto no está nada bien.

La esperanza de un final se vio truncada, el futuro ya no existía en aquella isla. Su final, y el de su gente, estaban ya a vísperas del último rayo de luz en el horizonte. Nadie de ninguna tribu conseguiría salir con vida.

Y, entonces, un gran terremoto sacudió mar y tierra. Los Drakkar se sacudieron por las grandes olas que se formaban, los hombres en tierra trastabillaban cayendo al suelo y los jinetes en sus dragones elevaron el vuelo por precaución.

La atención de cada hombre y mujer en la batalla se puso en el centro del combate marítimo, donde los barcos del centro se desplazaban por una cúpula de agua que se abría paso hacia los cielos.

Del mar una enorme bestia hizo su aparición, un dragón legendario que solo en los libros de textos aseguraban su existencia; y que nadie podía corroborar haber visto antes.

Un inmenso Leviathorgan hacia su acto de presencia ante la mirada incrédula y atónita de los hombres y mujeres de cada tribu. Pero lo que a todos dejo perplejos fue ver un destello brillante con las últimas luces de la tarde. Un jinete de armadura plateada se posaba en la punta de la cabeza del dragón.

El hombre de armadura movió su cayado blanco para ordenar que su dragón atacara, pero la bestia solo lanzo su aliento de hielo para dividir las fuerzas de cada tribu. Separandolas y evitando que siguieran con la carnicería que hasta el momento estaban llevando a cabo con tanta vehemencia.

—¡Es Humungosly Hotshot! —gritó, uno de los hombres de Estoico al reconocer la armadura.

Humungosly era un hombre sin tribu, un trotamundos y un guerrero nato. Nadie sabía gran cosa de su vida, y muchos aseguraban que venía de tierras muy lejanas; pocos eran los que conocían su rostro. El hombre fue de los pocos que desde un principio estuvo en desacuerdo con la guerra, pero que después tuvo una participación limitada.

El hombre misterioso había desaparecido desde hace un par de años, tiempo en que la guerra se volvió más cruenta y despiadada. Solo hasta ahora que hacia su presentación era que lo habían vuelto a ver.

Estoico al verlo sobre aquel dragón legendario tuvo la esperanza de que aquella batalla tuviera un final decente. Porque el jefe de los Hooligans era de los pocos que habían tratado con aquel hombre misterioso, pero de los tantos que desconocían su rostro.

—¡Hermanos y hermanas! —habló el hombre de armadura, que por algún método se escucho en todo el campo de batalla—. Dejen las armas, no peleen más entre ustedes.

El jefe de los Hooligans vio como varios de sus hombres soltaban sus espadas, hachas, arcos, y demás armas en su posesión. Pero no fueron los únicos, en la lejanía vio a varios de los Berserker dejar sus armas de lado; siendo los más testarudos y aguerridos fue una hazaña.

En el mar pudo distinguir que las ballestas eran bajadas por sus operarios, que los hombres y mujeres en los barcos solo miraban hacia lo alto del dragón. Y en el cielo los jinetes formaban un circulo alrededor del gran dragón; manteniendo una distancia prudente.

—Hoy, en esta tierra bañada con la sangre se firmara un tratado de paz —el hombre en el Leviathorgan volvió hablar—. Jefes de tribus reúnanse conmigo.

Y de ese modo los jefes de las siete tribus fueron al encuentro de Humungoysly sobre la cabeza de su dragón.

Estoico el Vasto por los Hooligans, Grandísima Berta por las Bog-Burgalrs, Osvaldo el Agradable por los Berseker, Mogadon por los Cabezas Cuadradas, Robert el Cínico por los Magmalos, y Norberto el Chiflado por los de Histérica. Los únicos que no se presentaron y huyeron fueron la tribu de los Marginados, hombres salvajes y mercenarios.

El tratado fue escrito por los seis jefes de tribu más el hombre de armadura. En pergamino se escribió los acuerdos que habría para cada tribu, y que a partir de aquel momento la guerra terminaba y la paz reinaría. La única condición de Humungously fue que cada tres años los jefes de las tribus se reunieran para renovar el tratado de paz; llevándose a cabo en aquella isla que se rebautizó como la Isla del Tratado.

—Les estaré vigilando —dijo Humungously.

Con la última advertencia los jefes bajaron en dragones a tierra, y vieron partir aquel hombre misterioso. Que posterior aquella noche fue nombrado como Humungously El Héroe por la mayoría, al haber detenido lo que sería la aniquilación de las tribus.

Y de ese modo la guerra de los siete tronos, como fue conocida, se dio por terminada. La paz reino en el archipiélago de las siete tribus, extendiéndose por los siguientes dieciséis años.


Hola a todos.

Les doy la bienvenida a esta historia que tenia planeando desde hace tiempo, pero que por razones de tiempo y no encontrar una manera de llevar bien la historia me detuvieron. Pero ya por fin he podido sacar el prologo, encontré bien el rumbo de como quiero que se dirigía la historia. Ojala que les guste la historia y que me lo puedan hacer saber, ya que por mi parte me esta gustando lo que llevo planeado. Esperó concretarlo n.n

Sin más por decir

Au Revoir.