Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter pertenece a J. K. Rowling


Esta historia participa en el I Fest del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black


PROMPT: Ambos saben que sienten algo por el otro, pero lo niegan. A causa de una pelea entre James y Severus, por alguna razón los que terminan castigados son James y Tom, y a causa de eso ambos conviven y comienzan a llevarse bien. Al final se confiesan y son pareja. También que en el medio haya celos y alguna pelea y bromas.
MÁS: Me gustaría que estuvieran Lucius, Narcissa, Severus, Regulus, Lily, Peter, Arthur, Molly, Dumbledore y McGonagall. Lugares: terrenos del castillo o la biblioteca (aunque la biblioteca sería parte del castigo)
LO QUE SEA: Que fuese en la época de los Merodeadores. Y que hubiera Remus/Sirius de fondo.


Muy bien, sólo me gustaría aclarar que le he dejado los ojos rojos a Tom por puro capricho, me encanta cuando dicen que los tiene así en las historias. Y también que tendrán que aguantarse la extrema actitud OOC de los personajes xD!


Capítulo I

Cuando comenzó

Lunes 10 de Octubre de 1974

Es un fresco día de principios de octubre y James, Peter y Sirius, se encuentran en los terrenos del colegio. Los tres reposan en el césped —ligeramente húmedo—, mientras se van quedando dormidos… el aburrimiento es demasiado para ellos.

Al fin, James se levanta con los miembros agarrotados por el frío y la mente adormecida; se estira perezosamente. Dirige su mirada adormilada a sus amigos y se aclara la garganta.

—Vamos, nos congelaremos si continuamos aquí —gruñe con desgano.

Los muchachos en el pasto se mueven con lentitud, para después levantarse; con el mismo entusiasmo que el suyo.

Van acercándose al castillo a duras penas, y entonces lo ven: Severus está junto al lago con un par de libros y pergaminos. Ni siquiera lo piensan, se acercan con las varitas en alto.

—Es un bonito día, ¿no, Snevillus? —pregunta James con sorna, al tiempo que el montón de pergaminos escapa de las manos del muchacho y se detiene sobre el lago.

Sirius y Peter, todavía somnolientos, se limitan a levantar la varita y gritar un encantamiento. Pettigrew levanta el montón de libros sobre el lago, y Black eleva a Severus varios metros sobre el aire.

—¿Apenas haces la tarea de Transformación, Snevillus? —dice el de lentes—, sería una verdadera pena que cayera al lago, ¿no crees?

—¿O considerarías una mayor pena mojarte tú? —Sirius sonríe con diversión, y comienza a mover a Snape por el aire hasta el lago.

Los tres se ríen estrepitosamente, y tanto los objetos como Severus se balancean en su lugar. Parece que están a punto de salirse con la suya, como siempre.

¡Furnunculus! —exclama una fría voz a sus espaldas, e inmediatamente Snape termina en una parte poco profunda del lago.

Sirius se gira, para dar cara a quién quiera que se haya atrevido a llenar su atractivo rostro con furúnculos; pero al instante se da cuenta que no es una buena idea enfrentarlo. Levanta su varita —que se le resbaló con la impresión de ser atacado— del césped y se aleja del lugar a grandes zancadas, con la indignación marcada en su postura. Peter, que no se distrae mirando los patéticos chapoteos de Snape para llegar a la orilla, suelta un chillido; deja caer los libros al agua y corre tras Sirius, como una rata asustada. James gira el rostro, a punto de gritar un insulto; pero no dice nada, el improperio muere en sus labios. Su mirada ha encontrado un par de ojos rojos en un rostro bastante atractivo: el rostro de Tom Riddle. El corazón le da un vuelco y por poco los pergaminos terminan en el agua. El muchacho lo observa con una expresión extraña.

Ambos se miran por más tiempo del que deberían, y Snape —que todavía chapotea en el agua— lo nota.

—¡¿Qué está pasando aquí?! —grita una autoritaria voz femenina a sus espaldas, haciendo que Potter de un respingo y deje caer el trabajo de Severus en el lago.

Tanto James como Tom voltean a ver a la persona que ha gritado, no es nada menos que la Profesora McGonagall, que camina a grandes zancadas con los labios apretados en una fina línea.

Cuando el día culmina, James se va a la cama con un pesado castigo pendiendo a sus espaldas; no sólo le quitaron cincuenta puntos a Gryffindor, ahora tendrá que ayudar a la señora Pince en la biblioteca por un mes y hacer algunas redacciones extra, sin contar que será acompañado por el idiota arrogante de Tom Riddle.