A él definitivamente le gustaba jugar con sus sombras atrapando a su hijo al rededor de la casa mientras él pequeño huía de él, así como él en su tierna inocencia también tuvo que hacerlo de si propio padre, y es que solo asi podría acostumbrarse a ellas para poder hacer uso de su herencia de clan. Él pequeño Shikadai iba en busca de su madre y le desesperaba dar solo tres pasos y que su padre lo atrapara con la sombra de la cual le tenia miedo. Apenas vio a su madre no pudo evitar soltar lágrimas de sus hermosos ojos verdes, corrió hacia ella de brazos abiertos y llorando de desesperación pero su padre solo lo dejo dar unos cuantos pasos más y volvió a atraparlo con las sombras.

Temari al ver que su hijo ya estaba llorando lo miro mal y se acerco a su pequeño para tomarlo en brazos y calmar su llanto.

-¿Qué demonios le haces al niño?- cuestiono enojada mientras Shikadai se ocultaba en si cuello y tomaba un fuerte agarre en su kimono.

-Solo estoy jugando con él.

-Y él ya está llorando

-Bien. Lo siento mucho hijo. ¿Me perdonas?- Shikadai negó con la cabeza, ahora mirando a su padre y haciendo puchero.

-No lo vas a perdonar ¿Verdad amor? Y es que ahora solo quieres a mamá ¿Cierto?- Y ahora Shikadai asintió. Ella me miró diciendo mirá ahora es mío, y es que le gustaba hacer que Shikadai de a ratos me odiara y ponerlo de su parte, todo en juego. Desde que Shikadai llegó a nuestras vidas se enamoró profundamente de él.

-Pero mamá es mía. Ella no te va a querer sólo a ti -Shikadai frunció sus ojitos y me hizo puchero. Temari me miro reprobatoriamente por lo que le dije al niño. Lo que no nos esperábamos los dos fue lo que hizo acontinuación y fue que me gritó mentiroso y repitiendo varias veces mamá es mía luego algo en su rostro se iluminó como una idea. Lamió la mejilla de Temari y con tranquilidad dijo

-Mami es mía porque ya la lami-

Temari estaba entre la sorpresa y la diversión, tenia la mano con la que no cargaba a Shikadai en su rostro.

Shikadai orgulloso de lo que hizo puso cara de victoria típica de Temari y yo me reí a carcajada descontrolada, definitivamente si yo llegara a faltar en casa, mi hijo sabría cuidar de su madre, le besé la frente a mi pequeño y le di un beso a mi esposa y repetimos la discusión de a quién le pertenece esta hermosa mujer.