Buenas tardes, me presento aquí ya que es mi primera publicación de Hetalia... Estoy nerviosa, no tengo idea si le gustará a alguien este fic, pero les dejo un poco de información de lo que será: 1) ¿Por qué Fruck tomato? Porque en ésta "historia" formarán parte mis dos parejas favoritas: Francis y Arthur (Fruk) [Fruck: mezcla de Fruk y fuck! wii (que inteligente...)] & España y Lovino (tomato love) -y, debo decir, no soy buena con los títulos - 2) Este fic no tendrá muchos capítulos, yo tengo que pensado que sólo sean cuatro o cinco, no más. 3) Si se encuentran cosas extrañas o sin sentido es porque no se tanto del anime (supongo que debe ser eso y no me mente haciendo de las suyas sin preguntar) ya que en el anime voy por el capítulo treinta y pico de Hetalia World Series y no he leído el manga.

Bien, este capi, en especial, es algo cursi. Creo que reveló mi "poeta interior" (si es que se le puede decir de esa forma...) Etto... Weno, las dejo leer; por cierto, al primero lo apodé "vicio" porque se me ocurrió llamarlo "obsesión", pero me pareció poco original (¿se supone que vicio es original?) y quedó así. En fin, espero que disfruten de la lectura.


Fruck tomato

Capítulo 1: "Vicio"

Estaba vagueando en la casa de Arthur, solo, ya que el inglés se encontraba muy ocupado teniendo una guerra con un país de América del Sur... creo que se llamaba Argentina... sí, eso... Inglaterra quería apoderarse de dos islitas pertenecientes a ese país... Y bueno, yo estaba aburrido en mi casa, no había nada para hacer entonces me vine para acá. No es que aquí encuentre, precisamente, diversión.. pero, seguro que encontraba algo que hacer que me llame la atención. Ya me cansé de mirar siempre las mismas películas románticas que hay en mi casa, las he visto un mínimo de doce veces cada una y, en ninguna de esas ocasiones, dejé de llorar, pero bueno, era hora de algo nuevo. Aunque no miré películas. Yo sólo quería mirar algunas imágenes de los paisajes de Inglaterra.

Caminé y me senté agotado en uno de los sillones de la habitación.

¡Pero nada! ¿Cómo podía ser que éste chico no tenga ni una foto de eso? Nada Ero, nada, nada! Pero... ¿Qué me sorprende? Si después de todo, Arthur era de esos hombres infantiles que creen en hadas, unicornios y duendes. Más específicamente, el único que conozco, creo, no soy muy observador; pero si algo destaca, lo noto. ¡Y algo que destacaba lo suficiente eran esas enormes cejas! Tan extraordinariamente tupidas y extendidas, ocupando la mitad de su frente. Eran un detalle... uno muy llamativo, pero eso no importa, porque no hay nadie perfecto (obviamente si alguien tenía que ser el más cercano a esa perfección, era yo). Después estaba su cabello; alborotado y revoltoso, encantador. Sus ojos, verdes como las praderas del paraíso, teñidos con la tela de la vida y la mancha de la niebla al mismo tiempo, verdes como los chistes que me gustan, ¡Sí, muy verdes! Sus orejas, orejas comunes pero no comunes; únicas, orejas únicas, sólo por pertenecer a él. Su boca... El cielo, las estrellas, la luna, el sol. Algo que sólo es conocido por él, su cepillo de dientes y mis más anhelados sueños. Sus labios, dulces y delicados (siempre los sueño), como una rosa blanca bañada en dulce caramelo; Una rosa blanca e inimaginable, extraña y de rara especie, una muy difícil de alcanzar; la que sólo los más aventureros podrán gozar hostentarla. Yo no soy aventurero, lo admito, pero llegaré a hacerlo, alcanzaré esa roza y seré el único en poder hostentarla, aunque todavía no me anime. Ya sea por capricho, porque le rogue mil trescientas veces que me lo permita, la pequeña parte aventurera que habita en mí sólo desea explorar esa añorada zona, ¡Y que nadie más lo haga!

Todo era hermoso. Todoooo, menos su atuendo de mal gusto. Pero por mi bien, que se vista así, ya que, si se vistiera de otro modo, nadie dejaría de mirarlo, y eso me molestaría mucho... ¡Porque él es sólo mío!

Siempre pienso en él, tal y como lo hago ahora, en todos sus detalles, en su voz insultándome... pronunciando mi nombre, en esas miradas de odio fingido que ocultan el amor, en su pose de brazos cruzados, en la forma en como cierra los ojos al apoyar los labios en su taza de té y en nuestras peleas; esas peleas que adoro. Porque gracias a esas duras peleas pude ser la persona que más lo ha tocado. En todas las guerras que pasamos. Ya que si me ha propuesto esas guerras es porque pensó en mí tanto tiempo como para llegar a esa conclusión. En sus ruidos de desesperación cada vez que lo acorralo; que aunque los reprima, sé que están ahí.

Hasta sentí celos en un momento. Celos de ese imbécil cuatro-ojos de Estados Unidos. Quien pudo pasar mucho más tiempo con él que yo. Quien lo mira sin cuidado de arriba a abajo. Ese estúpido come hamburguesas que se cree importante, ¿Sabes por dónde te puedes meter esa idea de héroe?

Sí, sentí celos. Hasta que me di cuenta que Arthur sólo lo mira como un conocido desde que se independizó y antes, sólo lo veía como alguien a quien enseñar y proteger, como a un hermano menor.

Lo que me hace más feliz es que la forma en que Arthur lo insulta no es como cuando me lo hace a mí. Cuando le grita a Alfred se nota el desprecio. Sin embargo, cuando él me insulta a mí, lo hace de una forma completamente diferente. Y yo me doy cuenta de esas cosas. Ya sea por las películas románticas que miro tan apasionadamente u otros motivos. Yo sé que él me quiere, es más, sé que siente algo más que simple querer. Pero no sé por qué... no sé por qué es tan divisor. Es como si en los momentos que me agarra la locura de besarlo él construyera un muro, semejante al de Berlín, para que yo no me acerque. En esas situaciones me da la rabia de derrumbar el muro y seguir, simplemente seguir y alcanzar mi sueño, la rosa blanca que espera por su aventurero. Pero no tengo el valor de hacerlo. Porque si él construye el muro, es por algo. Tal vez tenga miedo, pero... ¿A qué? Tal vez sea el miedo a sufrir, o tal vez, al de amar de verdad y sentirlo. Yo quiero saber a qué es a lo que le tiene temor, porque no soy irrespetuoso; insistente, pesado y acosador tal vez sí, pero no irrespetuoso. Quiero que él me diga a qué le teme y entonces, le haré entender que conmigo no debe tener miedo, que yo le puedo dar todo el amor que él necesita y nunca lo haré sufrir intencionalmente.

Mis pensamientos son muy profundos si se trata de él, porque en los momentos de soledad él es el que se apodera de mi mente y no me permite distraerme con otra cosa.

Y las horas se pasan volando. Cuando pienso en Arthur es la misma sensación que cuando te subes a una montaña rusa, sientes que ya va a venir lo mejor y resulta que ya habías llegado al final.

Escuché el ruido que se produce cuando algo entra en la cerradura de la puerta.

- ¡Bienvenido a casa! - Le dije sonriente. Él se sobresaltó.

- ¿Q-qué demonios haces aquí, Francia? - Me preguntó, con la mueca de "desprecio" que suele ponerme.

- Ya lo olvidé, me perdí en mis pensamientos y ya no recuerdo ni cómo es que llegué a tu casa - Le respondí.

- Jajaja, ¿Así que pensaste? - Rió - Entonces de algo te sirvió venir aquí. -

- No hace falta que venga, pienso en tí esté en donde esté - Le dije, sonriéndole macabramente, sabiendo que o, me daba una patada, o, se hacía el que me ignoró, me acerqué a él y le pregunté cómo le había ido.

- ¿Qué cómo me fue?, ¿acaso no es obvio? - Contestó, riendo otra vez. - Lo malo es que ahora debo agrandar mi mapa y no tengo ganas... ¿Sabes? Al fin encontré a alguien más fácil de derrotar que tú, Francia. Jajaja- Siguió riendo altaneramente. ¿Ven? Él volvió a pensar en mí diciendo eso.

Me acerqué aún más a él y lo acorralé contra la pared, apoyando mis manos a los costados de su cabeza y colocando mi rodilla entre sus piernas, justo abajo de Londres, para incomodarlo un poco. Observé su delicado rostro y noté un corte debajo de su ojo derecho, me acerqué a su mejilla y lamí el corte. Él hizo un ruido similar a un gemido, seguramente todavía le ardía un poco. Inmediatamente después de eso el apartó mi rostro con una de sus manos, alejándome todo lo que la longitud de su brazo le permitía, otra vez esa barrera nos separaba.

- ¡Ya basta, imbécil! - Dijo. - ¿Cuántas veces te he dicho que no hagas eso? -

- Pero tienes una cicatríz, se puede infectar -

- ¡Pero ya está cicatrizada, estúpido! -

- Entonces no te ardió -

- ¿Y quién carajo dijo eso? -

- Si es así... ¿A qué se debió el gemido? - Pregunté. Los ojos de Arthur se agrandaron.

- Y-yo no... - Se puso cabizbajo, evitando mi mirada. Me volví a acercar y tomé su rostro entre mis manos.

- ¿Por qué niegas algo que realmente quieres, Arthur? - Le pregunté. - Si no haces nada que realmente te guste de vez en cuando tu corazón no lo soportará..

- ¿Sabes qué? Tal vez tengas razón, Francia... - Dijo tomando mi mano. No lo podía creer... ¡Realmente el había tomado mi mano!, ¡Y no era un sueño!

Entonces sentí un dolor insoportable en mi región vital... ¡Me había pegado un rodillazo ahí, en París! - AAAAAY, AY, ay... - Grité mientras caía para atrás. Cuando al fin pude abrir los ojos lo vi riéndose lo más feliz.

- Yo creo que lo que realmente me gusta hacer es golpearte hasta que sangres, así que mi corazón está perfecto - Me miró - Pero sería realmente feliz si dejaras de molestarme y te fueras a tu casa. -

"Vicio" Fin

To be continued... or not?


¿Y bien, que les pareció?, ¿Estuvo muy mal? (espero que no quieran matarme, ya bastante me quiero matar yo del nerviosismo) Dejaré mi opinión: Me pareció que Francia actuó de una manera muy acelerada al acorralar a Arthy de esa forma, pero así salió de mi mente y no se me ocurrió nada para modificarlo. También pensé que Inglaterra había sido muy frío... Pero vamos, todos son así al principio.

Recuerden que si no dejan reviews no sabré cuales son sus opiniones y pensaré que el fic fue tan malo que me deprimiré y no actualizaré. Se los digo sinceramente, no intento convencerlos ni nada, eh... como creen... Tengan un lindo Jueves! Saludos, Kitsu.

¡POR UN MUNDO CON MÁS FUCK!

Ehh... ¡no! Quise decir Fruk...! En serio!